IMÁGENES Y ESTUDIOS .-
Los estratos se depositan en la cuenca de depósito, que está formada por una depresión natural o artificial o bien un espacio cerrado por terraplenes y muros. En realidad, cuencas distintas presuponen estratigrafías diferentes. La forma de depósito depende de los materiales depositados y de la fuerza ejercitada por la naturaleza y por el hombre. Ahora bien, hay que tener en cuenta que los estratos pueden tener un origen natural o antrópico. Por otra parte, las interfacies pueden ser de dos clases: verticales (muros) y horizontales (fosas).
Una excavación, de todas formas, no se resuelve como una fórmula matemática, sino que requiere un tratamiento diferenciado en cada caso. Así pues, contamos con distintas maneras de aproximarnos a la realidad estratigráfica. Como han señalado C. Renfrew y R. Bahn, las técnicas de excavación inciden en la doble perspectiva de la que ya se ha hablado, la dimensión horizontal y la vertical. Así lo expresan:
«En términos generales, podemos dividir las técnicas de excavación en: aquellas que subrayan la dimensión vertical mediante la excavación de depósitos profundos que revelen la estratificación; y aquellas que se centran en la dimensión horizontal, mediante la apertura de áreas amplias de un nivel concreto para exteriorizar las relaciones espaciales entre los artefactos y las estructuras de ese estrato».
Aun cuando hay un predominio en los últimos años de la técnica en grandes áreas, combinando la dimensión horizontal con la vertical, no se debe de olvidar que cada yacimiento presenta unas características propias que no invalidan de entrada cualquier método, a condición, claro está, de que el control estratigráfico sea muy riguroso.
Existen muy diversos métodos de excavación: en área o método F. Barker, en trinchera, en pequeños sondeos y método M. Wheeler-Kenyon, siendo el más adecuado y estrictamente científico el primero de ellos. Ni qué decir tiene que en cuanto a la manera exacta de proceder es necesario hacerlo estratigráficamente, respetando el modo en que los depósitos han ido sedimentándose, nunca por alzadas establecidas previamente de manera artificial, salvo en algunos casos excepcionales que así lo requieran.
Los estratos se distinguen por su coloración, textura y composición, siendo un todo que los hace ser distintos unos de otros. En realidad, la interrelación que presentan los elementos que los forman es muy fuerte, de manera que cada uno de ellos aporta características a los otros y reúne las de los demás. Así pues, la composición, por ejemplo, determina la coloración y la textura, a la vez que aquella tiene expresión por estas. En cualquier caso, la composición de los estratos significa la posibilidad de una datación, ya que los objetos que hay en cada estrato permiten la adscripción de una cronología absoluta. Otro aspecto importante en cuanto a la conformación del estrato es, evidentemente, su volumen y, en cierto modo, su forma o superficie, que nos hablan de su formación. El orden en que se relacionan los estratos está asimismo determinado por las relaciones físicas que pueden ser reducidas, de manera simple, a relaciones relativas en el tiempo. De ahí que se establezcan unas normas que se reducen a dos grandes apartados que rigen todas las relaciones entre los estratos: relaciones de contemporaneidad («igual a» y «se liga a») y de sucesión en el tiempo, anterioridad o posterioridad («cubre/cubierto por», «se apoya en/se le apoya», «corta a/cortado por» y «rellena a/es rellenado por»).
Aunque la estratigrafía sea simple no es aconsejable intervenir por principio en un área demasiado extensa. Así, podremos controlar de manera rigurosa todas las unidades estratigráficas. Las ventajas de este sistema se derivan del hecho de que al excavar los estratos se va registrando uno a uno mediante la denominada sección acumulativa. De esta forma se pueden correlacionar directamente los hechos estratigráficos registrados en la sección y en las plantas. Su utilización permite que los estratos se excaven siguiendo sus contornos y su forma natural. Si bien nuestra propuesta se concreta en trazar sondeos y excavar en áreas acumulativas, no cabe duda que en algunos casos se ha de acudir a sondeos más pequeños y en otros a trazar trincheras. Todo ello con el objetivo de aplicar la metodología más rigurosa para obtener el máximo de información tanto arqueológica como histórica.
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