Obtiene así el cenobio un gran poder, alcanzando su iglesia la categoría de Real Colegiata (con seis canónigos) que conservará hasta finales del siglo XVIII, época en la que, tras quedar abandonado, queda al cuidado de un casero e inicia así su decadencia y deterioro. Acabando el siglo XIX, Pío García Espinosa, que había comprado buena parte de las tierras que rodean el monasterio, consigue una autorización del Arzobispo de Santiago para restaurarlo. Derriba, para acometer la restauración, la casa delantera y la iglesia prioral, edifica un pabellón almenado y reconstruye la capilla de santa Isabel.
Los restos más antiguos son del siglo XII, destacando la iglesia que se levanta sobre un montículo muy escarpado que obligó a sus constructores a salvar los desniveles del terreno por medio de altos muros con contrafuertes y estancias subterráneas. Del templorománico se conserva en buen estado la cabecera y buena parte de la nave. Queda también en pie un hermoso campanario barrocodel siglo XVIII, obra de la escuela de Simón Rodríguez. La casa de los canónigos y las cocinas del monasterio también se conservan aceptablemente.
El conjunto fue declarado en 1975 Monumento Histórico Artístico por su importancia arquitectónica.
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