sábado, 1 de febrero de 2014

BATALLAS POR PAÍSES - ESPAÑA




BATALLA DE SIMANCAS - SIGLO X .-


La batalla de Simancas fue un enfrentamiento bélico entre las tropas de una coalición cristiana encabezada por el rey de León, Ramiro II, y los musulmanes asentados en Córdoba del califa Abd al-Rahman III junto a los muros de la ciudad de Simancas, en la que se afianzó el dominio sobre las tierras del Duero por los reinos cristianos del norte, en el año 939.

Antecedentes

En el año de 937, el rey Ramiro II de León actuó en apoyo de Muhammad ibn Hashim, gobernador de Zaragoza (también conocido por Abu Yahya o Abohaia), a quien el califa acusaba de traidor y culpable principal del desastre de Osma, ocurrido 3 años antes. El cronista Sampiro abrevia así los hechos:
Ramiro reuniendo su ejército se dirigió a Zaragoza. Entonces el rey de los sarracenos, Aboyaia, se sometió al gran rey Ramiro y puso toda su tierra bajo la soberanía de nuestro rey. Engañando a Abdarrahmán, su soberano, se entregó con todos sus dominios al rey católico. Y nuestro rey, como era fuerte y poderoso, sometió los castillos de Aboyaia, que se le habían sublevado, y se los entregó regresando a León con gran triunfo.
Sampiro omite que el monarca leonés dejó guarniciones navarras en estos castillos, pues Ramiro contó con el concurso y alianza del rey de Pamplona.
Después de la pérdida de la estratégica Zaragoza, es fácil comprender la airada reacción del envanecido Abderramán III. Tras cercar y conquistarCalatayud, Abderramán conquistó uno tras otro todos los castillos de la zona. Al llegar a las puertas de Zaragoza, Abu Yahya capituló, acción que el califa aprovechó para emplearlo en una ofensiva contra Navarra que concluyó en la capitulación de la reina Toda, que se declaró vasalla del califa.
Ramiro II de León por José María Rodríguez de Losada. Siglo XIX.
El califa omeya concibió entonces un proyecto gigantesco para acabar de una vez por todas con el reino leonés, al que denominó gazat al-kudra, Campaña del Supremo Poder o de la Omnipotencia. El omeya reunió un gran ejército alentado por la llamada a la yihad. Desde la salida de Córdoba se dispuso que todos los días se entonase en la mezquita mayor la oración de la campaña, no con sentido deprecatorio, sino como anticipado agradecimiento de lo que no podía menos de ser un éxito incontrovertible.
El califa formó, con la ayuda del gobernador musulmán de Zaragoza (Abu Yahya), un gran ejército de casi 100.000 hombres, formado por mercenarios andalusíes, militares profesionales, tribus bereberes, soldados de las provincias militarizadas (yunds), contingentes de las Marcas y un buen número de voluntarios. Bien armada y pertrechada, esta heterogénea masa de combatientes emprendió la marcha a fines de junio de 939. Dejando atrás Toledo, el ejército atravesó el Sistema Central por Guadarrama(puerto de Tablada), internándose a continuación en la "Tierra de nadie" -políticamente hablando- situada al sur del Duero. Después de saquear y destruir los lugares que encontraban en su camino (Olmedo, Íscar, Alcazarén), los contingentes califales acamparon cerca del Cega y se instalaron en elCastillo de Portillo a principios de agosto.
Entre tanto, el rey leonés Ramiro II logró reunir a su lado, además de a sus propias tropas, las de los condes castellanos Fernán González y Ansur Fernández, las del reino de Pamplona de García Sánchez I, así como a tropas gallegas y asturianas.

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