ALEJANDRO MAGNO .-
Mas el mismo Alejandro en sus cartas, sin tener nada de esto a portento, dice sencillamente que anduvo a pie la montaña llamada Clímax y que la atravesó partiendo de la ciudad de Fasílide, en la cual se detuvo muchos días; y que en ellos, habiendo visto en la plaza la estatua de Teodecto, que era natural de la misma ciudad y había muerto poco antes, fue a festejarla bien bebiendo después de la cena, y derramó sobre ella muchas coronas, tributando como por juego esta grata memoria al tratado que con él había tenido a causa de Aristóteles y de la filosofía.
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PISIDIA Y FRIGIA. GORDION. EPISODIO DEL NUDO GORDIANO
Después de esto sujetó a aquellos de los pisidas que le hicieron oposición y puso bajo su obediencia la Frigia; y tomando la ciudad de Gordion, que se dice haber sido corte del antiguo Midas, vio aquel celebrado carro atado con corteza de serbal y oyó la relación allí creída por aquellos bárbaros, según la cual el hado ofrecía al que desatase aquel nudo el ser rey de toda la Tierra. Los más refieren que este nudo tenía ciegos los cabos enredados unos con otros con muchas vueltas y que, desesperado Alejandro de desatarlo, lo cortó con la espada por medio, apareciendo muchos cabos después de cortado; pero Aristóbulo dice que le fue muy fácil el desatarlo, porque quitó del timón la clavija que une con éste el yugo, y después fácilmente quitó el yugo mismo. Desde allí pasó a atraer a su dominación a los paflagonios y capadocios;
LA MUERTE DE MEMNÓN Y EL CAMBIO DE TÁCTICA DE ALEJANDRO
y habiendo tenido noticia de la muerte de Memnón, que siendo el jefe más acreditado de la armada naval de Darío había dado mucho en qué entender y puesto en repetidos apuros al mismo Alejandro, se animó mucho más a llevar sus armas a las provincias superiores de la Persia.
En esto, ya Darío bajaba de Susa muy engreído con la muchedumbre de sus tropas, pues traía seiscientos mil hombres, y confiado en su sueño, que los magos explicaban más bien según lo que aquél deseaba que según lo que él indicaba en realidad.
ORÁCULO EN EL TEMPLO DE BAAL
Porque le pareció que discurría gran resplandor por la falange de los macedonios, que le servía Alejandro, adornado con la estola que llevaba el mismo Darío cuando era correo del rey; y que después, habiendo entrado Alejandro al bosque del templo de Belo, desapareció; en lo cual, a lo que parece, significaba el dios que brillarían y resplandecerían las empresas de los macedonios, y que Alejandro dominaría en el Asia como había dominado Darío, habiendo pasado de correo a rey, pero que en breve tendrían término su gloria y su vida.
LA ENFERMEDAD DE ALEJANDRO EN CILICIA
Diole todavía a Darío más confianza el graduar de tímido a Alejandro, al ver que se detenía mucho tiempo en la Cilicia; pero su detención provenía de enfermedad, que unos decían había contraído con las grandes fatigas, y otros que por haberse bañado en las agua heladas de Cidmo.
De todos los demás médicos, ninguno confiaba en que podría curarse, sino que reputando el mal por superior a todo remedio, temían que, errada la cura, habían de ser calumniados por los macedonios; pero Filipo de Acarnania, aunque se hizo cargo de lo penosa que era aquella situación, llevado sin embargo de la amistad y teniendo como afrenta el no peligrar con el que estaba de peligro, asistiéndole y cuidándole hasta no dejar nada por probar, se determinó a emplear las medicinas y le persuadió al mismo Alejandro que tuviera sufrimiento y las tomara, procurando ponerse bueno para la guerra.
En esto, Parmenión le escribió desde el ejército, previniéndole que se guardara de Filipo, porque había sido seducido por Darío con grandes dones y el matrimonio de su hija, para quitarle la vida.
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