martes, 1 de octubre de 2024

FENICIA - FENICIOS

 Coordenadas: 38°22′52″N 1°16′34″O (mapa)

Batalla de Helike
Parte de Conquista cartaginesa de Hispania
Fecha228 a. C.
LugarHelike (localización disputada)
Coordenadas38°22′52″N 1°16′34″O
ResultadoVictoria de los íberos
Beligerantes
CartagoOretanos
Contestanos
Olcades
Vetones
Comandantes
Amílcar Barca  Orisón, caudillo elegido por los pueblos ibéricos para liderar la oposición a Amílcar Barca.
Bajas
DesconocidasDesconocidas

La batalla de Helike o batalla de Ilice fue un enfrentamiento bélico ocurrido durante la conquista cartaginesa de la península ibérica. Tuvo lugar en el año 228 a. C. La situación del lugar exacto en que se desarrolló la acción es conflictiva, todo apunta a que el enfrentamiento se produjo en la zona interior del levante peninsular, siendo la más probable de sus ubicaciones la localidad de Elche de la Sierra (Provincia de Albacete). En el transcurso de la acción, las tropas íberas obtuvieron la victoria y el general cartaginés Amílcar Barca falleció durante la batalla en circunstancias inciertas, pero según cuenta la leyenda una asociación de pueblos derrotó al ejército de Amílcar soltando toros con sarmientos encendidos en su testuz. Se cree que Amílcar murió por las heridas sufridas en la batalla.12

Desarrollo

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Las fuerzas cartaginesas sitiaron la ciudad de Helike, en cuya ayuda acudió Orisón, caudillo oretano, junto con las tropas de otros pueblos aliados. No se sabe con certeza cómo se desarrollaron los acontecimientos. Según algunas versiones, Orisón engañó inicialmente a los cartagineses haciéndoles creer que venía como su aliado. Cuando comenzó el enfrentamiento, lanzó contra la vanguardia enemiga carros ardiendo tirados por bueyes, que lograron romper las líneas cartaginesas y facilitaron la victoria de sus tropas.






Batalla del Tajo
Parte de conquista cartaginesa de Hispania

Campañas de Aníbal sobre la Meseta Central (221-220 a. C.)
Fechaotoño de 220 a. C.
Lugarvado del Tajo en Valdeguerra, término municipal de Colmenar de Oreja (Madrid)
Resultadovictoria decisiva cartaginesa
Beligerantes
 Carpetanos
Contingentes vacceos y olcades
 Cartago
Aliados africanos, aliados oretanos y mercenarios diversos
Comandantes
Líderes tribales carpetanos, vacceos y olcadesAníbal Barca
Fuerzas en combate
100 000 guerreros según Polibio y Tito Livio
(40 000 guerreros según estimaciones actuales)
20 000 de infantería
6000 de caballería
40 elefantes
Bajas
8000 de infantería (estimación)600 de caballería (estimación)
1000 de infantería (estimación)

La batalla del Tajo fue un enfrentamiento ocurrido en el marco de las campañas cartaginesas contra los pueblos de la Meseta Central. Tuvo lugar en 220 a. C. junto a dicho río, enfrentando a un ejército comandado por Aníbal Barca contra un gran ejército carpetano, al que se habían unido contingentes vacceos y olcades. Por las cifras que nos transmiten las fuentes clásicas, tuvo que ser la batalla que involucró a un mayor número de combatientes en la península ibérica antes de la presencia romana.

Este enfrentamiento cuenta como la primera batalla campal dirigida por el general cartaginés –que contaba entonces con 27 años– tras los asedios de Althia, Helmantiké (Salamanca) y Arbucala (Toro).1​ Por otro lado, también es la primera reseña histórica que tenemos de los carpetanos.

Esta batalla tuvo lugar en uno de los vados que permitían cruzar el Tajo en su tramo superior. Tradicionalmente se ha considerado al paraje conocido como Valdeguerra, en Colmenar de Oreja, como el sitio donde tuvo lugar este acontecimiento bélico.2​ Por las fechas de inicio de la campaña de Aníbal (primavera); el trayecto realizado desde Qart Hadasht (Cartagena) hasta el lugar de la batalla (más de 1200 kilómetros) y el tiempo empleado en los asedios de Helmantiké y Arbucala, se puede estimar que la batalla tuvo lugar durante el otoño.

Contexto histórico

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Tras su derrota en la primera guerra púnica, Cartago dirigió sus fuerzas hacia el dominio de la península ibérica con el fin de encontrar una fuente alternativa para los recursos que le habían proporcionado los territorios de Sicilia y Cerdeña perdidos a favor de Roma, y evitar así caer en una dependencia de los comerciantes itálicos.3​ La actividad de sus dos primeros comandantes, Amílcar Barca y Asdrúbal el Bello, se encaminó a lograr el sometimiento, mediante la fuerza o a través de alianzas, de los territorios tartésicos e ibéricos del sur y sureste peninsulares.4​ Una vez dominados estos territorios, Asdrúbal, poco antes de su muerte, comenzó las acciones militares destinadas a lograr un control sobre los territorios interiores en la Meseta Central.5

Tras la muerte de Asdrúbal a manos de un cliente del rey Tagus, fue elegido como comandante Aníbal Barca, quien continuó con esta estrategia sometiendo en 221 a. C. a los olcades,6​ situados en el sureste de la Meseta, y acometiendo durante el siguiente año una campaña contra los vacceos situados en el noreste. Sus objetivos fueron múltiples:7​ prisioneros de guerra que trabajasen en sus minas, reservas de grano, mercenarios para su ejército y por otro lado asegurar la retaguardia de su principal territorio antes de emprender su expedición contra Roma.8

Para esta campaña sobre la Meseta Central, Aníbal partió de Qart Hadasht, dirigiéndose al extremo oriental de Sierra Morena para bordearla por su vertiente septentrional, atravesando el territorio de sus aliados oretanos en dirección oeste hasta alcanzar la Vetonia, donde giró hacia el norte por la ruta que posteriormente sería la Vía de la Plata hasta alcanzar el objetivo final de su campaña: el territorio de los vacceos.9

En Vacceia, Aníbal primero sitió Helmantiké, a la que logró someter tras varias luchas y negociaciones. Posteriormente asedió Arbucala para tomarla finalmente tras una dura resistencia de sus habitantes.10​ Durante la vuelta de esta campaña, Aníbal fue interceptado por un ejército carpetano, al que se le habían unido fugitivos vacceos y olcades que previamente habían convencido y animado a los carpetanos para atacar a los cartagineses.

Los ejércitos

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Soldado hispano de infantería del ejército de Aníbal.

Cartagineses y aliados

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El ejército cartaginés tenía un carácter helenístico,11​ con un núcleo formado por unas falanges de infantería pesada, compactas, bien entrenadas para posibilitar una razonable maniobrabilidad y muy potentes en el ataque frontal. Estas falanges eran apoyadas por unidades de infantería ligera y caballería. Los miembros de estas unidades, bastante profesionalizadas, prestaban largo tiempo de servicio, lo que posibilitaba un entrenamiento efectivo y homogéneo. En cuanto a su armamento, este solía ser estandarizado, recurriéndose igualmente al uso de armas "exóticas" como los elefantes de guerra. Este ejército era dirigido por un cuadro de mando formado por nobles cartagineses, pero en la base del mismo no combatían sus ciudadanos sino que la componían tropas de tres tipos, diferenciadas según su origen:

  1. Súbditos de Cartago como los turdetanos o los libios.
  2. Pueblos aliados como los oretanos o los númidas.
  3. Mercenarios contratados como contingentes completos, tal es el caso de los celtíberos.

A la muerte de Asdrúbal el ejército de Cartago en Hispania alcanzaba la cifra de 60 000 infantes, 8000 jinetes y 200 elefantes de guerra. Teniendo en cuenta el amplio territorio hispano ya controlado por los cartagineses y su necesidad de vigilancia, Aníbal empleó solo una parte de su ejército para esta campaña. Se estima que sus tropas se compondrían de 20 000 soldados a pie y 6000 jinetes.12​ Polibio nos informa que además contaba con 40 elefantes. Por otro lado, a Aníbal le acompañaba un elenco de brillantes generales como su lugarteniente Maharbal, su sobrino Hannón, hijo de Bomílcar, así como sus hermanos menores: Asdrúbal y Magón Barca.

Carpetanos y aliados

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Tanto carpetanos como vacceos y olcades eran tribus de filiación céltica y su ejército tendría la estructura conocida como "warband", estando formado por grupos de guerreros unidos cada uno a su propio jefe por lazos de dependencia, clientela o gentilidad. Estos grupos se componían de infantería con un entrenamiento y armamento desigual, ya que gran parte de sus miembros no eran guerreros profesionales. Su manera de combatir se basaba en formaciones densas que utilizaban la táctica de ataques iniciales masivos y muy violentos, pero carecían de la disciplina necesaria para sobreponerse a los reveses o resistir la adversidad.13

Este ejército carecería de un mando único, ya que ninguna de las fuentes que relatan la batalla nos indica la existencia de un jefe supremo del ejército, a diferencia de enfrentamientos bélicos anteriores de tribus hispanas contra los cartagineses de los cuales, sí nos son conocidos sus nombres: IstolacioIndortes o el rey Orisón.

La fuerza del ejército carpetano fue calculada por Polibio y Tito Livio en 100 000 hombres, cifra que los historiadores modernos consideran exagerada y que actuales estimaciones limitan a 40 000.14​ El ejército debió componerse casi exclusivamente de infantería, ya que la caballería cartaginesa no encontró oposición durante la batalla, algo que fue vital en el desarrollo de la misma.

La batalla

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Preludio

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Tras llevar a cabo los saqueos de Helmantiké y Arbucala, Aníbal inició el regreso hasta su base en Qart Hadasht. Abandonó el territorio vacceo para entrar en la Carpetania, atravesando el Sistema Central por el actual paso del puerto de La Fuenfría y siguiendo un camino tradicionalmente usado por las tribus indígenas que comunicaba la actual Segovia con Libisosa (Lezuza) a través de Titulcia,15​ y que con el tiempo se convertiría en una calzada romana. Una vez en el valle del Tajo, se dirigió a uno de los vados del río que le permitiese atravesarlo.

Tras cruzar el río, Aníbal fue informado por sus exploradores de que un gran ejército carpetano estaba situado en su camino, esperando para hacerle frente. El ejército cartaginés, sobrepasado ampliamente en número y con su movilidad reducida debido al botín que acarreaba, evitó el enfrentamiento retrocediendo hasta la orilla sur del río que acababan de atravesar. Una vez alcanzada esta, Aníbal no cruzó el río sino que ordenó la construcción de un campamento defensivo que les ofreciera una protección temporal ante los enemigos.16

Esquema de los movimientos previos a la batalla según el estudio de Harry M. Hine, Hannibal's Battle on the Tagus.

Con los carpetanos asentados frente al campamento a la espera de la batalla, el ejército cartaginés aprovechó la noche para cruzar del río pasando a la orilla norte y consiguiendo que sus movimientos no fueran advertidos por sus enemigos.

Desarrollo

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[...] levantó una empalizada de forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando estuvieran cruzando.
—Tito Livio. Ab Urbe condita libri, Libro XXI, 5, 9.

La necesidad de cruzar el río por el vado existente y la habilidad de Aníbal construyendo su campamento defensivo y protecciones de tal manera que los carpetanos tuviesen que pasar por un sitio determinado para poder atravesar el río, provocó un efecto parecido al de la batalla de las Termópilas, obligando a un gran ejército a reducir el ancho de sus filas para poder avanzar y de esta manera anular en gran medida la desventaja de la diferencia numérica. Con esta táctica, Aníbal evitó que los carpetanos pudiesen rebasar sus flancos aprovechando su abrumadora superioridad de efectivos.

La anterior estrategia permitió concentrar la defensa cartaginesa en un frente de caballería que, al luchar dentro del agua, aprovechó las dificultades de movimiento que tenían los guerreros carpetanos a pie para atacarlos desde una posición superior. Los pocos guerreros que conseguían cruzar y alcanzar la otra orilla fueron blanco fácil de los elefantes situados en la misma.17

Fases de la batalla del Tajo.

El desastre sufrido por los guerreros en el río, además de impedir el avance de los que los seguían, causó un efecto desmoralizador que la falta de un mando unificado del ejército no pudo evitar, por lo que el ataque carpetano acabó desembocando en una retirada para intentar reorganizarse.

Ante esta situación, Aníbal cruzó el río con la infantería para apoyar a la caballería, logrando evitar cualquier reorganización de sus enemigos por lo que éstos huyeron en desbandada, perseguidos por los cartagineses.







Moneda de Marco Vipsanio Agripa, acuñada en Cartagena durante el
reinado de César Augusto.

La ceca de Cartago Nova se enmarca dentro de las cecas provinciales romanas, aquellas acuñaciones emitidas por colonias, municipios u otras ciudades durante el Imperio romano, caracterizadas por su carácter local, lo que se refleja tanto en sus diseños como en la difusión de sus monedas –localizadas mayoritariamente en el sureste peninsular–, las cuales también son conocidas con el nombre de autónomas, ciudadanas o cívicas.1​ Por lo tanto, Cartago Nova fue una de las 35 colonias que acuñaron moneda entre la muerte de Julio César y el reinado de Claudio. Todo parece indicar que no existía una ceca o taller monetario establecido de forma permanente en la ciudad. La mayoría de sus emisiones se realizaron en años quinquenales, no acuñándose moneda durante ese intervalo de tiempo.2

Historia

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Tras su derrota en la primera guerra púnica, la pérdida de sus posesiones ultramarinas y la gran amenaza que supuso la Guerra de los Mercenarios sensibilizó a las elites dominantes de Cartago acerca de la necesidad de procurarse una sólida dotación de recursos alternativos fuera de África. El territorio que cumplía tales requisitos era Hispania, produciéndose el desembarco de Amílcar Barca en Gades en el 237 a. C.3​ Tras una primera fase de sometimiento de las antiguas factorías fenicias situadas en la costa mediterránea y atlántica, se emprende una segunda consistente en avanzar a través de la zona minera de Sierra Morena hasta el Levante ibérico. Es en este contexto y bajo el mandato de Asdrúbal el Bello, sucesor de Amílcar, cuando se produce la fundación de Qart Hadasht, en 228-227 a. C., la actual Cartagena.4

Cartago Nova estaba situada en un lugar estratégico, con ricas minas de plata, campos de esparto, pesquerías y un magnífico puerto natural, el cual abrió una puerta exterior para comunicar de una manera más rápida y eficaz las regiones interiores con el resto de puertos del Mediterráneo. Por todo ello, Cartago Nova no tardará en protagonizar un papel económico, militar, político y cultural muy importante, así como a representar el símbolo del poderío cartaginés sobre Hispania.5​ Se entiende, por tanto, sus importantes emisiones de moneda a finales del siglo III a. C. en el contexto de la segunda guerra púnica, las cuales fueron utilizadas masivamente para la financiación de los gastos militares del citado conflicto.

Los romanos desembarcan en Ampurias en el 218 a. C.6​ para abrir un segundo frente en la retaguardia cartaginesa, una acción que si bien era arriesgada ante el avance de Aníbal en suelo italiano, a la postre se revelaría como decisiva. Tras un rotundo descalabro militar en 211 a. C., se envía a la península ibérica a Publio Cornelio Escipión en 210 a. C.,7​ el cual, en una audaz maniobra, sorprende al disperso y confiado ejército cartaginés y saquea el centro de su poder, Cartago Nova, en la primavera de 209 a. C.,7​ marcando un punto de inflexión en la contienda sobre suelo hispano y en la guerra en general. Desde entonces y hasta mediados del siglo I a. C., no volvió a acuñar moneda. Tanto la obtención del estatuto colonial como el reinicio de las acuñaciones son hechos que no han podido ser datados, si bien la época cesariana es la propuesta que se repite con mayor frecuencia.8

Producción

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Atendiendo al volumen de riqueza emitida, Cartago Nova ocuparía el cuarto lugar entre todas las ciudades que acuñaron moneda en la península ibérica –solo superada por CaesaraugustaEmerita y Tarraco–,9​ a pesar de la circunstancia de que hasta 14 d. C. la mayor parte de sus acuñaciones consistieron en semises.10​ Los datos nos permiten deducir que el taller estaría compuesto por un reducido número de personas, ya que los enlaces de cuños parecen demostrar el trabajo de un solo yunque11​ y estaría activo, como máximo, un tiempo inferior a seis meses.12​ De la emisión que se conocen más combinaciones de cuños es la XII, con 72 combinaciones en los ases y 46 en los semises.12​ Transformando todos los cuños en ases, se ha estimado que la producción monetaria equivaldría al trabajo de 236.12 cuños, los cuales podrían haber emitido 2.361.200 monedas si consideramos que cada uno emitió 10.000 monedas o si se aplica las 30.000 monedas por cuño propuesta por Crawford, 7.083.600 monedas.13​ La riqueza emitida podría cifrarse en 590.300-1.770.900 sestercios o 147.575-442.725 denarios. Aunque se trata de una de las cecas más productivas de Hispania, no constituye una excepción a la valoración general de que la riqueza acuñada por las ciudades hispanas debió ser muy pequeña.14

Cartago Nova no emitió acuñaciones con letreros ibéricos, y en los latinos no aparece generalmente su nombre y cuando lo hace, es en forma abreviada C.V.I.N (Colonia Urbs Iulia Nova) o C.V.I.N.C (Colonia Urbs Iulia Nova Carthago).15​ Copia sus tipos principalmente de los denarios romanos y en un principio las leyendas son cortas y distribuidas a capricho en ambas áreas de la moneda, para luego ir formando un círculo alrededor de los tipos hasta formar el tipo imperial completo. Otra característica de sus acuñaciones, ya apuntada, es que casi todas ellas fueron acuñadas por Ilviri quinquennales.8​ Se carece de suficientes datos para relacionar sus acuñaciones con acontecimientos históricos concretos, solo la tipología de las primeras series podrían indicar un posible carácter conmemorativo; los tipos elegidos se inspiran o se relacionan con acontecimientos que no son fáciles de averiguar.16

Emisiones

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A grandes rasgos se puede dividir sus emisiones en dos partes, la primera de transición y la segunda imperial. En la primera sólo acuña semises (con tipos varios) y cuadrantes (tipos simplificados o leyendas), mientras que en la segunda aparecen los ases y los cuadrantes presentan todos ellos los mismos tipos.17​ En un análisis más detallado de su producción, Mª del Mar Llorens propone su división en XIX emisiones. Cartago Nova es quizás la ciudad que presenta más problemas para ordenar e identificar su producción monetaria anterior a Augusto (emisiones I- VII) por las repetidas ausencias del nombre de la ciudad en las monedas, lo que ha provocado que algunas de sus emisiones hayan sido atribuidas a otras cecas o que sea una ardua tarea justificar su atribución a Cartago Nova. Las emisiones IV-VII constituyen un grupo homogéneo ya que todas aluden a la fundación de la colonia y al asentamiento de veteranos en la ciudad.18​ Las emisiones de Augusto (emisiones VIII- XV) persiste la ausencia de nombre de la ciudad, siendo necesario recurrir de nuevo a distintos criterios que completándose entre sí, permiten su atribución a esta ceca, por lo que los problemas de ordenación se repiten.19

Durante el reinado de Tiberio (emisiones XVI-XVIII) las acuñaciones presentan como novedad la aparición del nombre de la ciudad y la incorporación, en mayor o menor medida, de referencias a la familia imperial, aludiendo a Augusto o a sus herederos. Su ordenación interna no presenta problemas, pero su datación absoluta sí, ya que al extenderse el reinado de Tiberio durante cuatro quinquenios, en uno de ellos la ciudad no acuñó moneda.20

Bajo el reinado de Calígula se produce la última emisión del taller de Cartago Nova, la XIX, datada en 37-38 d. C., lo cual se inserta en un proceso generalizado de reducción de acuñaciones (hasta su desaparición) en la parte occidental del Imperio.21​ Dentro de esta última emisión se acuñó un tipo particular, con retrato femenino en el reverso y con la leyenda SAL-AVG. Es posible que represente a Salus, una divinidad tutelar de la ciudad,8​ pero no existe acuerdo entre los especialistas al respecto.

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