martes, 17 de octubre de 2017

Apuntes de Historia Universal

PIPINO EL BREVESIGUIENTE
El Califato Omeya seguía en decadencia. A la derrota de Poitiers y el fracaso del ataque al Imperio Romano se unió el descontento de la población por las cargas fiscales. Estallaron varias revueltas: una en Jurasán (la región nororiental del Califato, fronteriza con Sogdiana), otra en Berbería, (en el norte de África), y también en Arabia y Mesopotamia. En 740 los chiitas intentaron derrocar al califa Hisam dirigidos por Zayd ibn Alí, nieto de Husayn, pero no tuvieron éxito. Zayd murió en Kufa, aunque dejó partidarios conocidos como Zaydíes. Una revuelta en Siria obligó a Hisam a abandonar Damasco e instalarse en Rusafa, una ciudad enclavada en el desierto. El Califato pasó por un periodo de anarquía.
En 741 el emperador japonés Shomu hizo construir templos budistas en todas las provincias para rogar por una futura prosperidad. Los jefes de los clanes tuvieron que participar en los gastos, con lo que se redujo su poder financiero.
Ese mismo año murieron los principales personajes que habían dirigido la política europea en los años precedentes: el emperador León III, el mayordomo de palacio franco Carlos Martel y el papa san Gregorio III.
León III había llegado al poder cuando el Imperio pasaba por una situación crítica y todo parecía apuntar a que sería incapaz de resistir el avance musulmán. Sin embargo había hecho maravillas y había cerrado por dos veces el paso a Europa del islam. Reorganizó la administración militar, saneó las finanzas y también mejoró el código de Justiniano. En general, sus reformas fueron benevolentes y humanitarias. Eliminó las diferencias en los castigos en función de la posición social (exceptuando a los esclavos, para quienes, por otra parte, se les facilitó la posibilidad de conseguir la libertad). Algunos cambios mostraban la influencia del cristianismo: abolió el concubinato y desalentó el matrimonio entre parientes, aunque fueran lejanos. Se hizo más difícil conseguir el divorcio y aumentaron las sanciones por tener hijos ilegítimos. León III se preocupó por los intereses de los pequeños propietarios rurales y redujo la aplicación de la pena de muerte (que en muchos casos fue sustituida por la ceguera o la amputación de manos, nariz o lengua). También trató de sanear la religión católica, y si la iconoclastia que propugnó se hubiera impuesto finalmente, habría pasado a la historia como uno de los más ilustres defensores de cristianismo, pero no fue así, por lo que la historia lo recordó más bien como un demonio.
León III había designado heredero a su hijo cuando apenas tenía dos años de edad. Ahora contaba ya con veintitrés años y se convirtió en Constantino V. Sin embargo, Constantinopla fue tomada por su cuñado Artavazda, que era iconodulo, y Constantino V tuvo que dedicar los primeros años de su reinado a confirmar su dignidad de emperador.
Carlos Martel dejó dos hijos. El mayor se llamaba Carlomán, que tendría entonces unos veintisiete años, mientras que el menor, de veintiséis años, era conocido como Pipino el Breve ("breve" en latín significa bajo de estatura). Poco antes de morir, Carlos Martel había establecido que Carlomán gobernaría Austrasia como mayordomo de palacio, mientras que Pipino el Breve gobernaría Neustria con el mismo título.
San Gregorio III fue sucedido por Zacarías. Puesto que el emperador estaba excomulgado, Zacarías fue consagrado sin esperar ninguna autorización de Constantinopla o de Ravena. El lombardo Liutprando seguía amenazando Roma, pero Zacarías logró pactar con él en 742 ofreciéndole su ayuda contra los duques de Spoleto y Benevento.
La situación de los jóvenes mayordomos de palacio francos era delicada. Carlos Martel había asegurado la sumisión a su persona de la nobleza franca gracias a su poderosa caballería, que nunca dejó de estar activa, pero su muerte parecía un momento propicio para hacer que las cosas cambiaran. La situación era peor para Pipino el Breve, que era de Austrasia pero gobernaba en Neustria. Hacía ya tiempo que los neustrianos toleraban mal a los gobernantes de Austrasia. Hacía seis años que los francos no tenían rey. En vida de Carlos Martel eso no era importante, porque nadie se hubiera atrevido a hacerlo notar, pero Pipino el Breve consideró prudente encontrar un merovingio que legitimara su cargo y, naturalmente, lo encontró. Si la ascendencia de los últimos merovingios es cuestionable, la de este "hallazgo" lo es más que ninguna. Pipino sacó de un monasterio a un presunto hijo de Chilperico II al que puso en el trono en 743 con el nombre de Childerico III, si bien fue más conocido como Childerico el Estúpido.Probablemente, el calificativo reflejaba el principal mérito por el que Pipino lo escogió para el trono. Ahora Pipino el Breve gozaba de una legitimidad que no podía esgrimir ninguno de sus adversarios.
Ese mismo año Constantino V derrotó a Artavazda y fue reconocido definitivamente como emperador. Era un hábil general que había luchado contra los árabes al lado de su padre, y si León III había logrado defender el Imperio, él estaba dispuesto a pasar al contraataque.
La poesía china pasaba por su edad de oro. En este periodo se contabilizan unos 2.300 poetas y unos 50.000 poemas. Destacan los dos amigos Li Bo y Du Fu, que eran todo lo diferentes que se puede ser: el primero rechazaba toda coacción tanto en su vida como en su obra, mientras que el segundo defendía que el poeta debe servir al pueblo según el ideal confuciano.
Mientras tanto murió Teodomiro, el visigodo que aún conservaba un pequeño reino alrededor de Murcia. Fue sucedido por su hijo Atanagildo. A partir de aquí se sabe poco del reino, pero al parecer conservó su independencia durante un siglo.
El emperador japonés permitió la posesión individual de las tierras, lo que dio lugar a grandes dominios feudales.
En 744 murió Liutprando y nuevamente dos pretendientes se disputaron la corona: Hildebrando y Rachis. Sus querellas dieron un respiro a Italia. Pipino el Breve demostró que estaba a la altura de su padre y logró la sumisión de los alamanes. También murió el califa Hisam y fue sucedido por Marwán II.
En 745 el emperador chino Xuangzong introdujo en su harén como concubina a una sacerdotisa taoísta llamada Yang-Yuhuan. A partir de ese momento, ella misma y su familia iban a influir cada vez más en el emperador y en la política china, y muchos de sus parientes alcanzaron puestos relevantes.
El reino de Nubia mantenía sus relaciones amistosas con los musulmanes de Egipto y había logrado prosperar gracias a una intensa actividad agrícola, ganadera y comercial. Su pujanza le permitió algunos enfrentamientos aislados con los musulmanes, como una expedición que llevó a cabo el rey Ciríaco ese año en defensa del patriarca de Alejandría.
En 746 los alamanes volvieron a rebelarse y Pipino el Breve volvió a someterlos. En 747 su hermano Carlomán decidió retirarse a un monasterio, con lo que Pipino se convirtió en gobernador indiscutido de todo el reino franco. Tal vez fue devoción, pero la futura carrera de Pipino el Breve muestra que era un hábil político, y puede que la abdicación de su hermano fuera uno de sus primeros éxitos en este campo. Es plausible que Bonifacio metiera la idea de la vida monástica en la cabeza del monarca siguiendo instrucciones de Pipino.
Ese mismo año fue nombrado emir de Al-Ándalus Yúsuf, quien tuvo que derrotar a unas facciones rivales en una batalla librada a las puertas de Córdoba.
En 747 China inició una serie de expediciones contra el pillaje tibetano.
En 748 murió el duque Hunaldo de Aquitania y fue sucedido por Wifredo.
En 749 se afirmó definitivamente un nuevo rey lombardo. Se llamaba Astolfo, y no era del linaje de Liutprando, pero estaba dispuesto a continuar su política de expansión.
El califa Marwán II no fue más popular que sus predecesores. Entre las facciones opuestas a los omeyas destacaba una prestigiosa familia de La Meca que hacía remontar sus orígenes a al-Abbas, tío de Mahoma, por lo que eran conocidos como los Abasíes. Eran sunníes, por lo que contaban con el apoyo de los sunníes cansados de los omeyas, pero también con el de los chiitas, que estaban dispuestos a aliarse con los sunníes en contra de los omeyas. El líder de la familia era entonces Abul-Abbás, que fue proclamado califa en Kufa. Marwán II reunió rápidamente un ejército que se enfrentó al de Abul-Abbás en 750 junto al río Zab, afluente del Tigris. Los Abasíes lograron una rotunda victoria, a la que siguió una sistemática matanza de los miembros de la familia Omeya. A ella sólo escapó (de quien se tenga noticia) un nieto del califa Hisam llamado Abd-al Rahmán, que se ocultó en el norte de África. Kufa se convirtió en la capital del Califato Abasí. Los Abasíes fundaron una tradición por la que los califas omeyas fueron vilipendiados (a excepción de Umar II) y se les reconoció como reyes, pero no como califas (es decir, sucesores legítimos de Mahoma).
Una muestra del paulatino avance cultural del Califato lo proporciona Juan Damasceno, que escribió doctamente sobre teología y se le considera el primer teólogo que trató de coordinar la filosofía aristotélica con la teología cristiana. Como su nombre indica, Juan Damasceno vivía en Damasco. El mayor teólogo cristiano de la época desarrollaba su labor en territorio musulmán.
El emir Yúsuf nombró gobernador de Zaragoza (con jurisdicción sobre el norte del emirato) a Sumayl, que tuvo que hacer frente a una plaga de hambre, que llevó a muchos bereberes a emigrar hacia el sur, con lo que se formó una banda de terreno despoblado que separaba el emirato del reino asturiano de Alfonso I el Católico. Éste aprovechó la situación para emprender una serie de campañas, secundado por su hermano Fruela, en las que mataba a todos los musulmanes que encontraba en las ciudades medio abandonadas y se llevaba a su reino a los cristianos. Estas campañas, junto con el hambre y una epidemia de viruela, contribuyeron a ensanchar la "tierra de nadie" que separaba a moros y cristianos.
En Asia, el reino de Chen-la se escindió en dos: el Chen-la del agua, que dominaba Malasia, y el Chen-la de la tierra, que comprendía la parte interior del reino.
El rey lombardo Astolfo inició ataques contra el exarcado de Ravena. El papa Zacarías se encontraba en el mismo aprieto en que su predecesor san Gregorio III se había visto unos años antes. Hasta entonces las fuerzas imperiales habían protegido a Roma de los lombardos, pero ahora el papa estaba enemistado con Constantinopla a causa de la polémica iconoclasta. Zacarías y Constantino V defendían sus posturas con la misma firmeza que lo habían hecho sus respectivos predecesores. Nuevamente, el papa pensó en los francos, pero así como Pipino de Heristal y Carlos Martel habían desoído las peticiones papales, ahora Pipino el Breve tenía algo que ganar. Dueño indiscutible del reino franco, debió de pensar que ya no necesitaba al títere merovingio, pero deponerlo abiertamente podría provocar una nueva guerra civil. Además Pipino aspiraba a algo a lo que no habían aspirado su padre o su abuelo: quería el título de rey. La tradición franca parecía impedir que alguien que no fuera (al menos en teoría) un merovingio pudiera ser admitido como rey, pero, si alguien podía cambiar esa tradición, ése era Dios o, en su defecto, el papa. El catolicismo estaba firmemente arraigado en el reino franco y, desde que estalló el conflicto iconoclasta, el papa era visto como un heroico defensor de la fe ante el perverso emperador que pisoteaba al mismísimo Jesucristo. La palabra del papa valía mucho.
Se establecieron negociaciones secretas: el papa podía reconocer el derecho divino de Pipino a la monarquía y el poderoso ejército de Pipino podía atacar a los lombardos por la retaguardia para obligarlos a respetar a Roma. Una cosa dependía de la otra y ambas partes estaban de acuerdo. Por ello, en 751, mientras Astolfo atacaba la misma Ravena, una majestuosa embajada viajó de la capital de Pipino a Roma para formular una pregunta: ¿era justo que una persona sin ninguna autoridad fuera llamada rey?, ¿o el título debía llevarlo la persona que realmente gobernaba? El papa respondió, con la debida ceremonia, que la persona que desempeñaba el papel de rey debía, por derecho, llevar también el título. Poco después, en otra ceremonia se cortaron los largos cabellos de Childerico III, signo distintivo de la monarquía merovingia. El rey depuesto fue recluido en un monasterio.
Mientras tanto Astolfo expulsó al exarca de Ravena.
Los árabes derrotaron al ejército chino junto al río Talas, tras lo cual el Califato Abasí no tardó en dominar toda Sogdiana.
En enero de 752 la nobleza franca se reunió en Soissons y Pipino el Breve fue coronado rey de los francos. Se inició así la dinastía conocida como Carolingia, por Carlos Martel, el padre de Pipino. Los nobles aclamaron al nuevo rey, lo elevaron sobre su escudo y, finalmente, el arzobispo Bonifacio lo coronó como rey "por la Gracia de Dios". Esto era, no obstante, una moneda con dos caras. Ciertamente, Dios era un buen aval, pero no era menos cierto que lo que Dios daba, Dios podía quitarlo. Si en un futuro el papa cambiaba de idea y decidía, por ejemplo, excomulgar a Pipino o a uno de sus descendientes, su situación pasaría a ser muy comprometida. No cabe duda de que Pipino era consciente de ello.
Ahora era Pipino quien tenía que cumplir su parte del acuerdo con el papa, pero unos meses después murió san Zacarías, y el nuevo papa electo, Esteban, murió a los tres días, antes de ser consagrado como tal. Luego fue elegido otro Esteban, al que algunos cuentan como Esteban II y otros como Esteban III.
Mientras tanto Pipino el Breve inició una campaña contra la Septimania, en poder de los musulmanes, y Astolfo acabó de expulsar a todas las tropas imperiales del exarcado de Ravena. Ahora el Imperio sólo dominaba el sur de Italia (y las islas, Sicilia, Córcega y Cerdeña). Astolfo estaba a las puertas de Roma tratando de obligar al papa a rendirse.
Esteban II trató de ganar tiempo mediante negociaciones y sobornos mientras instaba a Pipino a cumplir el acuerdo que había establecido con san Zacarías. Astolfo conocía la situación y estaba en un dilema: si se retiraba de Roma podía perder el prestigio entre sus hombres y ser derrocado, pero tampoco quería provocar a Pipino. Su mejor carta sería que Pipino no estuviese muy interesado en ayudar al papa y éste se viera obligado a rendirse, de modo que Roma pasaría a manos de Astolfo sin que Pipino tuviera excusas para intervenir. La situación estaba en un punto muerto y todo dependía de Pipino. Pipino supo sacar el máximo partido político a la situación. Su decisión fue que si Esteban II quería su ayuda, tenía que ir a pedírsela en persona. Un papa suplicando la ayuda del rey franco no sólo reforzaría la autoridad de Pipino sobre sus súbditos, sino que dejaría claro que el Rey era superior al papa y no al revés. Pipino envió una embajada a Astolfo para exigir una salvaguarda para el papa, a fin de que éste pudiera atravesar el territorio lombardo hasta llegar a Neustria. (Pipino fijó en Neustria el lugar del encuentro porque era allí donde necesitaba más reforzar su autoridad, dado que su familia era de Austrasia.) Astolfo tuvo que aceptar, pues en caso contrario Pipino habría podido atacarle inmediatamente. El itinerario previsto del papa pasaba por la misma Pavía, la capital lombarda. Astolfo se planteó la posibilidad de persuadir a Esteban II para que no siguiera adelante y regresara a Roma, mientras que Esteban II también esperaba negociar un acuerdo razonable con Astolfo para ahorrarse la entrevista con Pipino. Sin embargo, no hubo acuerdo y Astolfo prefirió apostar por que Esteban II tampoco se entendería con Pipino, así que lo dejó seguir su viaje.
El rey Ethelbaldo de Mercia había impuesto su hegemonía sobre los reinos sajones del sur, pero el rey Cuthred de Wessex se negó a aceptar su dominio y estalló la guerra entre ambos reinos. Mercia fue derrotada.
Constantino V, viendo perdidas todas sus esperanzas de recuperar Ravena y posiblemente indignado por los nuevos contactos del papado, convocó un concilio en 753 en el que se ratificaron las tesis iconoclastas. El papa se negó a enviar un representante al concilio, al cual acudieron únicamente obispos procedentes de los territorios dominados por el Imperio. Se estableció que los iconos iban contra las Sagradas Escrituras y se simplificó aún más el culto. Los monjes lucharon con firmeza, pero el emperador tomó drásticas medidas contra ellos. Cerró monasterios, confiscó sus propiedades, les obligó a llevar trajes corrientes, encarceló a algunos, exilió a otros, obligó a casarse a algunos, se las arregló para someterlos al escarnio de la gente, e incluso hizo ejecutar a los más molestos.
En 754 murió el califa Abul-Abbás, y fue sucedido por al-Mansur. Aunque los chiitas habían apoyado a Abul-Abbás, el nuevo califa no podía aceptar su apoyo sin correr el riesgo de enemistarse con la mayoría sunní. Por ello pronto se produjo una ruptura y los chiitas se rebelaron bajo la dirección de Muhammad, bisnieto de Hasán, que aspiró al califato.
Bonifacio, tras una larga y exitosa carrera evangelizando a los germanos, se encontró con un grupo de frisios paganos que decidieron martirizarlo a la vieja usanza, y así se convirtió en san Bonifacio.
Los Iolo formaron el reino de Nanzhao al suroeste de China, que se independizó del Imperio de los Tang y pronto cayó bajo la influencia tibetana.
Esteban II llegó a Châlons, donde se encontraba Pipino. Acudió a recibirlo el hijo mayor de éste, que se llamaba Carlos y tenía entonces doce años de edad. Pipino fue ungido y coronado nuevamente, pero ahora de la mano del papa. Dios comunicó al papa su voluntad de que los francos eligieran a sus reyes únicamente en la familia de Pipino durante todas las edades futuras, y Esteban II así lo transmitió al pueblo. Por ello Esteban II ungió también a Carlos y a su hermano de tres años, Carlomán. Además el papa otorgó a Pipino el título de "Patricio Romano", el mismo que Clodoveo había recibido en su día.
Ahora Pipino el Breve se dispuso a cumplir su parte y exigió a Astolfo que le entregara todos los territorios conquistados que habían pertenecido al exarcado de Ravena. Astolfo se negó y sólo ofreció un salvoconducto para que Esteban II pudiera regresar a Roma. Pero el salvoconducto era inútil, ya que en 755 el papa regresó acompañado de un ejército franco. Astolfo trató de impedirle el paso por los Alpes, pero fue totalmente derrotado y los francos asediaron Pavía. Astolfo aceptó inmediatamente la devolución de los territorios y los francos regresaron a su patria.
Ese año los francos emitieron por primera vez su propia moneda.
La monarquía tibetana alcanzó su apogeo con Khri-srong-Ide-btsan. Fue un budista ilustrado, que trajo de la India a un sabio doctor budista llamado Padma Sanbhava, que creó una secta adaptada al bon,la religión tradicional tibetana. No obstante, el budismo en el Tíbet fue una religión de la corte, y el pueblo se mantenía vinculado a sus antiguas creencias.
Mientras tanto, el general chino An Lushan se rebelaba contra el gobierno central. Era el gobernador de la región de Pekin, protegido de la favorita del emperador, Yang-Yuhuan.
Desde el derrocamiento de los omeyas, Al-Ándalus estaba prácticamente sumida en una guerra civil en la que distintas facciones se disputaban el poder. En Zaragoza el gobernador Sumayl, leal al emir Yúsuf, fue asediado por facciones opuestas, pero resistió hasta ser liberado por un ejército partidario de Yúsuf, en el cual militaban numerosos partidarios de los omeyas que proyectaban entronizar a Abd al-Rahmán. Sin embargo, ante la falta de acuerdo cambiaron de bando y lograron el apoyo de los sitiadores, que marcharon a Almuñécar (cerca de Granada), donde desembarcó Abd al-Rahmán. En 756 Abd al-Rahmán derrotó a Yúsuf y se apoderó de Córdoba. Yúsuf se refugió en Mérida pero intentó rebelarse y no tardó en ser capturado y ejecutado. Abd al-Rahmán se proclamó Abd al-Rahmán I, emir de Al-Ándalus.
Astolfo se había rendido muy rápidamente ante Pipino, lo cual le permitió salir indemne del enfrentamiento. Ahora que Pipino estaba lejos decidió asediar de nuevo Roma. Probablemente Astolfo pensaba que Pipino daría por saldada su deuda con el papa y que no estaría interesado en llevar sus ejércitos tan lejos. Si fue así, casi acertó, pues Esteban II tuvo que enviar una larga carta apelando a todos los recursos posibles para convencer al monarca carolingio de que acudiera en su auxilio. El caso es que Pipino se decidió a intervenir y su ejército sitió nuevamente Pavía. Una vez más Astolfo se vio obligado a ceder sus conquistas, pero ahora Pipino pidió rehenes y un oneroso tributo.
Mientras Pipino estaba en Pavía llegaron embajadores de Constantinopla que le exigieron la devolución del exarcado de Ravena, pero Pipino no vio ningún beneficio en ello y prefirió donar los territorios al papa, que se convirtió así por primera vez en la historia en un auténtico jefe de estado. Posteriormente, los territorios regidos por el papa se denominaron Estados Pontificios. Además, Pipino decidió compensar la expoliación que su padre había infligido a la Iglesia para preparar la resistencia contra los moros estableciendo el pago obligatorio del diezmo, en virtud del cual los propietarios debían donar a la Iglesia la décima parte de las rentas de sus tierras.
A finales de año murió en una partida de caza el rey lombardo Astolfo, y su sucesor fue uno de sus generales, Desiderio, que no mostró ningún interés por luchar contra Roma. Al contrario, buscó la alianza con el papa y le ofreció nuevos territorios. Naturalmente, Esteban II aceptó encantado.
Constantino V logró una importante victoria contra los búlgaros y, aunque no consiguió devolverlos a la otra orilla del Danubio, no dejó de imponerse sobre ellos, a la vez que combatía a los árabes en Asia Menor.
El emperador chino Xuangzong tuvo que huir de la capital poco después de que su favorita Yang-Yuhuan fuera asesinada por los guardias que la custodiaban. Fue sucedido por su hijo Shuzong, que continuó resistiendo a la rebelión de An Lushan. Para ello solicitó la ayuda de turcos, tibetanos y otros pueblos vecinos, los cuales no dudaron en acudir y sacar partido de la situación.
En 757 murió el rey de Asturias Alfonso I el Católico, y fue sucedido por su hijo Fruela. Su reino abarcaba entonces toda la parte norte de la península ibérica, desde Galicia, al oeste, hasta los territorios de los vascos al este y casi llegaba a la costa mediterránea. En ambos extremos surgieron rebeliones, pero el nuevo rey logró sofocarlas y Galicia fue devastada.
El rey Ethelbaldo de Mercia murió víctima de una conspiración. Tras unos meses de confusión, los nobles eligieron rey a un pariente lejano de Ethelbaldo llamado Offa.
También murió el papa Esteban II. Ahora que el papa era un jefe de estado, el cargo empezó a ser codiciado por la aristocracia laica italiana, por lo que hubo dos candidatos a papa, por una parte el hermano de Esteban II, que terminó imponiéndose como Paulo I, y un rival llamado Teofilacto.
En 759 Pipino conquistó completamente la Septimania, con lo que los Pirineos se convirtieron en la frontera entre Al-Ándalus y el reino franco (aunque el condado de Rosellón, al sur de la cordillera, quedó bajo dominio franco). También inició una serie de campañas anuales contra Aquitania, pues desde que el peligro moro fue conjurado la sumisión de los aquitanos al reino franco se había relajado considerablemente.
En Java, la dinastía hinduista que reinaba hasta esta época fue desplazada por la dinastía budista de los Sailendra.







CARLOMAGNOSIGUIENTE
En 761 un chiita llamado Abd al-Rahmán ibn Rustum declaró independiente del Califato abasí un territorio en el norte de África, más o menos el actual Marruecos. En 762 el general Isá ibn Musá sitió en Damasco a Muhammad, el chiita bisnieto de Hasán que pretendía el califato. Fue derrotado y decapitado. Luego Isá marchó por Ibrahím, el hermano de Muhammad, que marchaba sobre Kufa. Mientras tanto, el califa Al-Mansur decidió que Kufa no era segura como capital, así que eligió una nueva. Se trataba de una pequeña aldea en la orilla del Tigris llamada Bagdad. Sobre ella construyó una ciudad monumental que conservó el nombre. La construcción de Bagdad fue la ruina de Ctesifonte, la antigua capital persa, que fue usada como fuente de materiales y ornamentos para la nueva capital. En 763 Isá se enfrentó a Ibrahím, quien murió en la batalla alcanzado por una flecha.
En China, la rebelión de An Lushan fue aplastada cuando éste fue asesinado por su propio hijo. Tras ocho años de guerra civil, el país sufría una grave crisis demográfica, económica y social. El estado impuso una enorme carga fiscal que obligó a los pequeños campesinos a vender sus tierras y caer en la servidumbre. También fue confiscada una parte de las propiedades de los mercaderes. Los tibetanos y otros pueblos nómadas se aprovecharon de la debilidad china. Los ejércitos de Khri-srong-Ide-btsan llegaron hasta la capital de los Tang, la saquearon y luego se marcharon.
El sobrino de Pipino el Breve, llamado Tasilón, era duque de Baviera y decidió independizar su ducado del reino franco. Pipino no reaccionó, pues estaba más interesado en dominar Aquitania.
En 765 el emperador Constantino V neutralizó una conjuración de los iconodulos, tras la cual no dudó en perseguir abiertamente a sus enemigos.
Aunque los chiitas se veían obligados a aceptar un califa que según su criterio era ilegítimo, nada les impedía tener su propia autoridad religiosa. Ésta era lo que llamaban el Imán. Cuando murió el sexto Imán, Yafar al-Sadiq, se abrió una polémica, pues tiempo atrás Yafar había designado como sucesor a su hijo Ismaíl, pero éste había muerto cinco años antes. Entonces los chiitas se dividieron en dos facciones, los que consideraban que el séptimo imán debía de ser Ismaíl, de acuerdo con lo dispuesto por Yafar, y los que consideraban que esto no podía ser, mayormente porque ya debía de estar algo descompuesto, y en su lugar proponían al segundo hijo de Yafar, Musá al-Kazim. Pese a lo contundente del argumento, los llamados chiitas septimanos o ismailíes defendieron que en realidad Ismaíl había entrado en Gayba (la ocultación) y que había que esperar a que volviera entre los vivos (aunque no dieron fecha). Como aún no ha vuelto, los chiitas septimanos no reconocen más que a siete imanes, mientras que los restantes chiitas continúan la cadena con Musá. La interpretación más sencilla de este surrealismo septimano es que los ismailíes (o al menos sus fundadores) eran una facción chiita interesada en que la autoridad religiosa cambiara de manos, y juzgaron que la situación que se dio tras la muerte de Yafar permitía hacerlo con "coherencia".
En 766 Pipino el Breve sometió definitivamente al duque Wifredo de Aquitania. Con ello dominaba efectivamente todo lo que había sido la Galia (a excepción de Bretaña) así como extensos territorios al otro lado del Rin. Mientras Pipino estuvo ocupado con Aquitania, el rey lombardo Desiderio fue cambiando su política inicial de sumisión al papa y pasó a adoptar una actitud más agresiva. Paulo I tuvo que hacer valer sus buenas relaciones con Pipino para contenerlo.
En 767 murió el papa san Paulo I, y esta vez un duque italiano llamado Toto logró que fuera elegido papa su hermano, que se convirtió en Constantino II. Sin embargo, en 768 la aristocracia clerical decidió elegir su propio papa, que se llamaba Esteban III. Tras esta elección Constantino II se vio obligado a recluirse en un monasterio.
Ese mismo año murió el rey Fruela de Asturias, y fue sucedido por Aurelio, sobrino de Alfonso I el Católico. Durante su reinado se produjo una rebelión de siervos. Las tierras del reino pertenecían a unos pocos señores que las explotaban a través de un gran número de siervos. No se conocen las causas concretas de la rebelión, pero el caso es que fue sofocada. Aurelio mantuvo relaciones pacíficas con el emirato de Abd al-Rahmán I.
También murió Pipino el Breve y, fiel a la tradición franca, dividió el reino entre sus dos hijos, Carlos y Carlomán. El reparto fue extraño, pues no respetaba la división tradicional entre Neustria y Austrasia. Carlos recibió un arco de tierras occidentales, mientras que el reino de Carlomán estaba formado por los territorios orientales.
En Aquitania acababa de morir el duque Wifredo, y su sucesor, Lobo II, consideró que la muerte de Pipino marcaba el momento idóneo para librarse del dominio carolingio, por lo que se declaró en rebeldía. El ducado estaba en el territorio asignado a Carlos, quien inmediatamente se dispuso a sofocar la rebelión. Al parecer, Carlomán no confiaba en su hermano o, por algún motivo, no se llevaba bien con él. El caso fue que Carlos no recibió ninguna ayuda, sino que tuvo que enfrentarse solo a los aquitanos. Pese a ello, obtuvo una completa victoria, la primera de las muchas que le valdrían el sobrenombre de Carlos el Grande, Karl der Grosse, Carolus Magnus o Carlomagno. Tras esta victoria Carlomagno estableció su capital en Aquisgrán, posiblemente su ciudad natal, situada en la confluencia de las actuales fronteras entre Bélgica, Holanda y Alemania.
Los recelos de Carlomán hacia su hermano fueron alimentados por el rey lombardo Desiderio, que nunca dejó de adularlo y estableció una sólida alianza con él, la cual culminó con el matrimonio entre el rey franco y una de las hijas del rey lombardo. Por otra parte, Berta, la viuda de Pipino el Breve, quiso reconciliar a sus hijos, por lo que indujo a Carlomagno a casarse con otra hija de Desiderio. Probablemente pensó que las dos hermanas lombardas contribuirían a mejorar las relaciones entre sus maridos.
En 769 le arrancaron los ojos al papa Constantino II y poco después fue citado a un concilio convocado por Esteban III en Roma en el que se anularon todos sus actos como papa. Constantino II murió ese mismo año. En el citado concilio, Esteban III condenó la iconoclastia y precisó la doctrina de la Iglesia Romana respecto a las imágenes.
En 770 el rey Offa de Mercia reemprendió la política de dominación que había iniciado su antecesor Ethebaldo y llevó sus ejércitos a Sussex y Kent, con los cuales fue logrando lentamente la sumisión de los sajones.
En 771 murió Carlomán, con tan sólo veintiún años de edad. Dejó dos hijos pequeños, además de a su viuda, la princesa lombarda. Carlomagno comprendió que, si no lo evitaba, el reino de su hermano iba a ser gobernado por Desiderio, así que actuó rápidamente, se adueñó de él y envió a Pavía a su resentida cuñada, que no tardó en instar a su padre Desiderio para que tomara medidas contra Carlomagno. Al parecer, la esposa de éste tampoco se mostró nada satisfecha con la forma en que había sido tratada su hermana, por lo que Carlomagno optó por repudiarla y enviarla también a Pavía.
Los frisios se sometieron a Carlomagno, mientras que Tasilón mantuvo la independencia de Baviera. Pero a Carlomagno le interesaron más los sajones. Bonifacio había logrado evangelizar a la mayoría de los bávaros y los frisios. Pipino el Breve había potenciado esta evangelización como un primer paso para el sometimiento de los germanos, y ciertamente su política había dado frutos. Precisamente por esto mismo, los sajones se aferraron al paganismo, pues comprendieron que aceptar el cristianismo les llevaría tarde o temprano a ser absorbidos por los francos. Carlomagno, que era muy piadoso, vio la evangelización de los sajones (o la conquista, que era más o menos lo mismo) como una especie de guerra santa, así que envió tropas a Sajonia.
Por otra parte, Desiderio sabía que no era lo suficientemente poderoso para enfrentarse abiertamente a Carlomagno, pero pensó que podría volver contra él algunos señores francos del reino de Carlomán si conseguía convencerlos de que el trono correspondía legítimamente a sus nietos. Una forma de lograrlo era que el papa reconociera los derechos de los niños, lo cual podría conseguirse con un poco de presión. La suerte le ayudó, porque en 772 murió Esteban III y los Estados Pontificios quedaron sumidos una vez más en disputas sobre la sucesión, disputas que Desiderio aprovechó para invadir el territorio. Finalmente fue elegido papa Adriano I, quien solicitó de inmediato la ayuda de Carlomagno. En 773 el monarca franco estaba en Italia, y todos los nobles francos le permanecían leales. Desiderio trató de negociar como había hecho Astolfo ante Pipino, pero Carlomagno no entendía de promesas. Pavía fue asediada durante nueve meses y finalmente Carlomagno recibió la corona de hierro lombarda, adoptó el título de rey de los lombardos y se llevó a Desiderio cautivo a territorio franco. Así desapareció de la historia el reino lombardo. Quedaba el ducado de Benevento, al sur de los Estados Pontificios, pero era débil y allí los lombardos perdieron pronto su identidad mezclándose con los demás italianos.
Mientras tanto el califa Al-Mansur había logrado sofocar las rebeliones chiitas y envió un general a Al-Ándalus con credenciales de gobernador. Éste organizó una sublevación contra el emir Abd al-Rahmán I. Los rebeldes se distinguían con una bandera negra, pero Abd al-Rahmán I los derrotó y devolvió a Al-Mansur la cabeza de su general envuelta en la bandera negra. Desde entonces Al-Ándalus fue reconocido como emirato independiente. El norte de África seguía bajo el dominio del chiita Abd al-Rahmán ibn Rustum y fue también independiente. Túnez y Argelia aceptaron la autoridad abasí, pero sólo nominalmente. Por lo demás, el Califato Abasí dominaba desde Libia hasta la India.
En 774 Carlomagno confirmó al papa Adriano I como legítimo dueño de los Estados Pontificios, tal y como había establecido su padre veinte años atrás. Este hecho se recuerda como la donación de Carlomagno. 
Ese mismo año murió el rey Aurelio de Asturias, y fue sucedido por Silo, que estaba casado con una hija de Alfonso I el Católico. Silo mantuvo la paz con los moros, pero tuvo que sofocar una rebelión de los gallegos.
En 775 murió el califa Al-Mansur, y fue sucedido por su hijo Al-Mahdí, quien hizo oficial la doctrina sunní. Los chiitas, que conocían el papel decisivo que habían representado en el acceso al poder de los abasíes pasaron a una resentida oposición.
También murió el emperador Constantino V, durante una de sus muchas campañas contra los búlgaros. Fue sucedido por su hijo León IV, después de haber derrotado a sus hermanos Cristóforo y Nicéforo.Los tres habían sido nombrados césares por su padre. León IV suavizó las medidas contra los iconodulos, tal vez porque estaba casado con Irene, una ateniense que en secreto era iconodula.
En 776 un monje asturiano conocido como Beato de Liébana escribió unos Comentarios al Apocalipsis en los que defiende la creencia en el inminente fin del mundo.
En 777 el rey Offa de Mercia derrotó al ejército de Wessex junto al Támesis, cerca de Oxford, y obligó a su rey a aceptar su soberanía. Luego casó a una de sus hijas con el rey de Wessex y luego a otra con el rey de Northumbria, con lo que su influencia se extendió prácticamente a toda Inglaterra. En cambio, Offa no intentó derrotar a los galeses. Tal vez sabía lo peligroso de adentrarse en las montañas galesas. En lugar de ello adoptó la estrategia de los romanos y construyó una muralla de adobe a lo largo de toda la frontera galesa (aproximadamente la actual) excepto en aquellas zonas en las que los bosques eran tan densos que en la práctica eran impenetrables. Offa acuñó su propia moneda, a imitación de Kent, que unos años antes había imitado en esto mismo a los francos. No obstante, las monedas de Offa estaban mucho mejor trabajadas que las rudas monedas francas.
El cristianismo se había ido extendiendo lentamente entre los búlgaros, hasta que finalmente el kan Telerig aceptó el bautismo. Esto puso a los búlgaros bajo la influencia de la Iglesia y durante un tiempo dejaron de ser una amenaza contra Constantinopla.
Mientras tanto, Carlomagno no tenía contra los sajones el mismo éxito que había tenido contra los lombardos. Los francos habían encontrado en Sajonia un tronco de árbol sagrado llamado Irminsul, que representaba al árbol que sustentaba el Mundo. Los sacerdotes francos ordenaron la destrucción de tal ídolo, y con ello aumentaron el rencor de los sajones. Se inició una guerra de guerrillas. Cuando los francos capturaban un grupo de sajones les obligaban a adoptar el cristianismo. Éstos así lo hacían, pero en cuanto los soldados se alejaban olvidaban sus juramentos, destruían las iglesias y mataban a cualquiera que hubiera aceptado sinceramente el cristianismo. Los ejércitos de Carlomagno se adentraban cada vez más en Sajonia, mataban más sajones, tomaban más rehenes, pero todo era inútil.
Mientras tanto, Abd al-Rahmán I tenía problemas en Al-Ándalus para dominar a los nobles moros. Las rebeliones eran frecuentes y los gobernadores de Toledo y Zaragoza se declararon emires desafiando a Córdoba. Para conseguir sus fines no dudaban en aliarse con los cristianos de Asturias. Por otra parte estaban los vascos, que sólo pensaban en alejar de sus tierras a todos los extranjeros, y ello no sólo incluía a los moros, sino también a los francos (el territorio vasco abarcaba la costa norte de la península ibérica, al este de Asturias, y también la Gascuña al norte de los Pirineos). Carlomagno quiso poner fin a las correrías de los vascos y aprovechó que el emir de Zaragoza, Al-Arabí, le invitó a intervenir en su contienda con Abd al-Rahmán I. En 778 condujo sus ejércitos hacia el sur y se dispuso a ocupar Zaragoza, para atacar después a los vascos por la retaguardia, pero en el último momento Al-Arabí decidió que no le convenía una alianza con un infiel tan poderoso, y le negó la entrada. Carlomagno se dispuso a asediar la ciudad, pero no tenía suficientes efectivos. Además le llegaron noticias de que un sajón llamado Widukindo logró levantar a su pueblo en uno de los más cruentos ataques contra los francos. Hizo matar a todos los sacerdotes de Sajonia y en sus correrías llegó hasta el Rin.
Carlomagno juzgó que lo más adecuado era retirarse de Zaragoza y emprendió el camino de vuelta a través de los Pirineos. Mientras los atravesaba por el desfiladero de Roncesvalles los vascos lo observaban ocultos desde los laterales. Dejaron pasar al grueso del ejército y atacaron a la retaguardia, con lo que obtuvieron un buen botín.
El emperador León IV dirigió una expedición contra Siria.
Uno de los mayores centros culturales de Occidente era entonces la escuela de York, en Northumbria, de la que fue nombrado director su más ilustre alumno, Alcuino de York.
En 780 murió el emperador León IV y fue sucedido por su hijo de diez años Constantino VI. Su madre Irene asumió la regencia, y a partir de este momento inició el delicado proceso de erradicar la iconoclastia. Era complicado, pues las principales autoridades eclesiásticas eran iconoclastas y, lo más grave, el ejército era mayoritariamente iconoclasta. Irene inició una peligrosa política de desgaste del ejército disminuyendo su presupuesto (lo que, por otra parte, le permitió bajar los impuestos y le granjeó el apoyo de los civiles).
En 781 los súbditos del duque Tasilón de Baviera se sintieron inquietos ante las posibles represalias de Carlomagno por la rebeldía de su señor y optaron por abandonarlo. Tasilón tuvo así que reconocer la soberanía franca. Carlomagno decidió nombrar rey de Italia (esto es, del antiguo reino lombardo) a su hijo Carlomán, de cuatro años, más conocido por Pipino, y rey de Aquitania a su hijo Luis, de tres años de edad (para lo que previamente hizo ejecutar al duque de Aquitania Lobo II). En ambos casos se trató de una estrategia de integración, pues así ambos territorios se consideraban gobernados por un rey propio y Carlomagno designó como regentes a hombres de su confianza.
Ese año Carlomagno visitó Roma y el papa Adriano I ungió y coronó a los dos niños según el deseo de su padre. Adriano dejó de fechar sus documentos por los años de reinado del emperador romano y pasó a fecharlos por los años de reinado de Carlomagno. Casualmente, Carlomagno se encontró en Roma con Alcuino de York. El rey franco comprendía el miserable estado del saber en su reino y tal vez intuía que sin hombres educados que lo administrasen no tardaría en derrumbarse. La alfabetización estaba restringida a los sacerdotes y monjes. Para un franco, alguien que supiera leer y escribir no era un franco auténtico, ni probablemente un auténtico hombre. La aristocracia se dedicaba esencialmente a la guerra y dejaba el cultivo de las tierras a cargo de siervos a los que requisaba la mayor parte de su producción. Estos siervos estaban ligados al suelo, de modo que no podían abandonar la tierra en la que habían nacido. Los señores eran relativamente leales al rey en cuestiones militares, pero por lo demás cada cual imponía en sus dominios su propia concepción de la justicia y el derecho, y las disputas entre señores vecinos se arreglaban entre ellos sin que mediara ninguna autoridad superior y, a menudo, en detrimento de los siervos.
Por ejemplo, una forma típica de dirimir disputas entre aldeanos era la "ordalía". Si alguien era acusado, por ejemplo, de robo, se le obligaba a coger con la mano un trozo de metal al rojo, o a meterla en agua hirviendo. Si las heridas se curaban en tres días era inocente. Entre nobles las disputas se resolvían mediante combates, lo cual tenía su lógica, porque Dios no iba a ayudar sino al que tuviera la razón. Carlomagno trató de potenciar un sistema por el que las disputas entre aldeanos se resolvían por el veredicto de un grupo de hombres escogidos por su buena reputación.
Volviendo al encuentro entre Carlomagno y Alcuino, el rey quedó impresionado por el religioso y le ofreció la posibilidad de dirigir un programa de educación en el reino franco. Alcuino aceptó y nunca regresó a Inglaterra. Entre los francos, Alcuino enseñó a los funcionarios de la corte, fundó escuelas y escribió obras didácticas. Modificó el derecho eclesiástico siguiendo el modelo italiano, pero añadió tradiciones francas. Su versión fue aceptada en Italia. Pero una de sus mayores contribuciones a la cultura fue una reforma del sistema de escritura: ideó un alfabeto que ocupaba menos espacio en los pergaminos y era mucho más claro que el usado hasta entonces, es decir, inventó lo que hoy llamamos "letras minúsculas". El alfabeto latino sólo tenía hasta entonces letras mayúsculas. Junto a Alcuino, Carlomagno llamó también para colaborar en su proyecto de educación a los italianos Pablo Diácono y Pedro de Pisa, así como al hispano Teodulfo.
El propio Carlomagno quiso asistir a las clases de la escuela de Alcuino, y obligó a asistir a miembros de su familia y de la corte. (Probablemente no estaban nada ilusionados con la idea, pero nada podían hacer). Carlomagno, además del alemán, hablaba latín y un poco de griego, pero ahí acababan sus conocimientos. Su secretario, Eginardo, escribió una breve biografía del rey en la que relata sus progresos: "Aprendió el arte de contar mediante números", esto es, aprendió algo de aritmética, lo cual, teniendo en cuenta que los números en cuestión eran los romanos, tenía algo más de ciencia de lo que parece. También aprendió a leer algo, aunque sus esfuerzos por escribir fueron vanos. Eginardo cuenta que el rey se llevaba a la cama sus tablillas con modelos de escritura y por la mañana, o si se despertaba durante la noche, se esforzaba por reproducir las letras, pero no pudo llegar más allá de copiar modelos.
En 782 Carlomagno dirigió una de las campañas más duras contra los sajones. Se dice que ordenó ejecutar a cuatro mil quinientos sajones en un solo día.
En 783 murió el rey Silo de Asturias. La nobleza eligió rey a Alfonso II, hijo de Fruela, pero fue expulsado del reino por un hijo bastardo de Alfonso I el Católico llamado Mauregato, que se convirtió así en el nuevo rey. Parece ser que los disturbios ocasionados por la usurpación favorecieron que los moros iniciaran una campaña contra el reino cristiano. Por esta época Beato de Liébana escribió un himno litúrgico dedicado a Mauregato en el que se invoca al apóstol Santiago como cabeza de España. Pronto se difundió la idea de que el apóstol había evangelizado España y que era el santo patrón de los cristianos españoles.
En la India surgió un gobierno fuerte bajo la dinastía de los Prathiara, que impidió la expansión árabe. El rey actual era Vatsraja. Su ambición era dominar todo el norte de la India, lo cual le enfrentó con Dharampala, que reinaba al oeste, en Bengala, al cual terminó derrotando.
En 784 el emperador japonés Kammu fundó una nueva capital en Nagaoka, para liberarse del dominio de los monjes budistas.
El califa Al-Mahdí fue sucedido por su hijo Al-Hadí.
A lo largo de los últimos cien años se había ido elaborando en Occidente una nueva forma de canto litúrgico conocida como canto gregoriano (atribuido erróneamente al papa san Gregorio I Magno) y que ahora empezaba a adoptarse en centros importantes como Metz en sustitución del antiguo canto romano.
En 785 el sajón Widukindo fue derrotado, tuvo que aceptar la conversión al cristianismo y ya no se atrevió a abjurar de ella (al menos públicamente). De todos modos, la resistencia sajona continuó. Mientras tanto, la ciudad de Gerona, en la costa mediterránea, al sur de los Pirineos, decidió ponerse bajo la protección de Carlomagno.
Abd al-Rahmán I inició la construcción de la mezquita de Córdoba. Hasta entonces musulmanes y cristianos cordobeses compartían, según era costumbre, una misma iglesia, la iglesia de san Vicente. Abd al-Rahmán I compró a los cristianos la mitad de la iglesia e inició las obras en dicha mitad.
En 786 la emperatriz Irene trató de convocar un concilio para revocar la iconoclastia, pero los soldados lo disolvieron.
El califa Al-Hadí fue sucedido por su hermano Harún al-Rashid (Aarón el Justo). Con él llegó el apogeo de Bagdad, que llegó a tener hasta dos millones de habitantes. Impuso un sistema administrativo justo y razonable (de ahí su sobrenombre) y el califato pudo prosperar satisfecho. La lengua árabe se extendió por Mesopotamia. Harún nombró visir (primer ministro) a Yahyá, que pertenecía a la familia persa de los Barmakíes, entre cuyos miembros habían salido los principales asesores de los primeros califas abasíes y que se distinguieron como protectores de las artes y la literatura.
Tras la conquista musulmana, Toledo siguió siendo la cabeza de la Iglesia Católica en la península ibérica, pero la influencia islámica hizo que surgiera un intento de conciliar ambas religiones. Una de las mayores discrepancias entre ellas era que el islam negaba la divinidad de Jesucristo, así que Elipando de Toledo desarrolló el adopcionismo, teoría según la cual Jesucristo era un hombre al que Dios había convertido en hijo suyo por adopción. El adopcionismo fue combatido por Beato de Liébana, que escribió junto con su discípulo Eterio el Tratado apologético para rebatirlo. La polémica llegó al reino franco y puso a Beato en contacto con Alcuino. El propio Carlomagno se interesó en la cuestión y emprendió medidas para desvincular la iglesia asturiana de la toledana.
En 787 la emperatriz Irene logró convocar con éxito un concilio en Nicea, donde se restauró el culto a los iconos, si bien se prohibieron las esculturas, consintiendo a lo sumo los bajorrelieves. La iconoclastia subsistió, pero cada vez con menos apoyos. Con el tiempo se fueron destruyendo todos los textos en su favor, así que no conocemos sus fundamentos exactos salvo a través de sus detractores.
El rey Offa de Mercia se permitía tratar a Carlomagno de igual a igual. Probablemente no hubiera sido así si entre sus reinos no hubiera habido un brazo de mar o si Carlomagno hubiera contado con una flota. El caso es que Offa llegó a la conclusión de que era insultante para Mercia que la mayor autoridad de la Iglesia de Inglaterra fuera el arzobispo de Canterbury, en Kent, cuando hacía ya tiempo que la gloria de Kent se había extinguido. Offa pidió al papa Adriano I que creara un arzobispado en Lichfield, que tendría a su cargo la Iglesia de Mercia, mientras que el de Canterbury limitaría su jurisdicción al sudeste. Se cuenta que Adriano I se opuso, pero Offa sugirió a Carlomagno que depusiera a Adriano I y nombrara en su lugar un papa franco. Carlomagno hizo saber a Adriano I que la idea de Offa le parecía acertada y, Adriano I, conocedor de los consejos que Offa había dado al rey franco, se apresuró a acceder por si acaso.
Los pueblos escandinavos, que habitaban al norte de Europa, basaban su subsistencia más en la pesca que en la agricultura, pues las bajas temperaturas de sus tierras no hacían a la agricultura muy productiva. Tenían una extensa costa, por lo que se convirtieron en buenos marineros. A lo largo del siglo VIII algunos pueblos escandinavos descubrieron que podían sacar del mar un partido mejor que los peces. Se hicieron piratas y se dedicaron a recorrer las costas escandinavas dedicados al saqueo y al pillaje. Sólo fue cuestión de tiempo que se lanzaran a ultramar. Una pequeña isla en las costas de Kent recibió la primera "visita" conocida de los escandinavos a la Europa cristiana. No fue especialmente brutal, pero sin duda volvieron a sus hogares con un buen botín que estimuló nuevas expediciones.
En 788 el duque Tasilón de Baviera fue internado en un monasterio y se le confiscaron todos sus bienes. Ese año murió el rey de Asturias Mauregato, y fue sucedido por Vermudo I el Diácono, llamado así porque fue elegido rey cuando ya había recibido el diaconado. Era sobrino de Alfonso I el Católico, hijo de su hermano Fruela. También murió el emir Abd al-Rahmán I, y fue sucedido por su hijo Hisam I,que tuvo que combatir a sus hermanos Sulaymán y Abd Allah. Hisam I terminó la construcción de la mezquita de Córdoba. El territorio del actual Marruecos se independizó del dominio rustemí bajo Idris I,que inició una nueva dinastía de gobernantes musulmanes conocidos como Idrisíes. Su capital era Fez.
En 789 se convirtió en rey de los pictos Constantino Mac Fergus, que al parecer fue reconocido, al menos nominalmente, como rey de los escotos.
Carlomagno impuso finalmente su dominación sobre Bretaña. Los bretones se habían resistido hasta entonces a aceptar la soberanía franca y ahora la aceptaron al menos nominalmente: pagaron tributo y se mantuvieron en una cauta sumisión.
En 790 el emperador Constantino VI tenía ya veinte años y no compartía la iconodulía de su madre. En esto coincidía con el ejército, así que no tuvo dificultad en lograr que los soldados suprimieran la regencia de Irene y la desterraran.

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