ALEJANDRO MAGNO .-
El Imperio Alejandrino y el Helenismo
A lo largo del siglo V aC, la pretensión del gobierno ateniense de controlar la vida política de muchas otras polis del sur de Grecia (y, por tanto, de recaudar sus tributos) y la oposición decidida de los espartanos abrir un periodo de guerras devastadoras para la mayoría de las polis conocido como la Guerra del Peloponeso.
En estos momentos de crisis, parecía que otra polis, Tebas, iba a convertirse en la verdadera triunfadora del conflicto y sucesora de Atenas y Esparta como potencia hegemónica en el mundo griego. Las divisiones entre las polis griegas, pero, provocaron un generalizado empobrecimiento debido a los años de conflictos militares.
Sin embargo, durante este periodo, un reino del norte de la Península Balcánica, Macedonia, estaba preparándose para imponer su poder sobre todos los demás territorios aprovechando la crisis interna griega.
Macedonia era un gran Estado de carácter rural, que, a diferencia de las polis griegas del sur, no había participado tan intensamente en las actividades mercantiles, y en su interior no se habían producido las transformaciones sociales y políticas propias de las anteriores. Macedonia era regida una monarquía apoyada por una casta aristocrática y guerrera.
Un rey de mediados del siglo IV aC, Filipo, realizó una importante reorganización del ejército: junto con la caballería aristocrática tradicional, organizó los soldados de infantería en falangets (grupos de gran movilidad y rapidez) y aliviar la armadura. Con este ejército sometió la mayoría de las polis del sur (338 aC). Esto le llevó a pensar en la posibilidad de atacar el Imperio Persa de Asia Menor, pero Filip fue asesinado antes de llevar a cabo sus planes.
El sucedería su hijo, Alejandro Magno, de veinte años de edad. Alejandro había sido educado como dirigente político y militar. Su preceptor había sido Aristóteles, uno de los filósofos griegos más importantes. Bajo su reinado, Macedonia creó un gran imperio que se expandiría por Oriente Próximo, Persia y Egipto.
Para mantener su dominio sobre el resto de estados griegos, Alejandro tuvo que sofocar numerosas revueltas. Formó un enorme ejército con soldados macedonios, atenienses y tebanos, entre otros, y emprendió la invasión del Imperio Persa, hasta que venció a su emperador en la Batalla de Issos, en 333 aC
Delante de los territorios conquistados, Alexandre se colocaba gobernadores griegos, a los que animaba a casarse con mujeres persas, como lo hizo él mismo al casarse con Roxana, la hija de uno de los gobernadores persas. Sin embargo, Alejandro respetaba las instituciones internas de las ciudades.
A continuación, prosiguió su expedición de conquista por Siria, Fenicia y Palestina, hasta llegar a Egipto. Las ciudades, al ver un ejército poderoso le iban abriendo sus puertas, y cuando no lo hacían, como Tiro, eran destruidas.
Los sacerdotes egipcios coronaron Alejandro como faraón, como supuesto hijo de Amón y Zeus. En Egipto fundó una ciudad, Alejandría, de gran importancia posterior.
Después, volvió a Persia, atravesó el Tigris y, en la Batalla de Gaugamela (331 aC) derrotó definitivamente al emperador persa.
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