domingo, 10 de agosto de 2014
ARTE DE LA ANTÍGUA INDIA
ARTE DE LA INDIA : ARTE PALA .-
Mientras el sur de la India veía desarrollarse los imperios rivales de los Pallava -que levantaron en el siglo VII el notable conjunto de Mahabalipuram-, de los Cola y de los Pandya, el norte se agrupó en parte bajo la dirección de la dinastía de los Pala (hacia 765 o 770-1086) y luego bajo la dinastía de los Sena (hacia 1150-1199). Este vasto reino comprendía las regiones de Magadha, Audh, Doab, Bengala, Bihar, Orissa y Assam.
De la época de los Pala y de los Sena es necesario recordar la abundante producción de esculturas; quedan, en efecto, relativamente pocos vestigios arquitectónicos, los cuales tuvieron que sufrir a comienzos del siglo XIII las destrucciones masivas ocasionadas en todas estas regiones por la invasión musulmana. A esta misma invasión devastadora se debe atribuir el aniquilamiento de la célebre como consecuencia hundir definitivamente al budismo y detener la producción artística búdica.
Así las cosas, desde la segunda mitad del siglo VII hasta el final del XII prevaleció el estilo Pala-Sena, heredero de los estilos Gupta y pos-Gupta (siglos IV-VIII), cuya supervivencia y transmisión aseguró, no sólo en la propia India, sino también en ultramar, a los países de los Mares del Sur.
Sin embargo, del gran período Gupta y pos-Gupta, que había creado un admirable repertorio estético y narrativo (por ejemplo en Sarnath, Mathura y Ajanta), el arte Pala se dedicó a perpetuar sólo su aspecto iconográfico y conformista en lo que tenía de más rígido; el arte Pala está representado en primer lugar por imágenes de culto, en bronce o piedra, y excepcionalmente por bajos relieves circunscritos en paneles; las muy escasas pinturas, ilustraciones de manuscritos, que han llegado hasta hoy se sitúan al final del estilo (en el siglo XII aproximadamente).
Los principales talleres Pala fueron los de la célebre universidad budista de Nalanda, los de los vecinos lugares de Gaya-Bodhgaya y de Kurkihar, así como los numerosos de la Bengala oriental. Las producciones que salieron de estos talleres revelan cuidado por la elegancia y equilibrio, cierto manierismo en los gestos y actitudes, un gusto pronunciado por la representación de los adornos.
Las imágenes de culto en piedra se presentan en forma de un gran personaje encuadrado por asistentes de talla muy reducida; todo el grupo se destaca en relieve muy acusado sobre el fondo de la estela. Durante los tres siglos y medio en que se desarrolló el estilo Pala, se puede notar una tendencia progresiva hacia el recargamiento: los personajes llevan joyas cada vez más numerosas y adornadas, el fondo de la estela -en un principio casi desnudo y con la parte superior redondeada- se cubre paulatinamente de accesorios simbólicos.
Por otra parte, en el transcurso del siglo X, momento en el que el poderío político de los Pala sufre un eclipse, la producción fue notablemente más variable: en conjunto, la silueta de los personajes se alarga y se afina, lo que ya supone una clara diferencia con las manifestaciones anteriores, las joyas son menos importantes, los rasgos de la cara más gruesos y más acentuados, el modelado más flojo, en especial el de las piernas. La sujeción a los cánones iconográficos es más rigurosa a medida que el panteón budista se enriquece bajo el impulso del Mahayana y se tiñe fuertemente de tantrismo. Más adelante, ya en el siglo XI y hasta bien entrado el primer decenio del XII persistió el mismo estilo, pero con algunos cambios de no poca importancia. Así, en líneas generales, ese estilo que se había gestado tiempo atrás evolucionó haciéndose más pesado, más seco y presentando una gracia más afectada.
Desde entonces las estelas tienen una terminación puntiaguda, en forma de hoja, y su fondo, recargado con símbolos y pequeños personajes, posee -en las mejores esculturas- calados en algunas partes. A los adornos y joyas de los siglos precedentes se añade una espesa guirnalda que cae de la nuca a las pantorrillas y se redondea en forma de U ante las piernas. Las divinidades brahmánicas son desde este momento más numerosas que las budistas, y las formas tántricas se multiplican, como Yamanta-ka, que no es otro que el bodhisattva Manjusrí abatiendo a la muerte. Una forma iconográfica frecuente entonces es la del “Buda engalanado”, que lleva una tiara y joyas a pesar de su ropaje monacal.
En cuanto a los iconos en bronce suelen ser de pequeña talla, aunque se conocen ejemplos que alcanzan o sobrepasan la estatura humana: por ejemplo, el Buda, de pie hallado en Sultanganj, distrito de Bhagalpur, de 2,25 m de alto, y conservado en el Birmingham Museum and Art Gallery. Fundidos a la cera perdida con una aleación compuesta de ocho metales (cobre, estaño, plomo, antimonio, zinc, hierro, oro y plata), dichos bronces estaban a veces recubiertos con una débil capa de caolín o de arcilla, de tinte verde o pardo, que adquiere el aspecto de una pátina. En general, siguió la evolución de las imágenes de culto en piedra, con la diferencia de que presentan muy a menudo un aspecto calado, estando el fondo de la estela remplazado por un encuadre en cuyo interior los temas se recortan en el vacío, lo que les confiere una especie de dinamismo del que están desprovistas las estelas.
El estilo Pala no parece haber tenido en la India descendencia directa alguna. En cambio, debieron de establecerse relaciones particularmente fructuosas entre los imagineros Pala y los imagineros indonesios desde principios del siglo IX. No sólo muchos bronces indonesios de los siglos VIII-IX recogen, hasta confundirse con ellos, las fórmulas de los bronces Pala de esta época, sino que más de doscientos bronces de esta procedencia han sido hallados en las ruinas del monasterio I de Nalanda, consagrado bajo el reinado de Devapala (hacia 810-850) en ocasión de una embajada del rey de Sumatra y destinado a albergar a los peregrinos originarios de esta región. Dichos contactos debieron de renovarse en varias ocasiones y por ello pueden notarse analogías sorprendentes entre las estelas Pala y las imágenes de culto de Java oriental, visiblemente inspiradas en las primeras y perperuadoras de sus características hasta el siglo XIV, mucho tiempo después de la desaparición de las escuelas Pala en la propia India.
Estas escuelas influyeron también en el arte birmano; relaciones religiosas directas unieron a Birmania y la India Pala: así, el rey Kyanzittha (1083-1113) mandó hacer restauraciones en el célebre santuario de la Mahabodhi en Bodh Gaya, y el rey Nandaungmya (1211-1230) hizo construir una réplica suya en Pagan. Es posible asimismo que el templo cruciforme de Paharpur (Bengala septentrional) hubiese sufrido influencias birmanas: en él vemos empleada la bóveda de sillares, muy excepcional en la India y frecuente en Pagan; también se encuentra en dicho templo un grupo de más de dos mil placas de barro cocido que adornan el basamento del templo y datan de alrededor del siglo X. Dichas placas ostentan bajos relieves con personajes, de un estilo diligente y pintoresco, cuyas composiciones simplificadas no dejan de recordar las de las placas esmaltadas que decoran varios santuarios birmanos del siglo IX al XII.
Notemos por último que el arte Pala se transmitió al Nepal, cuya proximidad geográfica y cuya adopción de la tradición budista y tántrica lo designaban naturalmente para recibir las formas plásticas y el repertorio iconográfico de aquel arte. Aunque no conozcamos en dicho país muchas obras que se remonten más allá del siglo XV, esta transmisión es innegable y -al igual que Bengala y Bihar habían tenido el papel de conservadores después de los pos-Gupta- el Nepal a su vez prolongó hasta la época contemporánea los estilos Pala y Sena, introduciéndolos en parte en su vecino, el Tibet.
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