miércoles, 19 de febrero de 2014

PINTURA PREHISTÓRICA Y RUPESTRE



ARTE DE LAS CUEVAS DE ALTAMIRA .-


Descubrimiento de las pinturas de la Cueva de Altamira
Altamira se encuentra en el municipio de Santillana del Mar, a unos 30 kilómetros al oeste de Santander, y su descubrimiento fue realizado por casualidad en 1868 por Modesto Cubillas mientras cazaba con su perro. Este aparcero le comunicó el hallazgo a Don Marcelino Sanz de Sautuola, para quien trabajaba, quien poco después publicaría un artículo titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander donde defendía que se trataba de escenas prehistóricas.
La polémica que originó este estudio llegó al límite de ser acusado por otros investigadores de haber falsificado las pinturas. Les parecía poco probable que los colores se hubieran conservado con tanta nitidez, por no mencionar que se consideraba imposible que el hombre primitivo fuera capaz de llevar a cabo un trabajo tan excepcional.

Altamira

De manera que Santuola y los colegas que apoyaron su tesis fueron objeto de un despiadado ataque por parte de científicos franceses y españoles. Pero con el paso de el tiempo otras cuevas similares fueron descubiertas en el sur de Francia, cuevas cuyas pinturas empezarían a poner en tela de juicio el supuesto fraude de Santuola. Las pinturas de Altamira no serían finalmente aceptadas como antiguas hasta principios de la centuria siguiente (en gran medida gracias al Abate Breuil) y el reconocimiento sólo le llegaría a Marcelino después de su muerte.

Características de las pinturas de la Cueva de Altamira
Gracias a modernos métodos como el del carbono 14, los investigadores han datado la antigüedad de las imágenes de Altamira en unos 12.000 ó 15.000 años, situándolas por tanto en el periodo conocido como Magdaleniense. Por aquel entonces, artistas anónimos debieron decorar el interior de la gruta por motivos que aún hoy son un misterio. Más tarde un desprendimiento de rocas sepultó la entrada de la cueva, que quedó aislada y olvidada durante miles de años.
La cueva de Altamira mide unos 270 metros de longitud y se encuentra dividida en tres zonas, un vestíbulo cerca de la salida, una gran sala decorada (de 18 metros de largo) donde se han encontrado las pinturas más espectaculares, y otras pequeñas ramificaciones.
Las imágenes se encuentran grababas o dibujadas en las paredes y techo con pigmentos minerales ocres, marrones, amarillentos o negros, mezclados con aglutinantes como la grasa animal. Se aplicaron con los dedos, con algún utensilio a modo de pincel y en ocasiones soplando la pintura a modo de aerógrafo. También se usó el carbón vegetal para perfilar los bordes. Lo primero que llama la atención es el asombroso realismo de las imágenes, las más bellas realizadas en la cúpula de la galería central. El bisonte es el animal que más veces aparece representado, aunque también hay caballos, ciervos, jabalís, mamuts, renos (animales propios de climas muy fríos que en la actualidad están extinguidos en Europa) figuras antropomorfas y diversos símbolos. Aparecen representados de manera independiente, no formando escenas y ocasiones se han aprovechado los abultamientos de la roca para conferir volumen a las formas. Tal es el caso del bisonte encogido, una de las imágenes más conocidas, que fue concebido en esa postura para coincidir con un resalte rocoso y que destaca por su enorme verosimilitud.

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