lunes, 26 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del 14 de marzo

14 de Marzo
 Santa MatildeReina
Santa MatildeMatilde significa: "valiente en la batalla"
Era descendiente del famoso guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue educada por las monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una fortísima inclinación hacia la caridad para con los pobres.
Muy jóven se casó con Enrique, duque de Sajonia (Alemania). Su matrimonio fue excepcionalmente feliz. Sus hijos fueron: Otón primero, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; San Bruno, Arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa de un gobernante; y Eduvigis, madre del famoso rey francés, Hugo Capeto.
Su esposo Enrique obtuvo resonantes triunfos en la lucha por defender su patria, Alemania, de las invasiones de feroces extranjeros. Y él atribuía gran parte de sus victorias a las oraciones de su santa esposa Matilde.
Enrique fue nombrado rey, y Matilde al convertirse en reina no dejó sus modos humildes y piadosos de vivir. En el palacio real más parecía una buena mamá que una reina, y en su piedad se asemejaba más a una religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno de los que acudían a ella en busca de ayuda se iba sin ser atendido.
Era extraordinariamente generosa en repartir limosnas a los pobres. Su esposo casi nunca le pedía cuentas de los gastos que ella hacía, porque estaba convencido de que todo lo repartía a los más necesitados. Tampoco se disgustaba por las frecuentes prácticas de piedad a que ella se dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que estaba convencido de que Dios estaba contento de su santo comportamiento.
Después de 23 años de matrimonio quedó viuda, al morir su esposo Enrique. Cuando supo la noticia de que él había muerto repentinamente de un derrame cerebral, ella estaba en el templo orando. Inmediatamente se arrodilló ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su inmensa pena y mandó llamar a un sacerdote para que celebrara una misa por el descanso eterno del difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las dejó como un obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no volver a emplear joyas nunca más.
Su hijo Otón primero fue elegido emperador, pero el otro hermano Enrique, deseaba también ser jefe y se declaró en revolución. Otón creyó que Matilde estaba de parte de Enrique y la expulsó del palacio. Ella se fue a un convento a orar para que sus dos hijos hicieran las paces. Y lo consiguió. Enrique fue nombrado Duque de Baviera y firmó la paz con Otón. Pero entonces a los dos se les ocurrió que todo ese dinero que Matilde afirmaba que había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y la sometieron a pesquisas humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero. Ella decía con humor: "Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se unieron".
Y sucedió que a Enrique y a Otón empezó a irles muy mal y comenzaron a sucederles cosas muy desagradables. Entonces se dieron cuenta de que su gran error había sido tratar tan mal a su santa madre. Y fueron y le pidieron humildemente perdón y la llevaron otra vez a palacio y le concedieron amplia libertad para que siguiera repartiendo limosnas a cuantos le pidieran.
Ella los perdonó gustosamente. Y le avisó a Enrique que se preparara a bien morir porque le quedaba poco tiempo de vida. Y así le sucedió.
Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.
Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.
Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.

Matilde: reina santa y generosa: haz que todas las mujeres del mundo que tienen altos puestos o bienes de fortuna, sepan compartir sus bienes con los pobres con toda la generosidad posible, para que así se ganen los premios del cielo con sus limosnas en la tierra.











Santa Matilde, que era quince años mayor que Santa Gertrudis y cantaba como "un jilguero de Cristo", era también un alma mística. A los cincuenta años, se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmo al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor trocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se ha concedido su fiesta a muchos conventos de religiosas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

Santa MatildeReina, viuda +968.
14 Marzo
Matilde era descendiente del célebre Widukind, capitán de los sajones en su larga lucha contra Carlomagno, como hija de Dietrich, conde de Westfalia y de Reinhild, vástago de la real casa de Dinamarca. Cuando la niña nació en el año 895, fue confiada al cuidado de su abuela paterna, la abadesa del convento de Erfut. Allí, sin apartarse mucho de su hogar, Matilde se educó y creció hasta convertirse en una jovencita que sobrepasaba a sus compañeras en belleza, piedad y ciencia, según se dice. A su debido tiempo se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban "el cazador". El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una moderada, pero edificante influencia. Precisamente después del nacimiento de su primogénito, Otto, a los tres años de casados, Enrique sucedió a su padre en el ducado. Más o menos a principios del año 919, el rey Conrado murió sin dejar descendencia y el duque fue elevado al trono de Alemania. No cabe duda de que su experiencia de soldado valiente y hábil le resultó muy útil, puesto que su vida fue una lucha constante en la que triunfó muchas veces de manera notable. 
El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo. 
Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos. 
Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma. 
Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera. 
En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina.  
Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde.

La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.













Se celebra la festividad de San Alejandro de Pidna Mártir (siglo IV) el día 14 de Marzo. Murió en 390. Pidna, Macedonia.
En Pidna, en Macedonia, san Alejandro, mártir (c. 390).




El beato Agno nació en Gallur, provincia de Zaragoza en 1190 y falleció en Zaragoza, en 1260.
El nombre real de este beato era Lope Fernando de Ayn. El sobrenombre le fue impuesto por el papa Inocencio VI en distinción a su bondad.
Fue canónigo y superior de el Pilar de Zaragoza, y el primer aragonés que ingreso en la Orden de San Francisco.
Comisionado en Roma, se hizo admirar por su predicación, por lo cual fue nombrado obispo de Marruecos y legado apostólico en esta parte de África. En Marruecos estableció la sede episcopal y fue admirado por el mismo soberano musulmán por su generosidad y desinterés.En 1255 fue comisionado como legado pontificio por el papa Alejandro IV para delimitar el obispado de Cartagena y de otras dos sedes peninsulares, cuyas tierras habían sido arrebatadas a los musulmanes.
Volvió a Roma con el fin de obtener ayudar para su labor misionera y obtuvo permiso para peregrinar a Tierra Santa. Al volver de allí, en 1255, Alejandro IV le encargó, en calidad de legado, delimitar los límites de la diócesis de Cartagena y de otros dos nuevos obispados, creados en tierras conquistadas a los musulmanes. Hacia el final de su vida volvió a Zaragoza, al convento de los frailes menores.
Murió en 1260, siendo enterrado en el mismo convento. En 1286, cuando los franciscanos se trasladaron de convento, exhumaron el cuerpo y lo llevaron al nuevo, enterrándolo en la iglesia, al lado del Evangelio situado en el altar mayor. El convento y los restos desaparecieron en 1809, destruidos por el ejército francés.
Se conservan algunas cartas sobre el apostolado en África y algunos sermones, en español, latín y árabe.

Santos por meses y días

santos del 13 de marzo

San Ansovino (f. 13 de marzo de 840) fue obispo de Camerino. Es considerado santo por la iglesia católica.

Biografía[editar]

De origen lombardo, Ansovino nació en Camerino1​ y fue educado en la escuela de la catedral de Pavia. Fue eremita en Castel Raimondo cerca de Torcello.
Antes de ser elegido obispo de Camerino, sirvió para el canciller de Luis II el Joven. Ansovino rechazó aceptar su cargo hasta que el monarca aceptó que estuviera exento de la posibilidad de reclutar para el ejército imperial. Durante este tiempo, los obispos tenían la obligación de reclutar hombres para el ejército.
Fue consagrado en Roma por el papa León IV, y volvió a la capital por el Concilio de Roma representando al papa Nicolás I en 861, donde se acordó el Ansuinus Camerinensis. Sus episcopado estuvo caracterizado por su generosidad hacia los pobres y su pacificación de la ciudad.

Veneración[editar]

La catedral en Camerino incluye un arco de mármol medieval de Sant'Ansovino. Un monumental sarcófago se levantó hacia el 1390 conteniendo sus reliquias. Su festividad se celebra el 13 de marzo y también se celebraba un festival donde se reunían los nobles de toda la región. La iglesia de Santi Venanzio e Ansovino en Roma está dedicada a su nombre. Además hay diferentes iglesias rurales con su nombre en AvacelliCasenoveBevagna y Monsammartino.

Ansovino de Camerino, Santo
Ansovino de Camerino, Santo
Obispo, 13 de marzo


Por: Albam Butler | Fuente: La Vida de los Santos 



Obispo

Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno (Italia), san Ansovino, obispo. ( 868)
Tan pronto como Ansovino, natural de Camerino, en Umbría, recibió la ordenación sacerdotal, se retiró a un lugar solitario de Castel Raimondo, cerca de Torcello, donde no tardó en adquirir renombre por su santidad y los milagros que obraba. A raíz de su fama, el emperador Luis el Piadoso escogió al padre Ansovino como su confesor y luego, promovió su nombramiento para ocupar la sede episcopal de Camerino. El sacerdote se rehusaba a aceptar la dignidad y, cuando al fin consintió, puso la condición de que no había de suministrar soldados para el ejército imperial (un servicio obligatorio para el obispo en los estados feudales), por considerar que ese suministro era inadecuado y contrario a las leyes de la Iglesia. 

Desde que asumió el cargo, Ansovino demostró ser un pastor sabio y prudente. Su extraordinaria liberalidad para socorrer a los pobres le procuró el amor de todos y, su fama de obrar curaciones y otros milagros, le valió la veneración general. 

Se hallaba en Roma cuando le atacó una fiebre que, desde un principio, él mismo calificó de fatal. Al sentirse enfermo, insistió en volver a su sede para morir con sus fieles. A caballo viajó hasta Camerino y aún pudo impartir su postrera bendición y recibir el viático, antes de expirar serenamente.









Ramiro de León (muerto en León, 13 de marzo de 5541​) fue un monje benedictino, prior del monasterio de San Clodio de León. Junto con doce compañeros fue asesinado durante una invasión de suevos arrianos, dirigidos por Reciano, cuando atacaron el monasterio, en las cercanías de León. El día antes, habían asesinado el abad Vicente; mientras que algunos monjes huyeron a otros lugares,2​ Ramiro y los doce compañeros se quedaron en el monasterio, dispuestos a dar su vida como testimonio de su fe.
Sus cuerpos fueron enterrados en el monasterio, pero con el tiempo se perdieron, a excepción de los de Vicente y Ramiro. En 1596 el de Ramiro fue trasladado en una arqueta de plata, obra del joyero Fernando de Argüello (1604), y que hoy en día está en la iglesia de San Marcelo.





Beato Agnelo de Pisa, religioso presbítero
fecha: 13 de marzo
n.: c. 1194 - †: c. 1236 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Angelo
canonización: Conf. Culto: León XIII 4 sep 1892
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Oxford, en Inglaterra, beato Agnelo de Pisa, presbítero, que enviado por san Francisco a Francia y después a Inglaterra, estableció allí la Orden de los Hermanos Menores y promovió las ciencias sagradas.
El fundador de la provincia inglesa franciscana, el beato Agnello, fue admitido en la orden por el mismo san Francisco en ocasión de su estancia en Pisa. Fue enviado al convento de frailes en París, del cual llegó a ser el guardián y, en 1224, san Francisco lo escogió para fundar una provincia en Inglaterra, aunque por entonces sólo era diácono. De los ocho hermanos seleccionados para acompañarlo, tres eran ingleses, pero sólo uno, Ricardo de Ingworth, había recibido las órdenes sacerdotales. Fieles a los preceptos de san Francisco, no tenían dinero y los monjes de Fécamp pagaron los pasajes a los nueve hermanos hasta Dover. Se detuvieron en Canterbury, desde donde Ricardo de Ingworth, Ricardo de Devon y dos de los italianos prosiguieron hasta Londres para ver en dónde podían establecerse. Los restantes se hospedaron en la Casa de los Sacerdotes Pobres, durmiendo en un edificio que se utilizaba como escuela durante el día. Mientras los escolares trabajaban, los frailes permanecían encerrados en un cuartito que se hallaba al fondo y, sólo después de que los muchachos se habían ido, podían salir y hacer fuego.
Era el invierno de 1224 y los frailes sufrían grandes incomodidades y penurias, especialmente en vista de que su comida diaria era pan y un poco de cerveza, tan espesa, que era necesario diluirla para poderla tragar. Sin embargo, nada abatió sus espíritus y su piedad sencilla. Su jovialidad y su entusiasmo les conquistaron pronto muchos amigos. Lograron obtener del papa Honorio III una carta de recomendación, de modo que el arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, les dijo al saludarles: «Algunos religiosos han venido a mí llamándose a sí mismos Penitentes de la Orden de Asís, pero yo los llamo de la Orden de los Apóstoles». Por este nombre fueron conocidos, al principio, en Inglaterra y, cuando algunos de los franciscanos iban a ser ordenados acólitos en Canterbury, cuatro meses después de su desembarco, el archidiácono invitó a los candidatos a adelantarse con estas palabras: «Acercáos, vosotros, hermanos de la Orden de los Apóstoles».
Mientras tanto, Ricardo de Ingworth y su grupo habían sido bien recibidos en Londres. Tenían alquilada una casa en Cornhill y se disponían a proseguir su misión en Oxford. Con tal motivo, Agnello vino de Canterbury para hacerse cargo de la comunidad en Londres. Desde entonces, la casa franciscana floreció extraordinariamente. A pesar de que el bueno de Agnello no era precisamente un hombre culto, estableció en Londres un centro de enseñanza que después ejerció enorme influencia en la universidad. En aquella escuela, donde el famoso Grosseteste, más tarde obispo de Lincoln, era conferencista, se congregaban muchos jóvenes que deseaban ser educados para frailes y quienes, antes de que transcurrieran muchos años, ayudaron a elevar a Oxford a una categoría apenas inferior a la de París, como centro de enseñanza.
Agnello parece haber muerto a la edad de cuarenta y un años, sólo once después de haber desembarcado en Dover, pero su reputación de santidad y prudencia permaneció muy en alto entre sus compañeros. Se asegura que su amor por la pobreza era tan grande, «que jamás autorizó la ampliación de un jardín o la construcción de una casa, si no era estrictamente necesario». Se cuenta en especial la historia de que él construyó el hospital de Oxford «con hechura tan modesta, que el grueso de las paredes era menor que el ancho de un hombre». Durante la misa y cuando se decía el oficio divino, derramaba lágrimas constantemente, «empero de tal manera, que ni por el ruido de gemidos, ni por cualquier gesto de la cara podría saberse que lloraba». Se mostraba severo en contra de cualquier quebrantamiento de la regla, pero debido a su delicadeza y tacto, lo escogieron, en 1233, para intentar un arreglo con el rebelde conde alguacil del distrito. Se dice que su salud se resinlió por los esfuerzos para cumplir con esta misión, pero sobre todo debido a un penoso viaje por tierra a Italia. A su regreso, fue atacado de disentería y murió en Oxford, después de haber estado exclamando continuamente durante tres días: «Ven, dulce Jesús». El culto al beato Agnello se confirmó en 1892.






Beata Francisca Tréhet, religiosa mártir
fecha: 13 de marzo
n.: 1756 - †: 1794 - país: Francia
canonización: B: Pío XII 19 jun 1955
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Ernée, en la región de Mayenne, en Francia, beata Francisca Tréhet, virgen de la Congregación de la Caridad y mártir, que, entregada con toda diligencia a la instrucción de los niños y al cuidado de los enfermos, durante la Revolución Francesa fue guillotinada, y completó así su glorioso martirio por Cristo.
Biografia conjunta de las beatas Francisca Tréhet (13 de marzo) y Juana Véron (20 de marzo).
Françoise Tréhet nació el 8 de abril de 1756 en Saint-Mars-sur-la-Futaie, Mayenne, Francia, de familia propietaria de tierras. profesó en las Hermanas de la Caridad de Notre-Dame d’Evron, una congregación que había sido fundada en 1682 para la educación de las jóvenes y para el ejercicio de la caridad. Eran llamadas popularmente «pequeñas hermanas grises» por el color de su hábito. En 1783 había sido invitada a abrir una escuela parroquial en Saint-Pierre-des-Landes, un lugar cercano a la abadía donde estaba establecida la congregación.
Jeanne Véron nació en Quelaines, también en Mayenne, el 6 de agosto de 1766. Siendo joven, ingresó en la misma congregación de la beata Tréhet, y fue enviada, muy joven, a ayudar en la nueva fundación mencionada.
Las dos hermanas repartían sus tareas no sólo enseñando en la escuela, sino también atendiendo a los enfermos y desvalidos. Los maestros, incluso en escuelas parroquiales, eran empleados del estado, por lo que en la Revolución, les correspondía a las dos jurar fidelidad a la República, lo que implicaba, para el momento, rehusar fidelidad a la Iglesia. Esto ocurrió en 1791, y las dos hermanas se negaron a firmarlo, por lo que fueron despedidas. 
Se dedicaron a la caridad, a la atención de pobres, huérfanos y enfermos. Entre estas tareas, acogieron y escondieron a sacerdotes perseguidos. Las dos fueron apresadas en febrero de 1794, con los cargos de rehusar obediencia a la República, y esconder sacerdotes rehusantes. La beata Tréhet afirmó que ella no podía negarse a atender a ningún enfermo, epro cuando se le pidió que vivara a la República, se negó, por lo que fue, junto con su compañera, condenada a muerte.
La beata Véron no fue a la cárcel en espera de la ejecución, sino que tuvo que ser hospitalizada, porque se encontraba gravemente enferma.
El 13 de marzo fue ejecutada Françoise Tréhet, de 37 años, y una semana más tarde, el 20, llevada en camilla, lo fue Jeanne Véron, de 27 años. Las dos fueron beatificadas en 1955, junto con otras víctimas de la persecución en la diócesis de Laval.

Santos por meses y días

santos del 12 de marzo

Inocencio I fue el papa n.º 40 de la Iglesia católica entre 401 y 417.
Era natural de Albano. Según su contemporáneo, Jerónimo de Estridón, era hijo del papa anterior, Anastasio I, probablemente el único caso en la historia en que un hijo sucede a su padre en el papado.1​ Fue elegido el 22 de diciembre de 401. Ordenó que todos los casos graves tenían que ser revisados por él y en los demás se reservaba el derecho a intervenir. Ejerció este derecho en muchas cuestiones diversas, especialmente en aquellas relacionadas con las celebraciones litúrgicas.
Su gran amigo Juan Crisóstomo fue expulsado como Patriarcade Constantinopla debido a hostilidades personales con la emperatriz Elia Eudoxia y las intrigas de Teófilo de AlejandriaInocencio I intervino para reintegrarlo a su sede.
Se enfrentó firmemente a Pelagio y al pelagianismo, con tanta autoridad y decisión que Agustín de Hipona, cuando lo supo, pronunció aquella famosa frase que ha llegado a ser un refránRoma locuta, causa finita ("Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada"). También condenó el priscilianismo.
El 24 de agosto de 410 el rey visigodoAlarico, conquistó y saqueó a Roma. Inocencio no se encontraba en la ciudad, sino que estaba en la corte imperial en Rávena tratando de hacer negociaciones con Alarico. Cuando regresó a Roma hizo lo posible por reparar los daños hechos por los godos.
Murió el 12 de marzo de 417, por lo que su festividad se celebra dicho día, aunque desde el siglo XIII hasta el siglo XX, se conmemoraba el 28 de julio.2​ Su sucesor fue Zósimo.

San Inocencio I
Innocentius I.jpg

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Papa de la Iglesia católica
22 de diciembre de 401-12 de marzo de 417
PredecesorAnastasio I
SucesorZósimo
Información personal
NombreInocencio
Nacimiento¿? Albano (¿?) Italia
Fallecimiento13 de marzo de 417jul.
RomaImperio romano


San Inocencio I, papa
fecha: 12 de marzo
fecha en el calendario anterior: 28 de julio
†: 417 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Roma, en el cementerio de Ponciano, sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín.
refieren a este santo: San Gaudencio de BresciaSan Juan Casiano
En el 400, el bárbaro Alarico entró en Italia. En el 399, con la idea de atajar los estragos que hacía, el emperador nombró a este rey de los visigodos gobernador militar de la región de Iliria. Los bárbaros se acercaban cada vez más a Roma y llegaron al pie de su muralla en el año 408. El 24 de agosto del 410, a la misma hora en que el papa discutía con el emperador la oportunidad de hacer a Alarico comandante en jefe de las fuerzas imperiales de Occidente, los visigodos se apoderaron de Roma sometiéndola durante tres días al pillaje de la soldadesca.
Inocencio I nació en Albano, cerca de Roma, y había sucedido en el pontificado a San Anastasio I el año 401. Durante dieciséis años participó activamente en los asuntos eclesiásticos. Apenas sabemos algo de la vida personal de San Inocencio, pero su obra demuestra que era un hombre muy capaz, enérgico y vigoroso. El santo Pontífice ordenó a San Victricio, obispo de Rouen, que refiriese a Roma las causas de mayor importancia y en el mismo sentido se expresó en una carta que dirigió a los obispos de España. También aconsejó a algunos prelados en el sentido de que el clero observase más rigurosamente el celibato, siguiendo la costumbre de Roma. San Inocencio apoyó a San Juan Crisóstomo, quien había sido injustamente removido de la sede de Constantinopla por el sínodo de "La Encina"; en efecto, el Pontífice no sólo se negó a reconocer a los sucesores de San Juan Crisóstomo, sino que trató en vano de persuadir al emperador Arcadio de que le restituyese a su sede. Los obispos de África que habían condenado el pelagianismo en los Concilios de Cartago y Milevis el año 416, escribieron al Papa para que confirmase sus decisiones. En su respuesta, San Inocencio les dijo que "en las cuestiones de fe, los obispos de todo el mundo deben consultar a San Pedro" y les alabó por haberlo hecho así. San Agustín anunció la confirmación pontificia en su diócesis de Hipona con estas palabras: «Dos concilios habían escrito a la Sede Apostólica sobre la cuestión. Roma ha hablado. La cuestión está zanjada». Tal es el origen del adagio: «Roma locuta, causa finita». El santo Pontífice murió el 12 de marzo del año 417.




San Maximiliano, mártir
fecha: 12 de marzo
†: 295 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Tebeste, en Numidia, san Maximiliano, mártir, que, siendo hijo del veterano Víctor y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, tras rehusar el juramento militar, fue ajusticiado a espada.
Patronazgos: patrono de los objetores de conciencia y de los no-violentos.
La «Passio» de san Maximiliano es uno de los más valiosos documentos de una pequeña colección. Es el relato auténtico de un contemporáneo, sin adornos retóricos, del juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Se desarrolla como sigue:
Durante el consulado de Tuscus y Anulinus, el 12 de marzo, en Teveste, Numidia [Ahora Tebessa, en Argelia. Se cree que esto sea un error de copia, y que el martirio haya sido en algún lugar cerca de Cartago. Cfr. el penúltimo párrafo], comparecieron ante la corte Fabio Víctor y Maximiliano. El juez, Pompeyano, abrió el caso con estas palabras: «Fabio Víctor está ante el comisario del César, Valeriano Quintiano. Exijo que Maximiliano, hijo de Víctor, conscripto apropiado para el servicio, sea medido».
El procónsul Dion preguntó al joven por su nombre y él contestó: «¿Qué caso tiene responder? No puedo ser anotado en las listas, puesto que soy cristiano». El procónsul no lo atendió y ordenó que midieran su estatura. Pero el joven insistió: «No puedo servir; no puedo hacer mal a nadie. Soy cristiano». El procónsul repitió la orden y el ujier informó que Maximiliano medía 1.75 m. Luego el procónsul dijo que se le debería dar el emblema militar, pero Maximiliano persistía: «¡Nunca! No puedo ser soldado».

Dion: Debes servir o morir.
Maximiliano: Nunca serviré. Pueden decapitarme, pero no seré un soldado de este mundo, ya que soy un soldado de Cristo. [Fue la insistencia de los primeros cristianos en ser soldados de Cristo lo que dio origen a la palabra «pagano»: «paganus», es decir, «civil». Cf. «Shorfer Oxford Dictionary», edición 1936.]
Dion: ¿De dónde has sacado esas ideas?
Maximiliano: De mi conciencia y de Aquél que me ha llamado.
Dion (A Fabio Víctor): Corrige a tu hijo.
Víctor: Él tiene sus ideas y no cambiará.
Dion (A Maximiliano): Sé un soldado y acepta el emblema del emperador [Un sello de plomo (bulla) que se llevaba alrededor del cuello. Cfr. el actual disco de identidad].
Maximiliano: Nunca. Ya llevo conmigo la marca de Cristo mi Señor.
Dion: Te enviaré a tu Cristo inmediatamente.
Maximiliano: No puedo pedir nada mejor. Hazlo pronto, que allá está mi gloria.
Dion (Al oficial de reclutas): Dadle el emblema.
Maximiliano: No lo aceptaré. Si tú insistes, le quitaré la efigie del emperador. Soy un cristiano y no se me permite portar en el cuello ese emblema, puesto que ya llevo la sagrada señal de Cristo, el Hijo de Dios Vivo a quien tú no conoces, el Cristo que sufrió por nuestra salvación y a quien Dios nos entregó para que muriera por nuestros pecados. Es a Él a quien todos nosotros los cristianos servimos, a Él a quien seguiremos, pues Él es el Señor de la Vida y el Autor de nuestra salvación.
Dion: Únete al servicio y acepta el emblema, o si no, perecerás miserablemente.
Maximiliano: No pereceré, mi nombre está ya desde ahora delante de Dios. Me rehúso a servir.
Dion: Eres un hombre joven y la profesión de las armas va de acuerdo a tus años. Sé un soldado.
Maximiliano: Mi ejército es el de Dios y no puedo pelear por este mundo; como te digo, soy cristiano.
Dion: Hay soldados cristianos al servicio de nuestros soberanos Diocleciano y Maximiano, Constantino y Galerio.
Maximiliano: Eso es cosa de ellos. Yo también soy cristiano y no puedo servir.
Dion: Pero ¿qué daño pueden hacer los soldados?
Maximiliano: Tú lo sabes bien.
Dion: Si no haces tu servicio, te condeno a muerte por desacato al ejército.
Maximiliano: No moriré. Si me voy de este mundo, mi alma irá con Cristo mi Señor.
Dion: Anoten su nombre... Tu rebeldía te hace rehusar el servicio militar y serás castigado por ello para escarmiento de los demás.
Procedió entonces a leer la sentencia:
Dion: Maximiliano ha rehusado el juramento militar por rebeldía. Deberá ser decapitado.
Maximiliano: ¡Alabado sea Dios!
Maximiliano tenía veintiún años tres meses y dieciocho días de edad. De camino al sitio de la ejecución, habló a los cristianos: «Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a merecer una corona como la mía, con todas sus fuerzas y el más profundo anhelo». Estaba radiante. Después se dirigió a su padre: «La túnica que me tenías preparada para cuando fuera soldado, dásela al líctor. El fruto de esta buena obra será multiplicado cientos de veces. ¡Déjame que te dé la bienvenida en el cielo y glorifique a Dios contigo!»
Al primer golpe lo decapitaron. Una matrona llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y lo llevó en su litera a Cartago, donde lo sepultó cerca del de san Cipriano, no lejos del palacio. Víctor se fue a su casa regocijado, agradeciendo al Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su hijo. Amén.





La "pasión" de San Maximiliano es uno de los más valiosos documentos del juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Durante el consulado de Tuscus y Anulinus, comparecieron ante la corte Víctor y su hijo Maximiliano. El juez, al interrogar a Maximiliano sobe sus datos personales, éste le contestó que él era cristiano y que por lo tanto no podía servir como soldado. El juez volvió a insistir con amenazas de tortura y muerte, pero el santo se mantuvo firme en su adhesión a Jesús. 

Maximiliano tenía 21 años cuando fue condenado a ser decapitado, sentencia que recibió con mucha alegría y alabanzas a Dios, para sorpresa de sus verdugos. De camino al sitio de la ejecución, habló a los cristianos: "Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a merecer una corona como la mía". Al primer golpe lo decapitaron y una mujer llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y le dio cristiana sepultura. El padre del santo se fue a su casa regocijado, agradeciendo al Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su hijo.

Santos por meses y días

santos del 11 de marzo

11 de Marzo
Santa Áurea (Oria o Auria)
Santos: Eutimio, Vindiciano, Sofronio, Benito, obispos; Fermín, abad; Vicente, abad y mártir; Ramiro, monje y mártir; Heraclio, Zósimo, Cándido, Piperión, Trófimo, Talo, Gorgonio, Firmo, mártires; Constantino, rey; Áurea (Oria), abadesa; Pedro, eremita.

Española. Natural de Villavelayo, núcleo de población relativamente cercano al monasterio de San Millán de la Cogolla. Conocida y célebre por los fenómenos místicos que tuvo en su vida. Fue la hija de García Nuño y de Amuna. La llamaron Áurea, nombre que suena a metal rico, escaso, dorado y con brillo.
Por aquel momento está en pleno florecimiento el monasterio de San Millán, que ampara a otro femenino. Le gustó; allí se acercó a «prender orden e velo, vivir en castidad». Consagró a Dios su virginidad y tenía ansia de retiro. Encontró un ambiente de seria oración y se entregó desde el principio a tantas y tan grandes penitencias que llamó la atención de sus compañeras de beaterio, cosa que contribuyó a elevar el tono de exigencia.
Quiso vivir emparedada, sin trato con persona alguna, reclusa, en oración permanente alimentada por la lectura de la Sagrada Escritura y las vidas de santos, con la ocupación manual de hilar y tejer para ayudar a la comunidad. Dice el cantor de su vida que «si antes fuera buena, fue después muy mejor». La fama de santidad llegó a traspasar las paredes de su celdilla, pegada a los muros del monasterio, donde oraba sin interrupción y castigaba sus carnes con penitencia sin piedad; comenzó la gente a buscar su proximidad, en principio por asombro y curiosidad, luego referían los numerosos favores y milagros que a través de ella se realizaban por el acierto que llevaban los consejos que daba generosamente a todos los que vivían por aquellos contornos y se los pedían.
Parece que, en días cercanos a la Navidad, Oria tuvo visiones; dicen que se le aparecieron las santas Águeda, Cecilia y Eulalia y la transportaron en su arrobo a contemplar una escala celeste y el gozo del cielo. Esto le llevó a hacer más recia aún su gran penitencia.
Siguió luego una serie de admirables éxtasis, en los que percibe la violencia del amor divino en que se abrasa, ansiosa por verse libre de las ataduras de esta vida. La aparición de la Virgen Santísima fue el colofón de los fenómenos místicos que de ella se cuentan; la Señora le aseguró la proximidad de su muerte, precedida de una angustiosa y cruel enfermedad que le sirvió para ejercitar la paciencia. Los relatos afirman que hasta el Maligno se ensañó con Oria, prometiendo dejarla en paz cuando dejara de rezar.
Murió en 11 de marzo de 1070, estando presentes su madre Amunia y el abad del monasterio, don Pedro. La enterraron en una cueva abierta en la roca del monasterio de San Millán de la Cogolla, y, en la casa familiar donde pasó los primeros años de su vida, levantaron los devotos una capilla en la que se le da culto.
Gonzalo de Berceo supo poner gracia arcaica en sus versos del siglo XIII a la figura de Áurea, «la reclusa leal», borrosa por el paso del tiempo, al traducir al naciente castellano la vida escrita en latín por fray Munio o Muño, quien añadía candor al fervor y que estuvo presente en su tránsito.










Oria o Áurea (Villavelayo, 1043-1070), es una santa de la tradición cristiana occidental.
Monasterio de Yuso y, al fondo, monasterio de Suso, donde vivió Santa Oria.
Todos los datos fundamentales de su vida los conocemos por la obra de Gonzalo de BerceoPoema o Vida de santa Oria. Por ella, sabemos que la santa nació en el pueblo riojano de Villavelayo, sus padres fueron Amuña y García y a la tierna edad de diez años se recluyó, junto con su madre, en el monasterio de San Millán de Suso, en el cual permaneció hasta su muerte. Durante los últimos años de su vida, Oria gozó de visiones celestiales y, tras su muerte, se le apareció en una ensoñación a su madre. Así, los datos proporcionados por Berceo se complementan con una Memoria Cronológica citada por el padre Argáiz1​ cuya cronología nos revela que nació en el año 1043, se recluyó en 1052; tuvo su primera visión en 1068, cuando contaba con 25 años, y murió el 15 de marzo de 1070 a los 28 años. Berceo nos narra que su cuerpo fue enterrado en una cueva detrás del Monasterio de Suso.

Santa Oria y Oria[editar]

No debemos confundir la niña Áurea que llegó a ser santa de San Millán, a la que aquí hacemos referencia, con una venerable Oria que, en Silos, pidió el velo al abad Domingo de Silos. Aquella, con nueve años, llegó junto con su madre, Muria, al monasterio de Suso, en San Millán, donde tomó el hábito con perpetuo encerramiento y clausura, «como era costumbre en aquella época que viviesen los monjes y monjas juntos». La joven que pidió el velo a santo Domingo de Silos vivió en el de San Sebastián.2
Santa Oria siendo niña tuvo ocasión de presenciar la romería al monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla para el traslado del cuerpo de san Millán desde el monasterio de Suso al nuevo de Yuso.
Fue aceptada como monja benedictina. Poco tiempo después de entrar en la vida monástica, dijo que sus tres santas preferidas la habían visitado en su estrecha celda, y la habían alentado a seguir su elección de vida con más celo. De acuerdo con la tradición, ella realizó muchos milagros y la gente de los alrededores la visitaban para pedirle consejos y oraciones.
Pero pocos años después, alrededor del 1069, contrajo una dolorosa enfermedad y murió, a los 27 años de edad.
Su fiesta se conmemora el 11 de marzo.








San Benito de Milán, obispo
fecha: 11 de marzo
†: 725 - país: Italia
otras formas del nombre: Benedicto Crispo
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Milán, sepultura de san Benito, obispo.
Es el 41º obispo de Milán, y vivió entre el final del siglo VII el inicio del VIII. A Benito se le atribuye la construcción de una iglesia en honor de San Benito (junto con un monasterio benedictino), en la zona de Porta Nuova, y el epitafio en honor de Caedwuala, rey de Wessex (Inglaterra), catequizado por él mismo y acompañado a Roma, donde fue bautizado por el Papa Sergio I el sábado santo del 689, y donde el rey murió el 20 abril del mismo año. 
Pablo Diácono cuenta que Benito, definido por él como «un hombre de particular santidad, cuya buena fama se difundió por toda Italia», viajó de nuevo a Roma en el 707 para defender sus derechos de consagrar al obispo de Pavía, que venía siendo ordenado por Roma; aunque el papa habría rechazado su requerimiento, ya que hacía tiempo que el obispo de Pavía dependía de la Santa Sede.
El autor anónimo de unas rimas tituladas «Versus de Mediolano civitate» (Versos de la ciudad de Milán), que aparecen en los primeros decenios del siglo VIII, lo recuerda entre los santos y grandes obispos milaneses y dice que fue sepultado en la basílica de San Ambrosio. Su episcopado habrá sido larguísimo: de cerca de 47 años. En los antiguos catálogos su memoria estaba inscrita el 11 marzo, aunque en algunos más recientes aparece el 9 o el 10. En 1623, por disposición del cardenal Borromeo, el rito ambrosíano transfirió la fiesta al 6 septiembre, para evitar que cayera siempre en Cuaresma, tiempo en el cual en la liturgia ambrosiana no se celebran santos; el Martirologio Romano, en cambio, ha conservado la fecha tradicional del 11 de marzo.
Benito, junto con otros santos, es invocado como protector de los que estaban empeñados en algún proceso judicial, ya sea como actuantes y acusadores o como reos.






Benito de Milán, Santo
Obispo, 11 de marzo


Por: Antonio Rimoldi | Fuente: santiebeati.it 



Obispo

Martirologio Romano: En Milán, sepultura de san Benito, obispo.( 725)
Breve Biografía
Es el cuadragésimo primer obispo de Milán, y vivió entre finales del siglo VII y el inicio del VIII. A Benito se le atribuye la construcción de una iglesia en honor de San Benito (anexo a un monasterio benedictino), en la zona de Porta Nuova, y el epitafio en honor de Caedwuala, rey de Wessex (Inglaterra), catequizado por él mismo y a quien acompañó a Roma para ser bautizado por el Papa Sergio I el sábado santo del 689, y donde el rey murió el 20 abril del mismo año.
Pablo Diácono cuenta que Benito, a quien define como "un hombre de particular santidad, cuya buena fama se difundió por toda Italia", viajó de nuevo a Roma en el 707 para defender sus derechos de consagrar al obispo de Pavía, que venía siendo ordenado por Roma; aunque el Papa habría rechazado su requerimiento, por que desde mucho antes el obispo de Pavía dependía directamente de la Santa Sede. El anónimo autor de unas rimas tituladas Versus de Mediolano civitate (Versos de la ciudad de Milán), que aparecen en los primeros decenios del siglo VIII, lo recuerda entre los santos y grandes obispos milaneses y dice que fue sepultado en la basílica de San Ambrosio.
Su episcopado habrá sido larguísimo: de cerca de 47 años. En los antiguos catálogos su memoria estaba inscrita el 11 marzo, aunque en algunos más recientes aparece el 9 o el 10. En 1623, por disposición del cardenal Borromeo, el rito ambrosíano transfirió la fiesta al 6 septiembre, para evitar que cayera siempre en Cuaresma, tiempo en el cual en la liturgia ambrosiana no se celebran santos; el Martirologio Romano, en cambio, ha conservado la fecha tradicional del 11 de marzo.
Benito, junto con otros santos, es invocado como protector de los que están en algún proceso judicial, ya sea como acusadores o como acusados y reos.


Erróneamente se lo ha confundido con un cierto diácono de Milán llamado Crispo, mencionado en unos versos descubiertos por el Cardenal Mai, por esta razón se le dio el apellido de Crispo.