viernes, 20 de octubre de 2017

Culturas antíguas


Imperio paleobabilónico o paleobabilonio y Primer imperio babilónico al Estado creado por Hammurabi (1792 - 1750 a.C. según la cronología media)nota 1​ en la Baja Mesopotamia. Bajo su mando Babilonia, una ciudad-Estado sumeria en poder de una dinastía amorrita, pasó en poco más de treinta años a controlar un territorio más extenso que el imperio de Ur (época de Ur III), anterior poder hegemónico indiscutible de la región.1​ La I dinastía, la amorrea, terminó en el siglo XVI a. C., a causa de la invasión del Imperio hitita. Poco después se inició la dinastía casita de Babilonia o periodo babilonio intermedio.
Por extensión se denomina periodo paleobabilónico a la época que comprende la I dinastía de Babilonia. Históricamente se corresponde con la decadencia de Sumer, encuadrándose entre el periodo de auge conocido como Renacimiento Sumerio y el dominio de Asiria. Comienza con un nuevo auge de las ciudades-estado sureñas después de que Ur entre en decadencia, acosado por las continuas invasiones provenientes del oeste. Al comienzo del periodo destacan los reinos de Larsa e Isín, que van cediendo terreno a los Estados del norte de Mesopotamia (Babilonia y, en segundo grado, Asiria).
Imperio Paleobabilónico
I dinastía de Babilonia
 Mapa Tercera Dinastia de Ur.svg
1792 a. C.-1595 a. C.
Bandera 
Elam Map.jpg 
Assyrie general.PNG 
Babilonia durante la dinastía Casitas Siglo XIII adC ES.svg 
Ubicación de
CapitalBabilonia
Idioma principalAcadio (dialecto babilono antiguo)
Otros idiomasSumerio
GobiernoMonarquía hereditaria
Historia
 • Subida al trono de Hammurabí1792 a. C.
 • Fundación del reino amorreo
 • Inicio de la dinastía casita
 • Saqueo de Babilonia1595 a. C.


Historia[editar]

Decadencia sumeria e invasiones amorritas[editar]

En torno al año 1950 a. C. los pueblos amorritas, de carácter seminómada y origen semítico, invadieron Sumer y fundaron dinastías en varias de sus ciudades. Poco después los elamitas se hicieron con Ur, que hasta entonces había sido la gran potencia local. Estos cambios políticos propiciaron la anarquía en la región, dividida en pequeños países entre los que sobresalió Mari, primero, y Babilonia, ciudad elegida por los amorritas para centralizar su poder, después. Los primeros días de Babilonia como Estado independiente, sin embargo, quedan supeditados a otras potencias amorritas más inicialmente fuertes, sobre todo IsínNippur y Larsa, que compitieron entre sí durante doscientos cincuenta años.3​ Al final, con las dinastías amorritas ya asentadas, en Mesopotamia emergen tres potencias equilibradas: AlepoAsiria y Babilonia.4
Las tribus amorritas fueron en realidad un conjunto de pueblos llamados mar.tu en sumerio y Amurru en acadio, palabras ambas que significan oeste. Probablemente estuvieron emparentados con los cananeos. Al llegar a Mesopotamia, hicieron suyas la lengua acadia y la escritura cuneiformeaculturizándose. Los archivos reales de Mari los describen como pastores de cabras y ovejas que interrelacionan con poblaciones sedentarias. Eran nómadas, pero sus desplazamientos, limitados a las riberas y a otros lugares donde encontrar agua y tierras de cultivo, eran pequeños y de carácter anual. Se desconocen las razones que les empujaron hacia las llanuras mesopotámicas y el modo en que se asentaron y fundaron dinastías en las ciudades que lograron conquistar. Se sabe sin embargo que, más que gracias a su poder bélico, sus conquistas fueron posibles debido al deterioro del poder político y la economía sumerias, que coincide con el cierre de las principales rutas comerciales debido a su escasa protección y el retroceso cultural, todo ello causado por el vacío de poder que sucedió al fin de Ur III y que posibilitó innumerables rebeliones que debilitaron Sumeria. Parece que los amorritas se fueron apoderando de las tierras que quedaron abandonadas por estas causas. Una vez abandonadas las tierras desérticas de las que provenían, se sedentarizaron muy rápidamente y atacaron a otros amorritas aún nómadas.5
Algunas tribus amorritas fueron los haneos, los benjaminitas y los suteos. Estos últimos, beligerantes, rondaron la ciudad Babilonia, muchas veces alistándose en sus ejércitos y en los de los reyes sirios, pero salvo excepciones no dejan de ser nómadas. A comienzos del II milenio diversas tribus amorritas fundan sendas poderosas dinastías en LarsaIsín y Uruk. El periodo fue surtido en fricciones y reinos efímeros. Gungunum (1932-1906 a. C.), soberano de Larsa, conquistó Ur, convirtiéndose en el nuevo poder hegemónico local, aunque lejos de lo que había sido Ur III, y se proclama Rey de Sumer y Akkad. Larsa tiene bajo su control los dos grandes puertos del golfo PérsicoLagash y Ur, con lo que basa su poder en el comercio de metales preciosos y cobre. Gungunum llegó incluso a conquistar Susa, aunque por poco tiempo. No obstante, en tiempos de su hijo Abisare la ciudad de Isín cobra importancia como segundo poder regional. Isín conquista Ur y sus soberanos obtienen así el título de Reyes de Sumer y Akkad. Pero el nuevo reino es efímero, siendo destruido sólo tres meses después por el hijo de Abisare, Sumuel (1894-1866 a. C.), que reconquistó Ur y se hizo con las ciudades de KazalluKish y Nippur. Al final de su reinadon una hambruna provocó el alzamiento de la población, que provoca la creación de una nueva dinastía, cuyo primer rey reconstruye Larsa y Eridu. Su hijo derrotó y asoló las ciudades-Estado de Babilonia y Ešnunna, pero por contra no pudo atajar las rebeliones de Uruk e Isín. En el año 1835 a. C. Larsa fue conquistada por Kazallu, aunque sólo durante un año. Larsa vivirá, bajo Warad-Sin primero y Rim-Sin después, un nuevo periodo de esplendor a finales del siglo XIX a. C. Babilonia, Isín y Uruk se aliaron en contra de Larsa. La alianza entre estas ciudades fue promovida por Uruk a través de emparentamientos políticos durante el reinado de Sin-Hashid. La coálición no tuvo éxito y Rim-Sin logró añadir Uruk e Isín a su dominio. El dominio de Larsa acabó ahí, pues en el año 1763 a. C. Hammurabí conquistó Larsa tras una campaña brutal. Por su parte, el valle del Diyala, en aquella época más urbanizado que la Baja Mesopotamia, no cayó bajo dominio amorrita. Todas sus ciudades eran vasallas de otra potencia local, Ešnunna, a excepción de Tuttub durante un corto espacio de tiempo. Paralelamente emerge como potencia Mari, antiguamente gobernada por ensi, delegados de Ur. Mari gana poder a partir de Iahdun-lim (1825-1810 a. C.), probablemente un amorrita de la tribu de los haneos. Iahdu-lim restaura las defensas de Mari y de Terqa, ciudad vasalla, funda una nueva población y construye un gran sistema de irrigación. Mari y Terqa, no obstante, caen pronto bajo el dominio de Assur, otra potencia local, aunque sólo hasta que el hijo de Iahdu-lim, Zimri-lin, exiliado en Alepo, logra recuperar el trono de Mari y convierte Mari en un gran núcleo comercial, aliado de Babilonia, Alepo y los pequeños reinos del Habur. Mesopotamia era, tras la caída de Ur III y la llegada al trono de Babilonia de Hammurabí, un crisol de pequeñas ciudades-Estado y de ciudades vasallas, entre las cuales ninguna destacó mucho tiempo. En este contexto Hammurabí cambió la configuración territorial, al conquistar un imperio mucho mayor.5

Ciudad-Estado[editar]

Sobre los inicios de Babilonia como ciudad-Estado se conoce poco. La ciudad, ocupada por una tribu amorrita, fue administrada por un ensi desde la caída de Ur III. En el año 1894 a. C. Babilonia es, por primera vez en su historia conocida, independiente durante el reinado de Sumu-Abum,5​ de quien se especula que tuvo por padre a un hombre llamado Dadbanaya.6​ Poco conocemos de Sumuabum aparte de que conquistó Kazallu,7​ le sucedió Sumulael cuatro años después, quien aparentemente no era descendiente suyo. Sumulael fundó la dinastía de Hammurabí. Amplió considerablemente los dominios de Babilonia, llegando a conquistar las ciudades de Kish y Marad. A pesar de ello, Babilonia no podía competir aún con Larsa. Los descendientes de Sumulael, SabiumApil-Sin y Sin-Muballig, iniciaron una gran cantidad de obras de ingeniería y arquitectura. Sin-Muballig se unió en 1810 a. C. a Uruk e Isín para lograr vencer a Larsa, sin conseguirlo. No obstante, el papel de Babilonia en Mesopotamia cambió con la llegada al trono de Hammurabí en el 1762 a. C. Con él Babilonia se convirtió en un imperio que, si bien igual de efímero que los anteriores, se recuerda como paradigma de su época.5
A comienzos del siglo XIX a. C. la ciudad de Sippar, situada unos 70 km al sur de Babilonia, fue conquistada por ésta. Se cree que esta conquista pudo haber sucedido a finales del reinado de Sumulael, pues los textos datados a comienzos de su reinados nombran hasta tres gobernantes de una Sippar independiente.8​ Sumulael se casó con una de las hijas de Sin-kashid de Uruk, sellando una alianza con esta ciudad.9

Imperio[editar]

Babilonia bajo Hammurabi.
Hammurabí, que gobernó a finales del siglo XVIII a. C. y a comienzos del XVII, fue el sexto rey de la dinastía amorrita de Babilonia. Hammurabí fue capaz de vencer a los elamitas en el sur de Sumer y a los asirios en el norte, unificando la mayor parte de Mesopotamia bajo su mando. Creó una serie de divisiones administrativas y puso un gobernador al frente de cada una. No obstante Babilonia no era un imperio fuertemente unido, como se demostró durante el reinado de su hijo Samsu-Iluna.10
En 1763 a. C. Hammurabí no sólo logró conquistar Larsa, sino también Ešnunna, las dos grandes potencias cercanas a Babilonia.5
Samsu-ilana tuvo que hacer frente a una serie de revueltas que terminaron con la independencia de las regiones del sur, lo que conllevó la pérdida de la franja costera del golfo Pérsico para Babilonia. Dichas revueltas comenzaron en Larsa, ciudad a la que accedió el usurpador Rim-Sin II. Éste consiguió instigar sendas insurrecciones en IsínEšnunnaUr y Uruk. Samsu-ilana se vio obligado a intervenir militarmente, llegando a destruir Ur y Uruk. La debilidad que esto supuso fue aprovechada por Elam, que atacó el sur del imperio. Samsu-ilana, incapaz de actuar en todos los frentes, perdió finalmente el control de Isín, que dirigida por el rey Iluma-Ilum, ganó la costa.11​ Seguramente, Samsu-iluna debió combatir también contra los casitas. Estos aparecen en los textos desde el siglo XVII a. C. Sin embargo, para esa época habían creado un reino en la región de Hana, en el curso medio del Éufrates.12
A la muerte de Samsu-iluna, el imperio había entrado claramente en decandencia. Perdidos gran parte de sus territorios, se limitaba a la porción central de Mesopotamia. Las inscripciones parecen dar a entender que el poderío militar de Babilonia fue menguando. Durante el reinado de Abi-Eshuh (1711-1684 a. C.) el imperio se enfrentó repetidamente a los casitas.13​ Abi-eshuh trató, sin resultado, de reconquistar el País del Mar, en el sur; es decir, las tierras emancipadas bajo el gobierno de Iluma-Ilum. Para ello, incluso desvió las aguas del Tigris. A pesar de que reinó durante veintiocho años, su reinado apenas se recuerda a excepción de la citada campaña y unas pocas obras hidráulicas y estatuas. La pérdida de poder de Babilonia se acentuó espectacularmente. En el norte Babilonia también perdió terreno, a favor de un nuevo reino en Khana.14
La tónica fue la misma en tiempos de su sucesor, Ammi-ditana (1683-1646 a. C.), quien mandó construir diversas fortificaciones. Su sucesor, Ammi-Saduqa (1646-1626 a. C.) logró recuperar la plaza de Nippur. El último rey de la I dinastía fue Samsu-ditana, quien murió durante las guerras entre babilonios e hititas.13

El saqueo de Babilonia. La dinastía casita[editar]

En el año 1595 a. C. los hititas saquearon la ciudad de Babilonia y acabaron definitivamente con su imperio.

Política y administración[editar]

Busto de Hammurabi, reformador de algunas de las instituciones de tradición sumeria, hábil en la diplomacia y la guerra y creador del nuevo tejido administrativo imperial.
El desarrollo de la civilización mesopotámica, desde las primeras ciudades sumerias, ligó los palacios reales con los templos. La procedencia del poder era divina. Así, los gobernadores de las ciudades sumerias del III milenio a. C., los ensi y los lugal, gobernaban sobre extensiones de terreno que pertenecían a dioses locales. Lo mismo sucedió con los primeros imperios de Asiria y Babilonia. Los dioses, en este caso nacionales, eran los poseedores de la tierra. Los reyes eran solamente sus delegados, encargados tanto del país como de complacer a los dioses y de construir, restaurar y mantener sus templos.15​ Los soberanos se arrogaron el título de Reyes de Sumer y Akad, que desde la III dinastía de Ur portaban los reyes que conseguían dominar la mayor parte de la Baja Mesopotamia.5​ Asimismo, Hammurabí y otros reyes dejaron constancia de su ambición titulándose Rey del Universo y Rey de las Cuatro Partes del Mundo.16​ Pero el período paleobabilónico arrancó con una novedad: aunque la procedencia del poder real siguió considerándose divina, tras Ur III los reyes habían arrebatado las tierras a los templos, dando lugar a un nuevo modelo económico. Algo similar sucedió con la política y la justicia, cuyos cargos se secularizaron. La relación entre el pueblo y el gobierno pasó a ser directa, sin la intervención de los sacerdotes.17
Todas las actividades administrativas, que crecieron especialmente a causa de la complejización de las estrategias de guerra en un periodo en el que las confrontaciones y los contingentes iban en aumento, quedaban centralizadas en el palacio. Éste se desarrolló arquitectónicamente para albergar la nueva complejidad burocrática.16
En cuanto a la política exterior, las alianzas se sellaban mediante compromisos mutuos de colaboración y amistad que se cerraban intercambiando embajadores y regalos. Esto fue tan usual como la táctica de esperar la debilidad del Estado amigo para, una vez desgastado, enviar un ejército a su conquista.18
La organización del palacio, del templo y de la provincia eran similares. El rey lo controlaba todo, y ante él respondían directamente los prefectos y alcaldes. Aunque se añadieron algunos cargos administrativos en tiempos paleobabilónicos, se perdieron otros y algunos vieron modificada su importancia, las élites administrativas no variaron demasiado de las neosumerias. El término ensi, que otrora había señalado a los gobernantes de las ciudades-Estado y a los príncipes de las ciudades de Ur III, se desvalorizó hasta designar a los feudatarios del palacio. Sin embargo, mantuvo su valor inicial en otros Estados de la época. Existía también el cargo de shassukkum, cuya misión era registrar las tierras y su fruto almacenado en los graneros para los trabajadores del palacio. Los altos cargos eran los de archivero (shaduba), prefecto (shapiru) y tesorero (shanda-bakkum), que además de en el palacio real podían existir en algunas provincias. Al frente de cada provincia había un gobernador (sha nakkum), encargado del orden, el ejército y la economía locales. Por debajo de cada uno había un prefecto del país o shapiru-matim y diversos jefes de subdivisiones provinciales o bel pahatim. A su vez, respondían ante estos últimos los jefes de aldeas (suqaqu) y los jefes de ciudades o alcaldes (rabianum). Completaban el grueso de las maquinarias palaciega y provincial los escribas, correos humanos, fuerzas del orden, tesoreros, espías, jefes de los depósitos de grano (kagurrum) y jefes del catastro (shassukkum). Todos estos cargos estaban supervisados por un primer ministro o isaku. Así mismo, existía una suerte de cancilleríaque contaba con diversas oficinas para hacer llegar los correos entre el palacio real y los gobiernos provinciales.19
Aparte de esta estructura administrativa, enormemente rígida, existieron asambleas locales enraizadas en la tradición. Estas asambleas no representaban al rey y estaban vigiladas por sus funcionarios. Se les permitía administrar los bienes materiales de sus lugares de origen, incluyendo el arrendamiento de tierras, por el que recibían impuestos.19

La sociedad paleobabilonia[editar]

Durante la segunda mitad del II milenio y la primera del I Mesopotamia va convirtiéndose poco a poco en un mundo urbano donde el núcleo familiar, centrado en la ciudad, va adquiriendo una importancia progresiva. Desde el III milenio muchas sociedades mesopotámicas se habían basado en el principio de libertad individual, de manera que pudieran pesar sobre los ciudadanos las cargas económicas. El final del reinado de Hammurabi marca un punto de inflexión en esta tendencia, y a partir de él todos los reyes babilonios confirman al comienzo y ocasionalmente a mitad de su reinado una serie de regularizaciones, mediante la figura del edicto, de la economía diaria. De esta manera las familias pueden tener propiedades, y no sólo los reyes o el Estado, lo que fue creando durante el II milenio una suerte de clase media. La comparación del concepto de propiedad privada y la profundización en las diferencias estructurales sociales entre los milenios III y II son difíciles, ya que careceremos de suficiente información del III milenio, especialmente de regiones ajenas a la Baja Mesopotamia.20

La familia[editar]

La llegada de los amorreos a las ciudades mesopotámicas enfrenta dos modelos sociales y económicos. Por un lado está el neosumerio, basado en el templo y el palacio real, que monopolizan la gestión de las tierras. Por otro lado el amorreo, basado en una fuerte estructura familiar. Estos dos modelos interactuaron en época paleobabilónica, de manera que se crearon grandes grupos familiares cerrados que pasaron a controlar diversas áreas de la economía, descentralizando de algún modo el poder de la adminsitración estatal.21
Pero progresivamente se va produciendo una pérdida progresiva de la solidaridad familiar concretada en la negación de la herencia. Esta realidad deviene en los tópicos literarios del huérfano y la viuda; es decir, personas que han quedado al margen de una estructura familiar y por consiguiente del sistema de sustento económico asociado a ella. A su vez, la falta de recursos provoca la petición de préstamos que, al no poder pagarse, obliga a los deudores a vender sus servicios. Si esto sucedía en una familia deudora, el cabeza de familia estaba obligado, por este orden, a pagar con sus bienes inmuebles, su esposa y sus hijos, y consigo mismo, hasta completar el monto de la deuda. En la mayoría de los casos esto significaba la servidumbre de por vida, debido a que ese trabajo sólo cubría los intereses de la deuda. Los siervos seguían siendo hombres libres, y la protección familiar era en cierta manera sustituida por la figura del rey y las disposiciones reales.21

Sistema hereditario[editar]

En el imperio paleobabilónico también existía el concepto de herencia. Ésta, en concepto de tierras fértiles, debía ser repartida por igual entre los herederos varones.2022​ Las mujeres recibían en su lugar dotes, que dependían del estatus social. Las mujeres de alta alcurnia podían volverse naditus; es decir, eran enviadas de niñas a un templo y se les entregaba una dote que incluía bienes inmuebles como casas y campos, y bienes muebles, consistentes normalmente en dinero. Las naditus podían disponer libremente de los bienes muebles, pero no de los inmuebles. Percibían beneficios del uso de las tierras y viviendas, pero no podían venderlas y, a su muerte, pasaban a propiedad de sus hermanos. Este sistema de herencia femenina fue característico del periodo paleobabilónico, pues se creó tras la caída de la tercera dinastía de Ur y no perduró tras la caída del imperio babilónico. Las mujeres de baja clase social se casaban y vivían dependientes de terceros (kezertu).22
La división de las propiedades entre los herederos condicionó un proceso de desintegración de las grandes familias existentes hasta entonces en pequeños núcleos. Del mismo modo, extendió la figura del testamento, casi inexistente en el III milenio a. C.21

El rey y las élites[editar]

Los primeros reyes babilonios, al igual que sucedió en otras ciudades-Estado amorritas, se identificaban antes con su etnia que con su ciudad, y sus títulos no les separaban demasiado de sus élites respectivas. Esto propició que a lo largo de la primera mitad del II milenio los reyes fueran delegando en las élites funciones administrativas y, en lugar de disponer de una élite de funcionarios que administraran las tierras del reino, simplemente cobraba impuestos agrícolas. Este sistema contrastó profundamente con el asirio y con el posterior neobabilónico en el I milenio a. C.23
La realeza paleobabilónica difirió ligeramente de la sumeria. Con la división territorial en pequeños reinos amorritas, se crearon dos zonas diferenciadas. En el norte, donde los Estados eran más pequeños, el rey siguió apoyándose en las victorias militares. En el sur cobraron más importancias valores y herramientas de tradición sumeria, a saber: elaboración de himnos reales, inscripciones celebrativas, amnistías, códigos de leyes, actividades edificatorias e ingenieriles y procesos de deificación. La diferencia más notable entre los reyes del periodo paleobabilonio y los del Renacimiento sumerio es que, mientras que los segundos se centraban en transmitir una imagen de buena gestión, los primeros actuaban como guías de la población, especialmente de las clases desfavorecidas. El rey, así, obtiene un papel paternalista que contrasta con la desintegración progresiva de la solidaridad de las familias y que quizá tiene sus raíces en la naturaleza gentilicia de los amorreos.21​ Cabe decir que aunque las acciones de los reyes babilonios pudieran interpretarse como mandatos divinos (el rey hace la ley de acuerdo a la voluntad de los dioses), su legitimidad se basaba en una dinastía más o menos heroica y legendaria. Esto contrasta con la concepción neosumeria anterior, que establecía el mito de que la realeza había bajado del cielo en su origen.24

Pastores y agricultores[editar]

La vestimenta ilustra muy gráficamente la separación social y económica de los colectivos de pastores y agricultores. Los agricultores poseían ropas más elaboradas, de mejoras fibras, lo que sugiere una producción propia mejor. Los agricultores poseían una regulación de la arquitectura con fines textiles. La vestimenta no era un asunto baladí. En el poema El descenso de Innana a los infiernos se aprecia que el regalo de unas ropas finas hace que la diosa Inanna decida su matrimonio con Enkimdu, un granjero, en detrimento de Dumuzi, su otro pretendiente, que es pastor.25

El ejército[editar]

Batallas decisivas libradas por Hammurabi.
En Babilonia se le daba al ejército una gran importancia. Los amorritas, que poseían sociedades tribales, estaban gobernados por jefes que recibían el rango militar de rab amurrum (jefe amorrita). Cuando se mezclaron con los sumerios sus tradiciones se mezclaron. Existía el ilkum, una institución dedicada al reclutamiento de soldados que servían al rey y, como recompensa, recibían concensiones de tierras. Su oficio incluía, además de la guerra, el trabajo policial y el físico en obras de ingeniería. Todo soldado reclutado estaba obligado a acudir a cada llamamiento o era muerto, según se recoge el código de Hammurabí. El ilkum garantizaba ciertos derechos. Si un soldado era hecho prisionero y la tierra que se le había concendido se le había dado a otro, tenía derecho, una vez liberado, a ser su propietario nuevamente. Su rescate, además, corría a cargo del templo o del Estado. Así mismo, si un funcionario de estas instituciones intentaba hacerse con las tierras de un soldado, era castigado, incluso con la muerte.26
La infantería, subdividida en tropas ligeras, y equipadas, componía el grueso del ejército, complementado con un número escaso de carros de dos ruedas tirados por caballos. Las tropas ligeras se utilizaban en escaramuzas y exploraciones. Los talleres de los palacios suministraban el material bélico a las tropas, que solían ser transportadas en botes mediante la extensa red de ríos canales de Mesopotamia. No obstante, las redes de suministro utilizaban carros tirados por animales. Algunas tropas se movían constantemente y estaban encargadas de realizar señales de fuego para alertar de ataques enemigos. Muchas de las tropas utilizadas no eran babilónicas, sino de reyes vasallos o aliados de Babilonia. El hecho de recurrir a tropas ajenas fue la tónica general de los reinos amorritas de la época.26
En el periodo casita, Babilonia parece haber adoptado la tradición hurrita del carro de guerra ligero, cuya inclusión modificó la organización y el armamento del ejército grandemente.

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