ARTE CHINO .-
Poesia china y el concepto del “pasado”
En todas las culturas (incluida la Cultura china y el Arte en China) en todas las razas, en todas las acciones, hay leyes naturales inviolables. La última y primera ley de todas es el principio de las cosas, su comienzo. Antes de ello, nada se sabe. Antes del principio, todo es negativo, al igual que, antes del cero, los números parecen deshacerse en un menos uno, menos dos, menos tres, que, en realidad, la mente humana no comprende, y tan sólo intuye, acepta y se resigna. Nos interesa el principio de las cosas, el pasado de los hombres y los mitos, es decir, todo aquello que está detrás del presente, que ya nos sucedió para entender la poesia china.
Poesia china
Acabo de decir lo que “está detrás de las cosas” y me doy cuenta de que cometo, sin querer, un error. Nuestra cultura occidental concibe el pasado como algo que está detrás del hombre, algo que no se ve porque ya se fue, algo que se perdió. Pero si nos situamos en las coordenadas espacio-temporales de la Cultura china, vemos que ocurre el efecto contrario. Cuando se estudia el idioma chino, uno se da cuenta de que el pasado para un chino es justamente lo que está delante, enfrente del individuo y el futuro lo que está detrás.
Poesia china y Cultura China
Vemos cómo el lenguaje es en verdad pensamiento porque la Cultura china, efectivamente, nunca ha dejado de contemplar el pasado, de verlo de frente, y de utilizarlo y reutilizarlo en su continuo avance del tiempo. La historia, pongamos por caso, la historia china, está hecha de continuas revisiones, de sucesivas interpretaciones de lo mismo, según las necesidades y requerimientos políticos. La historia de las dinastías anteriores se reescribía continuamente con diferentes matices y versiones en cada nueva dinastía, de tal forma que Marcel Granet habla de la figura de la “espiral de la historia”, es decir, algo que avanza y que siempre retrocede, una figura circular, que constantemente se repite aunque siempre varía. Así, el final de una dinastía se asociaba con su decadencia, con su corrupción y con el mandato de un mal gobierno.
Eso justificaba plenamente la entronización de una nueva dinastía y de un nuevo emperador. Es el presente el que recrea el pasado. Por eso los chinos han sacralizado el pasado.
La historiografía china se redactaba bajo la dirección de los ministros o cancilleres, y todos los miembros que colaboraban eran funcionarios de carrera pensionados, por lo que estaban sometidos a las relaciones autoritario-jerárquicas. Por otro lado, la institucionalización y la burocratización de la historiografía fue la causa de que los anales oficiales se tornaran prácticamente sacrosantos y de que el material histórico se repartiera de forma administrativa. Todo ello desembocó en un conformismo justificado de igual forma por los principios esenciales de la mentalidad conservadora confuciana.
Paralelamente, no sólo las diferentes tendencias ideológicas, como el confucianismo o el taoísmo, siguieron y siguen existiendo bajo otras denominaciones como “neotaoísmo”, “neoconfucianismo”, sino que esa vuelta atrás con pretensiones egocéntricas de posesión del pasado tiene su contrapartida en una visión ecléctica e integradora, que siempre ha caracterizado al mundo chino.
Esa actualización y contemplación constante del pasado puede, a su vez, rastrearse en las obras más antiguas del pensamiento clásico, como en el Libro de las Mutaciones, las Analectas de Confucio, el Mencio y, entrando incluso en el terreno del taoísmo, en el Libro del Tao y del De de Lao Zi, o en Los Capítulos interiores de Zhuang Zi:
El Hombre Verdadero de antaño
ignoraba el amor a la vida,
el odio a la muerte.
Alerta siempre y ligero
en su ir y venir: eso era todo.
Consciente de su origen
sin preocuparse por el fin
(Los Capítulos Interiores de Zhuang Zi, Trotta, p.111).
Como se puede observar, el pensamiento chino ya desde el s.V o IV a.n.e., se cuidaba de forjar un ideal de Hombre Verdadero cuyo patrón y modelo se encontraba ineludiblemente en la antigüedad. Esta tendencia retrospectiva de la cultura china es la causante de la repetida exaltación del pasado en la poesía china y, en consecuencia, de un profundo sentimiento de nostalgia. Sobre este particular, los títulos de muchos poemas Tang hacen referencia a ello: huaigu (“Recordando el pasado”), langu (“Contemplando el pasado”), guyi (“Evocando el pasado”). Aunque no se pueda hablar propiamente de un género poético en sí mismo, estos títulos son indicadores de la existencia de tópicos en la historia de la poesía china.
No obstante, el tiempo no se concibe como una dimensión aislada, sino, como afirma Marcel Granet, (La pensée chinoise, p. 99), estrechamente ligada al espacio. Por ello, en la mentalidad china se puede interferir en el espacio con ayuda de emblemas temporales, y viceversa. Esta interrelación espacio/tiempo es la que permite comprender, por ejemplo, por qué en la exaltación del pasado se recurre generalmente a símbolos espaciales tales como la montaña que constituye un lugar estratégico para la nostalgia china. Una de las formas en que los poetas Tang expresan su tristeza ante el paso ineludible del tiempo es la de incluir en sus poemas todo tipo de precisiones temporales y, por ende, geográficas: lugar de composición, estación del año, momento del día, etc.
Los siguientes títulos dan buena fe de ello: Presentado a Zhang, en la quinceava noche del octavo mes (Han Yu); Escrito en estado de embriaguez el veintisieteavo día del sexto mes en el pabellón desde donde se contempla el lago (Su Shi); Canción escrita improvisada durante la noche del primer día de la novena luna, después de haber releído viejos ensayos poéticos (Lu Yu); Ascendiendo al monasterio de la terraza del General Wu y contemplando la lejanía, un día de otoño (Liu Changqing).
La nostalgia es, en este aspecto, un sentimiento derivado de la relación espacio/tiempo, ya que es consecuencia de una separación entre el Yo y el Mundo (en cualquiera de sus dimensiones afectivas o físicas, pero siempre dentro de las coordenadas espacio-temporales). Los poemas de la despedida, por ejemplo, tan de moda en la dinastía Tang, nos hablan de una separación afectiva entre dos amigos que provoca una especie de nostalgia anticipada y que ocurre en un espacio geográfico determinado. Los poemas que tratan sobre el pueblo natal priorizan otro tipo de separación afectiva: la de un Yo actual con un Yo antiguo, la del Yo de aquí con el Yo de allí.
Pero el tema quizá más recurrente en la historia de la Cultura china es, en general, el tema del “pueblo natal”, que plantea el conflicto entre dos espacios y tiempos distintos: el presente y el pasado, el aquí y el allí. Sentimientos como la tristeza y la resignación, la soledad y la solidaridad con los suyos, se entremezclan con un fuerte sentimiento del deber, cuyo coste, aunque inevitable, es ser socialmente reconocido.
En conclusión, el pasado cobra enorme importancia tanto en la historia como en la poesia china. En ninguna tradición poética se instala el tema del pueblo natal o, por lo menos, no con tanta fuerza, como la que posee en China, ese vasto país donde cambiar de provincia suponía en aquel tiempo quizá no volver a ver jamás a las personas queridas. En el pueblo natal uno posee familia, amistad, amor, relaciones todas ellas que Confucio consagró en las Analectas. Por lo que, desde un punto de vista filosófico, irse o partir significa alejarse del origen. Esto está en relación con en el movimiento de retorno propio del Tao.
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