sábado, 24 de junio de 2017

Años por países - España

año 1060

La batalla de Graus enfrentó a las tropas de la taifa de Zaragoza, apoyadas por un contingente castellano al mando del príncipe Sancho de Castilla (futuro Sancho II), contra el reino de Aragón, ante el intento de conquista de la ciudad de Graus por parte de los aragoneses.
Ramiro I de Aragón intentó repetidas veces apoderarse de Barbastro y Graus, lugares estratégicos que formaban una cuña entre sus territorios. En la primavera de 1063 comenzó a sitiar Graus lo que motivó el enfrentamiento entre las tropas de Ramiro I de Aragón y Al-Muqtadir de la Taifa de Zaragoza, que contó con el refuerzo del infante Sancho de Castilla, que quizá contaba en su mesnada con un joven Rodrigo Díaz de Vivar. La presencia castellana se explica porque cobraba parias del musulmán. Los aragoneses fueron derrotados y perdieron en esta batalla a su rey Ramiro I, al parecer asesinado por un soldado árabe, llamado Sadaro, que hablaba romance y que, acercándose al real de Ramiro I disfrazado de cristiano, le clavó una lanza en el rostro. Murió ante las puertas de Graus el 8 de mayo de 1063.
La ciudad fue finalmente conquistada por los aragoneses en 1083, siendo rey Sancho Ramírez, hijo y sucesor de Ramiro I.



Las primeras huellas de la Muy Noble y Muy Antigua Villa de Graus se remontan al Paleolítico, época de la que se han encontrado objetos de sílex, huesos y ornamentos en la falda de la Peña de las Forcas. Actualmente, estas piezas se localizan expuestas en el Museo Provincial de Huesca.
Los romanos denominaron a esta zona Valle Magna y dejaron sello de su presencia en yacimientos como el pueblense de Labitolosa. Aunque Graus no conserva nada de ese momento, su origen etimológico, Gradus (paso estrecho), hace referencia a su localización entre dos montañas, la Peña del Morral y Las Forcas. 

El Islam convirtió Graus en una de sus plazas más importantes, situada en el límite norte de la Barbitania, lo que se conocería como Marca Superior de Al-Andalus. En Graus construyeron una atalaya en lo alto de la Peña del Morral, de la que quedan escasos restos.
Mientras esto sucedía, los cristianos se reorganizaron dando lugar al Condado de Ribagorza. El primer rey de Aragón, Ramiro I, intentó el asedio a la plaza grausina en 1063 pero no lo consiguió y murió en el intento. En esta batalla, y según la leyenda, también participó un jovencísimo Cid Campeador, que luchaba junto a la alianza llevada a cabo por los musulmanes y el reino castellano. En 1083, se conquista Graus por parte de Sancho Ramírez, hijo del anterior rey, y al quedar bastante mermada la población, la adscribe al monasterio sobrarbense de San Victorián de Asán. El poder del cenobio sobre la población duró hasta el 1571, fecha en la que culminó un importante pleito entre el abad asanense y el conde ribagorzano.
En 1201, el rey Pedro II trasladó a Graus la feria anual de San Miguel que hasta entonces se celebraba en San Pedro de Tabernas. En su Carta de Población concede importantes privilegios a todos aquellos que lo habitasen. Este privilegio se concedió como forma de repoblación tras la conquista de la villa por los cristianos.
En el siglo XVI, con el esplendor económico del que disfruta la zona, se lleva a cabo la primera ampliación de la villa en la que se construyen importantes casas solariegas como la de Fantón, Solano, Oliván y la Mansión de los Mur. Se abre la imponente plaza Mayor y la calle Fermín Mur y Mur, fijándose el límite de la población en el Portal de Linés. También, a finales de este siglo se produjeron graves desórdenes contra los condes de Ribagorza que fueron, finalmente y tras sangrientas luchas, derrotados los partidarios del conde y recuperada así por el rey la plena autoridad sobre el condado.
Durante el siglo XVII se sucedieron guerras contra Francia, en la que además de enviar hombres al frente cercano, el pueblo a falta de cebada, tuvo que entregar sus reservas de trigo destinadas al consumo humano para alimentar al ejército en su camino hacia el Valle de Arán. En los años 1651 y 1652 la zona sufrió una terrible epidemia de peste que diezmó a la población. En el siglo XVII y situados a extramuros se establecen el Colegio Jesuita de la Compañía de Jesús (sólo se conserva la iglesia) y el Convento de Santo Domingo, actualmente desaparecidos.
En la guerra de Sucesión de comienzos del siglo XVIII, al igual que la mayor parte de la Corona de Aragón, tomó partido por el pretendiente austriaco y se vio ocupada por las tropas borbónicas que destruyeron uno de sus puentes y convirtieron la localidad en una base para sus operaciones militares.
A principios del siglo XIX, y durante la Guerra de la Independencia, fue invadida por las tropas francesas y en las posteriores guerras carlistas se vivieron enfrentamientos entre liberales y absolutistas. En 1873 estuvo encarcelado Paul Lafargue, yerno de Carlos Marx y propagador de sus ideas, que había huido de la policía francesa atravesando los Pirineos. A finales también de este siglo, se produjo una importante emigración al vecino país. En temas urbanos se realiza la segunda gran ampliación del núcleo con la construcción de la calle Barranco.
Graus vivió los diversos avatares del siglo XX, entre ellos la despoblación y en especial la tragedia de la Guerra Civil del 36. La villa quedó hasta el final de la contienda dentro de la zona republicana y el predominio en ella de los anarquistas la convirtió en una importante colectividad libertaria. Los violentos excesos anticlericales culminaron con la ejecución de numerosos religiosos y la destrucción de importantes piezas del patrimonio cultural. En la segunda mitad del siglo XX hay que destacar la década de los 60 como una criba en el desarrollo de Graus y de la comarca al sufrir el azote de la emigración que se puede contemplar en la mayor parte de los pueblos, muchos de ellos deshabitados.








La cruzada de Barbastro (también conocida como «sitio de Barbastro») fue una expedición internacional, sancionada por el Papa Alejandro II, para tomar la ciudad de Barbastro a los musulmanes. Un gran ejército compuesto por elementos de todas partes de Europa Occidental tomó parte en el asedio exitoso de la ciudad (1063). La batalla era parte de la Reconquista, pero en su carácter internacional presagiaba las cruzadas de los dos siglos siguientes.

Expedición[editar]

Alejandro II predicó por primera vez la Reconquista en 1063 como una "emergencia cristiana".1 2 Se predicó también en Borgoña, probablemente con el permiso de la participación de Hugo de Cluny, donde el hermano del abad, Thomas de Chalon, dirigió el ejército,2 y ciertamente, el entusiasmo por la cruzada se extendió a otras partes de Francia.
Por lo tanto, un gran ejército, sobre todo de los franceses y borgoñones, junto con un contingente papal, la mayoría de italo-normandos, y locales de los ejércitos barcelonésurgelés y aragonés, estuvo presente en el sitio cuando se inició en 1063. El líder del contingente papal era un normando con el nombre de Guillermo de Montreuil. El líder de los aragoneses fue Sancho Ramírezrey de Aragón.3 4 El componente más importante, el aquitano, fue dirigido por el duque Guillermo VIII de Aquitania llamado «Guy-Geoffroi».2 Aunque la composición de este gran ejército ha sido objeto de mucha controversia, se conviene generalmente que en gran medida estaba constituida por fuerzas francas.
El duque de Aquitania llevó al ejército a través del Pirineo por Somport. El ejército barcelonés se congregó en Gerona a principios de 1064. Ambos ejércitos se dirigieron hacia Graus, que había resistido dos asedios anteriores, y atacaron a Barbastro, que entonces formaba parte de la taifa de Lérida, gobernada por al-Muzaffar.2
La ciudad, que no recibió refuerzos de Lérida y sufrió carencias de suministro de agua, fue sitiada y cayó rápidamente. Los cruzados la saquearon sin piedad. Se dice que murieron 50.000 musulmanes.5

Legado[editar]

Los cruzados se llevaron una gran cantidad de botín. Las fuentes árabes mencionan la captura de un buen número de niñas, mujeres y tesoros sarracenos.6 A Ermengol III de Urgel se le concedió la tenencia de la ciudad. En 1065, en un contraataque, los musulmanes recuperaron fácilmente la ciudad, masacrando la pequeña guarnición.7
Thibaut, el líder de Borgoña, murió, posiblemente de las heridas recibidas en la campaña, durante su regreso a Francia después de la pérdida de la ciudad en 1065.2 También pereció el tenente Ermengol III de Urgel.
La batalla de Barbastro ha sido visto como un protocruzada que impulsó el movimiento cruzado en Francia.

Cruzada de Barbastro
Reconquista
FechaAgosto de 1064
LugarBarbastro
Coordenadas42°02′00″N 0°07′00″OCoordenadas42°02′00″N 0°07′00″O (mapa)
ResultadoVictoria cristiana
Beligerantes
Cruz d'Eneco Arista.svg Reino de Aragón
Urgel.svg Condado de Urgel
Blason de l'Aquitaine et de la Guyenne.svg Ducado de Aquitania
CoA Pontifical States 02.svg Estados Pontificios
Allah.svg Taifa de Lérida
Comandantes
Urgel.svg Arnal Mir de Tost
Blason de l'Aquitaine et de la Guyenne.svg Guillermo VIII de Aquitania
CoA Pontifical States 02.svg Guillermo de Montreuil
Allah.svg Yusuf al-Muzzafar


año 1065

La batalla de Paterna (Paterna1065) fue una victoria de las tropas del reino de León sobre las de la Taifa de Valencia, comandadas por sus respectivos reyes, Fernando I de León (1037-65) y Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Mansur (1061-1064), en el transcurso del Sitio de Valencia (1065).

Contexto histórico[editar]

En 1063 Fernando I de León envió a su hijo, el infante Sancho, en ayuda de su vasallo al-Muqtadirrey taifa de Zaragoza, cuando la plaza de Graus se vio atacada (1063) por Ramiro I de Aragón, su hermanastro, que fue derrotado y muerto.
Posteriormente se produjo una matanza de cristianos, y al-Muqtadir dejó de pagar las parias, por lo que en 1065 el monarca leonés condujo una expedición de castigo al valle del Ebro, devastando sus tierras y sometiendo a al-Muqtadir a vasallaje. Tras este castigo, la expedición continuó hacia Valencia, gobernada por el amirí Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Mansur, taifa que, probablemente, sólo quería reducir al vasallaje.

El sitio de Valencia y la batalla de Paterna[editar]

Tras poner sitio a la ciudad, los leoneses se encontraron con una enérgica defensa y la imposibilidad de tomar las murallas al asalto. Debido a ello, el rey Fernando decidió simular una retirada. Los valencianos, encorajinados, salieron en su persecución. Pero a la altura de Paterna, a 5 km de Valencia, en la orilla izquierda del Turia, los leoneses los acometieron por sorpresa. Totalmente desprevenidos, los valencianos sufrieron bajas muy elevadas, y su rey sólo pudo volver a la seguridad de los muros de Valencia gracias a la rapidez de su caballo.
El poeta Abu Ishaq al-Tarasuní relataba lo sucedido en estos términos:
Se habían puesto las cotas de malla de hierro mientras vosotros vestíais túnicas de seda cada cual más bella,... que feos resultaban ellos y qué hermosos vosotros si no hubiera sido por lo que pasó en Paterna.
Tras la batalla se inició nuevamente el sitio, pero al poco, Fernando I se sintió enfermo y ordenó la vuelta a León, donde falleció el 27 de diciembre de aquel año.

BATALLA DE PATERNA, 1065 A.D.

Fernando I de León, llamado “el Magno” (1016-1065) y Conde de Castilla, una vez asegurada la frontera de Portugal se lanzó a un ambicioso plan en la parte oriental de la península. Su proyecto era aislar los reinos cristianos del norte, PamplonaAragón y el condado de Barcelona, cercándoles el avance por el sur, en el que estaban interesados. Hacia 1060 atacó y ocupó el castillo de Gorras, VadorreyBerlanga y Aguilera. Posteriormente se adueña de Santiuste y Santa Mera en la provincia de Guadalajara, obligando a la taifa de Zaragoza cuyo rey era Ahmad I al-Muqtadir (1046-1081) a rendirle vasallaje. En 1062 se dirige hacia el Reino de Toledo, repitiendo en la frontera meridional una parecida operación a la llevada a cabo en la oriental. En la primavera de 1063 la taifa de Zaragoza al-Muqtadir, pidió ayuda a Fernando I para liberar la población de Graus, cercada por las tropas del rey RamiroFernando que le tenía por tributario estaba obligado a protegerlo. A su auxilio salió una expedición capitaneada por el infante Sancho a quien acompañaba un jovencísimo Cid. De esta acción murió el rey Ramiro, hermano de Fernando, el día 8 de mayo. También en 1063 llegó con sus ejércitos a Mérida haciendo tributarios a los reyes de taifas de Badajoz y Sevilla(1).
25 de Enero de 1065, tras unos días de graves disturbios entre mozárabes y musulmanes en la taifa de Zaragoza, se produce una matanza de cristianos ante la pasividad del rey Ahmad I al-Muqtadir de Zaragoza, este reino era feudatario (vasallo) y pagaba “parias” (impuestos) al rey Fernando I. Este elaboro un ambicioso plan contra al-Muqtadir, decidió atacar la ciudad de Valencia, para intentar conseguir la sumisión en vasallaje de su rey (Valencia estaba muy lejos), como había logrado en Toledo, Badajoz, Sevilla y Zaragoza.
Siguió la calzada romana que unía Zaragoza con Valencia por Daroca y Teruel, en Valencia reinaba el débil Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Mansur (1061-1064), que había sucedido a su padre Abd al-Aziz ibn Amir, en enero de 1061. Contrajo matrimonio con la hija del rey de Toledo Al- Ma´mún. Esto permitió al rey de Toledo intervenir en los asuntos valencianos y casi como primera consecuencia, forzó que Al-Mail le apoyara en la guerra que mantenía con el rey de Sevilla. Posteriormente tras el desastre militar en Paterna frente a las tropas leonesas y castellanas, Ma´mún terminó por destronar al valenciano.
En la primavera del 1065 llegó a Valencia Fernando I, sitió la ciudad y los musulmanes ofrecieron una gran resistencia, ante la imposibilidad de tomarla al asalto, simuló una retirada, alejándose de la ciudad, replegó sus tropas en Paterna, a 5 km al noroeste de Valencia en la ribera izquierda del río Turia, zona de huerta dónde existían varios “Raal”o “Rahal” también llamados “Rafol” (explotación agrícola con vivienda, posteriormente en la reconquista se llamaron Alquerías (4))  desde la torre árabe, perteneciente a la red de torres defensivas de la ciudad de Valencia, como la Torre de Albal, la Torre Espioca (Picassent), la Torre de la Plaza(Benifaio), todas del siglo XI -cinturón finalizado en el siglo XIII por los Almohades- espero a los musulmanes.
Los árabes salieron en su persecución, Fernando I, desde la torre de Paterna ordenó a sus huestes esperar a los valencianos, a la llegada de éstos, Fernando I atacó con sus mesnadas, obteniendo un gran triunfo (2).

El poeta Abu Ishaq al-Tarasuní relataba lo sucedido en estos términos:
“Se habían puesto las cotas de malla de hierro mientras vosotros vestíais túnicas de seda cada cual más bella,… que feos resultaban ellos y qué hermosos vosotros si no hubiera sido por lo que pasó en Paterna”. (3)

Tras la batalla se inició nuevamente el sitio, en noviembre pero al poco, Fernando I se sintió enfermo y ordenó la vuelta a León, donde falleció el 27 de diciembre de aquel año.
Le enterraron en el sepulcro de piedra del Panteón Real de San Isidoro que él había construido, junto al de su padre, Sancho el Mayor, “Rex Pirinaeorum et Tolosae”, como decía el epitafio. Era el 27 de diciembre de 1065.
Ese mismo noviembre, el día 10, Al- Ma´mún deponía a su yerno, enviándolo como gobernador a Cuenca o a Chelva según diversas fuentes.
Toledo se anexionó Valencia y acuñó moneda con el nombre de Ma´mún en la ciudad del Turia. A la muerte de Ma´amún, su nieto se declaró tributario de Alfonso VI de Castilla, lo que incluía Valencia para los castellanos, pero el gobernador de Valencia Abu Bakr, se declaró independiente de Toledo y de Castilla, y pactó con el rey de Zaragoza Al-Muqtadir el señorío saraqustí sobre Valencia
https://eltrodebac.wordpress.com/2014/11/02/batalla-de-paterna-1065-a-d/





Concilio de Llantada fue un concilio de obispos católicos de la iglesia castellano-leonesa que tuvo lugar en Lantadilla en 1065.
En el concilio celebrado en Llantada, reinando Sancho II de Castilla, se restauró de manera oficial la antigua diócesis de Oca.

El Concilio de Llantada fue un concilio de obispos católicos de la iglesia castellana y leonesa que tuvo lugar en Lantadilla en 1065.
La Iglesia tomó decisiones acerca del mantenimiento o supresión del rito mozárabe o visigodo frente al romano, imperante en el resto de Europa.
 
En el concilio celebrado en Llantada, reinando Sancho II de Castilla, se restauró de manera oficial la antigua diócesis de Oca.
 
La diócesis de Palencia tuvo desde su restauración, una verdadera primacía conciliar, sobre todo para los llamados concilios de la romanización de la iglesia española; ello se debió a su riqueza, abundancia de comunicaciones y a ser la tierra del Camino de Santiago verdadera arteria internacional. Los principales concilios palentinos de la época de la reforma gregoriana fueron: el de Llantada (1065), junto al Pisuerga, presidido por el legado pontificio, cardenal Hugo Cándido; el de Husillos(1088), presidido por el cardenal Ricardo y el rey Alfonso VI; el de Palencia (1100), presidido por el cardenal Ricardo y con asistencia de los arzobispos de Arlés, Toledo, Braga y Santiago; el de Carrión (1103), presidido por el arzobispo de Toledo como delegado del Papa. En 1113 hubo otro concilio en Palencia, uno más en Valladolid en 1124, otro en Palencia en 1129 y otro más en S. Zoilo de Carrión en 1130.
 

Mapa político de la península ibérica en 1065, procedente de la obra "The Kingdom of León-Castilla
under King Alfonso VI" de Bernard F. Reilly (1988).

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