GUERRAS SIGLO XII
La cruzada de 1101 fue una cruzada menor con tres movimientos separados, que fue organizada en 1100 y 1101 tras el éxito de la Primera Cruzada. A esta cruzada se unieron también muchos participantes de la cruzada anterior que habían retornado a sus casas antes de alcanzar Jerusalén.
El éxito de la Primera Cruzada supuso la necesidad de hacer un llamamiento para reclamar el envío de refuerzos que permitiesen defender el nuevo Reino de Jerusalén. El papa Pascual II, sucesor de Urbano II (papa que había muerto antes de conocer el resultado de la cruzada que había convocado) hizo un llamamiento para una nueva expedición. Para ello, hizo especial hincapié en convocar a todos aquellos que habían hecho el juramento de acudir a la cruzada anterior pero que no habían llegado a partir, y a todos aquellos que volvieron antes de su conclusión. Algunas de estas personas estaban sufriendo duras burlas en casa por parte de sus vecinos, y se enfrentaban a una enorme presión para volver a dirigirse hacia el este. Adela de Normandía, por ejemplo, esposa de Esteban II de Blois, que había abandonado la cruzada durante el sitio de Antioquía de 1098, estaba tan avergonzada de su marido que no le permitió permanecer en casa. Tanto los ricos como los pobres querían llegar a Tierra Santa, para liberarla de los infieles en nombre de Cristo, buscando la salvación eterna que llevaba aparejado el luchar en una Guerra Santa.1 Otros, simplemente, buscaban huir de la pobreza para encontrar una nueva vida en oriente.
Mapa de la parte occidental de
Anatolia, que muestra las rutas tomadas por los ejércitos cruzados.
Los lombardos[editar]
Al igual que en la primera cruzada, los soldados y peregrinos no partieron de Europa occidental como un gran ejército, sino como pequeños grupos procedentes de muy distintas regiones. En septiembre de 1100, un gran grupo de lombardos partió de Milán. La mayoría eran campesinos sin entrenamiento militar, y estaban dirigidos por Anselmo IV, arzobispo de Milán. Cuando alcanzaron el territorio del Imperio bizantino se dedicaron al pillaje sin ningún control, por lo que el emperador Alejo I Comneno les hizo escoltar hasta un campamento a las afueras de Constantinopla. Los cruzados se rebelaron y lograron entrar en la ciudad, saqueando hasta el palacio de Blanquerna, e incluso matando a uno de los leones domesticados del emperador. El conde Raimundo IV de Tolosa, uno de los líderes de la Primera Cruzada, que había pasado el invierno en palacio invitado por Alejo, fue el responsable de poner orden. Los lombardos aceptaron su autoridad y, atravesando el Bósforo, establecieron su campamento en Nicomedia a finales de abril.2
Allí se les unieron los refuerzos llegados de occidente, un contingente más pequeño pero más fuerte de soldados franceses, borgoñones y alemanes dirigidos por Esteban de Blois, Esteban I de Borgoña, Eudes I de Borgoña y Conrado, condestable del emperador Enrique IV. Raimundo de Tolosa fue nombrado líder de la cruzada, y una fuerza bizantina de mercenarios pechenegos dirigidos por el general Tzitias fue enviado también por el Imperio bizantino. El grupo comenzó la marcha a finales de mayo en dirección a Dorylaeum, siguiendo la misma ruta utilizada por Raimundo y Esteban en 1097 durante la cruzada anterior. Planeaban continuar hacia Konya pero los lombardos, cuyo número sobrepasaba el de todos los demás contingentes, estaban decididos a marchar hacia el norte hacia Niksar, en dónde Bohemundo I de Antioquía estaba cautivo de los danisméndidas. Tras capturar Ankara el 23 de junio de 1101 y devolvérsela a Alejo, los cruzados se dirigieron al norte. Mantuvieron un breve asedio sobre la ciudad bien defendida de Çankırı, y luego se dirigieron al norte para tratar de capturar la ciudad de Kastamonu. Sin embargo, sufrieron el ataque de los turcos selyúcidas, que les acosaron durante semanas y lograron destruir una de sus partidas de forrajeadores en julio.
En ese punto, bajo las amenazas de los lombardos, el ejército al completo se desplazó lejos de la posible seguridad de la costa del Mar Negro y se dirigieron de nuevo al este, en dirección al territorio danisméndida para rescatar a Bohemundo.3 Sin embargo los turco selyúcidas, dirigidos por Kilij Arslan I, conscientes de que la falta de unión entre ellos fue la causa de su incapacidad de detener el avance de la Primera Cruzada, se aliaron con los turcos danisméndidas y con Fakhr al-Mulk Radwan de Alepo. A comienzos de agosto los cruzados se enfrentaron a este ejército musulmán combinado en Merzifon.
Batalla de Merzifon[editar]
Los cruzados se organizaron en cinco divisiones: los burgundios, Raimundo con los bizantinos, los alemanes, los franceses y los lombardos. Los turcos habían estado hostigando a los latinos durante varios días, hasta situarles en el lugar en el que Kilij Arslan les quería, a la vez que se aseguraban de que sólo tuviesen unas provisiones mínimas. Los turcos destruyeron casi por completo el ejército cruzado en las montañas de Paflagonia, en Merzifon. El terreno era bueno para el tipo de guerra turca, no así para los cruzados. Se trataba de un terreno abierto, con mucho espacio para que las unidades de caballería pudieran maniobrar.
La batalla duró varios días. El primer día los turcos cortaron el avance de los cruzados y les rodearon. El siguiente, el duque Conrado dirigió a sus alemanes en un ataque, pero fracasó estrepitosamente. No sólo no logró abrir una brecha, sino que fueron incapaces de volver con el ejército principal y tuvieron que refugiarse en una fortaleza cercana. No tenían acceso a los suministros ni a ayuda alguna, y tampoco podían ser utilizados en un ataque combinado de los cruzados.
El tercer día fue más tranquilo, pero el cuarto día los cruzados hicieron un gran esfuerzo para liberarse de la trampa en la que se encontraban. Lograron infligir duras bajas a los turcos, pero fracasaron en su ataque al final del día. Kilij Arslan se unió con las fuerzas de Radwan de Alepo, de Malik-Ghazi y de Karaja, príncipes danisméndidas poderosos. Esto supuso que los latinos fuesen drásticamente superados en número.
Los lombardos, en la vanguardia, fueron derrotados, los mercenarios bizantinos desertaron y los franceses y alemanes fueron obligados a retirarse. Raimundo quedó atrapado en una roca y fue rescatado por Esteban y Conrado. La batalla continuó al día siguiente y el campamento cruzado fue capturado. Los caballeros huyeron dejando a las mujeres, niños y sacerdotes detrás a su suerte. La mayoría de los lombardos, que no tenían caballería, murieron o fueron esclavizados por los turcos. Raimundo, Esteban de Blois y Estéfano de Borgoña huyeron al norte, y lograron volver a Constantinopla por mar.
Guillermo II de Nevers[editar]
Poco después de que el contingente lombardo hubiese alcanzado tierras orientales, un nuevo ejército de cruzados dirigidos por Guillermo II de Nevers llegó a Constantinopla cruzando el mar Adriático desde Bari. La marcha hacia Constantinopla estuvo libre de incidentes, lo cual es inusual en la historia de las cruzadas.
Marchó rápidamente al encuentro de los otros ejércitos, pero nunca llegó a unirse a ellos. Guillermo asedió brevemente la ciudad de Konya pero no consiguió tomarla y pronto fue emboscado en Heraclea Cybistra por Kilij Arslan, que acababa de derrotar a los lombardos. En la batalla prácticamente todo el contingente de Nevers fue aniquilado, salvo el propio conde y alguno de sus hombres más cercanos.
Los franceses y los bávaros[editar]
Tan pronto como Guillermo II partió de Constantinopla llegó un tercer ejército, dirigido por Guillermo IX de Aquitania, Hugo de Vermandois (uno de los que no llegaron a terminar la Primera Cruzada), y Güelfo I de Baviera. Les acompañaba también Ida de Austria, madre de Leopoldo III de Austria. Este nuevo ejército había saqueado el territorio bizantino de camino a Constantinopla y casi había llegado a las armas contra los mercenarios Pecheneg enviados para detenerles. Finalmente Guillermo y Güelfo intervinieron y evitaron el enfrentamiento.
Desde Constantinopla el ejército se dividió en dos. Una mitad viajó directamente a Palestina por mar (entre ellos se encontraba el cronista Ekkehardo de Aura) y el resto se dirigió por tierra hasta Heraclea, en dónde llegaron en septiembre. Al igual que con el ejército anterior, las tropas de Heraclea fueron emboscadas y masacradas por Kilij Arslan.
Guillermo y Güelfo escaparon, pero Hugo fue herido mortalmente. Los supervivientes llegaron a Tarso, y fue ahí dónde finalmente murió Hugo el 18 de octubre. Ida desapareció en la batalla, y presumiblemente murió. Sin embargo, según una leyenda posterior habría sido hecha cautiva y se convertiría en la madre de Zengi, un gran enemigo de los cruzados en la década de 1140-50.
Eventos posteriores[editar]
Guillermo de Nevers también escapó a Tarso y se unió al resto de supervivientes, al igual que Raimundo de Tolosa. Bajo el mando de Raimundo y con la ayuda de una flota genovesa capturaron la ciudad de Tartus. Sin embargo para entonces la cruzada era ya más un peregrinaje. Los supervivientes llegaron a Antioquía a finales de 1101, y en Pascua llegaron a Jerusalén. Después, muchos de ellos simplemente retornaron a casa, tras haber cumplido su voto, aunque algunos se quedaron para ayudar al rey Balduino I de Jerusalén en la defensa frente a una invasión de tropas egipcias en Ramla. Esteban de Blois murió en esta batalla, junto con Hugo VI de Lusignan, ancestro de la futura dinastía Lusignan de Jerusalén y de Chipre. Joscelino de Courtenay también se quedó a la defensa de Jerusalén y sobrevivió a la batalla para llegar a ser Conde de Edesa en 1118.
La derrota de los cruzados permitió a Kilij Arslan establecer su capital en Konya y mostró al mundo musulmán que los ejércitos cruzados no eran invencibles, al contrario de lo que pudiera parecer tras la Primera Cruzada. Los cruzados y los bizantinos se culparon unos a otros de la derrota, y ninguno fue capaz de asegurar una ruta a través de Anatolia, después de que Kilij Arslan hubiese logrado fortalecer su posición en el territorio. La única vía que permanecía abierta para llegar a Tierra Santa era la vía marítima, lo cual benefició en gran medida a las ciudades italianas. Esta ausencia de una vía terrestre también benefició al Principado de Antioquía, en dónde Tancredo de Galilea, gobernando en nombre de su tío Bohemundo, pudo consolidar su poder sin interferencias bizantinas.
Tanto las Segunda como la Tercera Cruzada sufrieron dificultades similares al intentar cruzar Anatolia.
La cruzada de 1197, también conocida como la cruzada de Enrique VI (en alemán, Kreuzzug Heinrichs VI) o la cruzada alemana (Deutscher Kreuzzug) fue una cruzada convocada por el emperador Hohenstaufen Enrique VI en respuesta al abortado intento de su padre, el emperador Federico I Barbarroja durante la Tercera Cruzada en 1189-1190. Por eso la campaña militar también se conoce como la cruzada del Emperador (haciéndose eco del nombre «cruzada del Rey» otorgada a la Tercera Cruzada).2Mientras sus fuerzas ya estaban camino a Tierra Santa, Enrique VI murió antes de su partida en Messina el 28 de septiembre de 1197. El conflicto que surgió por el trono entre su hermano Felipe de Suabia y el rival Otón de Brunswick hizo que muchos de los cruzados de alto rango regresaran. al reino de Germania para proteger sus intereses en las siguientes elecciones imperiales.3Los nobles que continuaron la campaña capturaron la costa de Levante mediterráneo entre Tiro y Trípoli antes de regresar a Alemania. La Cruzada terminó abruptamente después de la caída de las ciudades de Sidón y Beirut en 1198.
Cruzada de 1197 |
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Parte de Cruzadas |
Estados Cruados hacia 1200
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Fecha | 22 de septiembre de 1197 – 1 de julio de 1198 |
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Lugar | El Levante mediterráneo |
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Resultado | Inconclusa |
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Cambios territoriales | Beirut restaurado al Reino de Jerusalén |
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Beligerantes |
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Comandantes |
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Fuerzas en combate |
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Bajas |
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El 2 de octubre de 1187, el sultán ayubí Saladino había capturado Jerusalén y gran parte de los estados cruzados. En un esfuerzo por reclamar los estados de ultramar, se convocó la Tercera Cruzada por los reyes Felipe II de Francia y Ricardo I de Inglaterra y por el emperador Federico I del Sacro Imperio Romano Germánico en 1189. Federico partió con un ejército enorme, derrotó a un contingente selyúcida cerca de Philomelion y capturó Iconium, pero inesperadamente murió al ahogarse en el río Göksu, cerca de Silifke, en Cilicia.
Tras su muerte, la hueste de cruzados alemanes de Federico, con un total de entre 12−15 000 hombres, se disolvió y un contingente mucho más pequeño liderado por el hijo de Federico, el duque Federico V de Suabia, continuó hacia Tierra Santa,5donde se unieron al sitio de Acre (1189-1191). La cruzada terminó en 1192 con el Tratado de Ramla, suscrito por el sultán Saladino y el rey Ricardo Corazón de León, estableciéndose un armisticio de tres años y permitiendo a los musulmanes retuviesen el control de Jerusalén, mientras que los cruzados conservaban Acre, Jaffa, y otras ciudades costeras clave.
Enrique VI, elegido rey de los romanos en 1169, sucedió a su padre Federico y fue coronado como emperador del Sacro Imperio por el papa Celestino III en 1191. En su lucha con los príncipes imperiales para imponer su sucesión, la marea cambió a su favor cuando el retornado rey cruzado Ricardo fue capturado en Austria y solo fue liberado contra un juramento de lealtad y el pago de un enorme rescate. En 1194, Enrique pudo afirmar las demandas de herencia de su esposa Constanza al conquistar el reino de Sicilia. Al declarar una nueva Cruzada para reconquistar Jerusalén, Enrique se remitió a un acuerdo con el papa Celestino III para reconocer su dominio sobre Sicilia. Entretanto, el sultán Saladino ya había muerto en 1193 y se desencadenó un conflicto por su sucesión en las tierras de los ayúbidas. En 1195, terminaba el armisticio suscrito por el rey Ricardo . En vista de estos desarrollos favorables, el emperador esperaba continuar el impulso de la campaña anterior.
Enrique VI decidió sacar ventaja de la amenaza de fuerza que su padre había ejercido contra el Imperio bizantino, afectado por las rebeliones en Serbia y Bulgaria, así como por las incursiones selyúcidas. El emperador Isaac II Ángelo había mantenido estrechos vínculos con el rey ursurpador siciliano Tancredo de Lecce, que había sido derrocado en abril de 1195 por su hermano Alejo III Ángelo. Enrique aprovechó la ocasión para exigir un tributo y envió una carta amenazadora al emperador bizantino para financiar la cruzada planificada. Alejo inmediatamente se sometió a las demandas tributarias y exigió altos impuestos a sus súbditos para pagar a los cruzados 5000 libras de oro. Enrique también forjó alianzas con el rey Aimerico de Chipre y el príncipe León de Cilicia.
Llamada a la Cruzada[editar]
Durante la Semana Santa (marzo) de 1195, el emperador Enrique hizo una promesa y en las celebraciones de Pascua en Bari anunció públicamente la Cruzada. El plan original de Enrique en abril de 1195 era movilizar una fuerza de 1500 caballeros y 3000 sargentos, pero este total se excedería se mucho. En el verano viajaba por Alemania para ganar seguidores. A pesar del estancamiento de la Tercera Cruzada, un gran número de nobles respondieron,3 entre otros el arzobispo Conrado de Mainz, el archicanciller de Germania y el arzobispo Hartwig de Bremen, nueve obispos —incluidos Wolfger de Passau, Conrado de Hildesheim—, cinco duques —Enrique I de Brabante, Bertoldo IV de Merania, Federico de Austria, su tío Enrique de Mödling y el primo del emperador Hermann I Landgrave de Turingia— y varios condes —incluidos Enrique V del Rin, Meinhard II de Gorizia, Eberhard de Dörnberg—. Un gran número de nobles menores también se unió a la Cruzada y en poco tiempo, de acuerdo con Arnold von Lübeck en su Arnoldi Chronica Slavorum, una poderosa hueste militar de 60 000 hombres, incluyendo 7000 caballeros germanos, estaba en camino. Un cronista contemporáneo dio una estimación más baja de 4000 caballeros y una cantidad desconocida de infantería. La historiadora alemana Claudia Naumann sugirió en 1994 que la Cruzada tendría 16 000 hombres, incluyendo 3000 caballeros. Bretislaus III, Duque de Bohemia había aceptado unirse a la Cruzada en la Dieta de Worms en diciembre de 1195, y planeaba hacerlo, hasta que cayó enfermo y murió el 15 o el 19 de junio de 1197.
En marzo de 1197, Enrique se dirigió al reino de Sicilia. Los cruzados se embarcaron para Acre, mientras que el emperador primero tuvo que reprimir una revuelta armada en Catania. Una fuerza de 3.000 soldados sajones y renanos en 44 barcos bajo el mando del conde Palatino Enrique V y del arzobispo Hartwig de Bremen zarpó del norte de Alemania y llegó a Messina en agosto, donde se fusionaron con las tropas del emperador y navegaron hacia el Mediterráneo oriental. Todavía en Sicilia, fuera para cazar cerca de Fiumedinisi en agosto, el emperador Enrique enfermó con escalofríos, posiblemente de malaria. Murió el 28 de septiembre antes de que pudiera zarpar hacia Tierra Santa.
El 22 de septiembre de 1197 un ejército alemán sustancial bajo el mando del archicanciller Conrado de Maguncia y del mariscal Enrique de Kalden desembarcó en Acre, donde su presencia despertó el disgusto de las fuerzas francas de la reina Isabel de Jerusalén. Como los príncipes alemanes negaron la autoridad de Enrique de Kalden, eligieron al duque Enrique I de Brabante como su comandante y los cruzados se dirigieron a Tiro, iniciando una campaña para expulsar a los musulmanes de Beirut y someter la costa de Levante hasta Trípoli. Capturaron la rica e importante ciudad de Sidón y el 24 de octubre ingresaron en Beirut. Con el apoyo de los Príncipes germanos, el rey Aimerico de Chipre, vasallo del emperador Enrique, se casó con la reina Isabel y fue coronado rey de Jerusalén (como Amalrico II) en 1198.
Los cruzados continuaron su campaña y al reconquistar las tierras alrededor del castillo de Biblos (Gibelet) recuperaron el enlace por tierra con el condado de Trípoli. Incluso marcharon contra Damasco y sitiaron la ciudad de Toron, cuando les llegó la noticia de la muerte del emperador. En julio de 1198, la mayoría de los nobles ya habían emprendido el retorno a casa7 para que sus feudos fueran confirmados por el sucesor de Enrique. Los cruzados restantes concluyeron otro armisticio en junio de 1198 con el emir ayubí Al-Adil I, que reconoció el gobierno del rey Amalrico II sobre las tierras reconquistadas. En su calidad de rey de Jerusalén, Amalrico transfirió el señorío de Beirut a Juan de Ibelin y el señorío de Sidón a Reinaldo Grenier. En su camino de regreso a Alemania, el arzobispo Conrado de Maguncia coronó en enero de 1198 al príncipe León de Cicilia, rey de Armenia en Tarsus.
Consecuencias[editar]
Sobrecogidos por la muerte de Enrique, los cruzados no culminaron sus elevadas ambiciones. Sin embargo, el debilitamiento del Imperio bizantino persistió y estableció una base para la Cuarta Cruzada y el saqueo de Constantinopla en 1204. Al mismo tiempo, la intención inicial de reconquistar Jerusalén fue abandonada, cuando el armisticio con la dinastía ayubí fue renovado para otros seis años.
Los príncipes alemanes se concentraron más tarde en las adquisiciones de tierras que habían logrado en los territorios de los eslavos polabianos iniciadas por la cruzada de los wendos de 1147. La Orden Teutónica, establecida durante el asedio de Acre en 1190 y elevada a orden de caballería durante la cruzada alemana en marzo de 1198, jugó un papel importante en la expansión alemana hacia el este de Prusia y en la región báltica adyacente en el siglo XIII.
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