viernes, 31 de enero de 2014

BIOGRAFÍAS - REYES DE MACEDONIA




REYES MACEDONIA .-


ALEJANDRO MAGNO .-


SITIO DE TIRO ( 332 A.C. )


El asedio sin fin

Al fin la construcción del dique terminó, se cubrió con mantillo apelmazado y después se pavimentó. Las enormes máquinas de asedio construidas por Diades y sus ingenieros fueron desplazadas por el pavimento y comenzaron a golpear las murallas. Diades era un ingeniero diestro en el diseño y construcción de máquinas de asedio, que ya había sido ingeniero del padre de Alejandro Magno y responsable de las máquinas que habían reducido a polvo las murallas de la inexpugnable Perinto. Pero aún quedaban más sorpresas, pues largas picas terminadas en afiladas cuchillas colgaban desde las torres de la ciudad, cortando las cuerdas que sostenían los arietes y haciendo caer sus cabezas contra el empedrado, se respondió techando las estructuras de los arietes con madera hasta las murallas, pero los defensores consiguieron colar sogas con lazos y elevar las cabezas de los arietes. Se protegieron aún más los arietes y las murallas comenzaron a ceder.
La situación era desesperada para los tirios. Todo el ingenio del que disponían se utilizó en la defensa, por ejemplo calentaron arena de playa en enormes escudos de bronce y comenzaron a verterla sobre lo servidores de los arietes y los soldados de tal manera que la arena se colaba entre las armaduras y las vestiduras, abrasando la piel de los macedonios. Simultáneamente elevaron la altura de sus murallas con planchas de madera.
Los arietes y algunas torres de asedio flotantes desmoronaron parte de las murallas, por lo que Alejandro Magno ordenó un primer ataque en el sector del espigón. Desde lo alto de las torres de asedio se abrirían grandes compuertas que dejarían a los hombres sobre el adarve de las murallas. El ataque comenzó. Las torres dejaron caer sus compuertas, pero grandes tridentes surgidos de lo alto de las murallas las sostuvieron en lo alto, sin permitir que cayesen sobre las almenas. Además, los tirios lanzaron grandes redes de pesca con lastres, que capturaban y despeñaban a los macedonios desde lo alto de las torres. Un segundo ataque en un sector de la muralla muy dañado por las torres flotantes también fracasó. El rey de Macedonia ordenó que se batiera con especial intensidad el sector que los barcos habían demolido y poco después lideró él mismo, en persona, un tercer ataque. Pero esta vez tomaría mayores precauciones. Ordenó que se produjeran ataques simultáneos a ambos puertos y que desde el dique se intentase otro asalto. Conseguiría aturdir, saturar y dispersar a los defensores. Volvieron a atacar, con el rey a la cabeza. Esta vez lograron consolidarse en la muralla. Dos barcos cargados de hipaspistass y pezhetairoi habían desembarcado con él y redujeron a los defensores tirios. Rápidamente la flota atacó los dos puertos de Tiro con un renovado esfuerzo y en el puerto sur desembarcaron más soldados.
La ciudad estaba a merced de los macedonios. Los heraldos macedonios comenzaron a anunciar por las calles que la vida de aquellos que se resguardasen en los templos sería respetada, pero pocos hombres tirios decidieron hacer caso. Resistieron en cada calle, cada esquina, cada plaza y cada rincón de la ciudad, siendo masacrados por las expertas tropas helenas. Los últimos defensores murieron en el Agenorium, un templo dedicado al fundador mítico de la ciudad. La mayor parte de los supervivientes, entre los que se encontraba una embajada cartaginesa y numerosos peregrinos, se habían resguardado en el Templo de Melkart, y sus vidas fueron respetadas.

La masacre

El asedio de Tiro fue muy sangriento, según Arriano, sólo murieron 400 macedonios frente a los 8.000 tirios que perdieron la vida en la defensa de su ciudad, 2.000 tirios fueroncrucificados a lo largo de kilómetros de playa y 30.000 ciudadanos y extranjeros fueron convertidos en esclavos, sin embargo, varios miles de tirios fueron recogidos y escondidos por la armada de la vecina ciudad de Sidón.
Cuando los gritos y chillidos se ahogaron en la ciudad, Alejandro Magno acudió al Templode Melkart a rendir el sacrificio al dios. Se dice que le ofreció la máquina de asedio que terminó por derruir el sector de la muralla desde donde penetraron los macedonios.
Alejandro Magno se había retrasado más de siete meses en su camino a Egipto para tomar la pequeña isla.

Alejandro asediando Tiro. Grabado de John Williams (1902).

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