BATALLA DE CLAVIJO - SIVLO IX - OTRA VERSIÓN .-
Batalla de Clavijo: Santiago Apóstol se transforma en matamoros y peregrino
Clavijo, enclave que se encuentra a 17 kilómetros de Logroño, ha sido considerado como uno de los lugares más emblemáticos de la Reconquista Española (720-1492). En dicho emplazamiento se produjo una de las batallas más legendarias y carismáticas de la cruzada peninsular, no tanto por la táctica, como por la aparición de Santiago Apóstol al Rey Ramiro I de Asturias. Quizás, esta batalla no hubiera sido más que otra en la larga Reconquista si no hubiera sido por la aparición de uno de los favoritos de Jesucristo.
Los hechos se narran de forma gloriosa, al estilo de la prosa densa y partidaria medieval. El Rey Ramiro I de Asturias, hijo de Alfonso II el Casto, se niega a conceder el “Tributo de las Cien Doncellas” a Abderramán III, con lo que rompe con la neutralidad que el impuesto brindaba produciéndose la contienda. La negativa de la entrega anual de 100 mujeres jóvenes cristianas a los moros a cambio de la paz, es el motivo del conflicto. El Rey Ramiro I reunió y convocó a toda la región contra los paganos siendo en un primer momento derrotados en Albelda (Logroño), no pudiendo más que esconderse en Clavijo. Sabiéndose vencido por la diezma de sus tropas, se le apareció el Apóstol Santiago, diluyendo sus temores, tras advertirle que Él mismo estaría en el campo de batalla, vestido con una túnica blanca, en un caballo blanco, con una espada en ristre y con un estandarte igualmente impoluto, luchando a favor de los cristianos y siendo visto, tanto por éstos como por los infieles. El Rey Ramiro I sería ayudado por el mismísimo apóstol Santiago, uno de los predilectos junto con San Juan y San Pedro. Al día siguiente, en el fragor de la batalla, y al grito de “¡Dios ayuda a Santiago!” apareció el Apóstol, como ya había descrito al Rey, decapitando a más de setenta mil moros. Santiago se convierte en Santiago Matamoros.
Aunque la anterior batalla es una de las claves para que actualmente entendamos el movimiento jacobeo en España, que se convirtió en la Edad Media, particularmente Santiago de Compostela, en uno de los lugares de peregrinación por excelencia de los cristianos, al mismo nivel que Jerusalén y Roma, las leyendas de la aparición de Santiago en la batalla no cesarán. En 1064 en la Batalla de Coimbra (Portugal), descrita en el Codex Calixtinus, Santiago vuelve a intervenir en favor de las tropas de Fernando I. Su intercesión conseguirá que a partir de dicha fecha, la Reconquista sea considerada Guerra Santa. Las apariciones del Santo recorrerán todo el territorio peninsular mezclándose la realidad con la devoción en la Historia Oficial.
Posteriormente, y como agradecimiento de la ayuda prestada en el batalla se instaura el Voto de Santiago. El Rey Ramiro I, junto con su esposa Doña Urraca, y su hijo Ordoño, en agradecimiento por la ayuda prestada por el Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo, dispusieron la realización del Voto de Santiago. Será en la Calahorra el 25 de mayo de 844, por medio de un solemne privilegio se concede a la Iglesia de Santiago de Compostela un impuesto procedente de todas las regiones españolas, que comprendía tanto cosechas como botines de guerra e, incluso se crea el compromiso de viajar y peregrinar a Santiago llevando ofrendas. En 1812 es abolido en las Cortes de Cádiz y posterior y simbólicamente es rehabilitado en 1936 y renovado simbólica y anualmente por el Rey de España cada 25 de mayo, como patrón protector de España. En 1122 el Papa Calixto II concede el jubileo o indulgencia plenaria a quién realice el Camino de Santiago el año en que el 25 de mayo coincida con el domingo.
Como hemos observado en párrafos anteriores, la batalla de Clavijo, no pasaría de ser una batalla más si no hubiera sido por la intervención del apóstol Santiago en la contienda. Un santo cuya mayor propaganda será cuando se convierta en matamoros, ya que como apóstol, como a continuación veremos, paso por España sin pena ni gloria cuando aún vivía. Santiago nace en Betsaida (Galilea) y muere decapitado en el 44 d. C. en Jerusalén por orden de Herodes Agripas I, siendo el primer apóstol en morir mártir (no el primer mártir cristiano que será San Esteban). Hijo de Zebedeo y Salomé, hermano mayor del evangelista San Juan o el discípulo amado, la vinculación del Apóstol Santiago con Hispania (España y Portugal) comenzó siendo un culto restringido a Galicia que se generaliza cuando en el s. IX se descubre la tumba de Santiago en el “Fin del Mundo” (Finisterre) enriqueciéndose con leyendas y noticias que harán de Santiago un apóstol atrayente a los viajeros del Medievo y que se engrandecerá con el paso de los años y de los siglos.
Al no especificar nada los evangelios, los primeros datos que sitúan a Santiago en España se reflejan en numerosos autores de los ss. VI y VII, lo que se presenta anterior al descubrimiento de la tumba del Apóstol. En el año 33 d. C. los apóstoles se reparten el mundo conocido, iluminados por el Espíritu Santo, según el Nuevo Testamento. Pero, será en el s. IV cuando se realice la correspondencia de cada apóstol con la parte del mundo repartida. Es cuando se le atribuye a Santiago Hispania. Su particular periplo comienza en Palestina; se dirigirá a la costa andaluza, Coimbra y Braga, llegando a Iria Flavia en Galicia, donde comenzará una malograda predicación. La escasa fama que obtendrá se circunscribirá a nueve discípulos, dos de los cuales se quedarán en Hispania con tareas de evangelización, marchándose con los otros siete con destino a Judea. El retorno lo realizarán por el Valle del Ebro, donde, con el fin de alentar su tarea, en un pilar de cuarzo a orillas de dicho río se le aparecerá la Virgen, sugiriéndole la construcción de un templo sobre dicho pilar, convirtiéndose en la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza. Otras fuentes señalan que estando María a punto de morir, pide como última voluntad estar rodeada de los apóstoles, en esos momentos, dispersos por el mundo. Jesús le concede que se les aparezca, eligiendo un pilar en Caesaraugusta, venerándose desde entonces en la Basílica del Pilar en dicha población. Esta aparición apresurará el viaje de Santiago a Judea al encuentro de la madre de Jesús. Desde Zaragoza se dirigirá a Valencia, en donde embarcará hacia Palestina, lugar donde encontrará la muerte decapitado el 44 d. C.
Serán dos discípulos del apóstol, Atanasio y Teodoro, los que embarcarán los restos de su maestro en Jaffa (Jerusalén) y llegarán a Iria Flavia, en Galicia. En tierra firme, solicitarán la ayuda de una dama pagana llamada Lupa, dueña del trozo de tierra donde será enterrado el Apóstol. Sin embargo, el enterramiento será diseñado por Lupa de manera perversa regalando a los discípulos unos bueyes indómitos, que sin creérselo la malvada Lupa serán ungidos, llegando sin mayores problemas a la tierra señalada para el enterramiento del santo con la conversión de Lupa que no podía creerse la doma de las bestias y su sumisión. Será esta dama la benefactora del enterramiento del apóstol, donando su palacio para erigir la Iglesia y satisfaciendo a los discípulos en todas las prerrogativas que pidiesen.
Enterrados los restos de Santiago en dicho lugar, el silencio es elocuente. Ocho siglos de mutismo en los que únicamente el culto local logra que no caiga en el olvido. En el año 820/834, un asceta llamado Pelayo advierte al Obispo de Iria Flavia, Teodomiro, de la existencia de una lluvia de estrellas y apariciones en Solovio. La explicación no se hizo esperar; se trataba de los restos del Apóstol Santiago junto a otros dos más pertenecientes a sus discípulos. Alfonso II visitará el lugar del hallazgo y proclamará a Santiago como Patrono y Señor de toda España, ordenando levantar en ese mismo lugar una basílica que será sede episcopal, en detrimento de Mérida. En el s. XI Santiago de Compostela se convierte en uno de los centros más emblemáticos de peregrinación junto con Jerusalén y Roma. La tradición oral seguirá incrementando lo mítico, lo legendario, y se mezclará con lo histórico.
Lo cierto es que la peregrinación se difunde rápidamente. Miles de peregrinos comienzan un camino, ora por devoción ora por penitencia, convirtiéndose en un trayecto de intercambio cultural, económico, ideológico… pero no será hasta 1879 cuando el papa León XIII dé por auténticos los restos sepultados en Santiago de Compostela.
Camino que mezcla lo histórico con lo legendario, vía de comunicación de Hispania con el resto de Europa, consiguió que la incomunicación fuera escasa en el Medievo. La protección del Apóstol Santiago hacia España, y la coincidencia con la Reconquista, forjaron la devoción por uno de los apóstoles favoritos de Jesucristo haciendo de España uno de los lugares más visitados o uno de los centros de peregrinación preferidos de la población medieval. La consideración de Cruzada de la Reconquista y la ayuda divina que se prestaba desde los cielos con el soldado Santiago, junto con la tradición oral y las fuentes escritas elevaron a Santiago, al lugar que ya había solicitado su madre (Mt 20, 20-28) bien a la izquierda o bien a la derecha, pese a las reticencias de Jesucristo, en un primer momento. Lo cierto, es que Santiago, tanto como matamoros como peregrino, sigue levantando pasiones en la actualidad, y conservando miles de files que anualmente se dirigen a una tumba señalada por las estrellas.
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