jueves, 15 de mayo de 2014

MAPAS CONCEPTUALES - HISTORIA DE LOS CARTAGINESES


LOS CARTAGINESES .-

Segunda guerra púnica

Aníbal sabía que la única forma de derrotar a Roma era atacando la base de su poder en Italia, aparentemente protegida por su dominio del mar. El general cartaginés dejó a su hermano Asdrúbal en la península Ibérica, mientras él conducía un ejército compuesto de mercenarios africanos e hispanos, que cruzó los Pirineos, el Ródano y los Alpes en seis meses. Aunque sus fuerzas habían quedado reducidas a la mitad (20.000 infantes y 6.000 jinetes) tras la terrible marcha, consiguió adelantarse a la, reacción romana. Venció en Trebia (218) a un primer ejército mandado por los cónsules P. Cornelio Escipión y Tiberio Sempronio, tras lo cual muchos galos se unieron a las fuerzas cartaginesas.
Aníbal entró en, Etruria y aplastó de nuevo a las tropas romanas en Trasimeno (217), dejando indefensa a Roma. Pero no se atrevió a cercar la capital con sus escasas fuerzas, y se dirigió al sur’para tratar de conseguir aliados entre las ciudades recientemente sometidas por los romanos.
Mientras éstos habían enviado a Hispania un ejército al mando de Publio y Cneo Escipión, que desembarcó en Emporion (218) y logró cortar las comunicaciones de Aníbal con sus bases en la Península. En 215 los romanos cruzaron el Ebro, derrotaron a Asdrúbal y conquistaron Sagunto. El cartaginés tuvo que marchar a África para someter al rey númida Sífax, lo que aprovechó Publio Cornelio Escipión para avanzar hasta la Bética. Asdrúbal volvió a la Península, reforzado por los jinetes númidas de Masinisa, y logró vencer y dar muerte a los Escipiones en Cástulo e llorci (211), obligando a los romanos a replegarse al norte del Ebro. En otoño llegó a la Península Publio Cornelio Escipíón, hijo del cónsul del mismo nombre, que reorganizó las fuerzas romanas para evitar que Asdrúbal acudiera en ayuda de su hermano en Italia. Escipión consiguió tomar Cartago Nova (209) y derrotar a Asdrúbal en Bailén (208), pero éste reaccionó y marchó finalmente hacia Italia.
Aníbal se había trasladado a Apulia tras la victoria de Trasimeno, mientras entraba en negociaciones con Filipo V de Macedonia y Hierónimo de Siracusa para presentar un frente común contra Roma. El general Fabio Cunctator le seguía de cerca sin presentar batalla, hasta que fue obligado por el senado y el cónsul Varrón. Aníbal le aplastó en Cannas (216), lo que decidió a varias ciudades del sur a apoyarle. Trató entonces de conquistar Tarento, cuyo puerto necesitaba para restablecer sus comunicaciones con el exterior, pero la debilidad de sus fuerzas, divididas para proteger a sus nuevos aliados, se lo impidió. Para cuando lo consiguió (213), Roma habla logrado recomponer sus tropas gracias a un extraordinario esfuerzo de su población, había contenido a Filipo en Iliria y mantenía sitiada a Siracusa, defendida por los ingenios mecánicos del sabio Arquímedes y apoyada por una flota cartaginesa.
En 211 los romanos se apoderaron de Capua y Siracusa, acorralando a Aníbal en el extremo sur de la península Itálica. Asdrúbal, que por fin había llegado a Italia, fue derrotado y muerto en Metauro (207), al tiempo que Escipión vencía a los cartaaíneses en lupa y expulsaba a los púnicos de casi toda la península Ibérica.
Gádir, el último bastión, cayó en 206; el romano llevó entonces la guerra a Africa (204). Consiguió la alianza de Masinisa, venció al rebelde Sífax y a los cartagineses en Útica (203) y amenazó a la propia capital. Cartago llamó en su ayuda a Aníbal, que se puso al frente de lo que quedaba del ejército cartaginés. La victoria de Escipián en Zama (202), que le valió el apelativo honorífico de «el Africano», significó la completa derrota de Cartago, que tuvo que renunciar a Hispania y a las islas que conservaba, entregar sus elefantes y su flota de guerra y pagar 10.000 talentos. Además, se comprometió a no emprender nuevas campañas militares sin el consentimiento de Roma. En el año 195 el senado romano exigió la entrega de Aníbal, convertido en sufeta (magistrado supremo) de Cartago, pero éste huyó a Oriente. Constantemente perseguido por los romanos, acabó suicidándose en Bitinia (183).

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