jueves, 10 de julio de 2014

BATALLAS DE LA ANTIGUEDAD


BATALLA DE CAMPOS CATALÁUNICOS .-

Sin embargo, no podemos fiarnos de todo lo que vemos u oímos. De hecho, algunos historiadores lo retratan como un rey noble y la saga de El Cantar de los Nibelungos pinta a Etzel, personaje inspirado en Atila, de la misma manera (al contrario que Atli, personaje también inspirado en Atila en la Edda Poética y la Saga de los Volsung, donde se pinta a alguien cruel y feroz).  Una de las opciones para el origen de su nombre es la que considera Atila un diminutivo de Atta’, es decir padrecito, palabra que denotaría un carácter amoroso.
 
Sea como fuere, la llegada de Atila al poder huno marca un antes y un después. A través de la historia aún podemos ver como se le rendía ese clásico culto perteneciente a los grandes jefes militares, con un excepcional carisma. Se dice que incluso encontró en las estepas la Espada de Marte, lo que proféticamente le permitiría ganar siempre (aunque seguramente este dato no es sino uno más en lo que se refiere a leyendas sobre espadas sagradas, leyendas bastante conocidas por todos).
 
Es gracias a él que las tribus hunas dejan de ser nómadas y se reestructuran en una especie de estado. Se crea un sistema diplomático complejo sólo en el transcurso de una generación. Se dice que el propio Atila era un personaje culto, capaz de hablar con fluidez el latín y el griego. A partir de 447, Atila es capaz de conquistar ciudades fortificadas, lo que demuestra la modernización del ejército huno, que ya puede incluir infantería y maquinaria de asedio. Fuentes históricas hablan de que conquista hasta 60 ciudades importantes.
 
A medida que pasa el tiempo, aumenta el tributo exigido al Imperio hasta 1000 Kg. de oro. Los hunos llegan a formar una sociedad heterogénea, aparentemente en decadencia a medida que va entrando riqueza en el país. Sólo Atila permanece impasible ante las riquezas, como nos muestra el siguiente fragmento de Prisco:
 
Se había preparado una lujosa comida, servida en vajilla de plata, para nosotros y nuestros bárbaros huéspedes, pero Atila no comió más que carne en un plato de madera. En todo lo demás se mostró también templado; su copa era de madera, mientras que al resto de nuestros huéspedes se les ofrecían cálices de oro y plata. Su vestido, igualmente, era muy simple, alardeando sólo de limpieza. La espada que llevaba al costado, los lazos de sus zapatos escitas y la brida de su caballo carecían de adornos, a diferencia de los otros escitas, que llevaban oro o gemas o cualquier otra cosa preciosa
 
Éste es en definitiva el hombre que con su ejército puso en guardia a todo el Imperio Romano. Pasamos ahora a analizar el otro bando.
 
EL IMPERIO ROMANO Y AECIO
 
La verdad es que el experimento de la Tetrarquía no funcionó demasiado bien. A través de ésta y después de la guerra civil, Constantino llega al poder y legaliza el cristianismo. En 364, tras la muerte de Juliano el apóstata, el imperio queda dividido entre Valentiniano y Valente, que muere en 378 en la Batalla de Adrianópolis.
Para suplir el vacío de poder que ha dejado Valente en la parte oriental, Graciano, hijo de Valentiniano, manda llamar a Teodosio. Este oficializa definitivamente el cristianismo y divide a su muerte el imperio en dos. Aunque se intenta vender como un simple trámite burocrático, a partir de aquí los destinos de cada parte se separaran cada vez más.
 
Por una parte, en Occidente, el poder lo tienen los caudillos militares (la mayoría bárbaros o semibárbaros, como en el caso de Aecio, aunque siempre se le ha llamado “el último romano”) y los terratenientes. El poder espiritual se impone sobre el temporal, a la vez que la crisis económica y demográfica aumenta paralelamente a la pérdida de poder real del emperador. Esto hace más fácil la invasión, o infiltración, de los pueblos bárbaros, que se declaran bajo el poder del emperador, pero sólo de palabra y no de hechos. Esto es cierto hasta el punto que en 410 es saqueada Roma.
 
En Oriente, el emperador goza del poder absoluto (quizá influya en esto la proclamación del credo niceno). Una burocracia eficiente, una economía en auge y unos comandantes militares y poderes espirituales sometidos son los datos referentes a esta zona del imperio.
 
Sin duda, el personaje importante de ahora es Aecio. Nacido en Italia, era hijo del magister equitum Gaudencio, y pasa su infancia como rehén de Rugila, práctica bastante normal en la antigüedad. Aquí aprendió sobre la forma de vivir de los hunos y conoció sus métodos de lucha. Llega a servir de magister equitum en la Galias, hasta que en 433 asciende a magister militum.
 
Su importancia y habilidad se hacen manifiestas enseguida. Capaz de contener a las tribus bárbaras del Oeste y del Norte, actúa además políticamente, cediendo sólo cuando acepta el estatus del Norte de África como territorio Vándalo, siendo criticado por esto. Aecio es el único obstáculo real para Atila.
 

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