HISTORIA DE LA PRIMERA CRUZADA .-
En 1074, el papa Gregorio VII llamó a los milites Christi ("soldados de Cristo") para que fuesen en ayuda del Imperio bizantino. Éste había sufrido una dura derrota en la batalla de Mantzikert (1071) a manos de los turcos selyúcidas4 que abrió las puertas de Anatolia a los turcos, que establecieron varios sultanatos en la península. La conquista de Anatolia había cerrado las rutas terrestres a los peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a Tierra Santa durante el siglo XI, sirvió para enfocar gran parte de la atención de occidente en los acontecimientos de oriente.5 Algunos monjes como Pedro de Amiens el Ermitaño o Walter el indigente, que se dedicaron a predicar los abusos musulmanes frente a los peregrinos que viajaban a Jerusalén y otros lugares sagrados de oriente, azuzaron todavía más el fuego de las cruzadas.
Alejo Comneno, que ya había empleado anteriormente a mercenarios normandos y de otros países de occidente, escribió una carta alpapa Urbano II, solicitándole su apoyo y el envío de nuevos mercenarios que lucharan por Bizancio contra los turcos.
Finalmente sería el propio Urbano II quien extendió entre el público la primera idea de una Cruzada para capturar la Tierra Santa. Tras su famoso discurso, en el concilio de Clermont (1095), en el que predicó la Primera Cruzada, los nobles y el clero presente comenzaron a gritar las famosas palabras, Deus vult! (en latín, "¡Dios lo quiere!").6
La predicación de Urbano II provocó un estallido de fervor religioso tanto en el pueblo llano como en la pequeña nobleza (no así en los reyes, que no participaron en esta primera expedición).
No hay comentarios:
Publicar un comentario