ALEJANDRO MAGNO .-
LA LIGA DE CORINTO Y ALEJANDRO
Congregados los griegos en el Istmo, decretaron marchar con Alejandro a la guerra contra Persia, nombrándole general; y como fuesen muchos los hombres de Estado y los filósofos que le visitaban y le daban el parabién, esperaba que haría otro tanto Diógenes el de Sínope, que residía en Corinto.
Mas éste ninguna cuenta hizo de Alejandro, sino que pasaba tranquilamente su vida en el barrio llamado Craneto; y así hubo de pasar Alejandro a verle. Hallábase casualmente tendido al sol, y habiéndose incorporado un poco a la llegada de tantos personajes, fijó la vista en Alejandro. Saludóle éste, y preguntándole en seguida si se le ofrecía alguna cosa, "muy poco —le respondió—; que te quites del sol". Dícese que Alejandro con aquella especie de menosprecio quedó tan admirado de semejante elevación y grandeza de ánimo, que, cuando retirados de allí empezaron los que le acompañaban a reírse y burlarse, él les dijo: "Pues yo a no ser Alejandro, de buena gana fuera Diógenes" |
Alejandro y Diógenes: -"Yo soy Alejandro el rey".- -Y yo Diógenes el sabio- -¿Qué quieres de mi?, dijo el rey- -"Que no me quites el sol"- |
ALEJANDRO EN DELFOS.
Quiso prepararse para la expedición con la aprobación de Apolo; y habiendo pasado a Delfos, casualmente los días en que llegó eran nefastos, en los que no es permitido dar respuestas; y con todo, lo primero que hizo fue llamar a la sacerdotisa; pero negándose ésta y objetando la disposición de la ley, subió donde se hallaba y por fuerza la trajo al templo. Ella entonces, mirándose como vencida por aquella determinación, "eres invencible, ¡oh joven!", dijo; lo que, oído por Alejandro, dijo que "ya no necesitaba otro vaticinio, sino que había escuchado de su boca el oráculo que apetecía".
Cuando ya estaba en marcha para la expedición aparecieron diferentes prodigios y señales, y entre ellos el de que la estatua de Orfeo en Libetra, que era de ciprés, despidió copioso sudor por aquellos días.
A muchos les inspiraba miedo este portento; pero Aristrando los exhortó a la confianza, "pues significa —dijo— que Alejandro ejecutar hazañas dignas de ser cantadas y aplaudidas, las que por tanto darán mucho que trabajar y que sudar a los poetas y músicos que hayan de celebrarlas".
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