domingo, 24 de diciembre de 2017

SANTOS POR MESES Y DÍAS

SANTOS DEL DÍA 15 DE ENERO

San Mauro, abad de Glanfevil, llamado después San Mauro del Loira o de Anjou.
Fue discípulo de San Benito y enviado a Francia, según la tradición en el año 543 para fundar monasterios. Gobernó muchos años el convento fundado por él y en 582 se retiró a la clausura de una soledad donde murió dos años después el 15 de enero en que se celebra su fiesta.
Ha dado su nombre a una congregación famosa por el gran número de sabios que produjo.








Elogio: En Glanfeuil, junto al río Loire, en el territorio de Anjou, de la Galia, san Mauro, abad.
Patronazgos: Patrono de cargadores, sastres, zapateros, carboneros y caldereros, protector contra la ronquera, secreción nasal, dolor de cabeza, gota, reumatismo y parálisis.
Hasta la edición anterior del Martirologio Romano se conmemoraba en esta fecha a san Mauro de Subiaco, el discípulo de san Benito que quedó a la vez como superior en Subiaco cuando el santo fundador se retiró a Monte Casino. Un documento posterior y fantasioso, escrito por el abad Odón de Glanfeuil, afirmaba que este san Mauro de Subiaco se había trasladado a Francia, y gracias a la liberalidad del rey Teodoberto, fundado la gran abadía de Glanfeuil -más tarde llamada Saint-Maur-sur-Loire-, a la que gobernó hasta los setenta años.
Tal abad Mauro de Glanfeuil existió, pero no tiene relación con san Mauro de Subiaco; posiblemente el abad Odón de Glanfeuil, que escribía con el seudónimo de Fausto, quería a través de esta confusión entre el desconocido Mauro de Glanfeuil y el afamado Mauro de Subiaco prestigiar su claustro. El Martirologio Romano actual conserva la memoria de san Mauro de Subiaco junto con la de san Plácido, el otro joven discípulo de san Benito, y reserva la fecha de hoy para este abad de Glanfeuil, del que carecemos de más datos ciertos que su existencia y su época aproximada.



Nació en Roma de una familia ilustre el año 511. Se educa desde su adolescencia bajo la dirección de S. Benito, llegando a ingresar en su orden donde llega a ser Abad y fundador de muchos monasterios en Francia. 

Taumaturgo por el episodio del estanque con el niño Plácido, la curación de los menesterosos y sus relaciones con el conde Gaidulfo, enemigo funesto de los monjes franceses. Su gran espíritu de penitencia le impulsa a retirarse a bien morir. Entrega su alma a Dios el 15 de enero del 583. 

Al no constar el tiempo en que llegaron sus reliquias a Extremadura, sólo se puede afirmar ser muy antigua su veneración. El Sínodo diocesano de 1501 se expresa en estos términos: "Y así mismo, mandamos que en el lugar de Almendral se denuncie por fiesta de guardar el día de santo Mauro, por cuanto allí está el cuerpo". El Arcipreste de Santa Justa en Toledo, Julián Pérez llega a firmar que en 1130 ya se celebraba su memoria en Almendral según costumbres de muchos años antes, que en opinión de Solano de Figueroa sería a final de la monarquía goda, opinión no compartida hoy. 

Cuando él es visitador general del Obispado en 1658 indaga sobre el asunto y recoge la tradición de que los benedictinos fueron sus portadores, aunque no hay papeles de bulas pontificias que lo acrediten debido a la desaparición de documentos por un incendio. 

Fueron trasladadas dichas reliquias a la Catedral por el Obispo benedictino de Badajoz D. Fray José de la Zerda el 1643, continuando parte en Almendral, como lo fuera en Fosano, Montecasino y Marsella. La guerra con Portugal, que comenzó el 1640, obligó a dicho traslado por los motivos de seguridad. El 8 de Abril de 1668 ordena al cabildo entregar el cuerpo de San Mauro a la villa de Almendral. La entrega la hacen el 29 del mismo mes, los capitulares Juan Rebolero y Pedro Lepe. Quedó una reliquia en la Seo de la catedral, encargándosele a Solano de Figueroa la depositara en el relicario. 

La Iglesia y obispado de Badajoz celebraba el 15 de Enero al Santo Abad.





Fue madre de José y Benjamín.
Jacob encontró a su prima Raquel junto a un pozo en la tierra de Harán y, enamorado de la joven, accedió a servir a Labán siete años por ella.
Jacob fue engañado por Labán. Éste le entregó primero a su hija mayor Lea. Para casarse también con Raquel pocos días después, Jacob tuvo que prometer otros siete años de servicio (Gn 29.1–30).
Por muchos años Raquel fue estéril, mientras que su hermana, Lea, tuvo cuatro hijos.
Afligida por esto, Raquel entregó su sierva Bilha a Jacob para que los hijos de esta fueran contados como descendencia suya.
Más tarde Dios se acordó de Raquel y ella dio a luz a José (Gn 29.31–30.24). Cuando Jacob decidió volver a Canaán, tanto Raquel como Lea lo apoyaron.
Sin embargo, Raquel provocó la ira de su padre al hurtar los ídolos de este (Terafín).
Labán salió a perseguir a Jacob, pero, cuando lo alcanzó, Raquel usó una estratagema para esconder los ídolos y así se escapó del anatema que Jacob mismo había pronunciado sobre aquel en cuyo poder fuesen hallados (Gn 31).
Al llegar a Bet-el, en la tierra prometida, Jacob extirpó de su familia el paganismo (Gn 35.2–4).
Por ser la favorita de Jacob, Raquel fue especialmente protegida cuando el grupo se enfrentó a Esaú (Gn 33.1, 2).
Al nacer su segundo hijo, Benjamín, Raquel murió y fue sepultada entre Bet-el y Efrata, lugar identificado en Gn 33.19 y 48.7 como Belén.
Desde el siglo IV d.C. existe un monumento sobre la supuesta tumba de Raquel en el camino de Belén a Jerusalén.
Como madre de la tribu de Benjamín y abuela de las medias tribus de Efraín y Manasés, Raquel fue una de las que «edificaron la casa de Israel» (Rt 4.11).
Mateo (2.17, 18) afirma que la matanza de los inocentes perpretada por Herodes fue el cumplimiento de la profecía de Jeremías 31.15 acerca del «lloro» de Raquel por sus hijos perecidos.



Raquel (רחל, «oveja» en hebreo) fue la segunda esposa de su primo Jacob. Además fue la madre del patriarca José y de Benjamín. La hija menor de Labán, hermana pequeña de Lea, que también fue esposa de Jacob, aparece mencionada por primera vez en el Génesis de la Biblia hebrea.

Historia[editar]

Jacob se la encontró en un pozo y quiso casarse con ella. El padre de ésta, su tío Labán, le dijo a su sobrino que dejaría que su hija pequeña se casara con él a cambio de siete años de servicio como pastorJacobaceptó y, según su primo Rashí y ella sospecharon, previo a la boda, Labán le engañaría para que se casara con Lea, la hermana mayor de Raquel y, por tanto, prima mayor del novio. Por ello, Raquel y Jacobidearon una serie de señas con las que la novia velada se identificaría ante el novio. Todo cambió cuando Raquel, viendo que su hermana sería deshonrada en público, le contó a ésta las señas acordadas con Jacob.
Cuando éste descubrió el engaño con la luz del día, el matrimonio ya había sido consumado y Jacob aceptó el engaño de su tío, ofreciéndose a trabajar siete años más para conseguir casarse con Raquel (Génesis 29). Así pues, durante los finalmente 14 años que Jacob trabajó para su tío, se dice que éste envió a las dos sirvientas Bilha y Zilpa (algunos apuntan a que realmente eran las hijas pequeñas de Labán), a las que finalmente también desposó Jacob.
Cuando se presenta a Raquel en el texto (Gén. 29, 17) se la describe cariñosamente como «de formas agraciadas y de hermosa apariencia» (hebreo: וְרָחֵל הָֽיְתָה יְפַת־תֹּאַר וִיפַת מַרְאֶה).
Mientras su hermana engendró rápidamente a 4 hijos, Raquel no pudo concebir durante muchos años. Entonces, siendo costumbre, ofreció a su marido su sirvienta Bilha, de la que nacieron dos hijos. Después de dos niños más, y una niña, que Lea le dio a Jacob, Raquel tuvo a sus dos hijos, y durante el parto del último murió.
Fue enterrada por Jacob en el camino a Efrata, a las afueras de Belén. Actualmente, la tumba de Raquel es visitada por decenas de miles de turistas anualmente.
En Jeremías 31,15 el profeta habla de «Raquel que llora a sus hijos». Esto se interpreta en el judaísmo como un llanto de Raquel por un fin para los sufrimientos de sus descendientes y los exilios que siguieron a la destrucción del primer Templo de la antigua Jerusalén. Según el Midrash, Raquel habló ante Dios: «Traje a mi rival (Lea) a mi casa, ¿no puedes Tú perdonar a Tus hijos, que trajeron un simple ídolo de madera y piedra a Tu casa (el Templo de Jerusalén)?» Dios aceptó su súplica y prometió que, finalmente, el exilio terminaría y los judíos regresarían a su tierra.

Raquel fue una mujer que se destacó por su maternidad. Fue una madre que abrazó pacientemente el sufrimiento con un gran amor que la sostuvo para enfrentar el dolor hasta el último suspiro de su vida. La figura de esta santa como defensora de la vida, es un apoyo para las mujeres que son madres y experimentan situaciones difíciles o de gran sufrimiento como por ejemplo las dificultades para poder quedar embarazada, las tribulaciones del parto e incluso, para aquellas que sufrieron la pérdida de sus hijos por medio de la violencia como el aborto.
Paciente en el amor
Raquel amó mucho a su esposo Jacob, así como él lo hizo también desde el primer momento que la vio y durante toda su vida, siendo la más amada de todas las mujeres que conoció. El relato bíblico cuenta que ella estaba cuidando las ovejas, cuando se encontró con él por primera vez junto a un pozo de agua. A penas la vio, corrió la piedra que tapaba la boca del pozo para que las ovejas puedan beber agua y así, luego de ayudarla, la besó y lloró de emoción (Gn 29, 9-11).
Los matrimonios en esa época no eran libres como lo son actualmente, ya que éstos se arreglaban sin tener en cuenta la decisión de los novios. Pero ese no fue el caso de Raquel y Jacob que se casaron verdaderamente por amor pasando por una prueba que ambos demostraron vivir con gran virtud.
Raquel y su hermana mayor Lía eran hijas de Labán. Cuando Jacob le expresó a éste su deseo de esposar a Raquel, cedió ante su pedido a cambio de que trabaje para él por siete años. Así, una vez cumplido el plazo, podría casarse con Raquel. De esa manera, él decidió esperarla y trabajó duro por siete largos años para poder estar con ella.
Sin embargo, cuando fue el momento del casamiento, Labán engañó a Jacob haciendo pasar a Raquel por Lía. Se casó sin saberlo con la mujer equivocada y cuando descubrió la verdad, Labán se excusó diciendo que “no era costumbre en su tierra dar en matrimonio a la hija menor antes que a la mayor” y luego, queriendo sacar provecho de la situación debido a que Jacob era un excelente trabajador, le propuso entregarle a Raquel a cambio de otros siete años más de servicio, a lo que Jacob volvió acceder por amor a Raquel.
Pero Raquel no sólo experimentó el valor de la espera para unirse en matrimonio con Jacob, sino también para convertirse en madre.
Madre del corazón
A diferencia de su hermana, Raquel era estéril y eso le causaba profundo dolor, no sólo por no poder concebir sino porque su hermana sí tenía hijos con su esposo, lo cual la hacía cargar con una gran angustia. Entonces, decidió adoptar los niños que Jacob tendría con su criada llamada Balá. Estos fueron llamados Dan y Neftalí y ella los acogió como propios con gran alegría y gratitud.
Hoy sería imposible pensar en aceptar que uno de los cónyuges se una tan íntimamente a otra persona fuera de la relación esponsal, ya que como sabemos para que el matrimonio sea real tiene que estar presente la unidad entre un solo hombre y una sola mujer. Sin embargo, tenemos que tener presente que en esa época la mujer se encontraba en una cultura estrictamente machista y no era valorada como debía serlo.  De hecho, fue en los tiempos de Jesús que comenzó a quebrarse esa cultura de modo revolucionario, ya que fue El quien introdujo cambios significativos tratando a las mujeres con la misma dignidad que a los varones y comunicándoles el mismo mensaje de salvación.
Madre biológica
Por muchos años Raquel no pudo tener hijos, pero finalmente logró quedar embarazada dos veces. Su primer hijo fue José, el hijo más amado y predilecto de Jacob. Tanto así que, como relata la historia, sus hermanos mayores movidos por la envidia lo vendieron como esclavo a los egipcios, pero con el tiempo luego de mostrar su bondad y su don interpretando los sueños, José se convirtió en primer ministro y perdonó y ayudó a sus hermanos a pesar de haber sido traicionado. De manera similar a Jesús, tuvo la sabiduría para intrepretar la voluntad de Dios, fue traicionado y perdonó generosamente a sus ofensores.
Pero el segundo embarazo no fue fácil y Raquel dio a luz con gran valor luchando por la vida de su hijo y entregando la propia. Ella murió y Jacob eligió llamar a su pequeño con el nombre de Benjamín.
Madre espiritual
Raquel es considerada la “madre del pueblo de Israel”, la esposa amada de Jacob, cuyos hijos encabezaron las doce tribus de Israel. Como buena madre, Raquel llora por la muerte y cautiverio de sus hijos “los israelitas”, por lo que ella se ha convertido en símbolo del trauma e implacable dolor por la violencia y la muerte de los niños. De hecho, el evangelio de Mateo la menciona en la masacre de los niños inocentes en Belén cuando Herodes ordenó matarlos a todos mientras buscaba terminar con la vida de Jesús (Mt 2, 16-18).
Como sabemos, el momento del parto va acompañado de dolor y desemboca en la alegría del nacimiento y de la nueva vida. De la misma manera, el pueblo de Israel sufría por el dolor del exilio pero ese dolor desembocaría en la nueva vida del retorno a Jerusalén donde la alegría que seguirá, sería mucho más ruidosa que el dolor del exilio mismo.
Dios es fuente de vida y todo lo que El nos envía está destinado a acabar en una alegría sin límites, lo que nunca ocurre con el aborto. Por eso, teniendo en cuenta a Raquel, surgió en los Estados Unidos (y luego se expandió en diferentes países del mundo) el “Proyecto Raquel”; un proyecto que llevando su nombre, brinda atención pastoral dentro de la Iglesia a mujeres que han sufrido un aborto.
El texto bíblico que se recoge para fundamentarlo está en el libro de Jeremías, marcado por el llanto pero también por la consolación (Jer 31,15-22). Si Jeremías da esperanza al anunciar que Dios reunirá a sus hijos dispersos en Babilonia, el “Proyecto Raquel” centra la esperanza en la misericordia de Dios hacia las madres cuyos hijos no volverán nunca, ayudándolas a sanar psicológica, moral y espiritualmente del trauma del aborto.
¿Conoces alguna madre que ha sufrido un aborto? ¿Cómo puedes llevarle un poco del consuelo de Dios y hacerla sentir su amor? Recuerda que puedes averiguar por el “Proyecto Raquel” en tu ciudad o parroquia más cercana, ya que el mismo podrá ofrecer atención totalmente gratuita a todas las madres que hayan perdido a su bebé y necesiten ayuda.
Sea que seamos madres del corazón, biológicas o espirituales, al igual que Raquel, tengamos siempre como mujeres una postura a favor de la vida y un amor paciente para poder atravesar los momentos difíciles que la misma nos presenta.

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