lunes, 20 de febrero de 2017

Nuevo testamento - Religión

eventos en la vida de Jesucristo

Presentación de Jesús en el Templo es la denominación convencional de un episodio evangélico y un tema iconográfico relativamente frecuente en el arte cristiano.
Se refiere a la presentación de Jesucristo por sus padres, en el Templo de Jerusalén. Está narrado por Lucas el Evangelista en el Nuevo Testamento (Lucas 2,22-40).
Tratamiento diferenciado, tanto en el arte como en el calendario litúrgico o santoral, tiene una escena previa: la Circuncisión de Jesús, operación ritual prescrita en la religión judía,1 y que se le hizo a Jesús a los ocho días de nacer (se celebra el 1 de enero). La presentación tuvo lugar posteriormente cuando se cumplieron los días de la purificación.
La fiesta de la Presentación se celebra el día dos de febrero. Por asociación de actos y de simbolismos se celebra el mismo día la Purificación de la Virgen, llamada también fiesta de las Candelas o de la Virgen de Candelaria. La iglesia bizantina la convirtió en una fiesta solemne muy importante.
Y como se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor. (Lucas 2:22)
María y José llevaron a Jesús al Templo y según la costumbre, ofrecieron como sacrificio dos tórtolas. En el templo se encontraba Simeón que tenía fama de ser un hombre justo. Al verlos tuvo la convicción de que actuaba impulsado por el Espíritu, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo el Nunc dimittis. Las escrituras lo narran así:
Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel;. (Lucas 2:34)
La profetisa Ana vivía en el templo y al presenciar aquellos acontecimientos comenzó a hablar del Niño a todo aquel que esperaba la redención de Jerusalén:
Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Phanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad. Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de Él á todos los que esperaban la redención en Jerusalén. (Lucas 2:36-46)


 La Presentación de Jesús
en el Templo
La Presentación de Jesús El relato de este hermoso hecho lo podemos leer en San Lucas, Capítulo 2, vs. 22-39.
La Ley de Moisés mandaba que a los 40 días de nacido un niño fuera presentado en el templo. Hoy dos de febrero se cumplen los 40 días, contando desde el 25 de diciembre, fecha en la que celebramos el nacimiento de Jesús.
Los católicos hemos tenido la hermosa costumbre de llevar los niños al templo para presentarlos ante Nuestro Señor y la Santísima Virgen. Esta es una costumbre que tiene sus raíces en la Santa Biblia. Cuando hacemos la presentación de nuestros niños en el templo, estamos recordando lo que José y María hicieron con el Niño Jesús.
La Ley de Moisés mandaba que el hijo mayor de cada hogar, o sea el primogénito, le pertenecía a Nuestro Señor y que había que rescatarlo pagando por él una limosna en el templo. Esto lo hicieron María y José.
Por mandato del Libro Sagrado, al presentar un niño en el templo había que llevar un cordero y una paloma y ofrecerlos en sacrificio al Señor (el cordero y la paloma son dos animalitos inofensivos e inocentes y su sangre se ofrecía por los pecados de los que sí somos ofensivos y no somos inocentes. Jesús no necesitaba ofrecer este sacrificio, pero quiso que se ofreciera porque El venía a obedecer humildemente a las Santas Leyes del Señor y a ser semejante en todo a nosotros, menos en el pecado).
La Ley decía que si los papás eran muy pobres podían reemplazar el cordero por unas palomitas. María y José, que eran muy pobres, ofrecieron dos palomitas en sacrificio el día de la Presentación del Niño Jesús.
En la puerta del templo estaba un sacerdote, el cual recibía a los padres y al niño y hacía la oración de presentación del pequeño infante al Señor.
En aquel momento hizo su aparición un personaje muy especial. Su nombre era Simeón. Era un hombre inspirado en el Espíritu Santo. Es interesante constatar que en tres renglones, San Lucas nombra tres veces al Espíritu Santo al hablar de Simeón. Se nota que el Divino Espíritu guiaba a este hombre de Dios.
El Espíritu Santo había prometido a Simeón que no se moriría sin ver al Salvador del mundo, y ahora al llegar esta pareja de jóvenes esposos con su hijito al templo, el Espíritu Santo le hizo saber al profeta que aquel pequeño niño era el Salvador y Redentor.
La Presentación de JesúsSimeón emocionado pidió a la Sma. Virgen que le dejara tomar por unos momentos al Niño Jesús en sus brazos y levantándolo hacia el cielo proclamó en voz alta dos noticias: una buena y otra triste.
La noticia buena fue la siguiente: que este Niño será iluminador de todas las naciones y que muchísimos se irán en favor de él, como en una batalla los soldados fieles en favor de su bandera. Y esto se ha cumplido muy bien. Jesús ha sido el iluminador de todas las naciones del mundo. Una sola frase de Jesús trae más sabiduría que todas las enseñanza de los filósofos. Una sola enseñanza de Jesús ayuda más para ser santo que todos los consejos de los psicólogos.
La noticia triste fue: que muchos rechazarán a Jesús (como en una batalla los enemigos atacan la bandera del adversario) y que por causa de Jesús la Virgen Santísima tendría que sufrir de tal manera como si una espada afilada le atravesara el corazón. Ya pronto comenzarán esos sufrimientos con la huida a Egipto. Después vendrá el sufrimiento de la pérdida del niño a los 12 años, y más tarde en el Calvario la Virgen padecerá el atroz martirio de ver morir a su hijo, asesinado ante sus propios ojos, sin poder ayudarlo ni lograr calmar sus crueles dolores.
Y Jesús ha llegado a ser como una bandera en una batalla: los amigos lo aclaman gritando "hosanna", y los enemigos lo atacan diciendo "crucifícale". Y así ha sido y será en todos los siglos. Y cada vez que pecamos lo tratamos a El como si fuéramos sus enemigos, pero cada vez que nos esforzamos por portarnos bien y cumplir sus mandatos, nos comportamos como buenos amigos suyos.
Después de este interesante hecho de la Presentación de Jesús en el templo, la Virgen María meditaba y pensaba seriamente en todo esto que había escuchado.












Sepulcrotumba o sepultura de CristoJesucristo o Jesús son las denominaciones convencionales de los diferentes lugares propuestos como lugar de enterramiento (sepulcrotumba o sepultura) de Jesucristo. También se utilizan para designar a un tema artístico muy utilizado en el arte cristiano (Deposición del cuerpo de Cristo o Santo Entierro), que reproduce la escena evangélica que lo trata (véase su iconografía en el artículo Lamentación sobre Cristo muerto). El que se limita a la representación del cuerpo yacente de Cristo en su tumba se suele denominar Cristo muerto.
La Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén se levantó sobre el lugar venerado tradicionalmente.
En el siglo XIX se descubrió a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén un lugar que algunos grupos protestantes y peregrinos comenzaron a considerar que era más probable como lugar de enterramiento de Cristo: la llamada tumba del jardín. En 1980 se descubrió la tumba de los diez osarios, entre los que hay uno denominado de Yehshúah Bar Yoshef ("Jesús, hijo de José").
Las tradiciones que consideran que Jesucristo no murió en la cruz, sino que sobrevivió y salió de Jerusalén, viajando a un lugar lejano, proponen distintos lugares como tumba de Cristo: Roza Bal,1en Srinagar (India), venerada por los musulmanes ahmadíes como tumba de Yuz Asaf ("hijo de José"); y la localidad japonesa de Shingō (Aomori)2
La mayor parte de los exégetas bíblicos consideran el entierro de Cristo como parte de las más tempranas tradiciones evangélicas cristianas.3 John Dominic Crossan recoge la posibilidad de que, como ocurría con otros condenados a muerte por los romanos, el cuerpo de Jesús pudo ser arrojado a los perros de modo que no quedaran restos para ser enterrados.4
En la iglesia ortodoxa se denomina zoodochos ("receptor de vida") a un atributo de la tumba de Cristo que la vincula por un lado con la resurrección y por otro con la Virgen (Theotokos o "madre de Dios").

Episodio evangélico

Una de las epístolas paulinas son el primer texto que contiene un pasaje donde se refiere, sin entrar en detalles, que Jesús fue enterrado. Los evangelios canónicos, que se escribieron más tarde, terminan con una detallada narración (casi hora por hora) de la Pasión de Cristo, que culmina con su muerte y resurrección. Entre ambos episodios se encuentra el entierro de Cristo.6 En los cuatro evangelios se recoge que, en la tarde del día de la crucifixión, José de Arimatea solicita a Pilatos el permiso para recoger el cuerpo de Jesús. Tras conseguirlo, se dirige al Gólgota, donde el cadáver de Cristo seguía en la cruz, lo desclava y lo desciende (escena del Descendimiento), envolviéndo en un lienzo (el que la tradición identifica con el mantel de la Santa Cena y que se habría conservado como reliquia: la Síndone de Turín). Hay significativas diferencias entre los cuatro evangelios entre el considerado más temprano (evangelio de Marcos) y el considerado más tardío (evangelio de Juan).7
En el de Marcos, José de Arimatea no aparece descrito como uno de los seguidores de Jesús, sino como un judío piadoso que desesa asegurarse que su cadáver sea enterrado de acuerdo con la ley judía, que no permite que se les deje expuestos de noche.8 El historiador judío Flavio Josefo describe cómo los judíos consideraban tan importante esta ley que incluso los cuerpos de los criminales crucificados debían ser descolgados y enterrados antes de la puesta de sol.9 En el evangelio de Mateo (27:57) se dice que José de Arimatea era un discípulo de Jesús. La crítica moderna tiende a analizar como contradictorios los relatos evangélicos, y encuentra el de Marcos como el más probable.8 10
También según Marcos, José de Arimatea se limita a cumplir con los requisitos mínimos de la ley judía, envolviendo el cuerpo en un paño, sin mencionar su lavado o unción. Esto se interpreta como una consecuencia de un episodio previo a la crucifixión, narrado en Marcos 14:3-9: una mujer extiende perfume sobre Jesús, lo que sería una premonición de la preparación de su cuerpo para el entierro, aún en vida (véase iconografía evangélica del perfume). El último de los evangelios, el de Juan, difiere del de Marcos en este punto, reflejando cómo José de Arimatea (al que también se describe como discípulo), da a Jesús un entierro honorable;11 en cuyo proceso es asistido por Nicodemo, quien compra una mixtura de mirra y aloe, aromas propios del ropaje de los entierros según la costumbre judía de la época. El evangelio de Mateo (27:66) menciona que la tumba se aseguró poniendo sobre la piedra un sello y apostando una guardia.
Muy importante es el papel de las Santas Mujeres o Tres Marías, a las que también se denomina miróforas ("portadoras de la mirra"),12 tanto en el entierro como en la resurrección (pues son las que descubren la tumba vacía).13

Significado teológico

Pablo el apóstol recoge el tema de la tumba de Cristo en los versículos 3 y 4 del capítulo 15 de laprimera epístola a los corintios, donde incluye la interpretación de que el ser enterrado y resucitar al tercer día es un cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Estas palabras constituyen una de las más antiguas partes del credo, que hay quien considera pre-paulinas.14
El entierro de Cristo se menciona específicamente en el Credo de los Apóstoles ("fue crucificado, muerto y sepultado"). El Catecismo de Heidelberg pregunta "¿Por qué fue enterrado?", respondiendo "Su enterramiento testifica que murió realmente".15 El Catecismo de la Iglesia Católica señala que el misterio del Sábado Santo, cuando Cristo yace en la tumba, revela el gran sabbath del descanso de Dios tras el cumplimiento de la salvación del hombre, que trae paz al universo entero; y que la estancia de Cristo en la tumba constituye un vínculo real entre su estado "pasible" (capaz de padecimientos) anterior a su muerte y su estado "glorioso" posterior a su resurrección.16

Uso en himnodia

El espiritual afro-americano Were you there? contiene el verso "Were you there when they laid Him in the tomb?"17 mientras que el villancico (Christmas carolWe Three Kings incluye este otro:
Myrrh is mine, its bitter perfume
Breathes a life of gathering gloom;
Sorrowing, sighing, bleeding, dying,
Sealed in the stone cold tomb.
El himno "One Day", de John Wilbur Chapman recoge la escena diciendo: "Buried, He carried my sins far away."
El sepulcro venerado en la Iglesia del Santo Sepulcro.

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