miércoles, 19 de febrero de 2014

PINTURA PREHISTÓRICA Y RUPESTRE



ARTE PREHISTÓRICO .-

Pero además del parietal el hombre del Paleolítico nos ha legado otras manifestaciones de su arte en forma de objetos rituales decorados, adornos personales, pequeñas esculturas de animales o deliciosas estatuillas femeninas como la conocida Venus de Willendorf o la de Laussel, con los atributos sexuales y las formas femeninas (senos, caderas, glúteos) muy resaltados como símbolos de fecundidad, pero con el rostro apenas esbozado. La estratigrafía asociada a estos restos resulta además sumamente útil a la hora de datar el arte parietal.
También son numerosos los utensilios de uso cotidiano, y es que para afrontar la larga y difícil lucha por la subsistencia, del hombre primitivo tuvo de idear herramientas que le permitieran resolver las nuevas situaciones que se le presentaban. Los restos que se han encontrado en los yacimientos son la respuesta tecnológica a estas adversidades, la manera de en que el ser humano se las ingenió para enfrentarse al medio y dominarlo. Actividades como cazar, defenderse de los enemigos, cortar pieles o ramas, calentarse, etc. hicieron necesario el desarrollo de una serie de técnicas cuyos vestigios nos sirven en la actualidad para intentar comprender cómo vivían, pensaban y sentían nuestros antepasados. Así, tenemos hachas de mano (bifaces), bastones de mando, lascas afiladas, azagayas o puntas de arpón, muchos de ellos con decoraciones geométricas como líneas y puntos o pequeñas incisiones.
Aunque los restos más frecuentes son, como ya hemos visto, de piedra (sobre todo de sílex o pedernal, que es una variante del cuarzo) o de hueso, lo cierto es que aquellos primeros hombres usaron también madera, pieles, conchas o fibras vegetales, pero el hecho de que estos materiales sean perecederos hace que sean menos los ejemplos hayan llegado hasta nosotros. Tampoco nos han quedado indicios de arquitectura, aunque podemos suponer que algunas de las cuevas hicieron las veces de santuarios. Pero aún así, y dejando aparte el debate sobre si su intención primigenia era mágico-religiosa o meramente estética, lo cierto es que nuestros antepasados nos han dejado muestras de sobra que nos hablan se su sensibilidad artística y su gran sentido de la belleza.

PINTURAS DE ALTAMIRA .-

Cuando pensamos en la Prehistoria no podemos evitar que se nos vengan a la mente imágenes de animales pintados en las paredes de una caverna, de hecho, la mayor parte de las veces son las representaciones de las mundialmente famosas Cuevas de Altamira las que encarnan ese arquetipo. Y la razón es muy lógica, de los escasos restos que nos han llegado de aquella remota época, los de las cuevas cántabras son uno de los ejemplos más bellos e ilustrativos de lo que debió ser la manera de vivir y pensar de nuestros antepasados. No en vano se les ha concedido el apelativo de "Capilla Sixtina del Arte Cuaternario".
Réplica del techo de la cueva de Altamira

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