LAS AMÉRICAS .-
Perú.
La unidad incaica constituye el hecho político culminante de la América prehispánica. Esa unidad política, verdadero imperio, se logró gracias a la maravillosa red de caminos, tendida por los extensísimos dominios, bien construida, bien conservada y protegida por formidables fortalezas. La agricultura era muy próspera merced a los fertilizantes y al riego. Faltaban, sin embargo, como en el Anáhuac, dos elementos indispensables en toda gran civilización: los cereales panificables y la rueda. Su religión, como la azteca, estaba manchada por los sacrificios humanos, aunque en grado mucho menor.
El imperio de los incas empezaba al sur del territorio de los chibchas y se extendía por las mesetas y las vertientes de la cordillera de los Andes, desde el límite septentrional de la actual República del Ecuador hasta el confín meridional de la provincia chilena de Antofagasta. En él vivían los pueblos que se conocen de raza andina, todos los cuales se hallaban en una fase avanzada de civilización. El centro de esta civilización era, en época de la conquista, la ciudad de Cuzco, en el Perú, residencia de los Incas, jefes sacerdotes de los quechuas, cuya autoridad, alcanzaba entonces a todos los pueblos andinos.
Colonización que se lleva a cabo.
La agricultura americana recibió de los españoles muchos de los cultivos que constituyen hoy su riqueza. En todas las expediciones colonizadoras fueron labradores españoles que llevaban semillas, árboles, instrumentos de labranza, ganados.
Pero, sin duda alguna lo que más atrajo a los españoles del nuevo mundo, fue la riqueza mineral, y por ello las explotaciones mineras cobraron gran importancia.
Para llevar a cabo la colonización lo más normal es la concesión de capitulaciones, licencias o cartas de merced a los denominados conquistadores, integrados en su mayoría por hidalgos, antiguos soldados o simples aventureros, que ven una posibilidad de enriquecerse, al mismo tiempo que la Corona ensancha sus dominios y contribuye a la difusión de la religión cristiana.
Una de las peculiaridades más sobresalientes de la actuación española, que la diferenciará de otras colonizaciones europeas, es la pronta mezcla entre los españoles y los indígenas, dando origen al mestizaje, aún perceptible. Así, aparecieron los criollos que eran americanos descendientes de europeos, y los mestizos cuyos padres eran de razas diferentes.
La nueva sociedad se encontraba bastante jerarquizada, situándose en la cima los españoles y sus descendientes, seguidos de los criollos y mestizos, y en último lugar los indios.
La principal forma de colonización que se llevó a cabo fue la de la encomienda por la que la Corona cedía a un español (encomendero) tierras, y a su vez los indios que ellas se encontraban. El encomendero podía percibir el trabajo que los indios recibían y los tributos que éstos le pagaban. A cambio el encomendero se encargaba de la evangelización e instrucción de los indios encomendados.
Las tierras se otorgaban en propiedad, mientras que respecto al indio sólo se le concedía al encomendero el derecho a percibir el tributo o trabajo, y nunca la propiedad sobre la persona y las tierras que ésta habitaba.
Para evitar los abusos que este sistema pudiera ocasionar, se publicaron en 1512 las Leyes de indias en las que se afirmaba que los indios eran "vasallos libres, y dignos de protección". En todo momento, quedó prohibido el maltrato y abuso a los indios.
En las minas, el principal sistema se explotación era la mita, que un sistema de origen incaico, por el que se obligaba a los habitantes varones de los poblados a trabajar en las minas a cambio de un bajo salario.
Los españoles también desarrollaron en el Nuevo Mundo industria, siendo de gran importancia la industria textil.
También se fundaron ciudades, para lo cual existía incluso una reglamentación a cerca de cómo había que fundar y desarrollar las ciudades.
Por otra parte, las órdenes religiosas españolas iniciaron desde el primer momento una intensa campaña tendente a lograr la inmediata evangelización de los indios. Su labor no fue únicamente pastoral, pues también se preocuparon de evitar la explotación del indio por los colonizadores, sobresaliendo en esta faceta los dominicos fray Antonio de Montesinos y fray Bartolomé de las Casas.
La Corona española consideró la evangelización como algo propio; por eso procuró controlar en América no sólo la actividad civil, sino también la religiosa.
España no sólo trató de explotar las posibilidades económicas de América, sino que procuró elevar su nivel cultural. A esa labor contribuyó la expansión de la imprenta, instrumento eficacísimo, no sólo para adoctrinar, sino también como vehículo de difusión de cultura. La primera imprenta se creó en México, en fecha tan temprana como 1538, por el obispo Juan de Zumárraga.
Florecieron los estudios lingüísticos, geográficos, botánicos, zoológicos... a la par que se iba desarrollando la conquista.
La Universidad se convirtió en el foco difusor de la cultura occidental. En ella se cursaban estudios de teología, Leyes, Artes, retórica... Destacan las universidades de Santo Domingo, fundada en 1538, la de Lima (1551) y la de México(1553).
No hemos de olvidar el papel desarrollado por el idioma español que todavía sigue siendo vehículo de unión entre España e Hispanoamérica. El idioma español se enriqueció con palabras (americanismos) procedentes de aquellos lugares.
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