viernes, 4 de julio de 2014

MORFOLOGÍA DE LOS HONGOS


LOS HONGOS .-

Los macrohongos –también llamados, setas o champiñones- son en realidad los órganos o estructuras reproductivas de un hongo. El hongo como tal lo constituye una serie de filamentos, generalmente no visibles al ojo humano, que se desarrolla sobre un determinado sustrato (suelo, madera, estiércol, etc.) y fructifican cuando las condiciones ambientales (como temperatura, luz, acidez del suelo, humedad) son las adecuadas. La unidad estructural de los hongos se llama “hifa”. Las hifas son elementos filamentosos, alargados y cilíndricos dispuestos
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en hileras, rodeados por una pared celular; los cuales se ramifican y unen formando una masa compacta llamada “micelio”. El micelio es realmente el cuerpo del hongo o fase vegetativa, el cual generalmente se encuentra inmerso en el sustrato e invisible al ojo humano.
Los macrohongos tienen formas muy variadas; entre las más comunes están los de sombrilla, repisa, costra, oreja, estrella, coral, trompeta, copas, dedos, colmena, etc. Su apariencia o consistencia es variable, puede ser gelatinosa, cartilaginosa, esponjosa, carnosa, leñosa e incluso como corcho. También puede existir mucha variedad en el tamaño.  Los cuerpos fructíferos más comunes son los carnosos, formados en su mayoría por un sombrero o parte superior, llamada “píleo”. El tejido generalmente fértil que se encuentra debajo del píleo, formando parte de éste, se llama “himenóforo”. En esta superficie se forman las esporas y puede ser totalmente lisa o estar formada por lamelas (láminas), venaciones, arrugas, dientes, poros, etc. Además, poseen un pie o talo que se denomina “estípite”. En algunas especies el estípite puede estar ausente (en cuyo caso son sésiles) o ser de tamaño muy pequeño. La parte interna del píleo y del estípite se llama “contexto”. Las esporas son células especializadas que forman parte de la fase reproductiva del hongo. El viento y el agua, principalmente, dispersan las esporas enviándolas a diferentes sustratos. Cuando las condiciones ambientales son las adecuadas, éstas germinan y forman hifas, las cuales a su vez se agrupan formando el micelio y luego los cuerpos fructíferos. El ciclo de vida más frecuentemente citado en la literatura es el del género Amanita, ya que es el que mejor ilustra este proceso. Sus etapas tempranas de desarrollo –conocidas como primordios- están envueltas por una membrana o velo universal que cubre totalmente el cuerpo fructífero, protegiéndolo. Cuando éste crece, la membrana se rompe y forma las escamas y la volva. El himenóforo también se encuentra cubierto por una membrana, llamada velo parcial, que se rompe y da origen al anillo.
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