sábado, 21 de enero de 2017

Estilos arquitectónicos del siglo XIX

Arquitectura ecléctica

El palacio de Fuentehermosa, también conocido como Palacio del Marqués de Castellfort, es un edificio de estilo ecléctico diseñado en 1903 por el arquitecto español Joaquín María Arnau Miramón (1849-1906), en la ciudad de Valencia. En la actualidad es sede de la Presidencia de la Generalidad Valenciana.

Historia

El arquitecto Joaquín María Arnau Miramón recibe en 1903 el encargo de los marqueses de Castelfort de edificar un palacio al inicio de la calle Caballeros, calle tradicionalmente ocupada por la aristocracia valenciana.

Características

El arquitecto Arnau Miramón proyecta una fachada en la que utiliza elementos clasicistas, renacentistas, neogriegos y medievalizantes para lograr la obra más importante del eclecticismo en Valencia. Destacan los amplios miradores de planta poligonal situados en los ángulos de la fachada a la altura del piso principal y las cúpulas que coronan sus extremos. En su interior lo más destacable es el lujoso zaguán con su escalinata de mármol blanco, que recibe la luz por una claraboya cenital.






El palacio Huerto Ruano se encuentra situado en Lorca, en la Avenida Juan Carlos I y es, en la actualidad, propiedad municipal. Se declaró Bien de Interés Cultural en 1993. Se utiliza como museo y para exposiciones.

Historia

Esta villa urbana fue mandada erigir por Raimundo Ruano Blázquez, político y acaudalado hombre de negocios que había pasado un tiempo de su juventud en Edimburgo dirigiendo la casa comercial de su padre. El lugar elegido para su construcción se localizaba en la entonces Alameda de Espartero, actual Avenida Juan Carlos I, vía abierta poco tiempo antes que iba a acoger en aquel tiempo las viviendas familiares de miembros destacados de la sociedad lorquina.
En 1877 se mandó levantar este hermoso palacete, cuyo proyecto diseñó el arquitecto lorquino Francisco Navarro Alcaraz. Mientras que la construcción fue dirigida por el maestro de obras Juan Gil. Las obras se concluyeron en 1879, aunque las decoraciones interiores no concluyeron hasta el año 1890. Su estilo corresponde a un eclecticismo muy acorde con la línea general europea de esta época de la Restauración, con un sabor netamente clasicista en la distribución coherente y armónica de su fachada.

Propietarios posteriores

Por el año 1903 se ubica en el palacio Ruano la nueva sucursal del Banco de Cartagena, afecto a los intereses mineros y políticos de la familia Romanones –Raimundo Ruano había militado en el mismo Partido Liberal representando a Lorca en las Cortes en 1897-1899 – hasta que en 1917 el edificio es vendido a Simón Mellado Benítez, quien fuera alcalde de Lorca, y con posterioridad lo adquiere la familia Cachá.
En 1925, el arquitecto modernista de Cartagena Víctor Beltrí dirigió la reforma del edificio que le proporcionó una nueva configuración.1
En la década de los años 1980 el Ayuntamiento hizo diligencias para que en este inmueble quedara instalado el futuro Museo de Lorca y se inició el expediente para su declaración como Monumento Histórico-Artístico.
Finalmente, en 1993 el Huerto Ruano fue declarado Bien de Interés Cultural, y en 1996 lo compró la Corporación Municipal, lo que evitó un proceso de progresivo deterioro, preservando y enriqueciendo así el patrimonio de la ciudad de Lorca. Restauradas felizmente las pinturas de Guimbarda en el Taller de Restauración Municipal, y tras una profunda actuación arquitectónica y de recuperación de demás elementos ornamentales, el edificio va a acoger la sede del Instituto Universitario Propio de Estudios Fiscales y Financieros de la Universidad de Murcia.

Arquitectura

El edificio presenta planta cuadrada y dos pisos en altura. En los extremos del cuerpo central de la casa se sitúan dos torres de planta poligonal cubiertas por chapitel. El cuerpo central está rematado por una cornisa sobre la que aparece frontón curvo decorado con relieves. Estos representan la figura de un angelote que descansa sobre una serie de decoraciones vegetales.
La fachada de la planta baja está realizada en sillería, mientras que en la planta superior aparece la mampostería, con un enfoscado que simula el uso de ladrillos.
La planta baja presenta grandes ventanales adintelados, decorados con relieves florales. Flanqueando la puerta principal encontramos dos de estos ventanales, decorados con molduras y rematados por frontón curvo. Estos se encuentran separados del resto por dos pilastras adosadas al muro, pilastras que se prolongan en el piso superior aunque con diferente decoración. A la puerta principal se llega a través de una escalinata de mármol con balaustrada. La puerta adintelada presenta una decoración similar a los ventanales que la flanquean, aunque en este caso el frontón que la corona tiene forma triangular. Este piso queda separado del superior mediante una moldura que recorre toda la fachada.
En el piso superior se sitúa un gran balcón central realizado en forja que cierra tres ventanales. Estas ventanas están adinteladas y decoradas con frontones. Estos frontones tienen forma triangular en las ventanas de los extremos y semicircular en la central. A ambos lados de este conjunto existen otros dos balcones, similares al anterior, pero de menor tamaño. En este caso las ventanas están rematadas por una moldura decorada con relieves florales. El gran balcón central está separado de los laterales por dos pilastras adosadas al muro, decoradas con estriaciones, y coronadas por relieves florales. La parte superior de la fachada, bajo la cornisa, está ornamentada por un friso corrido con relieves florales y vegetales.
Las torres que flanquean el cuerpo central del edificio presentan planta poligonal y tres pisos en altura, coronados por chapitel. La decoración de los dos primeros pisos es la misma que la del cuerpo central. El último piso está compuesto por un ático de escasas dimensiones, en cuyo muro se abren pequeñas ventanas adinteladas de forma cuadrangular.
El interior cuenta con una amplia escalera imperial con barandillas realizas en bronce y balaustradas de cristal diseñada por Víctor Beltrí y procedentes de la conocida fábrica Valarino de Cartagena. Tanto la entrada como la caja de la escalera están decoradas con pinturas de Wssel de Guimbarda, que representan alegorías de las Artes y las Cuatro Estaciones. El edificio cuenta también con salones destacados como la Sala de Baile, situada en la planta superior, o el Salón de Reuniones de estilo neonazarita, cuya decoración cuenta con arcos de herraduraarcos polilobulados, azulejería, yeserías policromadas, etc.
En el exterior, el inmueble está rodeado de una verja de hierro, con una puerta entre dos pilares de cantería que sustentan las esculturas de la Industria y la Agricultura. El jardín de la entrada, planificado como espacio lúdico y social, posee en su centro un pequeño estanque coronado por una escultura en piedra – con un niño jugando con una oca – del tallista lorquino Juan Dimas Morales.






El Real Palacio de La Magdalena está situado en la península de la Magdalena, frente a la isla de Mouro, en Santander (España), y fue construido entre 1909 y 1911, por suscripción popular, para albergar a la familia real española. Obra de los arquitectos Javier González Riancho y Gonzalo Bringas Vega, se enclava en el lugar donde estuvo el antiguo fortín de San Salvador de Hano, que protegía la entrada a la bahía. Costó 700 000 pesetas de 1912 y fue sufragado por el ayuntamiento y un gran número de familias lugareñas que desempeñaron un laborioso micromecenazgo, como las 100 000 pesetas de la Sociedad El Sardinero o las 1000 pesetas de la familia Botín. Los problemas financieros para poder costear la obra hicieron que la Comisión Ejecutiva llegase incluso a comprar lotería de Navidad para probar suerte, sin éxito. Fue amueblado en 1913, pasando de inmediato a ser residencia de verano del rey Alfonso XIII y su familia, quienes lo ocuparon regularmente hasta la proclamación de la II República. En 1914 fueron proyectadas las caballerizas por González Riancho, las cuales emulan a un poblado inglés medieval con tejados puntiagudos de vertientes pronunciadas, entramados de madera vista, etc.
En 1977 Juan de Borbón vendió el edificio a la ciudad por 150 millones de pesetas1 a pesar de que éste había sido un regalo de Santander a la casa real. En 1982 fue declarado monumento histórico-artístico. Entre 1993 y 1995 fue rehabilitado por el ayuntamiento de Santander y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que hizo frente a los intereses del préstamo, según proyecto de Luis de la Fuente.

Historia

Como antigua residencia real, tiene como antecedente la proyección de una anterior en el Sardinero, frustrada por la revolución que estalló en 1868,3 para fijar con un edificio el veraneo real y burgués que se estaba repitiendo por aquellos años, que promovió el crecimiento de la ciudad. El lugar de La Magdalena no estaba deshumanizado; las excavaciones arqueológicas remontan la presencia humana al siglo I, en época romana, donde se han encontrado unas dársenas y varios objetos.4 El proyecto de Bringas Vega y González Riancho ganó un concurso convocado por el ayuntamiento.5 Peter Burke dice del palacio, remontándose a 1912:
Desde ese momento, y hasta el verano de 1930 incluido, el Palacio de la Magdalena de Santander es sede real y punto de atracción social y política para periodistas y políticos, para la vida pública española.6
En el marco de las revueltas obreras de 1911 en Santander, el palacio sufrió parones en su construcción debido a las huelgas de sus canteros, no pudiendo ser entregado a la realeza hasta 1912.7 El rey Alfonso XII era informado puntualmente del progreso de la construcción, y el 21 de enero de 1912 recibió en audiencia a la Comisión (constituida por el presidente de la Diputación provincial, Ramón Pérez Eizaguirre; el alcalde, Ángel Lloreda; el exdiputado a Cortes Pedro Acha y el Dr. Manuel Sánchez Saráchaga) para concretar detalles de la próxima toma de posesión.8 Una vez concluido el edificio, la propia reina Victoria Eugenia de Battenberg dirigió su amueblamiento y decoración.5Doña Beatriz de Borbón se refiere a los veraneos de la familia real en el palacio de esta manera:
Pero a mí donde más me gustaba ir era al Palacio de la Magdalena en Santander, porque allí éramos más libres, hacíamos una vida completamente como «particulares».9
Sin embargo, la infanta critica la rehabilitación de finales de siglo, lo que da una idea de las profundas reformas, además de la adecuación para oficinas y salas de reunión, que ha sufrido el edificio como sede de la universidad internacional.
Fuimos a Santander, que no había visto desde que nos marchamos en 1931, más de 70 años (...). Vi el Palacio de la Magdalena... el palacio me pareció, ¡un horror...! No me hables... Lo han cambiado, arriba está bien pero abajo no había por qué cambiarlo, porque estaba todo muy simpático. Han hecho una escalera enorme con muchos adornos, no sabes lo horrendo que es, con las puertas de cristales de colores (...). Pero por fuera está igual que antes, ¡fantástico!9
Durante la guerra civil española y años más adelante la campa de La Magdalena fue un campo de concentración franquista.
Don Juan de Borbón vendió el palacio al ayuntamiento de Santander en 1977 por 150 millones de pesetas, volviendo así a su propietario inicial,10 5 Esta venta se produjo durante el primer mandato de Juan Hormaechea (Alianza Popular) como alcalde electo de Santander, rodeada de fuerte polémica, pues los partidos de izquierda consideraron que fue la propia ciudad de Santander la que regaló dicho inmueble a la Casa Real en 1911. Aunque previamente ya había sido requisado durante el período republicano para instalar la Universidad Internacional, las actividades de ésta se detuvieron durante la Guerra Civil y no recomenzaron hasta 1938, entonces con sede en el hospital de San Rafael.5
En 1918 empezaron a impartirse en el palacio cursos de verano, como lo demuestra el convenio con la Universidad de Liverpool. Estos fueron el germen de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, nacida de una original Universidad Internacional de Verano de Santander (23 de agosto de 1932). No obstante, desde abril de 1931, proclamada la República, hasta esa fecha, el palacio permaneció vacío.5 La universidad tomó el palacio como sede desde el principio, según el decreto firmado por el entonces presidente de la II República,11 fruto del empeño del ministro Fernando de los Ríos y Francisco Barnés.12 Su primer presidente fue Ramón Menéndez Pidal y su primer secretario, Pedro Salinas.13
Tras la Guerra Civil, la Universidad Menéndez Pelayo se instaló en el Hospital de San Rafael, volviendo al palacio a finales de 1949. Desde entonces se han celebrado en el palacio multitud de conferencias y talleres importantes a nivel mundial, exposiciones, certámenes musicales, etc. Un ejemplo de ello es la reunión que en 1952 dio lugar al CEDI.14

Arquitectura

Vista de la playa de la Magdalena, en la península, con el hotel Real al fondo.
El palacio está situado en la península de La Magdalena, un parque periurbano de carácter público que actúa de eje entre los espacios marítimos de El Sardinero y la zona centro, donde destaca el ámbito del paseo y los jardines de Pereda. La península, situada en una de las bocas de la bahía de Santander, destaca por su vegetación boscosa. Cuenta también con una playa, la de La Magdalena, un minizoo y un parque de recreo infantil, así como diversas edificaciones.15
Se trata de una obra de estilo ecléctico, que combina influencias inglesas, patentes en la disposición de las masas exteriores, abundancia de las chimeneas, forma de los ventanales, etc., con aportes de estilo francés, como la escalinata de doble tramo de la escalera principal, la asimetría de los cuerpos del edificio, etcétera, además de trazas tomadas de la arquitectura barroca montañesa.16 Su construcción popularizó un subestilo ecléctico-regionalista en Cantabria, cuyo mayor exponente es el mismo palacio, y que parte del palacio pintoresquista inglés de los Hornillos.
El esquema planimétrico se basa en un cuerpo alargado de 91x21 m, con otro que sale al norte, de 20 m de lado. Sus alzados son asimétricos y la multitud de entrantes y salientes dan la sensación de que consta de varios cuerpos maclados.2
Consta de dos entradas, una al norte para carruajes, con pórtico, y otra al sur, que es la principal, con dos torreones de planta octogonal y una escalinata de dobles tramos. El edificio es de piedra de mampostería procedente de Cueto,2 y tiene cubiertas de pizarra. En el interior destacan los salones de recepción que conservan algunos cuadros de interés, de autores como BeneditoSorollaSotomayor, etc.

Influencia

En la ciudad

La construcción del palacio, desde entonces símbolo de la ciudad, tuvo tres efectos inmediatos: fijar Santander como lugar de veraneo para la alta clase española, difundir su estilo ecléctico montañés-inglés, elevando la calidad de las nuevas arquitecturas de la ciudad, y desviar hacia él el crecimiento urbanístico.
El premiado Plan General de Ensanche Noroeste y Este para Santander, que el propio Lavín firmará en 1910, amplía los efectos urbanos de esta situación y consolida la definitiva inversión de las líneas de crecimiento: la extensión de la ciudad, que no se dirige ya hacia la zona del ensanche en Maliaño ampliando el espacio portuario, sino que se extiendo por los aledaños del Sardinero (...) reflejando la confianza en un futuro económico basado en la actividad turística.16
El Palacio de la Magdalena ha sido el mágico talismán que transforma aquellos rincones, urbanizándolos.17
Paradigma de este nuevo crecimiento es la Avenida de la Reina Victoria, rodeada de árboles, pequeños jardines y mansiones, situada a gran altura sobre la playa de los Peligros, que une el centro de Santander, bordeando la costa, con la península de la Magdalena y el Sardinero. Así, la crisis portuaria de la ciudad, que vivía del comercio naval, se suplió gracias al auge del turismo.16 Actualmente es un símbolo reconocible de la ciudad.18
Vista del palacio desde el catamarán que recorre la bahía.

En los medios

El palacio aparece mencionado en un poema de José Hierro, enamorado de Santander, cuando dice:
La Magdalena. Soles. Sueños.
Mil novecientos treinta y nueve,
¡comenzar a vivir de nuevo!
Y luego ya toda la vida.
Y los años que no veremos.19
Miguel de Unamuno empieza hablando del lugar: «Contemplando desde aquí, desde esta atalaya del peñón costero de la Magdalena, Santander».20 Treinta y dos de sus poemas fueron recopilados por sus amigos en un libro titulado Cuadernos de la Magdalena, compuestos mientras estaba en la Universidad Internacional de Verano.21También es visitado y mencionado por otros autores ilustres, como por ejemplo Manuel Toussaint en Excursiones desde Madrid22 o el cántabro Gerardo Diego, que lo pone como fondo para algunas de sus escenas.
Desde 2011, es utilizado por la cadena de televisión española Antena 3 para el rodaje de su producción televisiva Gran Hotel.

Las caballerizas

Complejo de las caballerizas.
El complejo de las caballerizas fue construido por Javier González Riancho en 1914 en torno a una plazoleta, en un terreno llano junto a la playa. Sus cuerpos, a modo de pueblecito rural idealizado con torretas y tejados apuntados no exentos de ciertas trazas georgianas, tienen dos alturas. Cuando se instaló allí la universidad, fueron convertidas en una residencia de estudiantes.23 Antes de su cesión a la universidad en 1949, habían sido utilizadas como prisión, que a pesar de no tener malas condiciones higiénicas relativamente,24 llegó a contener 1.600 reclusos, cuando habían sido planteadas para 600.25 En 1977, con la compra de la península por el ayuntamiento de Santander, se le permite a la universidad utilizar tanto el palacio como las caballerizas, quedando el resto de la península como parque público municipal.26
Hoy la primera planta está dedicada a salas de conferencias modernamente equipadas, con salas de traducción, proyectores, etc.27 También disponen de comedor.
Palacio de la Magdalena (Santander, Cantabria).jpg
Palacio Real de la Magdalena. Vestíbulo principal.jpg
Palacio Real de la Magdalena. Comedor.jpg

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