viernes, 23 de enero de 2015

MEDIO AMBIENTE

Educación para la Sostenibilidad Ambiental

Formación y Sensibilización Ambiental

Como ya se ha dicho, la divulgación y la información son conceptos diferentes pese a estar íntimamente conectados. El divulgador debe saber transmitir los conocimientos que posee, adaptándose en cada momento al alumno u oyente que recibe la información (no será lo mismo dirigirse a un grupo de escolares que a uno de universitarios, a un auditorio repleto de promotores inmobiliarios que al pleno del Parlamento).
Es por esto conveniente saber que formación y sensibilización son en sí conceptos dispares, el primero de ellos hace referencia a la transmisión de conocimientos o experiencias mediante ejercicios teóricos y prácticos con el objeto de que el receptor quede capacitado para desempeñar adecuadamente un determinado tipo de trabajo. En el segundo caso, la sensibilización es la capacidad para “despertar sentimientos morales, estéticos, etc.” (RAE, 2011) en las personas que reciben la información y está íntimamente relacionada con el concepto de educación, que tiene como objetivo capacitar al individuo para asimilar y desarrollar valores, aptitudes y conocimientos.
Por este motivo se dice que la sensibilización ambiental sirve de instrumento a las personas que la reciben, para conocer el alcance de sus acciones y su repercusión sobre el medio ambiente, y a partir de ahí cambiar aquellos hábitos que no sean saludables y reforzar aquellos otros que contribuyan a proteger el medio. En el otro lado quedaría la formación ambiental, que estaría dirigida a aquellas personas que desean hacer del medio ambiente su profesión o que de alguna manera desarrollan actividades con repercusión directa sobre la gestión del medio ambiente y requieren la adquisición de conocimientos avanzados sobre temas específicos dentro del abanico de materias que engloba este sector, para poder adquirir de este modo una visión global de problemas que afectan a numerosas disciplinas y que requieren de soluciones de conjunto.
Se trata pues de capacitación para el desempeño de tareas (formación) y de motivación para la reflexión crítica (sensibilización), y ambas disciplinas se complementan.
Centrando ahora el objetivo en la sensibilización ambiental, si realmente se quiere llegar a la conciencia social, esta debe perseguir las siguientes metas:
1. Estructurar el contenido de manera coherente.
2. Contar con los mejores medios materiales y humanos disponibles.
3. Implicar a todo el grupo y promover la participación.
4. Capacitar al grupo para que adopte un enfoque abierto y amplio.
5. Incentivar las actitudes críticas para fomentar el cambio.
La sensibilización ambiental es el nivel más básico de transmisión de conocimientos sobre esta materia, y debe llegar a todas las escalas sociales, desde los más pobres hasta los más ricos, desde las personas sin formación hasta los titulados superiores, todos forman parte del cambio y a todos hay que llegar si se quiere proteger el medio ambiente.
Sensibilizar ambientalmente hablando es necesario ahora más que nunca, especialmente porque se están promoviendo políticas por entes internacionales que se traducen en la aprobación de normas por los entes supranacionales, nacionales y subterritoriales, que conducen a la creación de deberes y obligaciones con las que las personas de a pie tienen que cumplir, y que en repetidas ocasiones no llegan a comprender, al no contar con la información necesaria o con los medios para asimilarla.
Estos medios o instrumentos a los que nos referimos, son básicamente:
1. Comunicación: Transmitir de manera adecuada la información científica es una tarea compleja y requiere interactuar con el oyente de tal manera que pueda expresar también sus opiniones al respecto, para conocer cuales son las dudas que le plantea la materia e intentar resolverlas de forma que le quede lo más claro posible.
2. Participación: Es un paso más en el proceso, a través de ella el oyente pasa a ser partícipe de las soluciones, es una manera de motivar a las personas a emprender el cambio en su filosofía de vida para un objetivo común que es salvar el planeta como lo conocemos. Se trata de cambiar de actitud, desde la pasividad a la proactividad, para que cada uno se haga responsable de la parcela que le corresponde y actúe en consecuencia.
3. Evaluación: En esta fase el participante, ayudado por el educador, pasa a evaluar su entorno inmediato, desde los comportamientos que observa hasta las políticas que se están llevando a efecto en su localidad. El cambio de mentalidad provoca la asimilación de los pasos que se están dando y de los que deben darse, y eso lo capacita para hacer partícipe a su entorno social y “contagiarlo” con su actitud.
Pero como ya se apuntaba antes, es fundamental que los educadores ambientales, posean sus propios espacios y medios para transmitir esos conocimientos al público en general. Medios que muchas veces aparecen en forma de infraestructura, y así se han creado aulas de la naturaleza, centros de interpretación, granjas – escuela, museos de historia natural, etc.
Pero también pueden aprovecharse las ya existentes para introducir en el día a día de los ciudadanos esa nota de sensibilización ambiental que les invite a reflexionar sobre estos temas, como pueden ser programas de radio y televisión, columnas en los periódicos, jornadas divulgativas en asociaciones profesionales y centros de trabajo, talleres de trabajo en las escuelas, etc.
A partir de la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro de 1992, son muchas las iniciativas que, como hemos visto, se ponen en marcha para hacer frente al agotamiento y deterioro de los recursos naturales. Entre ellas, destaca la Conferencia Internacional sobre Medio Ambiente y Sociedad: Educación y Sensibilización en Materia de Sostenibilidad, celebrada en 1997 en la ciudad de Tesalónica. A partir de este evento surgieron numerosas iniciativas, como la de declarar el periodo 2005 – 2014 Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible.
De todo lo anterior se puede sacar una conclusión, la educación y sensibilización en materia ambiental constituyen los cimientos sobre los que se debe construir el edificio del compromiso social enfocado al cambio de modelo de desarrollo, creíble, eficaz y verdaderamente sostenible.
La formación supone ya la implicación directa del profesional en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales que genera la actividad humana, ya sea desde su parcela laboral (por ejemplo en el caso de los trabajadores del sector industrial) o como gestor multidisciplinar de un sector económico concreto (como son los consultores y técnicos ambientales del sector servicios) o de la economía en general (como sería el caso de los responsables de los ministerios de medio ambiente de los diferentes países).
Para eso existe una amplia oferta formativa que abarca desde la formación no reglada, que generalmente se focaliza en una temática concreta y con un contenido no demasiado abundante (normas de calidad ambiental, técnicas de ordenación del territorio y urbanismo, gestión de residuos, emisiones y vertidos, etc.), hasta la formación reglada, que incluye cursos de especialista, postgrados y masters que normalmente complementan la formación de ciertos titulados cuyas especialidades guardan relación con el medio ambiente (ingenieros, arquitectos y otros), hasta llegar a las carreras superiores que se dedican expresamente a tratar estos temas y que suponen el más alto nivel de conocimiento del medio y de los temas que le afectan (licenciaturas y grados en biología, ciencias ambientales, gestión del patrimonio natural, etc.).
Es tarea importante de estos profesionales, no sólo la toma de decisiones adecuadas en sus puestos de trabajo, sino también la divulgación de sus conocimientos del modo en que ha sido expuesto anteriormente.




Perspectivas de Futuro

Todo lo visto con anterioridad apunta en una única dirección, la protección del medio ambiente debe ser prioritaria para la humanidad y se deben poner en marcha medidas urgentes para evitar el colapso a nivel mundial. Pero la realidad es que vivimos en un mundo con 6 continentes y más de 200 Estados soberanos que dictan sus propias normas y cuyos niveles de riqueza varían desde los Estados Unidos de América a Somalia.
Esto dificulta tremendamente la puesta en práctica de una acción coordinada a nivel mundial, más si se tiene en cuenta que los países emergentes no están por la labor de firmar ningún acuerdo que limiten sus expectativas de crecimiento, argumento frecuentemente reforzado por el ecoescepticismo del que adolecen ciertos países desarrollados (el último ejemplo se ha podido vivir en la COP17 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Durban).
Por otro lado están las notables diferencias entre las medidas para la protección ambiental que actualmente se están implementando los países ricos y las que tenuemente aparecen en los países pobres. Mientras que en los primeros aparecen modernas plantas de tratamiento, equipadas con las últimas tecnologías para el reciclaje de todo tipo de materiales (desde aceites vegetales para cocinar hasta neumáticos usados), en los segundos la potabilización del agua sigue siendo un tema por resolver en muchas regiones y localidades.
Tanto es así, que entre las 8 categorías que recogen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) contenidos den la Declaración del Milenio de Naciones Unidas (adoptada por los 189 miembros de la Asamblea General en el año 2000), 3 de ellas hacen referencia a la protección del medio ambiente con los siguientes fines:
1. Revertir la pérdida de los recursos naturales: para ello se detallan una serie de indicadores relativos a las emisiones de CO2, eficiencia energética, cobertura forestal y biodiversidad, que deben alcanzar unos valores adecuados a los objetivos de protección.
2. Mejorar el acceso a las fuentes de agua limpia y segura: Se marca para ello el objetivo de reducir al 50% el número de personas sin acceso al agua potable para el año 2015.
3. Mejorar las condiciones de vida de las poblaciones en áreas marginales: No solo en las zonas rurales sino también en las urbanas, priorizando la sanidad, la seguridad y el acceso a la propiedad.
En esta línea es bueno que en los países desarrollados se siga investigando para mejorar las condiciones ambientales en las que viven sus pobladores, puesto que estos avances son exportables al resto del mundo y redundan en beneficios para la humanidad. Pero es prioritario que en el segundo y tercer mundo se lleven a cabo actuaciones para evitar que los males que padecen, muchas veces debido al traslado de la producción desde occidente a estos lugares, se hagan crónicos.
Según una publicación reciente del Banco Interamericano de Desarrollo, el origen de este problema es que la humanidad ha considerado que los recursos naturales son de libre acceso, sin asignarles un valor económico dependiente de su calidad y escasez. Es la paradoja del uso público, no es lo mismo decir por ejemplo, “el agua es de todos” que “el agua no es de nadie”, porque la primera expresión lleva implícito un respeto hacia el recurso que desemboca en una administración solidaria y contenida, sin embargo la segunda favorece el despilfarro y la irresponsabilidad en el uso.
Para hacer frente a esto se proponen las siguientes líneas estratégicas de actuación:
1. Fortalecimiento de las instituciones ambientales: Hasta hace bien poco en algunos países y todavía en muchos otros, la actividad económica ha estado guiada por la obtención de beneficios económicos a corto plazo y esto con el beneplácito de las administraciones públicas del lugar, guidas por consideraciones financieras que parecen más urgentes que solucionar el deterioro al que se someten los ecosistemas como consecuencia de ello.
La situación exige de estrategias eficaces, que se concreten con actuaciones públicas en las que se impliquen directamente los cargos políticos. Pero la baja capacidad de ciertos gobiernos para poner en marcha líneas efectivas de protección ambiental dificulta su implantación en ciertos lugares. Una de las posibles soluciones está en la cooperación internacional, existen muchos escenarios (la mayoría promovidos por Naciones Unidas) para que los países puedan obtener la ayuda que necesitan para desarrollar sus políticas ambientales. Sin embargo, la raíz del problema está en la corrupción en los cargos públicos, es necesario atajar este mal que aqueja a países de todo el mundo (desarrollados o no) pues de él cuelgan otros como la especulación, la usura y diversas prácticas delictivas que redundan en el aumento de la pobreza y el deterioro del medio natural.
Por este motivo, es necesario que la acción institucional se asiente sobre estas bases: el control de la calidad ambiental, la fiscalización de las actividades productivas y el cumplimiento de la legislación vigente. Para sobre ellas construir el modelo de cambio que necesitan acometer los diferentes países.
2. Desarrollo de programas de educación ambiental: Se entiende como un instrumento clave en la gestión ambiental, como ya ha sido suficientemente tratado en temas anteriores, sólo cabe decir aquí que los gobiernos deben priorizar que programas educativos son los más adecuados para sus diferentes poblaciones. Es necesario recordar que la formación debe estar focalizada hacia aquellos aspectos que afectan directamente a los habitantes de un determinado territorio, para ayudarles a ser más ecoeficientes en su actividad diaria, y deben evitarse programas educativos carentes de profundidad y concreción.
Porque si no, los resultados no serán los esperados y las medidas ineficaces son las que más daño hacen a las políticas ambientales.
3. Fomento de los procesos de participación social: Para alcanzar el éxito en la implementación de planes y programas medioambientales, es necesaria la participación de la sociedad civil desde su diseño. Todavía existen lugares donde las políticas ambientales vienen impuestas por los altos cargos públicos y no consiguen calar en una sociedad que, por otra parte, debe ser protagonista e impulsora en el cambio de modelo.
La experiencia ha demostrado que las políticas de conservación no son efectivas si no se vinculan al entorno cultural y humano, muchas veces excluyendo a la población indígena de determinados lugares que ya venían desarrollado desde hace siglos, una relación simbiótica con el medio.
4. Aplicación de instrumentos de gestión para alcanzar los objetivos ambientales perseguidos: El uso de instrumentos de gestión como tarifas, incentivos, impuestos, subvenciones… deben ser percibidos directamente por el contribuyente como necesarios para la salvaguarda del medio ambiente, por lo que se hace necesario indexar el ingreso al gasto ambiental.
Si esto se hace de este modo la experiencia muestra una gran acogida en las poblaciones donde se aplica. Por este motivo, los objetivos además deben ser medibles, cuantificables, para que tras la aplicación de una medida se pueda saber si se ha alcanzado el fin perseguido o no. Es por esto que son necesarios instrumentos basados en el análisis de indicadores sobre niveles de emisiones a la atmósfera (concentraciones de gases contaminantes), capacidad de carga (huella ecológica), contaminación acústica (medidores de ruido), etc.
5. Incentivar actividades económicas sostenibles: Lo fundamental es que el sector privado comience a internalizar los costes ambientales que conllevan el desarrollo de sus respectivas actividades, para que se favorezca realmente el desarrollo sostenible o sustentable. Así existen mercados para productos ecológicos, ecoturismo, investigación y desarrollo, etc. Una fórmula para incentivar estas actividades es la concesión de ciertas actividades de la administración a empresas privadas, para que sean estas las que las gestionen. Así por ejemplo se pueden contratar las labores de vigilancia de espacios protegidos, las tareas de descontaminación de suelos, la recogida selectiva de residuos, etc. Favoreciendo de este modo la llamada nueva economía verde.
En definitiva se trata de implantar en los países una serie de líneas de actuación coordinadas con las poblaciones de su entorno, de tal manera que se desarrollen sobre un escenario armónico y sostenible en el tiempo, respetuosos con la conservación del entorno y garantista de las condiciones de salubridad y bienestar que los pobladores de este planeta desean. El camino es difícil el reto es enorme, pero no hay otra senda más que la del equilibrio entre la actividad humana y el medio que le da soporte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario