LA COMUNICACIÓN GRAMATICAL .-
Según Charaudeau9, en el acto de lenguaje se conjugan dos espacios de significación. El primero (circuito externo) está representado por la relación entre los emisores (sujetos que comunican, medio) y los receptores (sujetos que interpretan, lectores, audiencias), quienes actúan como socios en el contrato de comunicación. El segundo (circuito interno) está conformado por los protagonistas (enunciador, fuente informativa) el destinatario (público, target). Así, todo acto de lenguaje se construye en un doble espacio: espacio externo donde se encuentran las normas psicosociales, espacio interno donde se sitúan las normas discursivas; y es en la articulación de estos dos espacios donde se construye el sentido10.
Este modelo descriptivo de la comunicación integra los niveles sociocomunicativos y las normas que participan en la dinámica de los intercambios lingüísticos y que permiten el puente de comunicación entre los sujetos participantes, quienes exhiben diversas habilidades lingüísticas para la producción y la comprensión discursiva. La situación de comunicación se define de acuerdo con la finalidad del acto (¿para decir qué?), la identidad de los participantes en el intercambio (¿quiénes se comunican?), el propósito del intercambio (¿a propósito de qué?), el objeto del intercambio o tema (¿sobre qué?) y las circunstancias físicas del intercambio o dispositivo (¿a través de cuál medio?).
El contrato de comunicación es lo que estructura una situación de intercambio verbal que cumple con las condiciones de realización de los actos de lenguaje que allí se producen, para que estos sean reconocidos como “válidos”, es decir que correspondan a una intencionalidad del sujeto comunicante y que puedan ser interpretados por el sujeto receptor-interpretante11.
Esto implica que los participantes deben compartir un saber y un marco referencial común; unas inferencias intertextuales de carácter cognitivo que aluden al conocimiento acerca de los textos y contextos asociados con el mensaje intercambiado, que permiten interpretar el sentido, y unas inferencias situacionales referidas al uso concreto del mensaje en una situación dada. En suma, esta relación contractual sólo es posible entre sujetos dotados de una competencia comunicativa.
En el caso del contrato de información mediática, la finalidad del acto comunicativo se traduce en un hacer-saber(informar) lo que ocurre en el espacio público, sin dejar a un lado el hacer-pensar (incitar, persuadir), resultado de la necesidad de los medios de comunicación, en tanto empresas comerciales, de captar un público-consumidor de su producto comunicacional. «Los medios no transmiten lo que ocurre en la realidad social, sino que imponen lo que construyen del espacio público»
LAS ESTRATEGIAS LINGÜÍSTICO-COMUNICATIVAS DE LA MEDIACIÓN
Antonio Franco16 propone un modelo lingüístico-comunicativo en el cual se integran los componentes morfosintáctico, semántico y pragmático, que determinan la competencia comunicativa del sujeto, tanto en el proceso de expresión (producción) como en el proceso de comprensión discursiva. Presenta una gramática comunicativa que considera el funcionamiento de la lengua desde la comunicación, los grados de adecuación lingüística y la forma como se expresan los hablantes en una situación concreta (intención comunicativa), en oposición a una gramática normativa basada en la corrección lingüística.
Según esta propuesta, el discurso se concibe en el contexto particular de la comunicación lingüística y con el uso adecuado de los signos, lo cual exige una competencia lingüística (entendida como el conocimiento del sistema lingüístico) y una competencia comunicativa que implica el dinamismo lingüístico, el uso y la contextualidad.
Partiendo de la teoría de la acción comunicativa de Habermas, Franco plantea que para lograr el entendimiento en la acción comunicativa se necesitan sujetos lingüísticamente competentes, entre los cuales se produce una interacción a través del lenguaje, gracias a que comparten los mismos referentes y la situación de comunicación. «Hablar de acción comunicativa es presuponer el lenguaje en uso, en los actos de habla, en la intención comunicativa, en la actividad comunicativa, en la creatividad lingüística»17.
Su modelo de gramática comunicativa aplicada al estilo periodístico se funda, además, en la semántica de Pottier18 y en los aportes de Lourdes Molero19, y tiene como elemento nuclear el módulo actancial; es decir, el esquema de actantes lingüísticos que involucra cada verbo conjugado.
Sigue los siguientes niveles: a) referencial: es el mundo real – imaginario– del cual parte la formulación de conceptos que depende del conocimiento que manejan quienes tienen la capacidad del lenguaje y de la acción comunicativa; b) conceptual: es el eslabón, la representación mental que une el nivel referencial con la representación lingüística; c) lingüístico: el emisor semiotiza su conceptualización del mundo y formula el mensaje; y d) discursivo: es el resultado de la utilización del lenguaje. El receptor recibe el mensaje que debe comprender e interpretar según la situación comunicativa, su condicionamiento interno e impulsos, ayudado por su competencia lingüística para descifrar el contenido (Gráfico 3).
En cuanto al componente pragmático, este modelo integra dos elementos: el mundo objetivo, subjetivo y social (lo explícito) y el saber de fondo (lo implícito). El primero se describe en cinco elementos: cultura, personalidad, sociedad, situación y contexto.
El discurso periodístico sobre el conflicto es una evidencia de que la realidad que percibe el periodista es compleja, los bandos antagónicos emplean todas sus estrategias ideológicas para ganar espacios y adeptos; los prejuicios, las creencias y valores son determinantes en la configuración de los imaginarios.
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