Primero apareció como un área antropológica en 1880.
1.- McGee: hablaba de transmisión y ajuste de costumbres entre pueblos de “nivel inferior” y “nivel superior”.
2.- Boas (es más general): habla de proceso inducido de cambio, las culturas de una región suelen ser semejantes entre sí.
Desde 1880, los antropólogos de EE. UU. se interesaron por el cambio cultural entre pueblos, centrándose en la reconstitución de culturas muertas. Reunían datos para reconocer la amplitud con que se habían difundido los elementos culturales en el pasado, pero no hacían observación directa del proceso de difusión en el pueblo que estudiaban.
A partir de 1930 la atención se dirigió hacia la observación directa de los contactos, y se hizo alguna tentativa de relacionar las condiciones que se encontraban entre los pueblos nativos, con sus situaciones recientes de contacto.
Un primer estudio de este tipo fue el de Camilo González en 1932.
Existen evidencias de esta práctica , al menos, desde el paleolítico Medio. En el Paleolítico Superior, se han encontrado ajuares funerarios consistentes en colmillos perforados de ciervo, cuentas de valvas marinas o algunos objetos líticos con ocre rojo alrededor de los huesos.
Ha sido así en lugares como las cuevas de Grimaldi (Italia), donde apareció un raro gorro parecido a un bonete con 3000 conchas y de Cavillon (Francia), donde el esqueleto estaba cubierto con más de 200 conchas perforadas y 22 dientes de animales perforados alrededor del cuello, además de dos cuchillos de sílex y otro utensilio de asta de ciervo.
Fue muy común durante el Neolítico y en la Edad del Bronce, donde objetos como vasos de incienso, utensilios de sílex, dagas o collares se depositaban en recipientes de cerámica, que se colocaban en las tumbas.
Algunos de los más famosos y bien conservados ajuares funerarios son del Antiguo Egipto. Allí, que disponían hasta del Libro de los muertos, donde se describía el recorrido del muerto hasta la otra vida, el pensamiento de la época era muy fuerte en la creencia de que la vida en el Más Allá transcurría de manera similar a la vida en este mundo, por lo que los bienes depositados en sus tumbas podrían ser usados por el difunto en la vida futura. También pintaban imágenes que presentaba el disfrute de la vida terrenal del difunto, sus trabajos y su estancia en compañía de su familia; a veces, se incluían estatuillas de sirvientes, llamados ushebti, con la intención de que les sirvieran en su vida futura. El ajuar funerario del faraón Tutankamón es famoso porque fue una de las pocas tumbas egipcias que no había sido saqueada antes de su descubrimiento por Howard Carter.
Donde había ajuares funerarios, existía un potencial problema de saqueo de tumbas. Los etruscos marcaban la palabra śuθina, que en lenguaje etrusco significaba: "de una tumba", en los ajuares funerarios depositados con los muertos para desalentar su reutilización por los vivos.2
Se puede decir que en todas las épocas y zonas geográficas de la Antigüedad, con mayor o menor profusión o riqueza del ajuar, son frecuentes estas prácticas funerarias, desde la cultura mesopotámica en el Oriente Próximo, donde se descubrió un personaje enterrado en el cementerio real de Ur del III milenio a. C. no solo con sus adornos o utensilios sino también con sus soldados armados, sacerdotes, músicos, siervos y aurigas con sus carros hasta la cultura moche del continente americano, desde la Antigua Grecia, donde los muertos eran enterrados con dos monedas para pagar al barquero que transportaría su alma, hasta las diferentes culturas de la península ibérica, pasando por Roma o Rusia.
Con la llegada del cristianismo, en el período de la Alta Edad Media, declinó el uso de ajuares funerarios, aunque ocasionalmente fue utilizado por personajes importantes como los canónigos, que podían poner en sus tumbas objetos tales como insignias de peregrinaje.
Todavía, en algunas culturas, se siguen practicando ritos que dedican a los dioses la utilización de los muertos. En algunos pueblos de Asia Oriental se ofrecen a los muertos lo que se suele llamar "Billetes del infierno", creyendo que si se queman estas ofrendas de dinero, el difunto lo tendrá disponible para gastarlo.
Análisis de los ajuares funerarios[editar]
La primera fase del análisis de los ajuares funerarios ayuda a determinar: país, gente, tipo de sociedad, ciudad, cementerios, etc.; básicamente, la configuración sociológica de la sociedad. Incluso los 'cementerios', o entierros y ofrendas funerarias de un pequeño suburbio de una ciudad, pueden ayudar a determinar la sociedad, el mix de personas y qué relaciones tienen con otros países o pueblos.
Los ajuares funerarios son, a menudo, un indicador fiable relativo del estatus social. Los arqueólogos han comparado la aparente mano de obra, su cantidad y los costos de los objetos encontrados en la tumba con los restos de las personas enterradas. Los indicadores forenses que pueden investigarse con los restos humanos tienden a mostrar que, aunque las tumbas de los ricos tenían una incidencia más o menos igual de enfermedades contagiosas y hereditarias a la de los individuos de estatus inferior, estas tumbas de ricos mostraban sustancialmente menos evidencia de estrés biológico en la edad adulta, con menos huesos rotos o signos de trabajos pesados.3
La segunda fase del estudio, ayuda a entender dónde se originaron algunos ajuares funerarios. Por ejemplo, oro, plata, joyería, adornos, herramientas, etc., todos los elementos tienen "mano de obra", tienen su procedencia y un tiempo de ejecución determinado. La procedencia de algunos ajuares solo pueden ser conjeturados, ya que algunos de los objetos más interesantes, espectaculares y únicos solo se han encontrado en una tumba. Un ejemplo, de principios del III milenio a. C., es un disco plano, con un agujero en el centro de un eje y, posiblemente, con la intención de hacerlo girar como una peonza (fue encontrado con un grupo de discos, en una habitación). De esteatita, con escenas grabadas, solo se puede adivinar su procedencia. Se encontró en la mastaba de un funcionario egipcio llamado Hemaka. Dado que el saqueo de tumbas era tan común en Egipto, pudo haber procedido de un anterior propietario de la tumba.
El término alma o ánima (del latín anima) se refiere a una entidad inmaterial que, según las afirmaciones y creencias de diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas y religiosas, poseen los seres vivos. La descripción de sus propiedades y características varía según cada una de esas tradiciones y perspectivas.1
Etimológicamente, la palabra anima se usaba en latín para designar el principio por el cual los seres animados son semovientes, esto es, están dotados de movimiento propio y por tanto poseen vida. En ese sentido originario, tanto las plantas como los animales en general, el Sol, la Luna, los planetas conocidos, el viento, el fuego, el agua estarían dotados de alma (animismo) en proporciones distintas, por lo que algunos serían mortales (perderían su vida poco a poco) y otros no. Los avances en la fisiología, neurociencias y neurología permitieron reconocer que los seres animados obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, al mismo tiempo que pueden desarrollar actividades diferentes de estos, como la nutrición, el crecimiento y la reproducción.
Concepto a través de la Historia[editar]
El término alma se puede aplicar, según las más antiguas interpretaciones, a los seres vivos en general (plantas y animales) como su principio constitutivo. Según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles, el alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.[cita requerida]
El término también se usa en una acepción más particular si se refiere a los seres humanos; en este segundo caso, según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos.[cita requerida]
En el transcurso de la historia, el concepto del alma ha pasado por diversos intentos de explicación: desde el dualismo del idealismo filosófico y de la gnosis a la interpretación existencialista de un todo con dos aspectos específicos que son: lo material y lo inmaterial.
Para la religión cristiana, el hombre consta de tres partes que son: cuerpo (lo físico), alma (lo relacionado con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual). De acuerdo con la tradición cristiana, el alma es uno de los aspectos del ser humano que lo unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma, el ser humano tiene instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, y puede volver sobre sí mismo (autoconciencia).
Aunque no es muy frecuente, el término "alma" también puede utilizarse referido a cualquier ser humano como un todo, obviando el significado religioso o filosófico, como en las expresiones «no hay ni un alma» o «ciudad de 40.000 almas».
El alma en la filosofía occidental[editar]
Filosofía griega[editar]
Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano. A veces habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, si bien tal idea la toma prestada del orfismo.
Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros; además, los dioses inferiores crearon dos almas mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que reside en el abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su lugar en la cabeza. Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional y el negro la parte de los apetitos (siempre rebelde). La tarea del auriga es mantener el caballo negro al mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte; este diálogo ofrece diversos argumentos que buscan probar la inmortalidad del alma.
Aristóteles definió la psyche como "forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida". (De Anima, 412 a20.) También la entiende como "la esencia de tal tipo de cuerpo" (412b10). La forma o esencia es lo que hace que un ente sea lo que es. Por esto entendemos que el alma es lo que define a un cuerpo natural. Por ejemplo, si el oído fuera un animal, su alma sería el escuchar y su materia el propio órgano del oído. Un oído que no tuviera la función de oír sería un oído solo de palabra. En este caso, el alma configura la materia en un cuerpo natural organizado.
Así se forma una unidad sustancial (compuesta de materia y forma). Alma y cuerpo no son separables en el viviente.
El alma es definida también por el estagirita como "la entelequia primero de un cuerpo natural que en potencia tiene vida" (412a26). Con ello indica que el alma es entelequia o acto primero del cuerpo vivo y alma y cuerpo están unidas simultáneamente. Pero al ser el alma el acto, puede decirse que esta tiene prioridad sobre el cuerpo. Es primera no en tiempo, pero sí en importancia. Es la primera acción de donde surgen las facultades y potencias del viviente.
Aristóteles señala, finalmente, que podrían darse operaciones del alma que no dependieran de cuerpo alguno.
La visión dualista que se desprende del platonismo distorsiona la realidad y las consecuencias llegan a un desprecio de las realidades físicas, del cuerpo humano y de la sexualidad entre otras cosas. Se imagina el alma como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, como una hoja blanca metida en un pobre sobre material del cual urge liberarse. Sin embargo, el monismo aristotélico permite entender al ser humano como una unidad conformada de cuerpo y alma dando el justo valor al cuerpo al no entenderlo como la prisión del alma (como hacía Platón), sino como parte esencial de lo que es el hombre.
Tomás de Aquino[editar]
Con Tomás de Aquino, la reflexión antropológica (explicación de qué es el ser humano) toma un giro más realista. Basándose en Aristóteles más que en Platón, Tomás de Aquino habla de principios, ya no de realidades opuestas. Para Aristóteles, todos los seres del mundo físico tienen materia (que es pura indeterminación) y una forma sustancial (que es el principio determinativo). Estas dos realidades son inseparables, de modo que no tienen existencia independiente. Diríamos que se trata de dos "aspectos" de la misma realidad. Tomás de Aquino describe al ser humano como material por una parte (su cuerpo) y no material por otra (su alma espiritual). El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre un espacio existente en su vida diaria.[cita requerida]
Ejemplo: puedo elaborar una agenda para mañana y conceptuar cómo va a ser el comedor de la casa sin necesidad de estar presente en aquel comedor.
Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la explicación de cómo es el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el alma la que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma.2
El pensamiento occidental posterior[editar]
El pensamiento occidental recayó en el dualismo entre cuerpo y alma:
- Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa "extensa" (res cogitans versus res extensa).
- Baruch Spinoza habla del alma como atributo y modo de la substancia divina.
- Leibniz la llama mónada cerrada en sí misma.
- Theodor Lessing, como aspiración infinita.
- Kant la califica de imposibilidad de aprender lo absoluto.
- Fichte, como saber y acción.
- Hegel dice que el alma es el autodesarrollo de la idea.
- Friedrich Schelling la define como potencia mística.
- Nietzsche, invención y ente imaginario del común de la gente, que ayuda a fortalecer las creencias de la existencia de un dios o, más específicamente, de "Dios".
- Freud, como diferencia entre el "yo" y el "super-yo".
- Jaspers la define como "existencialidad".
- Ernst Bloch, como realización originaria del futuro.[cita requerida]
En la tradición judeocristiana[editar]
De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma (heb. נפש, néfesch; gr. ψυχή, psykhḗ) es la principal cualidad identificatoria del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) a un se-moviente, independiente del desplazamiento ajeno. Según los registros bíblicos, en el Génesis dice:
20 Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo».
21 Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. 22 Entonces los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra». 23 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día. 24 Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie». Y así sucedió. 25 Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno. 26 Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra y todos los animales que se arrastran por el suelo». 27 Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
28 Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra».
El término aparece también en la visión antropológica de numerosos grupos culturales y religiosos. En la era moderna, el término "alma" se usa con más frecuencia en contextos religiosos.
El alma en la teología cristiana[editar]
La teología cristiana, principalmente la teología protestante alemana, se inspira en el Idealismo (corriente basada en las ideas) y llega a concebir el alma como únicamente "subjetividad". Este mismo Idealismo influye a través de Descartes el pensamiento de algunas corrientes católicas. En efecto, Descartes, al afirmar "pienso, luego existo", encierra la reflexión filosófica en el mundo de las ideas. Es considerado el padre del idealismo.
Los filósofos citados en el párrafo anterior son, en su mayoría, filósofos "idealistas".
El realismo filosófico dio nacimiento tanto al empirismo y al marxismo como a la filosofía existencialista (existencialismo) y el existencialismo cristiano (Gabriel Marcel, personalismo de Mounier).[cita requerida]
En la Biblia[editar]
En la Biblia, el vocablo "alma" se da como traducción de la palabra hebrea (ne'•phesch [נפׁש]) y la palabra griega (psy•khe'). Por el uso que se da al vocablo en la Biblia, queda claro que el alma es la persona o el animal mismo al que se hace referencia con el término, o la vida de que disfruta la persona o el animal.
- La rúaj, que es "viento", "espíritu" en hebreo, en relación a la antropología es el 'hálito [de vida]', aliento de la divinidad misma: cuando Yahvéh inspiró sobre el hombre su soplo de vida (Génesis 2:7), este se convirtió en ser viviente. El hombre vive mientras Yahvéh no retira su rúaj. (Job 27,3). El término marca fuertemente la relación entre criatura y creador, la dependencia absoluta de ella hacia Él. La Ruaj recibe otros sentidos en la Biblia según los contextos.
- La néfesch (נפש) significa "garganta", "fauces" (2 Samuel 16:14), "el que respira" (Job 41:13, 20, 21). Néfesch viene de una raíz que significa “respirar”, y en un sentido literal se podría traducir como “un respirador”. Exactamente la misma expresión hebrea que se usa para la creación animal, a saber, néfesch jaiyáh (alma viviente), se aplica a Adán cuando se dice que después de que Dios formó al hombre del polvo del suelo y sopló en sus narices el aliento de vida, “el hombre vino a ser alma viviente” (Gé 2:7.). En las instrucciones que Dios dio al hombre después de crearlo, utilizó de nuevo el término "néfesch" para referirse a la creación animal: “Todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma [literalmente, en lo que hay alma viviente (néfesch)]”(Génesis 1:30.). A veces la palabra né•fesch se utiliza para expresar el deseo del individuo, que le llena y luego le empuja a lograr su meta. Proverbios 13:2 dice sobre los que tratan traidoramente que ‘su mismísima alma es violencia’, es decir, que son partidarios acérrimos de la violencia, y llegan a ser en realidad la violencia personificada -de modo que tiene que ver también con la interacción entre la mente y personalidad activa de un individuo, a saber: "la vida" (1 Samuel 26:21). Además, el registro de Génesis 9:4 dice que la sangre es Alma y Levítico 17:11 dice que en la sangre está el alma, a causa de que cada célula viva que compone la sangre está capacitada para moverse en sí, diferenciando a los seres animales de los vegetales, que no tienen sangre ni células relacionables con ella; la sangre, cuyo movimiento celular permite la circunvolución de la respiración, muestra su característica distintiva de la Vida Animal. La palabra néfesch (נפש) aparece un total de 754 veces en las Escrituras Hebreas (Génesis a Malaquías) y su equivalente griego psykhḗ (ψυχή) 105 veces en las Escrituras Griegas (Mateo a Revelación) y nunca está asociada a la inmortalidad que le dan algunas corrientes religiosas, filosóficas o de otra índole. Pero muy notablemente, hay cientos de textos bíblicos que la asocian con la muerte; de hecho, hay 13 textos donde se menciona como "néfesch muerta" (alma muerta).3 Y no tienen que ver psykhḗ (ψυχή) y la palabra en latín ánima (palabras que se relacionan con el término español "animal",4 haciendo lógica la expresión "animal racional" para el ser humano) con la palabra espíritu (gr. pnéuma). Así que el alma se define por la interacción inseparable de tres movimientos en la materia viva que lo integran: La Mente/Corazón (principio psicológico consciente-inconsciente del Yo mismo [movimiento pneumático]), la Sangre (principio del cuerpo animal o carnal [movimiento linfático]) y la Vida (principio de la actividad-hábito [movimiento dinámico]). Sin estos tres, el alma está muerta.5 De esta interpretación nace la importancia de valorar tanto el alma humana6 como el alma de una bestia.7 Reforzando la valoración ética desde la parte más delicada del alma (mente/corazón)89hasta la parte más resistente de ella (la vida).10
- El basár (carne) es un concepto que no se opone a rúaj (soplo) pero se juxtaponen. Una traducción aceptable sería "mi persona", que se puede tocar, experimentar. Cuando Pablo dice: "Vuestros cuerpos son templo del Espíritu (en gr. pnéuma)...(1 Cor 6,19)" o bien "Ustedes son el templo... (1 Cor, 3-17)" resalta el aspecto experimentable del concepto.
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