domingo, 6 de octubre de 2024

FENICIA - FENICIOS

 PERSONAJES


Imagen del personaje en Promptuarii Iconum Insigniorum. 1553.

Acerbas o Siqueo (latínAcerbas) es un personaje de la mitología romana. Fue el esposo, siendo su tío, de la reina de Cartago Dido, y también rey de Tiro.

La otra es aquella que se mató amorosa

y quebró la fe de las cenizas de Siqueo;

tras ella viene Cleopatra lujuriosa.

Según la tradición fue asesinado por Pigmalión, hermano de Dido, a escondidas intentando obtener en su lugar el trono. Algunas semanas después del homicidio Siqueo se le apareció a la esposa en sueños, revelándole el delito del hermano y recomendándole escapar. Recogiendo la riquezas que podía, Dido y algunos secuaces tomaron un barco de Pigmalión y se fueron a escondidas, llegando a África donde fundaron la ciudad de Cartago. El episodio es citado en la Eneida de Virgilio.

Dante Alighieri lo cita en el Infierno, con el nombre de Siqueo.






Anna Perenna fue una antigua deidad romana del círculo o «anillo» del año, como su nombre (per annum) indica claramente. Su fiesta caía en los idus de marzo (15 de marzo), que habrían marcado la primera luna llena del año en el antiguo calendario romano lunar, cuando marzo era considerado el primer mes del año, y era celebrada en la arboleda de la diosa en la primera piedra miliar de la Vía Flaminia. A ella asistían muchos de los plebeyos de la ciudad.

Macrobio cuenta que las ofrendas que allí se le hacían eran ut annare perannareque commode liceat, es decir, ‘para que el círculo del año pueda completarse felizmente’.1​ Juan Lido dice que los sacrificios y oraciones públicos se le ofrecían para asegurar un año próspero.2​ En sus FastosOvidio proporciona una vívida descripción del jolgorio y la licenciosidad de su fiesta al aire libre, donde las tiendas se armaban o se construían cenadores con ramas, en los que los muchachos yacían junto a las muchachas, y la gente pedía que Anna les otorgase muchos años más para que pudieran beber copas de vino en la fiesta.3

Orígenes

[editar]

Ovidio cuenta que Anna Perenna era la misma Anna que aparece en la Eneida de Virgilio como hermana de Dido, y que tras la muerte de ésta Cartago fue atacada por los numidios y Anna se vio obligada a huir. Finalmente, terminó en un barco al que una tormenta llevó justo hacia el asentamiento de Eneas en Lavinium. Eneas la invitó a quedarse, pero su esposa Lavinia se puso celosa. Anna, avisada en un sueño por el espíritu de Dido, escapó a lo que fuera que Lavinia había planeado huyendo de noche. Cayó al río Numicus y se ahogó. Eneas y sus hombres lograron seguir el rastro de Anna parte del camino. Finalmente Anna se les apareció y les explicó que ahora era un ninfa fluvial oculta en la «corriente perenne» (amnis perennis) del Numicus, y que por tanto su nombre era ahora Anna Perenna. La gente lo celebró inmediatamente con fiestas al aire libre. Ovidio señala que algunos igualaban a Anna Perenna con la Luna, con Temis, con Ío o con Amaltea, pero expone lo que afirma que puede estar más cerca de la verdad: que durante la revuelta plebeya a los rebeldes se les acabó la comida y una anciana de Bovillae llamada Anna preparaba pasteles y los llevaba a los rebeldes cada mañana. Los plebeyos más tarde le erigieron una imagen y la adoraron como a una diosa.

A continuación Ovidio relata que poco después de que la vieja Anna se hubiese convertido en diosa, el dios Marte intentó que Anna persuadiera a Minerva para enamorarse de él. Al final Anna fingió que Minerva había accedido y se llevó a cabo la boda. Pero cuando la supuesta nueva esposa de Marte fue llevada a su cámara y éste le quitó el velo, descubrió para su disgusto que no era Minerva sino la vieja Anna, lo que es el motivo de que la gente contara chistes verdes y cantara canciones groseras en las fiestas de Anna Perenna. Dado que la fiesta de Anna Perenna es en el mes de Marte, es razonable que Marte y ella estuviesen asociados, al menos en algunos ritos de la época, como compañeros de culto.

Ovidio también cuenta que Anna era de baja estatura.

Culto

[editar]

Se tienen referencias del culto a Anna Perenna en dos lugares. Uno en Buscemi, (Sicilia), donde en 1899 se hallaron algunas inscripciones dedicadas a Anna y Apolo, y otro en Roma, donde en 1999 se desenterró una fuente dedicada a los ritos de Anna Perenna.






Eneas contándole a Dido las desgracias de Troya, por Pierre-Narcisse Guérin (1815), ParísLouvre.
La muerte de Dido, obra de A. Sacchi.
La muerte de Dido.
La muerte de Dido, obra de Cayot, Louvre.

En fuentes griegas y romanas, Dido o Elisa de Tiro (en fenicio Eliša‘Išt)1​ aparece como la fundadora y primera reina de Cartago, en el actual Túnez. Su fama se debe principalmente al relato incluido en la Eneida del poeta romano Virgilio.

Era hija del rey de Tiro Matán I y tenía dos hermanos: Pigmalión (forma griega del fenicio Pu'mayyaton), quien heredó el trono de Tiro, y la pequeña Ana.

Dido en las fuentes clásicas

[editar]

Siqueo (o Acerbas), sacerdote del templo de Melkart en Tiro (divinidad identificada con Heracles/Hércules por griegos y romanos), poseía vastos tesoros escondidos. Pigmalión los codiciaba, y para saber su paradero obligó a su hermana Elisa a casarse con Siqueo sin revelarle el interés oculto en ese matrimonio. Elisa no amaba a Siqueo, aunque este a ella sí. Un tiempo después, Pigmalión le comentó a su hermana que sería conveniente saber dónde se escondían las riquezas de Siqueo. Entendiendo que había sido utilizada, Elisa averiguó dónde estaban escondidas pero sin contar la verdad a su hermano. Los tesoros habían sido enterrados en el jardín del templo, y Elisa le dijo a Pigmalión que se hallaban ocultos debajo del altar. Esa misma noche, Pigmalión envió unos sicarios a matar a Siqueo. Tras llevarlo a cabo, los esbirros cavaron inútilmente una fosa bajo el altar. Elisa encontró a su marido asesinado y corrió a desenterrar el tesoro del jardín. Con él en su poder, huyó de Tiro llevándose a su hermana Ana y un séquito de doncellas, ayudada por amigos de Siqueo.

Elisa llegó a las costas de África, donde vivían los gétulos o getulos, una tribu de libios cuyo rey era Jarbas.23​ Pidió hospitalidad y un trozo de tierra para instalarse en ella con su séquito. Jarbas le expuso que le daría tanta tierra como ella pudiera abarcar con una piel de buey. Elisa, a fin de que la piel abarcara la máxima tierra posible, la hizo cortar en finas tiras y así consiguió circunscribir un extenso perímetro. Tras esto hizo erigir una fortaleza llamada Birsa, que más tarde se convirtió en la ciudad de Cartago o Qart-Hadašh (que en fenicio significaba "Ciudad Nueva"), sobre un promontorio existente entre el lago de Túnez y la laguna Sebkah er-Riana, que desembocaba en mar abierto. Instaurada como soberana de la ciudadela, recibió de los indígenas el nombre de Dido.

Amor de Dido y Eneas

[editar]

Según la Eneida de Virgilio, los troyanos, huyendo de su ciudad destruida, llegan a Cartago desviados de su rumbo hacia Italia a causa de la tempestad provocada por la diosa Juno. Allí los recibe Dido, a quien el caudillo Eneas solicita hospitalidad. Venus (madre del héroe), para que esta acceda y no le traicione, envía a Cupido con la misión de que Dido se enamore de Eneas. Dido había jurado mantenerse fiel a su difunto marido Siqueo, pero nada puede hacer alentada por su hermana Ana y rendida por la intervención de Cupido, que se sienta en su regazo adoptando la forma de Ascanio —hijo de Eneas— para poder clavarle sus flechas.

A instancias de Juno, Venus acuerda con ella propiciar que Dido y Eneas se casen y reinen juntos en Cartago. Juno así lo desea por el rencor que arrastra contra los troyanos desde el famoso Juicio de Paris y la Guerra de Troya (de este modo se vengaría consiguiendo que Eneas nunca llegue a fundar la que en el futuro sería la gloriosa estirpe romana). Venus, sabiendo cuál es el verdadero destino de su hijo, finge aceptar el trato para que los favores de Dido faciliten el reavituallamiento de la flota troyana.

Juno manipula entonces los acontecimientos para que en Cartago se organice una cacería, durante la cual desata una tormenta que obliga a Dido y a Eneas a cobijarse en una cueva. Esa noche yacen juntos, momento a partir del cual se solazan largamente en los placeres del amor. Ante el retraso que ello ocasiona, Júpiter envía a Mercurio para que le recuerde a Eneas que no son esos los designios del hado, sino que debe partir hacia Italia. El héroe, pese al dolor que le ocasiona, obedece la voluntad divina y deja Cartago.

Al verlo partir, Dido ordena levantar una gigantesca pira, donde hace disponer la espada del héroe, algunas ropas suyas que habían quedado en palacio y el tronco del árbol que custodiaba la entrada de la cueva donde se amaron por primera vez. Al amanecer sube a la pira y se hunde en el pecho la espada de Eneas. Antes de inmolarse, Dido exclama:

"Y vosotros, ¡oh Tirios! cebad vuestros odios en su hijo y en todo su futuro linaje; ofreced ese tributo a mis cenizas. Nunca haya amistad, nunca alianza entre los dos pueblos. Álzate de mis huesos, ¡oh vengador, destinado a perseguir con el fuego y el hierro a los advenedizos hijos de Dárdano! ¡Yo te ruego que ahora y siempre, y en cualquier ocasión en que haya fuerza bastante, lidien ambas naciones, playas contra playas, olas contra olas, armas contra armas, y que lidien también hasta sus últimos descendientes!".
Eneida, Libro IV v. 642 ss. (Trad. Ochoa)

Según el poema así nace el odio de los cartagineses por Roma, que llevará a las guerras púnicas y anuncia a Aníbal (el vengador de Dido). Tras su muerte, su hermana Ana, quien había intentado disuadirla del suicidio, ordena entonces prender la pira funeraria.

El poeta Ovidio glosó el episodio en una (supuesta) epístola en sus célebres Heroidas: la VII (carta de Dido a Eneas), en la que la fundadora de Cartago manifiesta su intención de suicidarse ante la partida y traición de su amado.

En el posterior capítulo VI de la Eneida, cuando Eneas desciende al inframundo griego con ayuda de la Sibila de Cumas, la encuentra vagando por los Prados Asfódelos, entre los muertos por amor. Comprendiendo entonces que la reina se había suicidado a su partida, trata de explicarle con gran pesar que él no quería abandonarla, que los dioses habían labrado así su destino. Pero el fantasma de Dido parece no poder escucharle y continúa su absorto camino tras la sombra de Siqueo.

En otra versión, anterior a Virgilio, Eneas quiere realmente desposarla, pero Dido es todavía fiel al recuerdo del difunto Siqueo. Creyendo que si rechazaba a Eneas este tomaría represalias contra ella y su gente, acepta, pero el día de la boda, antes de celebrarla, Dido se hunde un puñal en el pecho.

El problema de Dido

[editar]

La historia de la fundación de Cartago, con la ingeniosa argucia de delimitar una superficie mediante una cuerda formada por las tiras cortadas de una piel de buey, es el origen de un famoso problema matemático:4​ hallar la forma de la mayor superficie que se puede delimitar con un perímetro de longitud dada. Este problema (engañosamente sencillo) junto a otros similares, son denominados «problemas de isoperímetro».







Pigmalión
Información personal
Fallecimiento774 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
PadreMatán I Ver y modificar los datos en Wikidata
CónyugeAstarbe Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Cargos ocupadosRey de Tiro Ver y modificar los datos en Wikidata

Pigmalión (en fenicio Pumayyaton1​) fue un rey de Tiro,2​ hijo del rey Matán I y hermano de la reina Dido. Se sabe que vivió unos 56 años, reinando unos 47 de los mismos, hacia 821-774 a. C.3​ Pigmalión codició los tesoros que Siqueo, sacerdote de Hércules, tuvo ocultos en el templo dedicado a este semidiós en Tiro. Obligó a su hermana Dido a casarse con Siqueo y la persuadió para que averiguara el paradero de dichos tesoros. Dido lo descubrió, pero mintió a su hermano Pigmalión diciéndole que se encontraban bajo el altar del templo, cuando en realidad estaban en el jardín. Pigmalión ordenó la muerte de Siqueo, el dueño de los tesoros y cuñado, y Dido, conociendo el plan de su hermano, desenterró los tesoros del jardín y huyó.

Existe una posible referencia a su figura en una inscripción fenicia del siglo IX a. C. encontrada en Cerdeña, según la reconstrucción de F. M. Cross.












Tirios y troyanos es un tópico literario que se refiere a dos enemigos o adversarios irreconciliables. La forma más habitual de su uso es para denotar algo que es aceptado o elogiado por personas o grupos de ideas muy diferentes.1

En Don Quijote de la ManchaCervantes usa la expresión «Callaron todos, tirios y troyanos» al inicio del capítulo XXVI de la segunda parte de la obra, en clara alusión al inicio del libro II de la Eneida. De ello se ha deducido que el autor conocía la Eneida a través de la traducción realizada por Gregorio Hernández de Velasco, que se permitió la licencia de hacer un agregado a las palabras exactas de Virgilio, ya que este daba inicio a ese libro únicamente con la frase Conticuere omnes («callaron todos»).2

En los primeros libros de la Eneida el relato se desarrolla en torno a la llegada de los troyanos dirigidos por Eneas, que habían escapado del saqueo de Troya, a Cartago, donde reinaba Dido, que los recibe de forma hospitalaria. En este relato los habitantes de Cartago son denominados «tirios» puesto que su origen estaba en la ciudad fenicia de Tiro. Pese a ello, en esta obra no se usaba exactamente la expresión tirios y troyanos, pero sí algunas parecidas, como cuando en el libro I se dice:

Ingeminant plausu Tyrii, Troesque sequuntur
Redoblan sus aplausos los tirios y les siguen los troyanos.
Eneida I,747.

Al principio tuvo lugar una excelente acogida que los tirios dispensaron a los troyanos. La reina Dido se enamoró de Eneas, y planearon la construcción de una gran ciudad que compartirían los tirios y los troyanos, pero los acontecimientos dieron un giro puesto que los dioses recordaron a Eneas que su destino decretaba que los huidos de Troya debían fundar Roma, así que los troyanos planearon en secreto partir de Cartago con sus naves. Cuando Dido se enteró, antes de suicidarse lanzó una maldición suplicando a los tirios venganza contra los troyanos y sus descendientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario