ALEJANDRO MAGNO .-
Gaugamela
Finalizados sus quehaceres en Egipto, y luego de una parada de descanso en Tiro, se dedica a recibir embajadores de distintas regiones. Por esta época Antípatro le envía refuerzos que parten desde Macedonia, pero llegarán después de la gran batalla que se avecina. Recordemos que Antípatro había sido encomendado con la misión de regentar Macedonia y la liga de Corinto mientras el rey estuviera ausente. Alejandro avanzó por la Mesopotamia con su ejército y se dispuso a cruzar el Tigris por un paso más al norte de lo previsto por Darío. Ya cerca del pueblo de Arbela, en la noche del 20 de septiembre del año 331, se produce un eclipse de Luna, hecho que hasta no hace mucho tiempo inquietaba a cualquier ejército previamente a la batalla. A pesar de que Alejandro sabía gracias a su educación con Aristóteles que los eclipses son el resultado de un fenómeno astronómico y no místico, se encargó de que los adivinadores presagiaran la victoria sobre Darío para tranquilizar a la tropa.
Luego de un consejo con sus generales, el viejo Parmenión sugirió realizar primero un fuerte reconocimiento del área y de las fuerzas de Darío. Así se hizo. El rey persa juntó un enorme ejército de todas partes de su reino y además contrató cierto número de mercenarios griegos. El total varía nuevamente según las fuentes, y el número más pequeño en las fuentes antiguas es de ¡400.000 hombres! Parece otra vez exagerado, pues según los historiadores modernos el número debía más bien rondar los 100.000 hombres. También contaba con 200 carros de guerra armados con guadañas en las ruedas. En cambio, Alejandro contaba solamente con 40.000 infantes y 7.000 jinetes. Viendo esto, Parmenión sugiere un ataque nocturno, pero Alejandro lo rechazó, pues él no se podía permitir vencer a Darío haciendo uso de estratagemas deshonrosas; quizás piensen que esto no tiene sentido, pero recordemos que Alejandro no sólo piensa en el ahora, sino también en el mañana. Desea una victoria definitiva en campo abierto que no deje lugar a dudas al resto de Asia acerca de su superioridad sobre Darío, y de su ejército sobre el de él. Recordemos que si vence a Darío aún le queda por delante todo el resto del imperio persa. Por otro lado, los ataques nocturnos no suelen resultar en victorias completas, como Alejandro deseaba, y además son muy difíciles de coordinar en la oscuridad.
Comienza, entonces, la más famosa batalla de la gesta, la batalla de Gaugamela. Darío lo esperaba en formación de batalla por si Alejandro realizaba un ataque repentino; esto hizo que sus hombres estuvieran más cansados que los de Alejandro, quienes durmieron plácidamente la noche anterior. Incluso Alejandro durmió como un bebé y tuvieron que despertarlo para la batalla.
La disposición de las tropas de Darío era la siguiente: en el centro una fila de carros de 50 unidades; detrás unas unidades de infantería, la caballería Real y la infantería de élite. Él se puso entre ellos. A los costados la disposición era similar. En el flanco derecho: 50 carros, caballería e infantería. En el extremo derecho había un grupo de caballería de avanzada. El flanco izquierdo consistía en 100 carros y unidades de infantería y caballería. En el extremo también había unidades de caballería de avanzada. Darío había, además, mandado alisar el terreno por donde pasarían los carros. Darío era feliz, había elegido y preparado el campo de batalla y además podía desplegar todo su ejército a lo largo (no como en Issos, donde el estrecho campo le impidió hacer uso de su superioridad numérica).
Alejandro formó con la falange en el centro y la caballería e infantería ligera protegiendo los flancos; detrás había otra línea de infantería que protegería a la falange en caso de ser rodeada. Darío creía que Alejandro atacaría de forma frontal, como hizo en Issos, en cuyo caso sus carros serían muy útiles abriendo brechas en las falanges. Pero, en vez de esto, el genial Alejandro hizo avanzar a su ejército repentinamente, en una formación oblicua hacia la derecha (paso 1), evitando el terreno preparado para los carros. Inmediatamente, Beso, en el ala izquierda del ejército persa, lanza su ataque con la caballería del flanco derecho del macedonio con el fin de sobrepasarlo y detenerlo (paso 2), pero Alejandro logra frenarlos enviando escuadrones que le permiten a él seguir avanzando hacia la derecha. Darío envía también sus carros al ataque (paso 3), pero las filas macedonias se abren, permitiéndoles pasar y aniquilándolas por el costado. Mientras esto sucedía, Darío ordena un avance general.
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