miércoles, 28 de enero de 2015

POESÍA - POEMAS POR AUTOR

  Soneto en prisión de franceses II
Lo que es mortal padece esta prisión,
que lo inmortal, señora, está en la vuestra;
ésta tiene de mí sólo la muestra
la vuestra tiene el alma y corazón.

Por donde yo no hallo por razón
que a Fortuna llamar deba siniestra,
pues ella me guió con mano diestra
a veros y a sufrir por vos pasión.

Así de todo el mal en que me ha puesto,
cuando pienso este bien en que me puso,
no sólo le perdono su mudanza,

pero aún no estando satisfecha de esto,
de cualquier otro mal también la excuso
salvándose de veros mi esperanza.






Mientra de parte en parte se abrasaba
y en vivas llamas la gran Roma ardía,
al alto cielo el gran clamor subía
del pueblo todo, que su mal lloraba;

sólo en parte Nerón cantando estaba
do el clamor miserable escarnecía,
y el incendio mayor más alegría,
y el mayor llanto más placer le daba.

Así, de en medio el alma donde estáis,
veis, señora, mi fuego y toda en llanto
la turba de mis tristes pensamientos;

y tanto más de verlo os alegráis,
cuanto más ardo y por vos lloro, y cuanto
me llegan más al cabo mis tormentos.





Mientras amor con deleitoso engaño
daba color a la esperanza mía,
el seso, lo mejor que él entendía,
declarar procuró mi mal extraño.

Pero ya que llegar a ser tamaño
le vio, y que iba creciendo cada día,
dejó la menos necesaria vía
por más considerar el propio daño.

Desde allí, va en silencio y noche escura,
con mil acuerdos de mi bien pasado,
y del presente mal, paso mi vida;

que en tal extremo está de desventura,
que (si hay firmeza en miserable estado)
ni puedo ya subir, ni dar caída.







Mil veces de tu mano me he escapado
y al punto de la muerte y fin venido,
y tantas he tornado y te he seguido,
Amor, y nunca quedo escarmentado;

mil veces he propuesto y he jurado
de no seguir tu bando y tu partido,
viéndome en tu poder triste y perdido,
y tantas mi palabra y fe he quebrado.

Ahora, en este trance y mal que siento,
causado de tus manos crudamente,
bien justo era cumplir el juramento;

mas, triste, ¿qué haré, que no consiente
la dura suerte, el áspero tormento,
que el siervo del señor se halle ausente?

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