ALEJANDRO MAGNO .-
Porque habiendo entendido después de haber pasado ya al Asia que Aristóteles había publicado en sus libros algunas de estas doctrinas, le escribió, hablándole con desenfado sobre la materia, una carta de que es copia la siguiente: "Alejandro a Aristóteles, felicidad. No has hecho bien en publicar las doctrinas acroamáticas: porque ¿en qué nos diferenciamos de los demás, si las ciencias en que nos has instruido han de ser comunes a todos?, pues yo más quiero sobresalir en los conocimientos útiles y honestos que en el poder. Dios te guarde". Aristóteles, para acallar esta noble ambición, se defendió acerca de estas doctrinas diciendo que no debía tenerlas por divulgadas, aunque las había publicado; pues en realidad su Tratado de metafísica no era útil para aprender e instruirse, habiéndolo escrito desde luego para servir como de índice o recuerdo a los ya adoctrinados.
Al principio admiraba a Aristóteles y le tenía, según decía él mismo, no menos amor que a su padre, pues si de uno había recibido el vivir, del otro el vivir bien; pero al cabo del tiempo se resfrió con él, no hasta el punto de ofenderle en nada, sino que al no tener ya sus obsequios el calor y viveza que antes, daba muestras de aquella indisposición. Sin embargo, el amor y deseo de la filosofía que aquél le infundió ya no se borró nunca de su alma, como lo atestiguan el honor que dispensó a Anaxarco, los cincuenta talentos enviados a Jenócrates y el amparo que en él hallaron Dandamis y Calano.
LA PRIMERA "CIUDAD DE ALEJANDRO".QUERONEA
Hacía Filipo la guerra a los bizantinos cuando Alejandro no tenía más que diez y seis años; y habiendo quedado en Macedonia con el gobierno y con el sello de él, domó a los medos que se habían rebelado, tomóles la capital, de la que arrojó a los bárbaros, y repoblándola con gente de diferentes países, le dio el nombre de Alejandrópolis.
En Queronea concurrió a la batalla dada contra los griegos, y se dice haber sido el primero que acometió a la Cohorte Sagrada de los tebanos; y todavía en nuestro tiempo se muestra a orillas del Cefiso una encina antigua llamada de Alejandro, junto a la que tuvo su tienda; y allí cerca está el cementerio de los macedonios.
BODA DE FILIPO Y CLEOPATRA-EURÍDICE
Filipo, con estos hechos, amaba extraordinariamente al hijo, tanto que se alegraba de que los macedonios llamaran rey a Alejandro y general a Filipo; pero las inquietudes que sobrevinieron en la casa con motivo de los amores y los matrimonios de éste, haciendo en cierta manera que enfermara el reino a la par de la unión conyugal, produjeron muchas quejas y grandes desavenencias, las que hacía mayores el mal genio de Olimpia, mujer suspicaz y colérica que procuraba acalorar a Alejandro.
Hízolas subir de punto Atalo en las bodas de Cleopatra, doncella con quien se casó Filipo, enamorado de ella fuera de su edad.
INCIDENTES FILIPO-ALEJANDRO, ALEJANDRO BASTARDO EN MACEDONIA
Era tío de ésta Atalo y, embriagado, en medio de los brindis exhortaba a los macedonios a que pidieran a los dioses les concedieran de Filipo y Cleopatra un sucesor legítimo del reino.
Irritado con esto Alejandro: "¿Pues qué —le dijo—, mala cabeza, te parece que yo soy bastardo?", y le tiró con la taza.
Levantóse Filipo contra él desenvainando la espada, pero por fortuna de ambos con la cólera y el vino se le fue el pie y cayó; y entonces Alejandro exclamó con insulto: "¡Éste es, macedonios, el hombre que se preparaba para pasar de la Europa al Asia, y pasando ahora de un escaño a otro ha venido al suelo!".
EXILIO DE OLIMPIA EN ÉPIRO Y ALEJANDRO EN ILIRIA
De resultas de esta indecente reyerta, tomando consigo a Olimpia y estableciéndola en el Épiro, él se fue a habitar en el Ilirio.
En esto, Demarato de Corinto, que era huésped de la casa y hombre franco, pasó a ver a Filipo; y como después de los abrazos y primeros obsequios le preguntase éste cómo en punto a concordia se hallaban los griegos unos con otros: "!Pues es cierto —le contestó—que te está a ti bien, oh Filipo, el mostrar ese cuidado por Grecia, cuando has llenado tu propia casa de turbación y de males!".
Vuelto en sí Filipo con esta advertencia, envió a llamar a Alejandro, y consiguió atraerle por medio de las persuasiones de Demarato.
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