viernes, 8 de agosto de 2014
ARTE DE LA ANTÍGUA CHINA
ARTE EN CHINA .-
En 1233 las hordas tártaras de Gengis Khan, procedentes de la Mongolia, se apoderaban de Kaifong, y el nieto de aquel gran guerrero, Kubilai Khan, tomaba en el año 1276 Hang-Tcheu e implantaba en toda la China una dinastía mongol, la titulada Yuan.
Bajo esta dinastía, que duró hasta 1368, se incrementaron ciertos aspectos de la literatura, como el teatro y la novela; en cambio, el arte no experimentó gran progreso. Sin embargo, el veneciano Marco Polo, que vivió en China desde 1276 a 1292, pudo trazar un brillante cuadro del lujo que reinaba en la corte de Khanbaliq, asentada en lo que sería después la actual Pekín (Beijing). En pintura, la predilección de los soberanos mongólicos se encaminó hacia los temas de caza y escenas con caballos, en los que se distinguió el pintor Jen Jen-fa. Al final de la dinastía aparecen en el Sur destacados paisajistas, como Wang Mong y Ni Tsan.
La dinastía fundada por Kubilai introdujo poco después en China el arte de elaborar alfombras. Sedas y cerámicas se produjeron también en abundancia, y ya entonces destacó el centro porcelanero de Ching-te-chen, uno de los más importantes durante la época siguiente.
En 1368 un antiguo monje budista, Yuan-chang, que asumió el nombre de Tai-tsu, fundó la dinastía Ming, destinada a reinar largamente (hasta 1644) y cuya capital estuvo al principio en Nanking, hasta que en el año 1403 se instaló en Pekín, que había sido la de los emperadores de la dinastía anterior.
La dinastía Ming (“Luminosa”) fue intensamente nacionalista y reaccionaria. Preocupada por preservar de posibles invasiones el territorio chino, restauró y amplió la antigua Gran Muralla, erigida durante el siglo II. Se emprendieron, en cambio, por mar algunas grandes expediciones, que cesaron bruscamente durante la primera mitad del siglo XV, y desde entonces las costas fueron hostigadas por aventureros o por los corsarios japoneses, mientras China volvía a recluirse en su antiguo aislamiento. Por un caprichoso contraste, Europa comenzó entonces a establecer, por mar, contactos directos y regulares con China; los primeros navegantes portugueses arribaron en 1517, y los holandeses en 1601.
Salvo el fundador de la dinastía y su tercer representante, Yung Lo, todos los soberanos Ming murieron jóvenes, tras haber vivido recluidos en la atmósfera viciosa de la corte y haber abandonado el manejo de los asuntos en manos de eunucos del harén imperial. Desde sus comienzos, la dinastía se esforzó por restablecer las instituciones culturales del período Song. Su interés por la arquitectura se concentró en el esfuerzo para urbanizar la nueva capital, Pekín, según un plan presidido por las estrictas normas geománticas rituales; en el centro estaba la “ciudad prohibida”, donde únicamente podían vivir el emperador y las personas a él allegadas; esta parte quedaba englobada dentro de la “ciudad imperial”, y ambas estaban ceñidas por muros rojos coronados por tejas amarillas.
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