hito fronterizo (del latín fictus)1 es una señal de tipo permanente, tradicionalmente de piedra (aunque hoy día se usan otros materiales), que sirve para delimitar propiedades o territorios, y en ocasiones para marcar alturas, distancias o direcciones de una vía o un camino, en cuyo caso se generaliza su nombre a hito geográfico. También se lo denomina «mojón», «coto» o «cipo».2
Los hitos a menudo han sido utilizados para marcar los puntos críticos en las fronteras entre países o administraciones locales,1 pero también se han utilizado para marcar los límites de tierras privadas y explotaciones de recursos naturales, especialmente en áreas donde las cercas o muros no son prácticos o son innecesarios. Las señales utilizadas se colocan normalmente en un punto notable o visible sobre el terreno adyacente. Muchos están inscritos con información relevante, como la abreviatura del titular de la frontera, la fecha de instalación y a menudo la localización geográfica, es decir, la longitud y latitud del mismo.
Su medición exacta se realiza gravimétricamente, pesando una muestra de tierra antes y después del secado. Esta es de gran importancia debido a que el agua constituye un factor determinante en la formación, conservación, fertilidad y productividad del mismo, así como para la germinación, crecimiento y desarrollo de las plantas cultivadas.
Su medición in vivo plantea más dificultades, siendo el TDR y la sonda de neutrones los sensores con mejores respuestas.
Para terrenos salinos o muy áridos, se emplea experimentalmente el SBIB capaz de medir la humedad del suelo sin que le afecten las características del mismo y con mayor sensibilidad en terreno árido.
Para medidas a largo plazo también se emplean métodos manuales como bloques de yeso.
El agua almacenada en el suelo desempeña un papel muy importante en el sistema climático. La ESA (Agencia Espacial Europea) ha presentado el primer catálogo global de datos sobre la humedad del suelo correspondientes al periodo 1978-2010. Toda la comunidad científica internacional puede acceder a estos datos, con los que se podrán realizar análisis retrospectivos y validar modelos climáticos.
El agua almacenada en el suelo apenas constituye el 0,001% del contenido total de agua de nuestro planeta. Sin embargo, esa cantidad es esencial para el crecimiento de las plantas y está ligada a laregulación del clima y a la meteorología. La humedad del suelo es una variable fundamental que controla el intercambio de agua y de energía entre la superficie de la tierra y la atmósfera: un suelo seco intercambiará menos agua con la atmósfera que uno húmedo.
Todavía no se comprende todo lo que puede implicar la relación entre la humedad del suelo y el sistema climático. Pero éste es un paso muy grande al respecto: hasta ahora, no se disponía de un archivo histórico de datos sobre este parámetro de ámbito mundial. Se podrá mejorar, por ejemplo, la evaluación de modelos climáticos en términos de tendencia a la sequía o a la inundación. También se conocerá mejor la relación del agua con las temperaturas.
Todavía no se comprende todo lo que puede implicar la relación entre la humedad del suelo y el sistema climático. Pero éste es un paso muy grande al respecto: hasta ahora, no se disponía de un archivo histórico de datos sobre este parámetro de ámbito mundial. Se podrá mejorar, por ejemplo, la evaluación de modelos climáticos en términos de tendencia a la sequía o a la inundación. También se conocerá mejor la relación del agua con las temperaturas.
En el año 2009, la Agencia Espacial Europea lanzó la misión SMOS, con el objetivo de medir directamente la humedad almacenada en las capas superficiales del suelo. Los datos de SMOS se utilizan para la predicción meteorológica, en estudios hidrológicos y para mejorar la gestión de los recursos hídricos, pero también proporciona datos casi en tiempo real de muchos parámetros.
Este primer archivo de datos sobre la humedad del suelo a escala global, abarcando el periodo que transcurre entre 1978 y 2010, permitirá realizar un cálculo robusto de la climatología, que, como resultado, permitirá estudiar fenómenos extremos, como la excepcional sequía ocurrida en el centro de Estados Unidos en 2005, o las de Brasil y África Oriental en el verano de 2007, el sur de China durante el invierno 2009-2010 o la de Rusia en 2010.
También se pueden apreciar claramente inundaciones como las de Afganistán en 1992, la de África Oriental en 1998-99, la de Marruecos en 2008 o la de Queensland, Australia, en 2010-2011.
Esta primera publicación de un catálogo de estas características precisa de la cooperación de expertos en teledetección y en modelado climático para validar los datos en su conjunto y para comprender mejor los resultados de los nuevos modelos.
Si bien el agua almacenada en los suelos del mundo (edafosfera) apenas constituye el 0,001%, su importancia para la biosfera y el sistema climático es vital. Como ya sabréis muchos de vosotros, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó la misión satelital SMOS con vistas, entre otros estudios, a analizar la humedad del suelo en tiempo real. Debido a las novedades tecnológicas de sus sensores, se están armonizando los valores obtenidos con los de misiones especiales precedentes, incluidas las de la NASA, al objeto de elaborar una base de datos armonizada que contenga los recientes y antiguos. de ste modo se puede proporcionar a los investigadores una serie temporal aceptable sobre esta variable de tanta importancia. La nota de prensa que os ofrecemos hoy resulta ser lo bastante clara para que no abundemos en detalles. El agua resulta crucial en los sistemas superficiales terrestres de la biosfera con vistas al desarrollo de la vida. Lo mismo es cierto en lo concerniente a la agrosfera, si entendemos por tal, en conjunto de los sistemas cultivados (incluidos los praderas y pastos sembrados) a escala planetaria. La importancia de la humedad del medio edáfico de los sistemas agrarios, en la estructura de las taxonomías de suelos, resulta ser tan relevante como para que incluso la USDA Sil Taxonomy la considere un criterio esencial con vistas a clasificar los suelos a nivel de suborden. El problema estriba en que los criterios que demanda la USDA son tediosos de medir en campo y se requieren unos 10 años de observaciones, por lo que se suele apelar al uso de estimaciones indirectas dudosas a partir de las estaciones meteorológicas cercanas al área de estudio. Los datos obtenidos por SMOS podrían ayudar a obtener tal variable, y de forma fiable, de la información previamente aludida. Sin embargo, desconozco si la nueva tecnología llega a cubrir la profundidad que contempla la USDA Soil Taxonomy cpn viatas a clasificar los regímenes de humedad del suelo. Nos referimos a la conocida “sección de control”. De no ser así, el problema sería serio. Ahora bien más vale obtener unos datos correctos fiables que otros de validez dudosa aun a costa de sacrificar “algo”.Siempre sería posible, al menos, obtener estimaciones mejores que las actuales con algunos estudios y calibraciones complementarias. Independientemente de todos ello, esta nueva información ayudará a comprender la variabilidad espacial y temporal de la humedad del suelo, y sus relaciones con el desarrollo de la vegetación y los estrés hídricos que pudieren sufrir, la repercusión de los diferentes tipos de suelos sobre el almacenamiento de agua para la misma o distintas condiciones ambientales, etc. Finalmente tan solo os expreso una duda que me surge tras leer la noticia. En ella se indica que: “El descenso de la tasa global de evaporación detectado recientemente podría estar causado, por ejemplo, por un menor contenido de agua en el terreno”. Francamente se me antoja una conclusión confusa y confundente. Una parte considerable del caudal de los ríos del mundo es extraída de los mismos con vistas a ser re-depositarla en los suelos y suministrarla a extensos territorios con cultivos y forrajes. Hablamos tan solo de los consabidos regadíos. Tal hecho induce a que se evapore mucha más agua a la atmósfera desde el suelo que bajo condiciones naturales, sin la intervención human (con independencia del calentamiento climático). Más aun, si tenemos en cuenta de que en ciertos lugares el agua de riego procede de a desalinización de las aguas salobres y/o del agua fósil secuestrada en los acuíferos subterráneos que vuelve a ponerse en circulación, sospecho que puede evaporarse desde la edafosfera más agua ahora que hace un siglo, por poner una fecha. Como corolario, la frase de marras se me antoja poco meditada, y/o carente de un fundamento profundo, al menos a la espera de datos que corroboren o refuten el porcentaje de agua “extra” que se evapora del suelo debido a la actividad humana y sus tecnologías. Esta cuestión merece la pena ser estudiada en profundidad en relación con el ciclo del agua y sus repercusiones sobre el sistema climático.
Juan José Ibáñez
El agua almacenada en el suelo juega un papel muy importante en el sistema climático. LaESA presenta el primer catálogo global de datos sobre la humedad del suelo correspondientes al periodo 1978-2010 un precursor de la información que continúa recopilando la misión SMOS de la ESA.
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