ALEJANDRO MAGNO .-
En Susa le llegan noticias de unas rebeliones en Tracia y elPeloponeso, de las que la primera fue resuelta mediante una negociación por parte de Antípatro, pero la segunda implicó una derrota del mismo. Allí, el rey de Esparta, Agis III, conocido anti macedonio, logró reclutar un fuerte ejército con la ayuda del oro persa.
En su periplo asiático, le quedan por delante regiones no tan amistosas, como Persis(tierra original de los persas, desde donde iniciaron su imperio, como vimos en otra entrega) yMedia, terrenos montañosos, por lo que forma unidades de élite de montaña con entrenamiento especial. En la ruta hacia Persépolis, la capital del Imperio Persa, se encuentra con una fuerte defensa en lo que se conoce como las “Puertas de Persia“. Se trata de un estrecho desfiladero fuertemente defendido.
Para pasarlo realiza una maniobra nocturna donde deja a parte de su ejército acampando frente a las puertas con muchas hogueras encendidas, simulando ser todo el ejército, mientras él se dirige, con la ayuda de un guía local, a bordear el desfiladero y atacarlo por detrás. Esta similitud con la batalla de las Termópilas debió fascinar a Alejandro. A la señal convenida atacarían al mismo tiempo. La maniobra se realizó con éxito. Las tropas persas fueron sorprendidas y huyeron a Persépolis en loca carrera, pero Alejandro se les adelantó y llegó antes que ellos con su caballería.
En el camino a la ciudad se cruza con una caravana de viejos esclavos griegos de los persas, que al enterarse del cambio de situación salieron a encontrarse con el nuevo Rey. Estos hombres entrados en años, de otra época, muchos de ellos con algún miembro mutilado por los persas, de aspecto moribundo, se acercaron a Alejandro como su salvador. El horrendo espectáculo que presentaban caló profundamente en Alejandro, así que los ayudó, recompensó y dio tierras para ellos y sus familias en Asia, ya que no deseaban regresar a Grecia por temor a ser mal recibidos allí, dadas las condiciones en que se encontraban. Alejandro entra en la ciudad y se apoderó de la ciudadela y del tesoro. Más tarde se le uniría el resto del ejército. Como siempre, organiza un gobierno con un sátrapa persa y visita la tumba de Ciro el Grande, a quien admiraba, en la vecina Pasargada. Ciro era el famoso conquistador persa que fundó la dinastía a la que Darío III pertenecía.
A continuación ocurre uno de los eventos que más controversia suscita. Alejandro quería hacer una fuerte demostración de fuerza y de victoria para sus aliados griegos (recordemos que Esparta era enemiga de Macedonia, y Alejandro necesitaba solidificar su relación con Atenas, su principal aliado en la Liga de Corinto). Su idea era quemar el Palacio Real, el que habían usado los emperadores de las Guerras Persas: Darío I y Jerjes I. A pesar de que sería una medida impopular entre los ciudadanos persas, Alejandro priorizó su relación con los estados griegos y ordenó a sus macedonios que lo saquearan y le prendieran fuego. El asunto es que el fuego se propagó, intencionadamente o no, al resto de la ciudad. Al llegar los soldados griegos se encontraron con el palacio destruido, y se les dijo que el incendio fue provocado por una hetaira (símil: prostituta) ateniense llamada Tais, que indujo a Alejandro a quemarlo estando todos ebrios después de una fiesta. Así fue que se perdieron su parte del saqueo.
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