SIGLO XIV
Las guerras otomano-bizantinas fueron una serie de conflictos bélicos entre los pueblos túrquicosnota 1 y el Imperio bizantino que se libraron a lo largo de cuatro siglos, desde mediados del siglo xi hasta la Caída de Constantinopla en 1453. Estas guerras influyeron en los estados beligerantes, y también fueron una de las causas de las Cruzadas, condujeron a la destrucción del Imperio bizantino —sucesor del Imperio romano de la antigüedad— y permitieron al Imperio otomano volverse una de las principales potencias de la época.
Las primeras escaramuzas entre bizantinos y turcos se remontan a mediados del siglo xi, cuando grupos turcos compuestos de oğuz y selyúcidas se asentaron en la frontera oriental del Imperio bizantino. La instalación permanente de los turcos en el antiguo territorio del Califato abasí del 1055 en adelante permitió a los selyúcidas expandirse a costa de los bizantinos. La victoria selyúcida en la batalla de Manzikert junto con las guerras civiles bizantinas facilitaron la colonización turca de Asia menor. La ascensión al trono bizantino de la casa de los Comneno y la Primera Cruzada obligaron a los selyúcidas a ceder parte del territorio conquistado en la parte occidental de la península, pero los bizantinos no lograron recuperarla.
El declive bizantino de finales del siglo xii condujo a la pérdida de territorios de los que se adueñaron los selyúcidas. Estos no pudieron aprovechar la división del imperio surgida de la Cuarta Cruzada debido tanto a su derrota en Antioquía del Meandro como a las invasiones mongolas, que precipitaron el reparto de sus territorios en diversos Estados.
A partir de 1261 y la reconquista bizantina de Constantinopla, arrebatada a los latinos, los diferentes emires turcos que sustituyeron a los selyúcidas en la región fueron apoderándose de territorio bizantino de manera que, a principios del siglo xiv, dominaban casi toda Anatolia, aun a pesar de la intervención de la Gran Compañía Catalana. Fue el Emirato otomano el que más provecho sacó de los apuros bizantinos. Conquistó Nicea y Nicomedia hacia 1330. Muy pronto los otomanos atravesaron el Bósforo y se instalaron también en Europa, donde sometieron progresivamente a todos los Estados cristianos de la península balcánica. A partir de 1389, durante el reino de Bayaceto I, Contanstinopla sufrió un bloqueo que solo algunos aventureros occidentales lograron burlar en ocasiones. Por entonces, el Imperio bizantino había quedado reducido a Constantinopla y sus alrededores y al Despotado de Morea. La derrota de Bayaceto en la batalla de Ankara de 1402 frente Tamerlán debilitó el imperio, que durante la década siguiente se sumió en una guerra civil y sufrió la rebelión de los emiratos sometidos hasta entonces. El Imperio bizantino no pudo aprovechar apenas esta coyuntura y pronto su situación volvió a la que tenía antes de la derrota otomana de 1402. Tras un primer asedio infructuoso de Constantinopla en 1422, los otomanos conducidos por Mehmed II lograron apoderarse de la capital bizantina en 1453, hecho que marcó el final de lo que aún subsistía del Imperio romano.
En sentido horario desde la imagen superior izquierda: Las murallas de Constantinopla, jenízaros Otomanos, la bandera bizantina, cañón de bronce otomano. | ||||
Fecha | 1050-1453 | |||
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Lugar | Asia Menor Balcanes | |||
Consecuencias | Decisiva victoria otomana. Caída del Imperio bizantino. | |||
Beligerantes | ||||
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Causa de la confrontación entre selyúcidas y bizantinos[editar]
Los turcos son originarios de Asia Central, de los territorios que corresponden modernamente a los Estados de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán. Durante varios siglos, sus tierras hicieron frontera con el Califato abasí. Estos pueblos no pertenecían a una entidad política común, sino que se agrupaban en varias tribus que se repartían el territorio descrito (como los qarluqs y oğuz). Algunos se convirtieron paulatinamente al islam, aunque otros mantuvieron sus prácticas religiosas ancestrales, similares al chamanismo. Los contactos entre musulmanes y turcos eran escasos, pero los califas abasíes adoptaron la costumbre de reclutar turcos para su guardia personal. Esta tradición, que comenzó con el califa Mamun, hizo que poco a poco los turcos comenzasen a participar en las intrigas abasíes y a participar en las decisiones políticas del califato.1 Por otra parte, a finales del siglo x surgieron los primeros Estados turcos realmente cohesionados, que sufrieron, sin embargo, la expansión del Imperio mongol, que empujó a sus habitantes a trasladarse al oeste.2
Asentamiento de los turcos en territorio musulmán[editar]
Los gaznávidas[editar]
La dinastía samánida contrató mercenarios turcos. Algunos se aprovecharon de ello para acrecentar su poder e incluso adueñarse de ciertos territorios. Fue el caso de Sebuk Tigin de Gazni, fundador de la dinastía gaznaví, que amplió sus dominios cuando todavía era súbdito de los samánidas. Su sucesor, Mahmud de Gazni, que reino del 998 al 1030, hizo de Gazni su capital, realizó incursiones en territorio indio —como lo había hecho ya su predecesor— y afianzó su autonomía.3 Sus sucesores se esforzaron en consolidar su señorío, situado al sur del Amu Daria, en el antiguo territorio samánida.2 Los numerosos ataques que sufrieron les obligaron a aceptar el protectorado de los selyúcidas.4
Los qarajánidas[editar]
Esta otra tribu turca logró adueñarse de los territorios samaníes de la cuenca del río Tarim. Los qarajánidas se repartieron las tierras de los derrotados samaníes con sus aliados los gaznávidas; ocuparon Transoxiana.5 Al contrario de lo ocurrido en los dominios gaznávidas, en Transoxiana tuvo lugar una gran inmigración oğuz, que produjo una especie de sincretismo entre las tradiciones iraníes y las turcas.6
Surgimiento y ascenso de los selyúcidas[editar]
Los selyúcidas adoptaron su nombre del jefe oğuz Selyuq, un converso al islam. Este y sus hijos entraron al servicio de los qarajaníes a finales del siglo x. Mahmud de Gazni venció a la tribu y deportó gran parte de ella (la encabezada por Arslan-Israíl, uno de los hijos de Selyuq) al Jorasán; la otra parte se refugió en las tierras a orillas del mar de Aral. Arslan-Israíl, enviado al oeste por Mahmud, se asentó en las fronteras del Imperio bizantino, donde comenzó a suponer una amenaza para este.6 Mientras, en el centro del Jorasán, los hijos de Arslan-Mijaíl (otro de los hijos de Selyuq), Tugrïl Beg y Cagri Beg invadieron el territorio de los gaznávidas, del que se apoderaron tras la batalla de Dandanaqan en 1040.
Tugrïl Beg (1040-1063) se adueñó de la parte occidental del territorio gaznaví.6nota 2 Prefirió concertarse con los turcomanos instalados hacia Azerbaiyán y Armenia, que suponían un peligro, y conquistar las fortalezas bizantinas fronterizas, sin amenazar todavía la integridad del Imperio. Entró en Bagdad en 1055 y obtuvo el título de sultán7 en recompensa por haber combatido contra los emires de la dinastía búyida.8 Devino el protector del Califato abasí y afianzó la legitimidad de los selyúcidas.
Los turcomanos conquistaron Armenia, incluida la ciudad de Ani, en la misma época, en 1064; luego se anexionaron los territorios georgianos en 1068.9 Penetraban cada vez más profundamente en territorio bizantino en busca de botín.7 Pese a los intentos de Tugrïl Beg y de Alp Arslan por calmar el ardor turcomano por Anatolia para concentrarse en la conquista de Egipto,9 los señores selyúcidas se centraron cada vez más en apoderarse de aquella.
Situación del Imperio bizantino antes de la llegada de los selyúcidas[editar]
Después de las conquistas de Basilio II (976-1025), que robustecieron considerablemente el imperio a finales del siglo x y principios del xi, este se fue desintegrando progresivamente. Aun así, los bizantinos realizaron aún algunas conquistas tras la muerte de Basilio, entre ellos la toma de Edesa. Constantino VIII (1025-1028), hermano y sucesor de Basilio, dejó el poder en manos de los eunucos de palacio, en detrimento de los jefes militares, que lo habían controlado con Basilio, lo que produjo un intenso resentimiento entre los dos grupos. A la muerte de Constantino en 1028, obtuvieron el trono una serie de soberanos esposos y adoptados, cuya política contribuyó a debilitar el imperio. Así, el reinado de Romano III (1028-1042) se caracterizó por confabulaciones palaciegas de las que él mismo fue víctima. El fenómeno se repitió durante el reinado de Miguel V, derrocado por unos disturbios.10
La llegada al poder de Constantino IX (1042-1055) en 1042 coincidió aproximadamente con las primeras incursiones selyúcidas en las fronteras orientales del Imperio. El reinado de Constantino IX resultó desastroso para Bizancio, en especial por la ruina del tesoro acumulado principalmente por Basilio II. Como se lo confesó a Pselos,11 Constantino consideraba el cargo imperial como una sinecura en la que podía dedicarse a divertirse. Frente a esta situación los Turcos se acercan progresivamente. Entre otros las conquistas recientes (toma de Edesa, invasión progresiva de Georgianos y Armenia) destruyeron los estados tapón que separaban el Imperio bizantino del Imperio turco para hacer, ciertamente regiones Bizantinas, pero debilitadas por las guerras y por una administración fallante.12 Un ejemplo de esta carencia administrativa es dado por una medida de Constantino IX previendo remplazar el servicio de guardia de las fronteras caucásicas. - que incumbía a los Iberos- por un nuevo impuesto. Pero como los ariscrotacas que beneficiaban de inmensas dotaciones en la región vivían la mayoría de las veces en Constantinopla, los defensores no son suficientemente numerosos para esperar parar las invasiones Turcas a esto se suma la degradación del sistema de los stratoias. Estos paisanos soldados aseguran un servicio militar en cambio de tierras que ellos explotan que les permite la compra del material militar necesario. Pero poco a poco la aristocracia terrenal se extiende al detrimento de los stratoias que ven sus tierras compradas y se vuelven siervos. La fuente de la potencia militar decae poco a poco bajo el reino de los succesores de Basilio II que no buscan más a frenar la progresión de la aristocracia terrenal.13 Al contrario Temerosa de la armada, la nobleza civil que gobierna sostiene una disminución de los efectivos armados.14
Primeros conflictos entre turcos y bizantinos[editar]
De los primeros combates a la derrota de Manzikert[editar]
En 1048 ocurrió la primera incursión turca en territorio bizantino. La liga entre bizantinos y georgianos permitió batir a los selyúcidas acaudillados por Ibrahim Yinal en la batalla de Kapetrou. La captura del príncipe georgiano Liparit motivó una tregua entre el Imperio bizantino y Tugrïl Beg, que aceptó liberar al cautivo. La paz, sin embargo, era frágil. A partir del 1052, Tugrïl aprovechó la guerra en que Bizancio estaba enfrascada contra los pechenegos para emprender una campaña por los territorios orientales del imperio. Emprendió una campaña militar entre 1053 y 1054 en Vaspurakan, pero fue vencido de nuevo y no pudo conquistar Manzikert.15
Alp Arslan, sobrino de Tugrïl (1063-1072), continuó las conquistas selyúcidas. A partir del 1067, las aceleró; primero se apoderó de Armenia en el 1064 y luego marchó para tratar de tomar Edesa, sin lograrlo.16 Se benefició para ello de cierto desorden que reinaba en el imperio, a pesar de la relativa estabilidad que hubo durante el reinado de Constantino X (1059-1067). Su estrategia consistió en eliminar por etapas las defensas fronterizas imperiales mediante asaltos sucesivos.17 La estructura defensiva bizantina consistía en una red de fortalezas diseñadas para resistir las embestidas enemigas hasta la llegada de ejércitos de socorro, método de defensa que había resultado eficaz en las guerras con los emiratos árabes y los hamdanida.18 Este sistema, sin embargo, resultó inútil para detener los asaltos de las huestes selyúcidas, de gran movilidad y perfectamente adaptadas al combate en un clima semidesértico como el anatólico, muy parecido al de las estepas del Asia central.19 En 1067, Alp Arslan conquistó Cesarea y asoló Cilicia.20 La pérdida de Ani había desbaratado el sistema defensivo bizantino y creado en él una brecha que facilitaba las correrías turcas.18 No obstante, las incursiones cada vez más extensas de los selyúcidas suscitaron la reacción de los bizantinos.21
El nuevo emperador, Romano IV Diógenes (1067-1071), reunió un gran ejército compuesto por numerosos mercenarios para acabar con las provocaciones turcas. Al principio de la campaña, eliminó las correrías enemigas por el Ponto y venció a un ejército turco en Téphrikè.22 De camino a Siria, recuperó Hierápolis, aunque no pudo impedir la pérdida de Amorio.23 Los turcos, por su parte, habían comenzado la conquista de Capadocia y se habían apoderado de Amorio en el 1069, aunque Romano logró hacerlos retroceder.24 En 1070 continuaron las hostilidades entre selyúcidas y bizantinos. Alp Arslan trató de nuevo infructuosamente de hacerse con Edesa, mientras que Manuel Comneno, que mandaba el ejército bizantino, fue derrotado en Sebastea y hecho prisionero, pero luego liberado por un rebelde selyúcida.22 En 1071, el emperador decidió finalmente acabar definitivamente con la amenaza turca. El 26 de agosto, ambos ejércitos enemigos batallaron en Manzikert. El choque se decidió en favor de los turcos, en parte por la traición de los Ducas, a los que Romano había apartado del poder. Los bizantinos sufrieron una derrota catastrófica, en la que el propio soberano resultó capturado.2526
Conquista selyúcida de Asia Menor[editar]
Alp Arslan acabó por liberar a Romano Diógenes y a concederle un acuerdo de paz relativamente favorable a los derrotados bizantinos. Esto se debió a que aquel no deseaba extender su autoridad por Asia Menor, sino apoderarse de Egipto fatimí. A cambio de la marcha de los turcos al sur, Romano les entregó varias fortalezas fronterizas (Manzikert, Argish y otras) y un gran tributo en oro.29
Sin embargo, durante la ausencia de Romano, los Ducas se habían hecho con el poder en el imperio, que se sumió en una guerra civil cuando aquel recuperó la libertad. La lucha, que enfrentó fundamentalmente al gobierno civil palaciego con los jefes militares, estalló en el 1071. La derrota de Manzikert había desacreditado a Romano, lo que facilitó que Miguel VII Ducas lo derrocase y rescindiese el acuerdo alcanzado con Alp Arslan.30 Las disensiones intestinas de los bizantinos facilitaron las conquistas turcas; las diferentes facciones emplearon sus servicios. Así, se extendieron por el interior de la Península Anatolia, en la que la población era escasa.31 El sistema defensivo bizantino, en crisis desde hacía década, no pudo detener el avance turco.32 Las escasas ciudades que trataron de oponerse al avance quedaron aisladas y acabaron por claudicar. Paulatinamente, los selyúcidas se apoderaron de la mayoría de Anatolia32 y la población cristiana quedó reducida a dhimmi (sujeto protegido pero sometido al pago de un impuesto añadido, la yizia); la desventajosa situación financiera que conllevaba esto empujó a la mayoría de la población, pobre, a convertirse al islam para zafarse del pago del oneroso impuesto.33
El fallecimiento de Alp Arslan en el 1072 no detuvo este proceso, ya que su sucesor Malik Shah I lo continuó. La revuelta de Roussel de Bailleul precipitó la intervención del selyúcida Artuj, que lo apresó y luego lo liberó.34 Aunque Alejo Comneno acabó por capturar al jefe normando, no fueron las correrías de este, sino las guerras entre bizantinos las que minaron principalmente el poder imperial y allanaron la colonización turca de Anatolia.
La situación empeoró nuevamente para los bizantinos en el 1077, cuando los ejércitos occidentales y orientales proclamaron cada uno por separado un nuevo emperador que debía sustituir a Miguel. Nicéforo Brienio, el pretendiente al trono escogido por el ejército occidental, trasladó a Europa algunas tropas turcas.35 Vencido a pesar de todo, fue su rival Nicéforo Botaniates quien se alzó con el triunfo en la contienda y derrotó a los turcos. Su reinado de tres años fue una sucesión de revueltas militares, ente ellas la encabezada por Constantino Ducas. A este, hijo de Miguel VII, Nicéforo lo había enviado a combatir a los turcos, pero se levantó en armas contra él, aunque sin suerte. En Antioquía, enclave bizantino en el sureste, Filareto Brajamio se hizo con el poder y trató de defender la línea de los montes Tauro de los embates selyúcidas, sometido solo de manera teórica a la autoridad imperial.
Ante tal desorganización, los turcos continuaron avanzando territorialmente. Algunos combatieron como mercenarios en los ejércitos de Nicéforo Melisseno, que intentó hacerse con el trono bizantino y asentó contingentes turcos en Nicea, Cízico y otras poblaciones, de las que pronto se adueñaron. Por primera vez, los selyúcidas no se limitaron a realizar correrías por la península, sino que comenzaron a poblarla.36 A partir del 1074, con la cesión de los territorios peninsulares bajo el control de Malik Shah a su tío Suleiman ibn Kutalmish, se creó un embrión de estado selyúcida en la región, antiguamente dominada por los bizantinos. Teóricamente, Suleiman seguía siendo vasallo de su sobrino, pero progresivamente fue sacudiéndose la tutela de este, ocupado en la conquista de Damasco y Jerusalén. En el 1077, se declaró sultán independiente, soberano del Sultanato de Rum, y estableció la capital en Nicea, recién conquistada. Malik Shah solicitó la ayuda bizantina, pidiendo al emperador que apresase y le enviase a los hijos de Kutalmish, entre los que se contaba Suleiman. El Gobierno de Constantinopla, convencido de que el enemigo principal no era este sino Malik Shah, se negó.35
Conflicto directo entre selyúcidas y bizantinos (1081-1180)[editar]
Estabilización de la situación bizantina (1081-1096)[editar]
Estabilidad fronteriza con Alejo I Comneno[editar]
Nicéforo III continuaba intentando mantenerse en el trono mientras el Imperio bizantino paulatinamente perdía la mayor parte de sus territorios asiáticos, a excepción de Misia, Bitinia, el Ponto y Siria septentrional,21 conquistados por el nuevo sultanato de Rum. Aun así, Nicéforo fue derrocado en 1081 por Alejo I Comneno (1081-1118), un anciano general que había vencido a los pretendientes al trono Nicéforo Brienio y Nicéforo Basilakios. Con Alejo I Comeno comenzó una nueva era de estabilidad para el Imperio bizantino, aunque debilitado por varios años de guerras civiles.
Alejo se tuvo que enfrentar a un estado turco que había aprovechado los errores de sus predecesores en el trono imperial para expandirse: Suleiman había obtenido varias ciudades a cambio de su colaboración en diversos golpes de Estado. Debido a esto, los territorios regidos por Filareto quedaron cada vez más aislados de la capital, que dejó en la práctica de ejercer autoridad alguna sobre ellos.37 Así, en pocos años, los selyúcidas se adueñaron de la mayoría de Asia Menor. Pese a esto, el sultanato fundado por Suleiman carecía de cohesión:38 las bandas turcas asentadas en la región conservaban bastante autonomía, al igual que las poblaciones cristianas, griegas o armenias.39
En todo caso, la firma de un tratado entre Alejo y Suleiman permitió a Constantinopla eliminar la amenaza del asedio enemigo. El sultán, sin embargo, no abandonó sus ambiciones expansionistas. En el 1081, se apoderó de Esmirna; tres años más tarde, conquistó Antioquía, acto que supuso el fin del efímero principado armenio establecido por Filareto.40 La derrota de Suleiman en una batalla librada en las cercanías e Alepo en julio del 108541 y su muerte el año siguiente precipitaron la crisis de su principado, que sufrió una gran ofensiva en el 1086 y acabó desapareciendo al año siguiente. En esa fecha, el sultanato se fragmentó en varios emiratos. Sin embargo, Alejo, ocupado en conflictos con normandos y pechenegos, sólo pudo aprovechar la conyuntura para recuperar Cízico. El menguado sultanato de Rum, con Abul Qasim (1086-1092) a la cabeza, se alió a Alejo para frustrar las pretensiones de Malik Shah y conservar su independencia de este.
Amenaza de los emiratos costeros[editar]
La nueva amenaza para los bizantinos provino de los emiratos surgidos a la muerte de Suleiman: Tangripermes —o Tengribirmish—, que fundó un señorío en torno a Éfeso42 y, principalmente, Tzacas, emir de Esmirna, que no quedó incluido en el tratado de alianza entre Alejo y Abul Qasim. Decidido a reunir de nuevo los territorios desmembrados al fallecer Suleiman, deseaba asimismo conquistar Constantinopla, para lo que hizo construir una flota, convencido por su estancia como cautivo en la urbe que sin ella la empresa estaba abocada al fracaso.43 Para alcanzar su segundo objetivo, se apoderó primero de diversas islas —Quíos, Samos, Rodas y Lesbos— y de algunas ciudades costeras —Clazómenas y Focea—. La Armada bizantina, reconstruida por Alejo y mandada por Constantino Dalaseno, recuperó Quíos después de un revés al principio de la campaña.44 Tzacas reaccionó coligándose con los pechenegos, con el fin de poder sitiar Constantinopla por tierra y mar.43 Para desbaratar estos planes Alejo llamó en su ayuda a los cumanos, enemigos tradicionales de los pechenegos.43
La victoria de Alejo sobre los pechenegos el 29 de abril del 1091 en la batalla de Levounion frustró los planes de Tzacas. Aunque este no abandonó sus ambiciones, tuvo que huir perseguido por una escuadra bizantina al mando de Constantino Dalaseno y Juan Ducas. En el 1093, asedió Abido, pero la alianza entre Kilij Arslan I, el nuevo sultán de Rum, y Alejo, le obligó a abandonar el cerco. Murió luego en un choque con Kilij Arslan.45
Pese al tratado de paz, los selyúcidas no abandonaron su hostilidad hacia Bizancio; Abul Qasim lanzó un ataque contra Constantinopla, que resultó infructuoso. Sin embargo, Alejo se coligó con el sultán de Rum para repeler la incursión de Malik Shah, que trató de recuperar el control de Nicea. Si bien el general bizantino Tatikios consiguió desbaratar el asedio de la ciudad, no consiguió recuperarla.46 Fue entonces cuando Malik Shah propuso a Alejo una alianza entre los dos, ofreciéndose a que Bizancio recuperase las ciudades de Bitinia —entre ellas, Nicea— y del Ponto; la liga entre ambos debía sellarse mediante el matrimonio de una de las hijas del emperador con el primogénito de Malik Shah. Este deseaba devolver el trono del sultanato de Rum al linaje de Suleiman, cuyo representante era Kilij Arslan. El mismo año de la muerte de Malik Shah, Kilij Arslan (1092-1107) se hizo con el poder en el sultanato.
Primera cruzada y principio de la reconquista[editar]
Causas de la primera cruzada y reacción de Alejo I[editar]
Surgimiento de la cruzada[editar]
Hacia 1090, la situación de la frontera oriental parecía estable. El ascenso al trono de Alejo desvaneció la amenaza turca de conquista total del imperio. Atizó para ello las desavenencias entre turcos y afrontó las amenazas más serias, como la que representaba el emir Tzacas. La muerte de Malik Shah debilitó el imperio selyúcida, que se dividió en varias facciones; por su parte, el sultán Kilij Arslan se mostró favorable a cooperar con el imperio. Al este, los danisméndidas, también turcos, acosaban al sultanato de Rum. A pesar de esto y de la recuperación de algunas ciudades como Cízico y Apollonia,47 el emperador no era lo suficientemente fuerte como para recuperar la mayoría de la península, que consideraba, sin embargo, parte del imperio. Aunque los pechenegos habían sido casi aniquilados, no pudo retirar completamente las tropas de la frontera occidental para emplearlas en el este.48
En esta situación, Alejo consideró que la única manera de recuperar Asia Menor era recurrir a los ejércitos de las potencias cristianas de Europa occidental. Tras las malas relaciones entre el emperador y el papa Gregorio VII, la situación mejoró con el sucesor de este, Urbano II. Este deseaba restablecer la unión de las iglesias, rota en 1054, con el fin de liberar a los cristianos orientales del sometimiento a los turcos.49 La toma de Jerusalén por los turcos en el 1073, con la consiguiente complicación del peregrinaje a la ciudad, reforzó los deseos del papa en este sentido. Según Bernoldo de Constanza, los embajadores de Alejo emplearon su presencia en el Concilio de Piacenza para rogar la ayuda de los cristianos para defender el imperio oriental.nota 3
Durante el Concilio de Clermont, el 24 de noviembre del 1095, Urbano recogió la petición bizantina y animó a los soldados cristianos a marchar a Oriente. La magnitud del movimiento que se desencadenó a continuación asombró tanto al papa como al emperador.50 Si bien la motivación religiosa primaba, el acicate de muchos caballeros, en especial francos, fue la esperanza de lograr tierras en Oriente, de las que carecían en sus países. La sorpresa de Alejo fue grande: espera reclutar tropas mercenarias que emplear para reforzar su propio ejército, pero, en lugar de ello, ejércitos enteros marcharon hacia Constantinopla. Como estadista, era consciente del riesgo que para el imperio suponían estas huestes.51 La gran riqueza de Constantinopla suscitaba envidias, y el emperador tampoco podía contar con que los jefes de los ejércitos occidentales le cediesen sin más los territorios que conquistasen. La actitud de las dos partes eran muy distintas: los bizantinos deseaban emplear a los cruzados como auxiliares, mercenarios como de los que se servía desde antaño (como los gasánidas, la guardia varega y otros) para recuperar territorios que les habían pertenecido desde hacía siglos. El concepto de cruzada les era desconocido.52 Por el contrario, los cruzados rechazaban la autoridad del emperador bizantino y deseaban establecer sus propios Estados.
Cooperación entre bizantinos y cruzados y reconquista de Nicea[editar]
La cruzada popular acaudillada por Walter el Indigente y Pedro el Ermitaño fue la primera en alcanzar los territorios del imperio. Había partido de Colonia y estaba formada por una mezcla de hombres, mujeres y niños. El primer grupo estaba dirigido por Gautier. Después de algunos altercados en Hungría, alcanzó Niš, ya en el imperio, donde obtuvo víveres. Unos cruzados encabezados por Pedro el Ermitaño saquearon la población poco después. Los bizantinos reaccionaron ajusticiando a los cabecillas de los saqueadores. Los treinta mil peregrinos de Pedro alcanzaron Constantinopla en agosto del 1096. A pesar de los roces iniciales, Alejo recibió bien a Pedro, le hizo franquear el Bósforo con sus seguidores, y lo envió a Civitot (cerca de Nicea).53 Alejo, plenamente consciente de que este grupo no tenía posibilidad alguna de vencer a los turcos, le aconsejó que esperase al otro. Sin embargo, Walter el Indigente condujo a sus hombres hacia Nicea, con la esperanza de batirse con los turcos. Estos aplastaron a los veinticinco mil peregrinos, de los que pocos lograron sobrevivir.54 Este revés apenas tuvo consecuencias. Alejo afirmó que otra cruzada, la dirigida por los barones, debía llegar pronto a Constantinopla. Las esperanzas de la cristiandad dependían de esta.
Estos nuevos cruzados llegaron escalonadamente a Constantinopla, entre finales del 1096 y mayo del 1097. De camino, obtuvieron víveres de los bizantinos. Godofredo de Bouillón, el primero en alcanzar la capital, fue calurosamente recibido por Alejo, que contaba con él y sus seguidores para reconquistar Asia Menor. Pese a las tensiones por la negativa de algunos de los jefes cruzados a jurar lealtad al emperador bizantino y a los roces entre los cruzados y algunas tropas bizantinas que los escoltaban, los primeros finalmente aceptaron devolver a los segundos los territorios que les habían pertenecido y que recuperasen de los turcos. Así, las fuerzas cruzadas devinieron una suerte de mercenarios imperiales.
En mayo del 1097, los cruzados, respaldados por los bizantinos, pusieron cerco a la capital del Sultanato de Rum, Nicea. El tratado entre los cruzados y el emperador estipulaba que esta ciudad sería la primera en recuperarse. Kilij Arslan, tras su victoria sobre la cruzada popular, había marchado a combatir con otros señores musulmanes, con la esperanza de adueñarse de Melitene. Para cuando alcanzó Nicea el 21 de mayo, el asedio ya había comenzado y no contaba con las fuerzas necesarias para desbaratarlo. En consecuencia, se retiró, permitiendo que los cruzados rodeasen por completo la ciudad el 2 de junio. La ciudad estaba bien defendida, y podía abastecerse de agua de un lago cercano. Finalmente, los cruzados decidieron solicitar la ayuda del emperador para privar a los sitiados de esta. Una flotilla al mando de Manuel Butumites se encargó de ello. La situación se tornó entonces desesperada para los turcos, que aceptaron claudicar, pero solo al emperador bizantino. Por fin, el 19 de junio, el estandarte bizantino volvió a ondear en Nicea, ocupada por el ejército imperial,55 suceso que sorprendió a los cruzados. Los señores aceptaron el hecho consumado, pero los soldados se indignaron porque este les privaba del esperado botín;56 precisamente lo que deseaba Alejo. Este acontecimiento, aunque no desencadenó choques entre los dos aliados, suscitó un cierto resentimiento entre ellos.
Reconquista parcial de Asia Menor con ayuda de los cruzados[editar]
Tras la renovación del juramento de lealtad a Alejo por la junta de jefes cruzados, la campaña se reanudó el 26 de junio. A Acompañó a los cruzados un contingente bizantino mandado por Tatikios, encargado tanto de abastecerlos como de tomar posesión en nombre del emperador de las ciudades recuperadas al enemigo. La pérdida de Nicea debilitó notablemente a los turcos selyúcidas; por ello, se aliaron los danisméndidas que, al morir Suleiman, habían creado un señorío independiente en el noreste de la península. Estos tendieron una celada a los cruzados en los alrededores de Dorilea el 1 de julio del 1097, que acabó en derrota turca; las fuerzas de estos tuvieron que retirarse. Esta nueva derrota acentuó el debilitamiento de los territorios turcos de Anatolia.
Aprovechando la coyuntura, Alejo envió a su cuñado Juan Ducas a conquistar por tierra y mar los territorios selyúcidas.57 El emperador barruntaba que, a pesar de su debilidad, los territorios turcos no se unirían para hacerles frente. Ducas invadió Jonia y Frigia y el antiguo territorio del Emirato de Esmirna, y venció a Tengribirmish en Éfeso, entregándole entonces el gobierno al duque Petzeas.5859 El almirante bizantino Kaspax recuperó algunas islas del Egeo, de las que antaño se había apoderado Tzacas; la autoridad bizantina volvió a extenderse también a algunas zonas del interior, en Lidia y Frigia.
Además de esto, el avance cruzado por territorio turco le permitió a Alejo albergar la esperanza de recuperar la ciudad de Antioquía, perdida hacía quince años. Antes de unirse en persona a la ofensiva, envió al general Tatikios al frente de un ejército para cooperar con los cruzados.6057 Antioquía quedó pronto sitiada, pero la marcha de Tatikiosnota 4 a Chipre hizo que Bohemundo declarase inválidos sus compromisos para con el Imperio bizantino. La ciudad cercada, defendida por el turco Yaghi Siyan, vasallo del emir de Alepo Ridwan (1095-1113), resistía el asedio cruzado. Finalmente, el 3 de junio, cayó en manos de los sitiadores por la traición de algunos de sus habitantes.61
Por su parte, Alejo marchaba ya por Asia Menor para cooperar con los cruzados cuando se encontró con Esteban II de Blois, que había desertado el 2 de junio, poco antes de que la ciudad fuese cercada por Kerbogha. Esteban le comunicó que la situación de los cruzados era desesperada.57 Como consecuencia de esta información, Alejo decidió desandar el camino hecho, ya que creía que sus fuerzas eran insuficientes para vencer a los turcos. Para prevenir nuevas invasiones turcas, asoló el territorio que recorría, destruyendo todo lo que pudiere servir al enemigo para abastecerse.5762
A pesar de la retirada, la campaña permitió a Alejo consolidar su posición en Asia Menor. En el sur, Kerbogha tuvo por fin que replegarse de Antioquía el 28 de junio, derrotado por los cruzados.63 Estos, sin embargo, se negaron a entregar la plaza al emperador, aunque apenas quince años antes había pertenecido a los bizantinos. Godofredo sostuvo que la retirada del emperador suponía un abandono de sus derechos sobre la ciudad. Este contratiempo, entre otros,nota 5 puso fin a los anhelos bizantinos de recuperar los territorios sirios perdidos durante la invasión selyúcida que siguió a la batalla de Manzikert.
Fin del reino de Alejo Comneno y retorno de los conflictos fronterizos[editar]
La primera cruzada resultó un éxito indiscutible para el Imperio bizantino, que restableció su soberanía en las regiones occidentales y meridionales de Anatolia. A pesar del contratiempo sufrido en Antioquía y de la supervivencia del Sultanato de Rum, que fijó su capital en Iconio, Constantinopla dejó de estar amenazada por los turcos. El imperio, que parecía al borde de la destrucción, se había salvado.
Para los turcos, la prioridad ya no era la conquista de Constantinopla, sino la lucha con los Estados latinos de oriente. Tras el fallecimiento de Malik Shah I, sultán del Imperio selyúcida, en el 1092, se desencadenó una guerra civil, que debilitó este considerablemente.64 El Sultanato de Rum, por el contrario, ganó en cohesión, que reforzó aún más la alianza entre Kilij Arslan y los danisméndidas, surgida tras la primera cruzada.
A pesar de todo, persistían las tensiones en Asia Menor, en la que Alejo trataba de reorganizar los territorios recién recuperados. Por entonces, la Anatolia bizantina englobaba el Ducado de Trebisonda, parte del thema de armeníacos, la zona occidental de la península limitada por el este por una línea que iba de Sinope a Filomelio, y la costa meridional, con el puerto de Antalya.65
Los turcos retomaron la iniciativa en el 1113, atacando infructuosamente en dirección a Nicea. En 1115, el nuevo soberano del Sultanato de Rum, Malik Shah I,nota 6 trató de recuperar las provincias septentrionales de la península. En 1117, sin embargo, los bizantinos lograron la victoria en la batalla de Filomelio,66 que condujo a un tratado de paz ventajoso para el imperio. Este, empero, no impidió que los turcos reanudasen pronto las incursiones contra el territorio imperial y que lograsen retomar Laodicea y aislar Antalia del resto del imperio. Esta era la situación de la región a la muerte de Alejo en 111867
Juan II y la continuación de las conquistas bizantinas (1118-1143)[editar]
El nuevo emperador, Juan II (1118-1143), continuó la política de intentar recuperar los territorios anatolios; antes de su muerte, Alejo preparaba en efecto una gran ofensiva contra los turcos, que su fallecimiento truncó.68 Juan retomó las campañas a partir del 1119 y reconquistó Laodicea tras un largo asedio para convertirla en una gran fortaleza.69 Progresivamente, fue reconquistando todo el valle del Meandro. La toma de Sozópolis le permitió restablecer las comunicaciones por tierra con Antalya.70 Únicamente la ofensiva contra los danisméndidas dirigida por Constantino Gabras, el duque de Trebisonda, resultó un fracaso. Estos avances bizantinos se debieron primordialmente al creciente caos que reinaba en la Anatolia turca.71 En efecto, el sucesor de Melikshah en el trono del Sultanato de Rum, Masud I (1116-1155), tuvo que hacer frente a los emires que deseaban aumentar su autonomía respecto del sultán o incluso independizarse. Así, en el 1124, conquistó Melitene al emir Togrul, que buscó refugio en Constantinopla.72 En el 1126, fue el mismísimo hermano del sultán, 'Arab, el que trató de derrocarlo. Después de apoderarse de Ankara y Kastamonu, 'Arab logró arrebatar el trono a su hermano, que también marchó a buscar amparo en la capital bizantina. En esta situación cada vez más confusa Gümüştekin (1104-1135), el emir danisméndida, se hizo más poderoso. Apoyó a Mas`ûd contra 'Arab y coadyuvó para que recuperase el trono del sultanatonota 7 y conquistó la costa de Paflagonia, que le entregó el gobernador bizantino Kasanios,7374 así como las ciudades de Ankara y de Kastamonu, que los bizantinos habían tomado gracias a la guerra civil entre Masud I y 'Arab.
Desde entonces, el emir danisméndida, ya señor de la mayoría de Anatolia, se tornó el principal enemigo del Imperio bizantino en la zona.75 A partir del 1130 o del 1132, el imperio emprendió una serie de ataques contra Gümüştekin, en los que Kastamonu cambió varias veces de dueño antes de quedar finalmente en posesión de los bizantinos.71 En el 1134, la muerte de Gümüştekin76 facilitó la tarea de reconquista bizantina, ya que los turcos se sumieron en una nueva guerra civil que permitió a Juan II hacerse con Gangra en Galacia, que protegió con una guarnición de dos mil soldados;77 a continuación, firmó un tratado de paz con Masud I. Esta campaña bizantina privó a los turcos de la mayoría de sus territorios costeros, y la costa del mar Negro volvió a poder de Constantinopla hasta la línea del Chorokhi, al este de Trebisonda. Estas conquistas hicieron del Imperio bizantino nuevamente una potencia marítima,71 que se reflejó en el sometimiento del reino armenio de Cilicia. En el 1139, Juan II emprendió una última campaña en la península contra el emir danisméndida Mehmed Gazi III (1134-1142), aliado con Constantino Gabras quien, como en el caso de Filareto, trataba de salir del sometimiento al emperador. El emir se apoderó de la fortaleza de Vahka, pero Juan le impidió invadir Bitinia y Paflagonia. El emperador no logró, empero, hacerse con la ciudad de Neocesarea pese a sitiarla durante seis meses.78.79 La muerte del emir danisméndida en el 1142 marcó el fin de la contienda.
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