ALEJANDRO MAGNO .-
Decía que en dos cosas echaba de ver que era mortal: en el sueño y en el acceso a mujeres, pues de la misma debilidad de la naturaleza provenía el sentir el cansancio y las seducciones del placer.
ADA DE CARIA
Era asimismo muy sobrio en cuanto al regalo del paladar, lo que manifestó de muchas maneras y también en las respuestas que dio a Ada, a la que adoptó por madre y la declaró reina de Caria, porque como ésta, para agasajarle, le enviase diariamente muchos platos delicados y exquisitas pastas, y finalmente los más hábiles cocineros y pasteleros que pudo encontrar, le dijo que para él todo aquello estaba de más porque tenía otros mejores cocineros puestos por su ayo Leónidas, que eran, para el desayuno, salir al campo antes del alba, y para la cena comer muy poco entre día. "Él mismo —decía— reconoce mis cofres y mis guardarropas para ver si la madre me ha puesto cosas de regalo y de lujo."
Aun respecto del vino era menos desmandado de lo que comúnmente se cree; y si parecía serlo más bien que por largo beber era por el mucho tiempo que con cada taza se llevaba hablando; y aun esto cuando estaba muy de vagar, pues cuando había que hacer, ni vino, ni sueño, ni juego alguno, ni bodas, ni espectáculo, nada había que, como a otros capitanes, le detuviese; lo que pone de manifiesto su misma vida, pues que habiendo sido tan corta, está llena de muchas y grandes hazañas.
Cuando no tenía qué hacer se levantaba y lo primero era sacrificar a los dioses y tomar el desayuno sentado; después pasaba el día en cazar, o en ejercitar la tropa, o en despachar los juicios militares, o en leer. De viaje, si no había de ser largo, sin detenerse se ejercitaba en tirar el arco, o en subir y bajar a un carro que fuese corriendo. Muchas veces se entretenía en cazar zorras y aves, como se puede ver en sus diarios.
En el baño, y mientras iba a él y a ungirse, examinaba a los encargados de las provisiones y de la cocina sobre si estaba en su punto todo lo relativo a la cena, yendo siempre a cenar tarde y después de anochecido. Su cuidado y esmero en la mesa era extraordinario sobre que a todos se les sirviese con igualdad y diligencia.
Fortuna de Antioquía.
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