miércoles, 18 de octubre de 2017

Sagradas Escrituras

Mateo

16 Aquí se le acercaron los fariseos+ y saduceos y, para tentarlo, le pidieron que les mostrara alguna señal del cielo.+ En respuesta, él les dijo: “[[Al anochecer ustedes acostumbran decir: ‘Habrá buen tiempo, porque el cielo está rojo encendido’; y a la mañana: ‘Hoy habrá tiempo invernal y lluvioso, porque el cielo está rojo encendido, pero de aspecto sombrío’. Saben interpretar la apariencia del cielo, pero las señales de los tiempos no las pueden interpretar.]]*+ Una generación inicua y adúltera*sigue buscando una señal, pero no se le dará señal alguna+ sino la señal de Jonás”.+ Con eso se fue, dejándolos atrás.+
Entonces los discípulos cruzaron al otro lado, pero se les olvidó llevar consigo panes.+ Jesús les dijo: “Mantengan los ojos abiertos y guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos”.+ Así que ellos se pusieron a razonar entre sí, diciendo: “No trajimos panes”. Sabiéndolo, Jesús dijo: “¿Por qué razonan así entre ustedes, porque no tienen panes, hombres de poca fe?+ ¿Aún no perciben de qué se trata, o no se acuerdan de los cinco panes en el caso de los cinco mil, y de cuántas cestas recogieron?+ 10 ¿O de los siete panes en el caso de los cuatro mil, y de cuántas cestas para provisiones recogieron?+ 11 ¿Cómo no disciernen que no les hablé acerca de panes? Mas guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos”.+12 Entonces comprendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza+ de los fariseos y saduceos.
13 Ahora bien, cuando hubo llegado a las partes de Cesarea de Filipo, Jesús se puso a preguntar a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”.+ 14 Ellos dijeron: “Algunos dicen Juan el Bautista;+otros, Elías;+ otros más, Jeremías o uno de los profetas”. 15 Él les dijo: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”.+ 16 En contestación, Simón Pedro dijo: “Tú eres el Cristo,+ el Hijo del Dios vivo”.+ 17 En respuesta, Jesús le dijo: “Feliz eres, Simón hijo de Jonás,* porque carne y sangre no te [lo] reveló, sino mi Padre que está en los cielos.+ 18 También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro,+ y sobre esta masa rocosa*+ edificaré mi congregación,* y las puertas del Hades*+ no la subyugarán.+ 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cualquier cosa que ates sobre la tierra será la cosa atada* en los cielos, y cualquier cosa que desates sobre la tierra será la cosa desatada* en los cielos”.+ 20 Entonces ordenó rigurosamente a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.+
21 Desde ese tiempo en adelante Jesucristo comenzó a mostrar a sus discípulos que él tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos y de los sacerdotes principales y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día ser levantado.+ 22 Con eso, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este [destino]”.+ 23 Pero él, dándole la espalda,*dijo a Pedro: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!+ Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios,+ sino los de los hombres”.*
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento* y sígame de continuo.+ 25 Porque el que quiera salvar su alma,* la perderá; pero el que pierda su alma por causa de mí, la hallará.+ 26 Porque ¿de qué provecho le será al hombre si gana todo el mundo, pero lo paga con perder su alma?,+ o ¿qué dará el hombre en cambio+ por su alma? 27 Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su comportamiento.+ 28 En verdad les digo que hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino”.+

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San Mateo

Capítulo 16

Jesús previene contra la doctrina de los fariseos y de los saduceos — Pedro testifica que Jesús es el Cristo y se le prometen las llaves del reino — Jesús predice Su propia muerte y Su resurrección.
Y se acercaron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase una señal del cielo.
Mas él, respondiendo, les dijo: Cuando cae la tarde, decís: Hará buen tiempo, porque el cielo tiene arreboles.
Y por la mañana: Hoy habrá tempestad, porque tiene arreboles el cielo y está nublado. ¡Hipócritas!, que sabéis discernir el aspecto del cielo, ¿pero las señales de los tiempos no podéis discernir?
La generación mala y adúltera busca señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.
Y llegaron sus discípulos al otro lado, pero se habían olvidado de llevar pan.
Y Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.
Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas cestas recogisteis?
11 ¿Cómo no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
13 Y al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
14 Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.
15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!
17 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Mas yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.
20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, y de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
22 Y Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!
23 Entonces él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.
25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
26 Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?
27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
28 De cierto os digo: Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
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Mateo

17 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó a una montaña encumbrada donde estuvieron solos.+Y fue transfigurado delante de ellos, y su rostro resplandeció como el sol,+ y sus prendas de vestir exteriores se hicieron esplendorosas como la luz.+ Y, ¡mire!, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él.+Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: “Señor, es excelente que estemos aquí. Si quieres, erigiré aquí tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”.+ Mientras él todavía hablaba, ¡mire!, una nube brillante los cubrió con su sombra, y, ¡mire!, una voz procedente de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado;+ escúchenle”.+ Al oír esto, los discípulos cayeron sobre sus rostros y tuvieron mucho miedo.+Entonces Jesús se acercó y, tocándolos, dijo: “Levántense y no teman”.+Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie sino solo a Jesús mismo.+ Y al ir descendiendo de la montaña, Jesús les mandó, y dijo: “No digan a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre sea levantado de entre los muertos”.+
10 Sin embargo, los discípulos le hicieron la pregunta: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero?”.+ 11 En respuesta él dijo: “Elías, en realidad, viene, y restaurará todas las cosas.+ 12 Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido, y ellos no lo reconocieron, antes bien, hicieron con él las cosas que quisieron. De esta manera también el Hijo del hombre está destinado a sufrir a manos de ellos”.+ 13 Entonces los discípulos percibieron que les hablaba de Juan el Bautista.+
14 Y cuando fueron hacia la muchedumbre,+ se le acercó un hombre que se arrodilló ante él y dijo: 15 “Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico y está mal, pues muchas veces cae en el fuego y muchas veces en el agua;+ 16 y lo traje a tus discípulos, pero ellos no pudieron curarlo”.+17 En respuesta, Jesús dijo: “Oh generación falta de fe y aviesa,+ ¿hasta cuándo tengo que continuar con ustedes? ¿Hasta cuándo tengo que soportarlos? Tráiganmelo acá”. 18 Entonces Jesús lo reprendió, y el demonio salió de él;+ y el muchacho quedó curado desde aquella hora.+19 Por consiguiente, los discípulos se acercaron privadamente a Jesús, y dijeron: “¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros?”.+ 20 Él les dijo: “Por su poca fe. Porque en verdad les digo: Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a esta montaña: ‘Transfiérete de aquí allá’, y se transferirá, y nada les será imposible”.+ 21* ——
22 Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre está destinado a ser traicionado en manos de los hombres,+ 23 y lo matarán, y al tercer día será levantado”.+ Por consiguiente, se contristaron en gran manera.+
24 Después que llegaron a Capernaum, se acercaron a Pedro los hombres que cobran [el impuesto de] los dos dracmas* y dijeron: “¿No paga el maestro de ustedes [el impuesto de] los dos dracmas?”.+ 25 Él dijo: “Sí”. Sin embargo, cuando entró en la casa, Jesús se le anticipó, diciendo: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?”. 26 Cuando él dijo: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Entonces, realmente, los hijos están libres de impuestos. 27 Pero para que no los hagamos tropezar,+ ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que suba y, al abrirle la boca, hallarás una moneda de estater.* Toma esa y dásela a ellos por mí y por ti”.+

San Mateo

Capítulo 17

Jesús se transfigura en el monte delante de Pedro, Santiago (Jacobo) y Juan — Sana a un lunático, habla de Su muerte cercana y paga impuestos de un modo milagroso.
Y después de seis días, Jesús tomó consigo a Pedro, y a Jacobo y a Juan, su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bueno es que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías.
Y mientras él aún hablaba, he aquí una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; a él oíd.
Y al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y temieron en gran manera.
Entonces Jesús, acercándose, los tocó y dijo: Levantaos y no temáis.
Y alzando ellos sus ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
Y cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
10 Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es menester que Elías venga primero?
11 Y respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas.
12 Mas os digo que Elías ya vino, y no le reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá a manos de ellos.
13 Los discípulos entonces entendieron que les había hablado de Juan el Bautista.
14 Y cuando ellos llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo:
15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y padece terriblemente; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas otras en el agua.
16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no lo han podido sanar.
17 Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
18 Y Jesús reprendió al demonio, y este salió del muchacho, y quedó sano desde aquella hora.
19 Entonces, los discípulos se acercaron a Jesús aparte y dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
20 Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
22 Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres,
23 y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.
24 Y cuando llegaron a Capernaúm, fueron a Pedro los que cobraban las dos dracmas y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?
25 Él dijo: Sí. Y entrando él en la casa, Jesús le habló antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos o de los extraños?
26 Pedro le dijo: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.
27 Mas para no ofenderlos, ve al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que salga, ábrele la boca y hallarás un estatero; tómalo y dáselo por mí y por ti.

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