martes, 31 de mayo de 2016

Asesinos en serie

Asesinos en serie de Alemania


Marianne Nōlle (nacida en 1938, en Colonia) fue una asesina en serie alemana, responsable de por lo menos 7 muertes (que fueron las únicas confirmadas).

Nōlle era una enfermera geriátrica en su natal Colonia, entre 1984 y 1992 mató a varios pacientes que estaban a su cargo, envenenándolos con Truxal (un medicamento psiquiátrico de uso restringido, empleado como antisicótico).
La policía cree que Marianne mató a 17 ancianos a su cuidado y lo intentó con por lo menos otros 18 más. Pero sólo se le pudieron comprobar 7 cargos de asesinato, por los que fue condenada a cadena perpetua en 1993. Ella jamás ha confesado su responsabilidad en los hechos.








Norbert Poehlke, llamado el Asesino del martillo (15 de septiembre de 1951 - 22 de octubre de 1985) fue un asesino en serie y policía alemán, que fue el protagonista de diferentes atracos y asesinatos.

Los crímenes

La primera prueba que tenemos de los asesinatos de Poehlke lo encontramos el 3 de mayo de 1984, cuando la policía halló en una zona de descanso de la autopista cercana a Marbach a Siegfried Pfitzer, de 47 años, muerto por un disparo en la cabeza. Su coche fue encontrado medio kilómetro más adelante de donde se había encontrado el cuerpo. Las fuerzas policiales relacionaron el vehículo al robo de un banco en Erbstetten ese mismo día. El asesino había utilizado un martillo para romper la ventana del conductor.
La siguiente víctima del asesino del martillo, la hallamos el 21 de diciembre, cuando Eugene Wethey de 37 años fue asesinado a causa de un disparo en un área de descanso cerca de Grossbottwar. Una semana después, el coche de Wethey fue utilizado para cometer un robo en un banco en Cleebronn por un hombre que llevaba un martillo en el momento del crimen.
EL 22 de julio de 1985, se encontraría un tercer caso muy parecido a los dos anteriores. Wilfried Scheider, de 26 años, fue asesinado en un párking de Beilstein-Schmidhausen. Fue disparado con una Walther P5, una pistola muy utilizada por el cuerpo de policía. Las fuerzas policiales no se sorprendieron cuando ese mismo día fue atracado un banco en Spiegelberg.

Siguiendo la pista

La pista que siguieron a Poehlke como principal sospechoso llegó casi por casualidad. El 29 de septiembre de 1985, mientras se realizaba una actuación rutinaria por un aviso por un posible artefacto explosivo en la estación de trenes de Ludwigsburg, el cuerpo anti-terrorista de la policía alemana encontró un uniforme de un agente en una de las consignas. El traje era del Inspector Jefe Norbert Poehlke, un veterano oficial con 14 años de servicio en Stuttgart. Cuando fue interrogado, Poehlke explicó que lo había dejado allí porque necesitaba cambiarse rápidamente para ir al funeral de un pariente. A pesar de que descubrieron la muerte de una de sus hijas por cáncer en 1984, la policía no fue capaz de hallar más muertes recientes de familiares de Poehlke. Además, el tratamiento de su hija dejó una deuda a Poelhke que ascendía al equivalente de 30.000 Euros. Las autoridades tuvieron ciertas motivos para vigilar de cerca de Poelhke: una deuda económica (que justificaría el robo a bancos), una actitud violenta impredecible explicada por sus compañeros y, para acabarlo de redondear, Poehlke pidió la baja por enfermedad el 14 de octubre de 1985.
Pero la investigación fue más allá. La policía pidió permiso para interrogar a Poehlke acerca de su paradero en el momento de los asesinatos y los robos. Al no obtener respuestas satisfactorias, las fuerzas de justicia obtuvieron una orden de registro para entrar en su casa. Allí encontraron a su mujer y a su hijo Adrian, muertos por heridas de bala.
Tres días después, el 23 de octubre Poehlke y su tercer hijo, Gabriel, fueron hallados muertos en un coche cerca de BrindisiItalia. Supuestamente, el agente de policía mató a su hijo antes de suicidarse. La pistola de Poehlke fue identificada como la causante de todos los asesinatos por lo que se dio por cerrado el caso.
Norbert Poehlke nació el 15 de Septiembre de 1951 en Stuttgart, Alemania. Fue un sargento policial encargado de una unidad de perros en Stuttgart-Mühlhausen a quien tocaron 30.000 marcos alemanes en la lotería, lo que representaba una buena suma a principios de los años ’80 del siglo XX.
Norbert Poehlke
Con este dinero, decidió empezar a construír una casa de campo para vivir con su familia. Sin embargo, se le fue de las manos el proyecto y acabó pasando de una simple casa rústica -para lo que le habría llegado el dinero- a un intento de mansión. Al haber resultado ganador de la lotería, en un principio los bancos no se opusieron a la concesión de créditos, aunque en menos de un año Norbert estaba totalmente endeudado. Entonces concibió un plan para poder pagar sus deudas, que no era otro que atracar pequeñas sucursales bancarias.
El día 3 de Mayo de 1984 acudió al aparcamiento de una estación depuradora de aguas. Allí encontró a un viajante de 47 años de edad llamado Siegfried Pfitzer, que se encontraba descansando tras un largo viaje en el aparcamiento. Norbert le disparó con su arma reglamentaria y se llevó el coche para ir a una sucursal del Volksbank de la localidad de Marbach. Al llegar al banco rompió la ventanilla de la caja con un martillo y exigió que le diesen dinero; se llevó casi 5.000 marcos. El hecho de haber roto la ventanilla con un martillo (y el hacerlo en las siguientes ocasiones) fue lo que sirvió para que la prensa lo apodase “el asesino del martillo”, aunque nunca lo empleó para agredir a nadie.
El 21 de Diciembre de ese mismo año asesinó de igual manera a un hombre británico que se encontraba de vacaciones, Eugene Wethey. Al igual que en el anterior caso, le disparó con su arma reglamentaria y se llevó su vehículo. Una semana más tarde atracó otra sucursal del Volksbank situada en Cleebronn, una pequeña localidad de poco más de 2.000 habitantes en Baden-Württemberg, al sur de Alemania. En esta ocasión su botín fue de 79.000 marcos.
Al notar las similitudes entre ambos casos, la policía alemana inició un dispositivo sin precedentes desde que acabó la II Guerra Mundial; más de 1.000 sospechosos fueron interrogados.
El 22 de Julio de 1985 asesinó al electricista Wilfried Schneider, un joven de 27 años, y se apoderó de su coche para atracar el Raiffeisenbank que había en la pequeña localidad de Spiegelberg. Sin embargo, la presencia policial en las cercanías lo obligó a huir.
Tras este último asesinato, la presión mediática sobre la policía comenzó a ser enorme, e incluso se empezó a hacer cábalas con que la posible identidad del autor podría ser la de un policía. Poco tiempo después fue detenido un oficial de policía de origen italiano, aunque finalmente fue puesto en libertad.
El 27 de Septiembre se produjo un nuevo atraco a un banco. En esta ocasión el atracador logró 11.000 marcos y huyó en el coche de un empleado del banco, aunque esta vez no se realizó ningún disparo. Las posteriores descripciones de los testigos arrojaron como resultado un retrato robot de gran similitud con Norbert. Los investigadores encargaron un estudio de balística, y compararon los resultados con el arma de Norbert en un momento en que no estaba de servicio. Los resultados no podían ser más claros: el arma empleada en los asesinatos era sin lugar a dudas la pistola de Norbert. También, en un golpe de suerte, la policía encontró el uniforme de Norbert en una taquilla de la estación de tren mientras comprobaban un aviso de bomba. Cuando fue interrogado sobre esto, Norbert dijo que tenía allí el uniforme porque había ido a un entierro de un familiar, por lo que se había cambiado antes de coger el tren y había dejado allí su uniforme para recogerlo a la vuelta. Como parecía una coartada sólida, lo dejaron ir. Sin embargo, cuando se les ocurrió comprobar la veracidad de estos hecho comprobaron que no había muerto ningún familiar del sargento desde hacía dos años, con lo que se enviaron dos patrullas a su casa a detenerle. Cuando llegaron allí, nadie abrió la puerta. Un juez autorizó la entrada en la casa, en donde se descubrió a la mujer de Norbert, Ingeborg, muerta en el salón con dos disparos en la cabeza y a su hijo Adrian en una habitación muerto por disparos también.
En 23 de Octubre de 1985 Norbert Poehlke fue encontrado muerto en su coche en las cercanías de la localidad de Canno Torre, cercana a la localidad italiana de Brindisi. Con él estaba su otro hijo, Gabriel. Primero había disparado a su hijo y luego se había suicidado con la misma pistola.





Volker Eckert: (1 de julio de 1959 - 2 de julio de 2007) Fue un asesino en serie alemán que confesó el asesinato de 6 mujeres, 5 de ellas prostitutas, aunque se lo imputa por 19 muertes desde 1974 hasta el 2006. Eckert, de 48 años de edad, era un camionero y estuvo acusado de asesinar mujeres en sus recorridos por Europa, en países tales como FranciaEspaña y su propio país, Alemania.
Eckert confesó haber estrangulado a 3 prostitutas en España y a dos en Francia, además de asesinar a una compañera de clase enAlemania, en 1974, cuando él tenía 15 años de edad y su compañera 14.
En 1988, Volker Eckert fue condenado a 12 años de prisión por violaciones, malos tratos y varios intentos de asesinato, pero en 1994 ya se encontraba en libertad.
Eckert fue arrestado en su casa de ColoniaAlemania, el 17 de noviembre de 2006 en donde se encontró mechones de pelo y pedazos de ropa de las mujeres a las cuales asesinó; además en la cabina de su camión, guardaba fotos de las mujeres, amordazadas, violadas y asesinadas, para deleite propio.
Luego de ser arrestado, confesó: "Estoy tan desquiciado que me siento aliviado por el arresto"
El 2 de julio de 2007 fue encontrado muerto en su celda, un día después de cumplir 48 años.

El camionero Volker Eckert acababa de descargar más de 20 toneladas de plástico granulado en la factoría Neoplástica España, en Sant Feliu de Buixalleu (Girona). Tardó 120 minutos en vaciar la carga en el silo. Pero no dio muestras de impaciencia ni nerviosismo, pese a que en la cabina de su camión ocultaba el cadáver de la prostituta búlgara Miglena Petrova Rahim, de 20 años, a la que había estrangulado horas antes. Después, condujo su vehículo Volvo hasta el campo de fútbol del cercano municipio de Hostalric. Aparcó y aguardó durante horas, sin prisas, a que cayera la noche. Amparado por la oscuridad, arrojó el cuerpo a la tierra y lo arrastró a un punto más alejado. Al arrancar para emprender su regreso a Alemania, la cámara de seguridad de una empresa de logística grabó al vehículo... Y eso fue su perdición: esas imágenes fueron la pista que llevarían hasta él y que la semana pasada pondrían fin a su carrera criminal. Él ha reconocido cinco asesinatos en los últimos años. Pero la policía cree que ha cometido muchos más.
Una cámara de seguridad de una empresa grabó al camión cuando su chófer tiró su último cadáver
La policía sospecha que el psicópata ha cometido más crímenes en Francia y otros países europeos
El criminal ocultaba fotos de sus víctimas muertas y cabellos en un cajón de la cabina de su vehículo
"Al fin me habéis detenido. Yo no podía parar de hacer esto. Sólo así, matando a las mujeres, disfruto del sexo. Sé que eso está mal, que así no podía seguir, y por eso tenía pensado entregarme dentro de un año". Eso es lo que Volker Eckert, de 47 años, soltero, nacido en Oeslnizt (antigua República Democrática Alemana) les confió a los policías alemanes que el pasado día 17 le colocaron los grilletes en Wesseling (cerca de la ciudad germana de Colonia).
La captura de este frío psicópata, propiciada por las investigaciones de los Mossos d'Esquadra de Girona, pone fin a las andanzas criminales de un estrangulador que ha confesado ya cinco homicidios (tres en Girona) y dos en Francia en los últimos siete años. No obstante, en la cabina de su camión guardaba "varias fotos" de otras mujeres muertas, aún no identificadas, y la policía cree que hace casi 20 años estuvo preso en la antigua RDA por dar muerte a una compañera de trabajo. Los investigadores sospechan que Ecker ha matado a mujeres en otros países europeos. ¿A cuántas? "Imposible saberlo por ahora. Habrá que reconstruir sus viajes durante los últimos años", responde Jordi Bascompte, inspector de los Mossos d'Esquadra en Girona.
Los Mossos d'Esquadra iniciaron sus pesquisas a partir del estudio de las imágenes del camión captadas por la cámara de seguridad de la empresa emplazada junto al lugar donde fue hallado el cuerpo sin vida de Milegna. Y... ¡bingo! Descubrieron así que el vehículo llevaba el emblema de la empresa Me-Tra. Fue una pista clave: al preguntar en la empresa quién conducía el camión ese día, consiguieron poner nombre -Volker Eckert- al sospechoso del asesinato de la meretriz búlgara.
Miglena Petrova Rahim, nacida en Dobrich (Bulgaria) el 25 de mayo de 1986 es la última de las víctimas del estrangulador. La joven fue contratada por éste el 2 de noviembre pasado cuando se prostituía en el arcén de una carretera en Sant Julià de Ramis (Girona). Antes había intentado conseguir los servicios de la búlgara Vicki y de otras prostitutas, pero ellas se habían negado porque el camionero les exigía que se dejasen maniatar. Miglena aceptó la condición, sin saber que eso le iba a costar la vida.
Miglena, que convivía en España con su compatriota Severin Erol Rahim, de 25 años, fue hallada muerta el pasado día. En su cuello tenía marcas de haber sido estrangulada con un cordel y el asesino, además, le había cortado mechones de cabello.
La joven búlgara residía últimamente en el hostal Europa, al lado de la comisaría de Policía Local de Figueres. Pero durante los cuatro meses anteriores lo hizo en el hostal Xavi, de Vilajuiga. Gaspar Casadevall, su propietario, recuerda que la chica salía todos los días en un taxi y que durante largas horas esperaba a sus clientes al borde de la carretera. "Nunca dio aquí ningún problema. Era una muchacha muy maja, a la que le gustaban la ropa de marca y los perfumes", explica Casadevall. Una joven empleada del establecimiento añade: "Miglena siempre estaba contenta. Veía normal su trabajo y nunca dijo que alguien la obligase a hacerlo. Su marido, Severin, la trataba bien y ella decía que estaba contenta de que él pudiera vivir bien gracias a ella".
La búlgara se veía obligada a salir de España cada tres meses, ya que carecía de permiso de residencia. Una vez comentó en el hostal Xavi que tenía un amigo policía que le estaba ayudando a tramitar sus papeles de extranjería. ¿Sería ese amigo el inspector Fermín M., del Cuerpo Nacional de Policía en La Jonquera, que en octubre pasado fue detenido acusado de extorsionar a prostitutas? Ella nunca reveló quién era ese amigo, pero lo cierto es que prestó declaración en relación con ese caso, según han confirmado fuentes policiales.
Miglena era una más de las cientos de jóvenes de Europa del Este que pululan en las carreteras de Cataluña. Sentadas en sillas de cámping, suelen aguardar insinuantes y provocativas en los arcenes y se prostituyen en el bosque más próximo a cambio de 30 ó 40 euros por servicio. Sus mejores clientes son camioneros, obreros de polígonos industriales y franceses que cruzan la cercana frontera en busca de sexo fácil y barato.
Cuando Eckert fue arrestado en Alemania, la policía halló una foto de Miglena, desnuda y estrangulada, en un cajoncito situado junto al parabrisas del camión, encima del asiento del conductor. Allí escondía sus tesoros fetichistas: la foto de otra chica desconocida hallada muerta el 1 de marzo de 2005 en Sant Sadurní d'Osormort (Girona), "varias imágenes de otras víctimas" de las que los Mossos d'Esquadra no saben nada, así como mechones de pelo, trozos de cuerda...
Entre el lote de fotos sí estaba la de esa mujer sin nombre cuyos servicios contrató a finales de febrero de 2005 cerca de Figueras. Su cuerpo exánime fue hallado por otro camionero. Pese a los meses transcurridos, la policía catalana todavía no ha podido saber de quién se trata, aunque cree que es una prostituta de origen extranjero.
Eckert, sin embargo, no conservaba la foto de Isabel Beatriz Díaz Muñoz, una prostituta española hallada muerta, en avanzado estado de putrefacción, el 9 de octubre de 2001 en Masanet de la Selva (Girona). No guardaba su imagen, pero el estrangulador tiene perfectamente grabado en su memoria que contrató a esta muchacha en agosto de 2001 y que, tras mantener relaciones sexuales, se había deshecho de su cadáver.
Isabel Beatriz vivía entonces en una pensión, pero su adolescencia la pasó en la barriada obrera de Germans Sabat, a unos tres kilómetros de la catedral de Girona, cuyos vecinos la recuerdan como una joven problemática. Su madre, que regentaba un bar con su marido, Coralio, se trasladó después del fallecimiento de su hija a Gor (Granada) donde reside con su segundo marido, Francisco.
El camionero dejó su rastro de muerte no sólo en España, sino también en Francia: en 1999 mató cerca de Burdeos a una prostituta; y en octubre pasado hizo lo mismo con la polaca Agnieszka Bos, de 28 años, que ejercía la prostitución en las carreteras próximas a Laon. La policía temió desde el primer momento que Agnieszka hubiera sido víctima de un cliente masoquista. Ahora se ha visto que la sospecha era fundada.
Todo apunta a que las inclinaciones homicidas del camionero Eckert vienen de muchos años atrás. Ya en 1990 mató a una compañera en Oeslnitz (antigua Alemania Oriental) y cumplió por ello pena de prisión. Al unificarse las dos Alemanias, los archivos penales de la extinta RDA no fueron incorporados a los de la República Federal de Alemania y eso hace que, a día de hoy, Ecker figure en las bases de datos de la policía germana como un hombre limpio y sin ningún tipo de antecedentes delictivos. Cuando los Mossos d'Esquadra informaron de sus pesquisas sobre el asesinato de Miglena a Lucas Oswaldo Giserman Liponetsky, juez de instrucción de Santa Coloma de Farners, éste cursó una orden internacional de detención y autorizó a dos policías autonómicos catalanes a que se desplazaran a Alemania. El camionero Eckert fue arrestado el pasado día 17 en la sede de la empresa Schmidt en Wesseling, a unos 500 kilómetros de su domicilio de Hot. Su detención dejó estupefactos a los policías alemanes de Renania y a los mossos d'esquadra, al descubrir que el chófer es un asesino en serie que ha ido sembrando la muerte durante sus viajes por media Europa.
La cabina blanca de su camión, decorada sólo con un escudo y una bufanda del equipo de fútbol Bayern Múnich, era una caja de sorpresas. Allí ocultaba fotos de sus víctimas -los investigadores no han querido informar de cuántas- y bolsitas de plástico con mechones de cabello.
La semana pasada, el chófer Eckert -camisa azul, pantalones tejanos y una parkaverde- asistió impertérrito al registro de la cabina. Ese habitáculo era su verdadero hogar: allí tenía su litera para dormir y hacer sexo, su infiernillo para cocinar... y las fotos de sus víctimas. En el reverso de estas imágenes, tomadas con una cámara Polaroid, solía escribir comentarios soeces y ofensivos a modo de ficha sobre cada una de ellas.
El asesino ha declarado que sólo conseguía obtener placer sexual al ver el rostro de las mujeres en el momento en que las estrangulaba. "Estamos delante de una persona enferma, que tiene un grave problema, y ésa era su manera de excitarse sexualmente", comenta el inspector Bascompte.

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