El Gelede es practicado por la comunidad yoruba-nago, establecida en Benín, Nigeria y Togo. Desde hace más de un siglo, esta ceremonia tiene por objeto rendir homenaje a la madre primordial, Iyà Nlà, y al papel que desempeñan las mujeres en la organización social y el desarrollo de la sociedad yoruba. El Gelede se celebra después de las cosechas, con motivo de acontecimientos importantes, o en caso de sequías o de epidemias. El espectáculo, que se caracteriza por el uso de máscaras talladas, se canta en lengua yoruba y narra la historia y los mitos del pueblo yoruba-nago.
Las ceremonias tienen lugar de noche en una plaza pública, cerca de una casa donde se visten los bailarines. Los primeros que salen son los cantantes acompañados por el hombre que toca el tambor y por la orquesta. Luego hacen su aparición los bailarines, vestidos con magníficos atuendos. La ceremonia requiere un gran trabajo artesanal preparatorio, particularmente para tallar las máscaras y confeccionar los trajes. Gracias a este ritual, se garantiza la transmisión del patrimonio oral, en el que se mezcla poesía épica y lírica, todo ello entreverado con ironía e irrisión. Se suelen utilizar figuras de animales, como la serpiente, símbolo de poder, o el pájaro, mensajero de “las madres”. La comunidad se organiza en grupos de hombres y de mujeres dirigidos respectivamente por un personaje masculino y femenino. Se trata del único grupo de máscaras dirigido por mujeres. Aunque el Gelede parece haberse adaptado a la sociedad más patriarcal de hoy, su patrimonio oral y sus danzas son testimonio de un antiguo orden matriarcal.
El desarrollo técnico entraña una pérdida de las competencias técnicas tradicionales, y el turismo contribuye a transformarlo en un producto folclórico. Sin embargo, la comunidad Gelede tiene clara conciencia del valor de su patrimonio inmaterial, como prueba el intenso trabajo de preparación y la afluencia de nuevos participantes.
El Gelede es practicado por la comunidad yoruba-nago, establecida en Benín, Nigeria y Togo. Desde hace más de un siglo, esta ceremonia tiene por objeto rendir homenaje a la madre primordial, Iyà Nlà, y al papel que desempeñan las mujeres en la organización social y el desarrollo de la sociedad yoruba. El Gelede se celebra después de las cosechas, con motivo de acontecimientos importantes, o en caso de sequías o de epidemias. El espectáculo, que se caracteriza por el uso de máscaras talladas, se canta en lengua yoruba y narra la historia y los mitos del pueblo yoruba-nago.
Las ceremonias tienen lugar de noche en una plaza pública, cerca de una casa donde se visten los bailarines. Los primeros que salen son los cantantes acompañados por el hombre que toca el tambor y por la orquesta. Luego hacen su aparición los bailarines, vestidos con magníficos atuendos. La ceremonia requiere un gran trabajo artesanal preparatorio, particularmente para tallar las máscaras y confeccionar los trajes. Gracias a este ritual, se garantiza la transmisión del patrimonio oral, en el que se mezcla poesía épica y lírica, todo ello entreverado con ironía e irrisión. Se suelen utilizar figuras de animales, como la serpiente, símbolo de poder, o el pájaro, mensajero de “las madres”. La comunidad se organiza en grupos de hombres y de mujeres dirigidos respectivamente por un personaje masculino y femenino. Se trata del único grupo de máscaras dirigido por mujeres. Aunque el Gelede parece haberse adaptado a la sociedad más patriarcal de hoy, su patrimonio oral y sus danzas son testimonio de un antiguo orden matriarcal.
El desarrollo técnico entraña una pérdida de las competencias técnicas tradicionales, y el turismo contribuye a transformarlo en un producto folclórico. Sin embargo, la comunidad Gelede tiene clara conciencia del valor de su patrimonio inmaterial, como prueba el intenso trabajo de preparación y la afluencia de nuevos participantes.
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