domingo, 23 de febrero de 2014

LAS CRUZADAS - HISTORIA


HISTORIA DE LA PRIMERA CRUZADA .-

Para entender el éxito de la convocatoria a la Primera Cruzada, debe tenerse en cuenta también la situación en la que se encontraban por aquel entonces los miembros de la nobleza europea. Su estilo de vida, guerreando continuamente unos contra otros, y enfrentados de forma más o menos habitual con diversas instituciones eclesiásticas (con las que por otra parte estaban estrechamente vinculados, dada la común condición privilegiada de ambos estamentos y la identidad familiar entre alto clero y nobleza), suponía para ellos una amenaza espiritual muy seria, pues todos se veían en mayor o menor medida incursos en comportamientos que la Iglesia calificaba de pecados castigados con las penas eternas del infierno, y que en ocasiones acarreaban la más inmediata y visible pena terrenal de laexcomunión, equivalente a la muerte civil. La Cruzada significaba para ellos una vía de salvación a través de una actividad que conocían y dominaban: la guerra. En ese sentido, el historiador Pierre Tucoo-Chala escribe lo siguiente:
Que algunos señores hayan tenido el pensamiento de a la vez asegurarse la salvación en el más allá y de obtener en estas tierras lejanas una suerte más envidiable que la tenían antes de partir es una evidencia. No fue seguramente el caso del vizconde de Bearn. (...) Es probable que su fe profunda haya sido confortada por la ocasión que se presentaba por fin por vez primera a los milites (caballeros) de poner su estilo de vida al servicio de sus convicciones religiosas.(...) Los eclesiásticos no tenían palabras suficientemente fuertes para condenar la vida practicada por estos guerreros. Para ellos milites, militia, implicaba malitia, maldad.(...)
A mediados del siglo XV, los potentes (poderosos) se han convertido en dueños de castillos especializados en el combate a caballo y persiguen asegurarse los ingresos necesarios para dedicarse únicamente al arte de la guerra. Para ello oprimen a sus campesinos y acaparan los bienes del clero, que denuncia su violencia incontrolada. Para intentar limitarla, la Iglesia había desarrollado la Paz de Dios y después la Tregua de Dios. (...) A pesar de estas iniciativas el clérigo manifestaba aun una gran desconfianza hacia su estilo de vida.
Finalmente, la mayoría de los que contestaron a su llamada no eran caballeros, sino campesinos sin riquezas y con muy poca preparación militar. Por otra parte, era en este público en el que más calaba un mensaje que no sólo les ofrecía la redención de sus pecados, sino que también les aportaba una forma de escapar a una vida llena de privaciones, en lo que acabaría siendo una explosión de fe que no fue fácilmente manejable para la aristocracia.14
De resultas de esta explosión de fe, muchos abandonaron sus posesiones y se pusieron en marcha hacia Oriente. A los nobles, la Iglesia les prometía que sus bienes serían respetados hasta su vuelta, si bien, para armar un ejército, muchos de los cruzados poderosos (así llamados por la cruz que se tejían en sus vestiduras) tuvieron efectivamente que liquidar sus bienes y prepararse para un viaje sin retorno. Mucha gente humilde, en cambio, se limitó a ponerse en marcha, llevando consigo a sus familias y todas sus escasas posesiones. Éstos fueron los primeros en partir.
Simultáneamente a Urbano II, varios predicadores, entre los que destaca Pedro el Ermitaño, consiguieron inflamar a una gran multitud de gente humilde, "entre ellos campesinos y artesanos, además de siervos" que, aunque el papa Urbano había planeado la partida de la cruzada para el 15 de agosto de 1096 coincidiendo con la festividad de la Asunción de María, se puso en marcha antes de dicha fecha formando un ejército desorganizado y mal provisto formado por campesinos y pequeños nobles bajo la dirección de Pedro el Ermitaño con la intención de conquistar Jerusalén por su cuenta.
Dirigidos por los predicadores, la respuesta de la población superó todas las expectativas: Si bien Urbano había contado con la adhesión a la cruzada de unos pocos miles de caballeros, se encontró con una verdadera migración de unos 40.000 cruzados, si bien dichas cifras estaban compuestas en su mayor parte por soldados sin experiencia, mujeres y niños.

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