ARTE BIZANTINO
| Basílica de San Apolinar | ||
|---|---|---|
| parte de un sitio Patrimonio de la Humanidad y Bien cultural italiano | ||
| Localización | ||
| País | Italia | |
| División | Ravena | |
| Coordenadas | 44°22′48″N 12°13′57″E | |
| Información religiosa | ||
| Culto | catolicismo | |
| Diócesis | archidiócesis de Rávena-Cervia | |
| Advocación | Apolinar de Rávena | |
| Fundación | siglo VI | |
| Datos arquitectónicos | ||
| Estilo | arquitectura bizantina | |
| Superficie | 750 metros cuadrados y 1850 metros cuadrados | |
| Año de inscripción | 1996 | |
| Monumentos paleocristianos de Rávena | ||
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco | ||
| Tipo | Cultural | |
| Criterios | i, ii, iii, iv | |
| Identificación | 788 | |
| Región | Europa y América del Norte | |
| Inscripción | 1996 (XX sesión) | |
| Mapa de localización | ||
Ubicación en Emilia-Romaña | ||
| Sitio web oficial | ||
San Apolinar en Classe es una basílica italiana situada en Classe, puerto histórico de Rávena, de cuyo centro dista hoy unos 5 kilómetros, siendo una frazione del municipio.
Se construyó durante el siglo VI y fue financiada por Giuliano Argentario para el obispo Ursicino o Urso. Fue consagrada en 547 por el primer arzobispo Maximiano y se dedicó a san Apolinar, primer obispo de Rávena.
La iglesia tiene la consideración de basílica menor desde el 7 de octubre de 1960.[1]
En 1996 la iglesia, con otros edificios paleocristianos, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con el nombre de «Monumentos paleocristianos de Rávena».[2]
Exterior
La basílica consta de tres naves, de las que el cuerpo de la central está sobreelevado y tiene un ábside poligonal con dos capillas absidiales.
La fachada, que ha sido restaurada en parte al igual que sucede con otras partes de la iglesia, tiene delante un nártex bajo el que hay mármoles e inscripciones y que originalmente formaban un cuadripórtico, y está aligerada con la apertura de una trífora. Los arquitrabes de la portada son de mármol griego. Encima de la portada hay una elegante ventana trífora.
A la izquierda de la iglesia está la torre del campanario del siglo IX que se eleva con su forma cilíndrica, mientras las ventanas, de abajo arriba, primero son monóforas, luego bíforas y luego tríforas. Esta estructura hace la torre más estable y ligera, impidiendo que se derrumbe .
Interior
En el interior de la basílica, las paredes están desnudas, excepto la del ábside, cubierto por un «manto policromo» de mosaico, de distintas épocas.
En el centro de la basílica, en el lugar del martirio del Santo, hay un altar antiguo. En la parte superior de la zona del ábside, extendiéndose horizontalmente por toda la anchura del arco se representa a Cristo dentro de un medallón circular. A sus lados, en medio de un mar de nubes estilizadas se hallan los símbolos alados de los evangelistas: El Águila (san Juan), el Ángel (san Mateo), el León (san Marcos) y el Ternero o Toro (san Lucas).
La zona superior presenta en los extremos las representaciones de las dos ciudades que tienen las murallas adornadas con piedras preciosas: son Jerusalén y Belén, de las que surgen los doce apóstoles con forma de corderos. En los lados del arco hay dos palmeras, que en la literatura bíblica simbolizan al justo. Bajo estas están las figuras de los arcángeles Miguel y Gabriel, con el busto de san Mateo y de otro santo difícilmente identificable.
Toda la decoración de la zona del ábside se remonta casi a mediados del siglo VI y puede dividirse en dos zonas:
- En la parte superior un gran disco cierra un cielo estrellado sobre el que se sitúa una cruz con piedras preciosas, que simboliza el cruce de los brazos y la faz de Cristo. Sobre la cruz se ve una mano que surge de las nubes: es la mano de Dios. A los lados del disco están las figuras de Elías y Moisés. Los tres corderos situados un poco más abajo, justo donde empieza la zona verde, con el hocico vuelto hacia la cruz simbolizan a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan: es claramente una representación de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.
- En la zona más baja se extiende un verde valle florido, en el que hay rocas, arbustos, plantas y aves. En el centro se erige solemne la figura de san Apolinar, primer obispo de Rávena, con los brazos abiertos en actitud orante: de hecho está representado en el momento de elevar su plegaria a Dios para que conceda la gracia a los fieles que están a su cargo, representados por doce ovejas blancas.

En los espacios situados entre las ventanas están representados cuatro obispos, fundadores de las principales basílicas de Rávena: Ursicino, Orso, Severo y Ecclesio, con hábito sacerdotal y llevando un libro en la mano.
A los lados del ábside hay dos paneles del siglo VII: el de la izquierda, muy reconstruido, reproduce al emperador de Bizancio, Constantino IV, concediendo privilegios a la Iglesia de Rávena a Reparato, enviado por el arzobispo Mauro. En el panel de la derecha aparecen representados Abraham, Abel y Melquisedec en torno a un altar en el que ofrecen sacrificios al Señor.
La elección del tema está fuertemente unida a la lucha contra el arrianismo, que niega la naturaleza humana y divina de Jesucristo, ya que éstos niegan su divinidad. Además de la representación de Apolinar entre los apóstoles, era una legitimación para Maximiano como primer arzobispo de una diócesis directamente unida a los primeros seguidores de Cristo, al ser Apolinar, según la leyenda, discípulo de san Pedro.
Algunas restauraciones han permitido descubrir una sinopia debajo de los mosaicos de la pila en el que se descubre que el tema decorativo, que antiguamente tenía flores, fruta y copas con pájaros, fue cambiado por completo con motivo de la necesidad de celebrar al haber alcanzado rango de archidiócesis.
A lo largo de los muros de la basílica hay situados numerosos sarcófagos que pueden datarse entre los siglos V al VIII y que nos permiten evaluar los cambios de estilo producidos a lo largo de los siglos. De los relieves de los sarcófagos romanos, de una gran plasticidad, con figuras humanas, se pasa a las simbologías bizantinas, con una mayor abstracción y simplificación de esas simbologías.
Los retratos de los arzobispos de Rávena, pintados en las paredes de la nave central, en gran parte se realizaron durante el siglo XVIII.
| Basílica de San Apolinar el Nuevo | ||
|---|---|---|
| parte de un sitio Patrimonio de la Humanidad y Bien cultural italiano | ||
| Localización | ||
| País | Italia | |
| División | Ravena | |
| Coordenadas | 44°25′00″N 12°12′17″E | |
| Información religiosa | ||
| Culto | catolicismo | |
| Diócesis | archidiócesis de Rávena-Cervia | |
| Advocación | Apolinar de Rávena | |
| Fundación | 505 | |
| Datos arquitectónicos | ||
| Estilo | arquitectura paleocristiana y arquitectura bizantina | |
| Año de inscripción | 1996 | |
| Monumentos paleocristianos de Rávena | ||
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco | ||
| Tipo | Cultural | |
| Criterios | i, ii, iii, iv | |
| Identificación | 788 | |
| Región | Europa | |
| Inscripción | 1996 (XX sesión) | |
| Mapa de localización | ||
Ubicación en Emilia-Romaña | ||
| Sitio web oficial | ||
La basílica de San Apolinar el Nuevo (en italiano: Basilica di Sant'Apollinare Nuovo) es un templo cristiano de la ciudad italiana de Rávena. Inicialmente, se consagró para el culto arriano, al ser construido por orden del rey ostrogodo Teodorico el Grande en 505; tras la conquista bizantina (540) fue habilitada para el culto católico (en la época no se había producido aún la separación de las iglesias oriental y occidental). Forma parte del conjunto monumental de ocho estructuras de Rávena inscritas en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1996.[1]
Historia
Se usó probablemente como iglesia palatina del [Palacio de Teodorico], que se encuentra en las inmediaciones. Su inicial advocación fue como iglesia de El Salvador. Con la conquista de la ciudad por parte de los bizantinos (540) se inició una serie de restauraciones en la ortodoxia católica que implicó el cierre o la transformación de los antiguos edificios relacionados con los ostrogodos y el arrianismo. Fue emblemática la situación de san Apolinar el Nuevo, en la que había en la parte que cubría los arcos que dividen las naves un ciclo de mosaicos con temas relacionados con el cristianismo arriano, que a instancias del obispo Agnello fue eliminada y transformada. Solo se salvaron las partes más altas de la decoración (con las Historias de Cristo y con los santos y profetas), mientras en la parte más baja, la mayor y más cercana al observador, se llevó a cabo una completa reestructuración de la que solo se salvaron las vistas del puerto de Classe y del Palatium de Teodorico, aunque eliminando todos los retratos, que probablemente fueran del propio Teodorico y de su corte. En esa ocasión también se cambió la consagración a San Martín de Tours, santo famoso por su lucha contra la herejía, y solo más adelante se asignó la denominación del primer obispo de Rávena San Apolinar.
Planimetría

Se trata de un edificio con tres naves, sin quadriportico y solo con un nártex externo (exonártex), que en la zona de Rávena se denomina àrdica (de la adaptación bizantina nár theka del término griego clásico nártex).
Externamente, se presenta con una fachada a dos aguas hecha de ladrillo. En la parte superior se encuentra, en el centro exacto, una bífora de mármol grande y ancha, encima de la que hay otras dos pequeñas aberturas, una al lado de la otra. El nártex tiene una cubierta que desciende desde la fachada hasta las columnas de sujeción, que son de mármol blanco, lo que proporciona un notable contraste con la oscuridad del edificio propiamente dicho. En la parte anterior izquierda con respecto a la basílica, se eleva un campanile de planta circular, también de ladrillo.
La nave central, el doble de ancha que las laterales, termina en un ábside semicircular, y está delimitada por doce pares de columnas enfrentadas que sostienen arcos de medio punto.
Mosaicos

Como todas las iglesias de Rávena segundo del periodo imperial (hasta 476), ostrogodo (hasta 540) y bizantino (después de esa fecha), también San Apolinar el Nuevo cuenta con unos singulares mosaicos. Sin embargo, no pertenecen a la misma época: los hay del periodo de Teodorico y otros pertenecientes a la reestructuración ordenada por el obispo Agnello, cuando se consagró el edificio al culto cristiano católico.
Las paredes de la nave central están divididas en tres zonas bien diferenciadas por su decoración. La parte más alta está decorada con una serie de recuadros alternados con el motivo alegórico de un pabellón con dos palomas. Los recuadros presentan escenas de la vida de Cristo con especial cuidado de los detalles, a pesar de que antiguamente estaban aún más elevados, por lo que su visión era bastante limitada. Algunas escenas evidencian la evolución en el arte del mosaico en la época de Teodorico. La escena de Cristo separando las ovejas de las cabras recuerda la del Buen Pastor del Mausoleo de Gala Placidia, aunque haya notables diferencias (no había pasado aún un siglo): las figuras ya no están situadas en un espacio en profundidad, sino que aparecen colocadas unas sobre otras, con muchas simplificaciones (algunos animales ni siquiera tienen patas). La rígida frontalidad y la pérdida del volumen del Cristo y de los ángeles imprime un innegable aspecto hierático. En la escena de la Última Cena Cristo y los apóstoles están representados del mismo modo que en las representaciones romanas paleocristianas, y las proporciones jerárquicas (Cristo de mayor tamaño que las demás figuras) vuelven a inscribirse en la tradición de arte tardorromano "provincial" y "plebeyo".[2]
La parte central cuenta con recuadros entre las ventanas que enmarcan sólidas figuras de Santos y Profetas con túnicas sombreadas que, a pesar del indefinido fondo dorado, se sitúan en un plano prospectico.
La parte inferior, la de mayor tamaño, es también la más conocida. En los muros de la derecha (según se mira al altar), se representa el famoso Palacio de Teodorico, reconocible por la inscripción latina PALATIVM (Palacio) en la parte baja del tímpano. Los edificios interiores representados están mostrados en perspectiva resaltada. Eso significa que lo que se ve corresponde a tres lados del peristilo, dispuestos en un plano único. Entre las columnas hay telas blancas decoradas con oro, que cubren las sombras de antiguas figuras humanas que permanecieron después de que una parte del mosaico fuera condenada a ser destruida: por una especie de damnatio memoriae todas las figuras humanas (casi con toda seguridad el propio Teodorico y miembros de su corte) fueron eliminadas y aún se notan amplias partes de color ligeramente distinto (debidas a una restauración llevada a cabo en otro momento) y las evidentes marcas en las columnas blancas, en las que aparecen por diversos lugares marcas de manos.
Las columnas situadas sobre los arcos del palacio son finas y esbeltas (en la realidad debían ser de mármol) y están rematadas con capiteles corintios. Encima de los arcos, que tienen motivos de ángeles con guirnaldas de flores, hay una serie de arcos bajos protegidos con parapetos, y con techo de tejas, lo que probablemente fuera una larga terraza cubierta.
Más allá del Palacio se descubren algunos edificios basilicales o de planta central cuya función es representar de modo sintético la ciudad de Rávena.

En las paredes frontales está representado, en cambio, el Puerto de Classe, que en aquella época era el mayor de todo el Adriático, además de una de las principales sedes de la flota imperial romana. A la izquierda, las teselas del mosaico componen la figura de tres embarcaciones alineadas verticalmente, amarradas en el agua azul y tranquila del puerto, en una insólita prospectiva "a vista de pájaro", que destaca la amplitud. Están protegidas por ambos lados por torres de piedra. Siguiendo hacia la derecha, se observan las murallas de la ciudad, dentro de la cual se adivinan varios edificios notablemente estilizados: un anfiteatro, un pórtico, una basílica, una construcción civil de planta central cubierta con un techado cónico. Sobre la puerta de acceso a la ciudad, en el extremo derecho, se lee la expresión latina: CIVI CLASSIS (Ciudad de Classe).
Las procesiones contrapuestas de los Santos Mártires y las Santas Vírgenes, también en la parte inferior, se realizaron durante el dominio bizantino (cuando Rávena era un Exarcado dependiente de Constantinopla) y evidencian algunos caracteres propios del arte del Imperio de Oriente como la repetición de los gestos, el preciosismo de la indumentaria, la falta de volumen (con el consiguiente aplanamiento o bidimensionalidad de las figuras) y también la absoluta frontalidad, la fijeza de las miradas, la práctica monocromía de los fondos dorados, el uso de elementos vegetales con fines ornamentales y de relleno, la falta de un plano de apoyo para las figuras que, por esa razón, aparecen como suspendidas y flotando en el mundo.
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