La Casa Real de Aragón fue la primera dinastía que ostentó el título de Reyes de Aragón. A lo largo de sus cinco siglos (XI-XVI) de vigencia gobernaron veintiún monarcas, manteniendo, en líneas generales, una cierta proyección mediterránea y una política de acercamiento a Francia y a otras grandes casas reales europeas.
La actual región de Aragón vive, entre los siglos VIII y X una cierta autonomía que emana de su resistencia a los musulmanes. Se trata de una fase de transición de un protofeudalismo a un Estado feudal, y todos los enclaves de la zona mantienen dinastías propias, aunque frecuentemente enlazadas entre sí.3
El origen de la Casa de Aragón está en Sancho III el Mayor (1004-1035), que tras un reinado esplendoroso en el que obtuvo gran número de territorios decidió dividirlos a su muerte entre sus hijos. Así, en 1035 dejaría a su hijo Ramiro el territorio de Aragón, que pasó a su descendiente Sancho Ramírez ya convertido en Reino.
Las tres etapas, definidas por la historiografía actual,3 apuntan a tres momentos claves: los primeros pasos de la Casa, su asunción de la Casa de Barcelona y la inclusión en los Trastámara. En los tres momentos se seguiría manteniendo conciencia de Casa de Aragón.3
Casa de Aragón-Pamplona[editar]
En esta primera etapa reinan Ramiro I de Aragón, Sancho Ramírez de Aragón, Pedro I de Aragón, Alfonso I de Aragón, Ramiro II de Aragón y Petronila de Aragón, que casó con Ramón Berenguer IV el Santo, y en cierto sentido se ve como la línea marcada por Sancho III el Mayor, de acercamiento a grandes familias reales europeas, se mantiene.
Entre 1035 y 1164 se fragua una dinastía fuerte, pero de influencia únicamente en ámbito aragonés. Por ello, hay que prestar atención al último enlace de esta dinastía, entre Petronila y Ramón Berenguer IV de Barcelona, se celebró conforme al derecho aragonés, en un tipo de matrimonio mediante el cual el marido se integraba en la Casa como un miembro de pleno derecho. En cualquier caso, esta unión propicia, a través de su sucesor, el paso a una nueva etapa, en la que los reyes de la Casa de Aragón gobernarían conjuntamente Aragón y el Condado de Barcelona.4
Casa de Barcelona[editar]
Esta etapa está formada por diez reyes de Aragón y condes de Barcelona, desde Alfonso II de Aragón (1164), pasando por Pedro II de Aragón, Jaime I de Aragón, Pedro III de Aragón, Alfonso III de Aragón, Jaime II de Aragón, Alfonso IV de Aragón, Pedro IV de Aragón, Juan I de Aragón, hasta Martín I de Aragón (muerto en 1410). A lo largo de esta dilatada etapa se estimuló y finalizó la reconquista, empezando por los macizos montañosos de Teruel y finalizando en Valencia en 1245.4
En cualquier caso, a pesar del paso de los años los cuatro territorios de la Corona de Aragón: El Reino de Aragón, el Reino de Mallorca (no siendo parte de la Corona de Aragón desde 1276 hasta 1343), el Reino de Valencia y el Condado de Barcelona, siguieron conservando sus identidades.4 El reinado de Pedro III (1276-1285) es de importancia capital para la proyección mediterránea de la Casa, dados sus intereses en Sicilia.4 La muerte de Martín I sin sucesor hizo que, en 1412, se eligiese en el Compromiso de Caspe a Fernando I de Antequera como rey. Así, se implantó la Casa de Trastámara en la Corona de Aragón.
Casa de Aragón-Trastámara[editar]
La última etapa de la casa de Aragón tiene los siguientes monarcas: Fernando I de Aragón, Alfonso V de Aragón, Juan II de Aragón y Fernando II de Aragón (Fernando el Católico).5 En este sentido, la unión de Fernando con Isabel I de Castilla supuso la unión de Castilla y Aragón. La hija de ambos, popularmente conocida como Juana la Loca, a través de un matrimonio con Felipe de Habsburgo, llamado «el Hermoso», dio paso a la implantación de una nueva Casa Real en Aragón, los Austrias, poniendo fin definitivamente a una conciencia de Casa de Aragón que sí se había mantenido en época Trastámara.5
Ramas menores[editar]
Con origen en la casa real surgieron otras ramas menores de la casa de Aragón, como la rama de los duques de Villahermosa y condes de Luna y rama de los duques de Montalto.
La Casa de Barcelona (en catalán: Casal de Barcelona), 12 fue la dinastía fundada por Wifredo el Velloso3 soberano del condado de Barcelona.4 La historiografía tradicional fecha la extinción de la dinastía en la muerte sin descendencia masculina legítima de Martín el Humano en el año 1410.56
La estirpe de la Casa de Barcelona procede de una familia visigoda de la región de los Pirineos que, tras unirse a las fuerzas francas de Carlomagno en su guerra contra Al-Ándalus, pasó a gobernar varios territorios de la Marca Hispánica carolingia tras constituirse en condados del Imperio. La hipótesis de Ramón de Abadal, según la cual la casa condal de Barcelona desciende por vía masculina del linaje condal de Carcasona, no cuenta con consenso historiográfico.
Portada del
Aureum Opus (1513), compilación de los privilegios otorgados a la ciudad y reino de
Valencia entre
1236 y
1513.
Antecedentes de la creación del condado[editar]
La época medieval va a ser para Europa un tiempo convulso, en donde convivían dos fuerzas de poder, el Cielo y la Tierra, y dos maneras de ejercerlo, la del Papa y la de los reyes. Uno tenía la autoridad espiritual y la llave del Reino Celestial y los otros, la legitimidad de sangre que conferían los antiguos linajes para reinar y gobernar.
7
Barcelona había sido una importante ciudad visigoda desde 415, año en que Ataúlfo la consignó como capital del Estado visigótico. En 712 fue tomada por los musulmanes y conquistada en 801 por las tropas de Luis el Piadoso.8 Tras su toma, el rey carolingio va situando en el poder a una serie de nobles, entre los que se encuentra el padre de Wifredo, Sunifredo I, a quien Ramón de Abadal9 le atribuye ser hijo de un hipotético primer conde de Carcasona llamado Bellón, mientras que otros historiadores, al identificarlo con el hijo del conde Borrell de Osona del mismo nombre, sugieren que era su yerno.10
Factores decisivos[editar]
El Concilio de Troyes de 878[editar]
En junio de 870, en la asamblea de Attigny, Wifredo recibió los honores por parte de Carlos el Calvo, como conde de Urgel y Cerdaña y de su hermano Miró para el cargo condal de Conflent, mientras que Delá y Suñer II, hijos de Suñer I de Ampurias y Rosellón, eran nombrados condes de Ampurias.
Rebelado Bernardo de Gothia (conde de Barcelona, Rosellón, Narbona, Agde, Besiers, Magalona y Nimes), contra el rey Carlos el Calvo, Wifredo el Velloso, ayudado por sus hermanos Miró y Sunifredo y por el vizconde de Narbona (del lado de Carlos y después del de su hijo, Luis el Tartamudo) avanzaron por la Septimania donde eliminaron por la fuerza a los nobles fieles a Bernardo (como el obispo Sigebuto de Narbona), expulsando de sus iglesias a los sacerdotes que no les eran partidarios. Sobre 878 la rebelión de Bernardo se hundió definitivamente.
En agosto, en el concilio de Troyes, presidido por el papa Juan VIII y por el rey Luís el Tartamudo y en el que estarían presentes los condes Wifredo el Velloso de Urgel y Cerdaña, Miró de Conflent, Suñer II de Ampurias y Oliba II de Carcasona, se tomaron importantes decisiones religiosas y políticas. El 11 de septiembre de 878 Bernardo fue declarado desposeído de sus honores, los cuales serían repartidos. En este reparto, Wifredo el Velloso fue investido conde de Barcelona, Osona, Gerona y Besalú, Narbona, Beziers y Agde. Su hermano Miró recibió el condado de Rosellón. Wifredo cedió la administración de Besalú a su hermano Radulfo (878-920). Sunifredo será abad de Arlés y Riculfo obispo de Elna.
Decadencia del Imperio Carolingio[editar]
Tras el Concilio de Troyes (878), y siguiendo la tradición de los condes de ascendencia visigoda de la Marca Hispánica,11 tanto Wifredo el Velloso como su hermano Miró de Rosellón-Conflent y los condes de Ampurias Dela y Suñer II mantuvieron su fidelidad a los monarcas carolingios Carlomán II (879-884) y Carlos el Gordo (885-888), tal y como lo testimonian la visita a la corte real de 881 llevada a cabo por dirigentes y clérigos de los condados de Gotia, y el precepto otorgado en 886 por Carlos el Gordo a Teotario, obispo de Gerona. Ahora bien, esta lealtad toma, tras muerte de Luis el Tartamudo, un carácter pasivo. Los condes de la Marca Hispánica, si bien no se alzaron nunca contra los reyes carolingios, evitaron implicarse en las luchas del reino.
La prueba más clara de la descomposición del poder carolingio en el reino franco fue la transmisión hereditaria de los condados, práctica iniciada en 895: muerto Miró el Viejo, su condado de Rosellón pasó, sin ninguna clase de intervención del rey Odón, a Suñer II de Ampurias, en tanto que el de Conflent fue para Wifredo el Velloso, conde de Osona desde 885, sin haber recibido la investidura real de este condado. Así pues, los reyes perdieron la facultad, que habían tenido en el siglo IX, de nombrar y destituir a los condes, los cuales, por ello, dejaron de ser unos delegados del monarca para convertirse en pequeños soberanos de sus dominios.
Transmisión patrimonial[editar]
En el caso de Barcelona, y a diferencia de otros dominios como Carcasona, tras la muerte de Wifredo (897) el concepto de cómo debía de realizarse la sucesión no había quedado lo suficientemente claro. Por esto, en un primer momento, sus hijos -Wifredo II Borrell, Miró, Sunifredo y Suñer- optaron por gobernar conjuntamente todos los dominios de su padre y administrarlos bajo presidencia del primogénito, Wifredo Borrell, primus inter pares. Pero pronto, cuando cada uno de los condes cogobernantes tuvo descendencia, hizo falta abandonar la idea de herencia conjunta y, entonces, cada hijo transmitió individualmente a sus herederos la parte del conjunto condal que gobernaba: Wifredo Borrell, junto con Suñer: Barcelona, Gerona y Osona; Sunifredo: Urgel; y Miró: Cerdaña, Conflent y Berga. Esta apropiación patrimonial del territorio que gobernaban los condes (formalmente sometidos aún al rey de los francos) no quedó resuelta jurídicamente hasta el siglo XIII, momento en que Jaime I de Aragón firmó con el rey de Francia el Tratado de Corbeil (1258), por el cual quedaron establecidos los derechos sucesorios de cada rey (Francia y Aragón) en los territorios respectivos.
No obstante, tras la crisis carolingia, todos los condes de la Septimania se hicieron independientes cediendo a sus primogénitos los condados en herencia. Wifredo da comienzo así a la Casa de Barcelona4 dinastía que, en el posterior medievo, albergará bajo su protección al resto de condados septimanos de Occitania, hasta 1213 y la batalla de Muret, en donde, precipitadamente, todas las posesiones de la Casa de Barcelona en Occitania (salvo el señorío de Montpellier) terminan siendo conquistadas y arrebatadas por los francos cruzados.
Siglos IX a XI: de Wifredo El Velloso a Ramón Borrell[editar]
Acontecimientos[editar]
Leyenda sobre el origen de las cuatro barras[editar]
Ateniéndonos a los hechos constatados (Concilio de Troyes de 878), se puede afirmar que Wifredo el Velloso es el progenitor de lo que será la futura Casa de Barcelona. Por este motivo, teoría (y personaje) muchas veces usados (a menudo con exageración) por escritores e historiadores, son el punto de referencia que marcará la estirpe. La idea de que Wifredo el Velloso fue el artífice, no ya de la independencia de los condados catalanes sino del nacimiento de Cataluña, fue entre otros popularizada (durante la Renaixença) por el dramaturgo Serafí Pitarra, con su frase Fills de Guifré el Pilós, això vol dir catalans (Hijos de Wifredo el Velloso, esto quiere decir catalanes). A Wifredo se le atribuye el origen de la bandera de las cuatro barras:
...pidió el conde Iofre Valeroso al emperador Loís que le diesse armas que pudiesse traher en el escudo, que llevava dorado sin ninguna divisa. Y el emperador, viendo que havía sido en aquella batalla tan valeroso que, con muchas llagas que recibiera, hiziera maravillas en armas, llegóse a él, y mojóse la mano derecha de la sangre que le salía al conde, y passó los quatro dedos ansí ensangrentados encima del escudo dorado, de alto a baxo, haziendo quatro rayas de sangre, y dixo:
"Éstas serán vuestras armas, conde." Y de allí tomó las quatro rayas, o bandas, de sangre en el campo dorado, que son las armas de Cathaluña, que agora dezimos de Aragón.
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Esta leyenda tiene su origen, según Martín de Riquer, en el historiador valenciano Pere Antoni Beuter, quien la incluyó en 1550 en su obra Crónica general de España, inspirándose en una crónica castellana de 1492.12 Posteriormente fue revivida, entre otros, por el escritor catalán Pablo Piferrer (1818-1848) reconocido como el gran recopilador de las leyendas catalanas tradicionales. No obstante, conviene señalar que el escudo de las cuatro barras data de 1150, cuando aparece en un sello de Ramón Berenguer IV, y se convierte en armas dinásticas después de la unión con Aragón, siendo ya el emblema del linaje, con el rey Alfonso II de Aragón.
Según el estudio de Ramón de Abadal,13 se considera que Wifredo era hijo de Sunifredo, un noble hispanogodo, nombrado conde de Urgel y de Cerdaña en 834 por el emperador Luis el Piadoso, y de Barcelona, Gerona, Narbona, Nimes, Agde, Besiers y Magalona en 844 por el rey franco Carlos el Calvo.
Wifredo fue considerado por Pedro IV de Aragón en su Crónica como el primer miembro de la Casa de Barcelona.
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