ARTE CHINO .-
La más colosal obra de ingeniería que haya podido imaginar y llevar a cabo la humanidad se extiende 7.300 km en la China septentrional, presenta una altitud de 6 a 8 metros y tiene torres defensivas. Se trata, como es sabido, de la Gran Muralla china, cuyas obras inició en el año 221 a.C. el emperador Ts’in Shi Huang Ti, soberano de la dinastía Ch’in. Ya se ha señalado que su construcción demuestra la existencia de un estado unificador, pues, por qué habría que proyectar una muralla de tan vastas magnitudes si no para proteger casi todo el territorio chino de los ataques de los tártaros, por aquel entonces la principal amenaza que llegaba del norte. Así, el citado emperador ha pasado a la historia con el doble mérito de haber puesto en marcha la construcción más enorme que se haya realizado jamás a la par que fue el primero en unificar la totalidad de las regiones de China.
Además, Ts’in Shi Huang Ti llevó a cabo una serie de iniciativas políticas y diplomáticas sin las cuales el curso de la historia del denominado hoy día gigante rojo sería bien diferente. Primero inició una de las campañas militares más efectivas de la historia, pues en apenas diez años acabó con el secular problema del descontrol y la amenaza que suponían algunas regiones bárbaras. Por otro lado, con más astucia y falta de escrúpulos que diplomacia, destruyó a todos los rivales que amenazaban su gobierno, y, una vez ampliados los límites de China, impulsó una rígida organización territorial, política y administrativa que la dinastía Han recibió como legado.
Dinastías Song, Yuan, Ming y Tsing
Bajo la dinastía Song, aun a pesar de las dificultades políticas en que el país a menudo se halló, la cultura china experimentó gran adelanto. El budismo, implicado en algunas de aquellas perturbaciones, fue objeto de una severa represión, y se refugió en los monasterios, principalmente en los de la secta Ch’an, más conocida en Occidente según la pronunciación japonesa Zen (introducida en China durante el siglo VI por el monje hindú Bodhidharma), mientras los aristócratas y letrados se interesaban de nuevo por la doctrina de Confucio, lo que preparó el triunfo del neoconfucianismo durante el siglo XIII.
La cerámica alcanzó gran excelencia, sobre todo las porcelanas, de elegantes formas o inspirada ornamentación incisa o pintada, generalmente de temas florales. Destacan ya las vasijas de coloración verdegris, famosas después en Europa (los vasos céladon, tan celebrados en Francia durante los siglos XVII y XVIII). La arquitectura se renueva; datan de esta época muchos de los pailas o monumentales portales de recintos urbanos, con sus tejadillos superpuestos.
Los emperadores Song protegieron la pintura de los estilos tradicionales, y a finales del siglo XI el emperador Huei-tsong se distinguió personalmente como autor de composiciones con pájaros y ramajes floridos. Pero aparte de este arte académico, existió una pintura progresista, que cultivó una forma de paisaje panorámico concebido en verticalidad y realizado, sobre seda o papel, a la tinta china, a veces con leves toques policromos. Son maestros en esta tendencia: King’ Hao, Tong Yuan, Yu-Kien y sobre todo Li Tang. Otro interesante grupo lo integraron autores como Mu-hi o Leang-kai, seguidores de la
secta Ch’an y recluidos, como monjes, en los monasterios de esta secta. Su pintura, al lavado de tinta sobre papel, denota sensibilidad aguda, con destellos de una modernidad que aún sorprende.
La cerámica alcanzó gran excelencia, sobre todo las porcelanas, de elegantes formas o inspirada ornamentación incisa o pintada, generalmente de temas florales. Destacan ya las vasijas de coloración verdegris, famosas después en Europa (los vasos céladon, tan celebrados en Francia durante los siglos XVII y XVIII). La arquitectura se renueva; datan de esta época muchos de los pailas o monumentales portales de recintos urbanos, con sus tejadillos superpuestos.
Los emperadores Song protegieron la pintura de los estilos tradicionales, y a finales del siglo XI el emperador Huei-tsong se distinguió personalmente como autor de composiciones con pájaros y ramajes floridos. Pero aparte de este arte académico, existió una pintura progresista, que cultivó una forma de paisaje panorámico concebido en verticalidad y realizado, sobre seda o papel, a la tinta china, a veces con leves toques policromos. Son maestros en esta tendencia: King’ Hao, Tong Yuan, Yu-Kien y sobre todo Li Tang. Otro interesante grupo lo integraron autores como Mu-hi o Leang-kai, seguidores de la
secta Ch’an y recluidos, como monjes, en los monasterios de esta secta. Su pintura, al lavado de tinta sobre papel, denota sensibilidad aguda, con destellos de una modernidad que aún sorprende.
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