sábado, 28 de septiembre de 2024

FENICIA - FENICIOS

 ARQUEOLOGÍA FENICIO - PÚNICA


Dos de los cinco bronces fenicios arcaicos encontrados en el entorno del Islote de Sancti Petri (San Fernando, Cádiz, España). La estatuilla situada delante representa a Melkart y la que se encuentra atrás a Baal Hammon, siglos VIII-VII a. C.

Melkart era una divinidad fenicia de la ciudad de Tiro, a la que estuvo consagrado en un principio el templo de Heracles en la antigua ciudad de San Fernando. Su culto, centrado en el fuego sagrado de las ciudades, se extendió por todas las colonias de Tiro.

Era la forma fenicia del dios Baal. Originariamente era un dios agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y la primavera, por lo que su ritual comprendía una serie de ritos de muerte y resurrección cíclicos anuales, coincidentes con las estaciones del año. No obstante, también era una deidad marina, pues era una divinidad de carácter sincrético. Pasó luego a ser considerado «rey de la ciudad», que es el significado etimológico de su nombre (melk, rey), y como patrono de la ciudad de Tiro se transformó también en dios de la colonización y de la protección de la navegación.

Tradicionalmente, pero pronunciado a propósito como Molek en vez de Melek, utilizando las vocales de la palabra hebrea bosheth (ignominia), se le ha interpretado como Moloch el nombre de un dios, probablemente denominado «el rey». Sin embargo, en otros pasajes del dios de los amonitas, es llamado Milcom, no Moloch (Libro de los Reyes 1 - 11.33, y Sofonías 1,5). La Septuaginta lo llama Milcom en Reyes 1 - 11.7 en vez de Moloch, aunque esto sugiere un posible error en la transcripción del hebreo. Como consecuencia, muchas traducciones inglesas lo denominan Milcom.

Los tirios lo consideraban el guía de sus viajes marítimos y exploraciones, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que la ciudad de Cádiz en el otro extremo de la isla mayor, donde hoy se encuentra el islote de Sancti Petri y en el que, según la leyenda, Aníbal hizo el juramento de odio eterno a los romanos antes de marchar hacia Sagunto e iniciar la segunda guerra púnica. Aunque también se decía que lo hizo siendo un niño en Cartago. Fue conocido en la antigüedad como el santuario de Heracles o Heracleión. Su decadencia comenzó con la prohibición del culto en los templos politeístas por el emperador Teodosio, posteriormente se construyó en su lugar el Castillo de Sancti Petri.

El lugar en donde fue situado el templo inicial en Cádiz, cerca del estrecho de Gibraltar, fomentó la leyenda de la separación de las Columnas de Hércules, en principio llamadas Columnas de Melkart por los fenicios, más tarde Columnas de Heracles por los griegos hasta el actual nombre romano.

Se le atribuía la civilización de las tribus salvajes de las costas lejanas, la fundación de las colonias fenicias y la introducción de la ley y el orden entre los hombres.

En diversos restos arqueológicos, entre los que destacan las monedas, se lo representa a menudo cabalgando en un hipocampo. En la época tardía de la civilización fenicia, también se lo consideraba el dios del Sol que se encontraba en unión con Baal y Moloch, las fuerzas malignas y benignas del cielo, respectivamente. Alejaba la hostilidad entre ambos y, por tanto, reducía el efecto del fulgor solar y de los fríos invernales. Es por ello que en su altar debía haber un fuego perenne.

Cada día seguía a la esquiva Astarté hasta que él la encontraba en un punto remoto de Occidente y se desposaron, matrimonio que trajo la perdición de la diosa y la transformó en la dulce Ashera.

Los griegos lo llamaban Melicertes y lo comparaban con Heracles, por los atributos guerreros que lo caracterizaban. Su templo descrito y admirado por Heródoto, se hallaba en un islote delante de la costa tiria:

Y con ánimo de obtener sobre el particular información precisa de quienes podían proporcionármela, navegué también hasta Tiro de Fenicia, al enterarme de que allí había un santuario consagrado a Heracles erigido por los fenicios. Lo vi ricamente adornado, y entre muchas otras ofrendas había dos estelas sagradas, una de oro puro y la otra de esmeralda que de noche refulgía extraordinariamente.1​ Pregunté a los sacerdotes cuánto tiempo hacía que había sido erigido el templo y no coincidían con los griegos, ya que sostenían que el santuario fue levantado durante la fundación de la ciudad y que hacía mil trescientos años que la habitaban. Vi también en Tiro un santuario dedicado a Heracles bajo la advocación de Heracles Tasio. Fui a la ciudad de Tasos donde hallé un templo de Heracles héroe alzado por los fenicios que zarparon para raptar a Europa y fundaron esta ciudad.23​ Estos hechos son anteriores, por lo menos en cinco generaciones al nacimiento de Heracles, hijo de Anfitrión, en Grecia.4​ Mis averiguaciones demuestran que Heracles es un dios antiguo, y opino que, han acertado los griegos al erigir templos a dos Heracles; a uno le ofrecen sacrificios como a un inmortal bajo la advocación de Olímpico, mientras que al otro le tributan honores como a un héroe.





Ibiza, biodiversidad y cultura
 
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

Placa con esfinge de Puig des Molins, s. VI a. C. (M.A.N.)
Localización
PaísBandera de España España
Coordenadas38°54′26″N 1°25′46″E
Datos generales
TipoMixto
Criteriosii, iii, iv, ix, x
Identificación417rev
RegiónEuropa y América del Norte
Inscripción1999 (XXIII sesión)

La isla de Ibiza, en el Mediterráneo, fue colonizada por los cartagineses desde 654 a. C., y la llamaron Ybošim ("Islas del dios Bes", refiriéndose también a la isla de Formentera), nombre por el cual se conoció también a lo que es en la actualidad la ciudad de Ibiza. Funcionando como factoría naval y fortaleza estratégica.

Los arqueólogos han ido descubriendo en la isla diversas necrópolis de la época de los cartagineses. En ellas se han encontrado grandes cantidades de objetos funerarios si bien se trata, por lo general, de objetos pertenecientes a ajuares algo pobres, con pocos objetos preciosos y pocas joyas de oro. Todo lo contrario de lo que ocurre con los enterramientos cartagineses de Cádiz. En Ibiza por lo común abundan las figuras de barro cocido con collares de cuentas de vidrio, hueso y marfil y raramente algún pendiente de oro. Los historiadores y arqueólogos suponen que los cartagineses allí enterrados eran sólo capataces y servidores de las factorías que tenían establecidas en estas tierras, mientras que los empresarios y grandes comerciantes eran enterrados en Cartago (en la costa septentrional de África). En estas necrópolis se han hallado imágenes de divinidades y retratos funerarios que se depositaban en las tumbas para que el espíritu del muerto se incorporase en ellas.

Dichas necrópolis se hallan por lo general situadas en llanos reducidos, de terreno calcáreo, junto a las playas. Los sepulcros fueron excavados en la roca y algunos han llegado hasta nuestros días sin haber sido profanados, aunque la mayoría sí lo fueron, incluso con desorden y esparcimiento de tumbas, lo cual ha supuesto siempre un gran problema para la investigación de los arqueólogos.

Puig des Molins

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Terracota orante, Puig des Molins, s. III a. C. (M.A.N.).

La necrópolis más importante como yacimiento arqueológico es la encontrada en el Puig des Molins. Se trata de un complejo de entre 4 y 5 mil hipogeos (encontrados), perforados en la ladera del monte. Estos se componen de la cámara funeraria, donde se situaba el ajuar funerario y el sarcófago, y el pozo de entrada. La cámara era sellada con una gran losa y el pozo llenado de tierra. Eran lugares de enterramiento familiar, y las características como el tamaño variaban dependiendo de la capacidad monetaria de la familia. Los muertos más recientes se enterraban en los sarcófagos, desplazándose los anteriores al suelo de la cámara. Tanto Romanos como Islámicos aprovecharán los hipogeos púnicos para enterrarse, tanto en el pozo como en la cámara. El continuo saqueo de los ajuares durante los siglos ha llevado a la destrucción de las delgadas paredes subterráneas que separan los hipogeos para moverse entre ellos con más facilidad y discreción. Esto ha llevado a la conexión de prácticamente todas las cámaras, formando los hipogeos un sistema de túneles que recuerdan a los de una cueva. Los enterramientos son de inhumación o de cremación, dependiendo de la época en que fueran ocupados.

En ellos se han encontrado ajuares con cientos de figuras de barro cocido (incluso se han descubierto en otras excavaciones los moldes para fraguar la arcilla). Algunas son representaciones del propio difunto y otras lo son de divinidades protectoras y también de animales sagrados. Junto a ellas, se han encontrado amuletos, vasos con ofrendas, joyas (pocas veces), lucernas a modo de lamparilla o linterna, hachuelas votivas y monedas. Las representaciones divinas se refieren casi siempre a Deméter y Coré. Estas diosas recibieron adoración en todo el Mediterráneo hacia la segunda mitad del siglo V a. C.

Las representaciones del difunto unas veces son masculinas, con barba o sin ella y otras, las más numerosas, femeninas. Estas van muy decoradas con una gran riqueza ornamental, todo ello en barro. Los estilos de las figuras, desde el punto de vista del arte son de tres clases:

  • egiptizantes
  • púnicos (las más exuberantes)
  • griegos

El hecho de que se encuentren los tres estilos se debe a que cronológicamente, los enterramientos hallados van desde el siglo V a. C. hasta la época romana.

Las figuras femeninas llevan por lo general un manto adornado con gran decoración de rosetas, palmetas, volutas, flores, roleos y temas griegos y orientales. Los brazos se cocían aparte y luego se pegaban, unas veces abiertos, otras veces oferentes y otras portando símbolos (como la figura de la imagen). La mayoría de estas figuras son representaciones de diosas, de arte griego porque según se cree hubo a lo largo de los siglos una gran aportación étnica desde la Magna Grecia (nombre que se dio en la antigüedad a las colonias griegas del sur de Italia).

Figura femenina de arcilla del siglo V o IV a. C. encontrada en la necrópolis del Puig des Molins.

La imagen que aparece a la derecha de esta página es una figura femenina hecha en arcilla. Está datada en el siglo V o IV a. C. Se encontró en esta necrópolis del Puig d’els Molins. Lleva un kálathos (o sombrero de diosa subterránea) en la cabeza, un tipo de corona que otorga una categoría divina después de la muerte, como una especie de premio por la devoción que sintió la difunta hacia la diosa Ashtoreth (Astarté) de los cartagineses. En las manos sujeta un pequeño cerdo (un símbolo). Apenas lleva joyas. Tiene la fisonomía semítica y sus orejas están perforadas para lucir aretes, así como el cartílago divisorio de la nariz para colgar el anillo que llevaban las orientales. Otras estatuillas parecidas muestran varios orificios en las orejas en lugar de uno solo. Esta pieza se halla actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.

La necrópolis de Puig des Molins forma parte del sitio Patrimonio de la Humanidad denominado «Ibiza, biodiversidad y cultura», declarado por la Unesco en 1999.






Situación de la Bahía de Cádiz en el primer milenio antes de Cristo.

La Necrópolis de Gadir hace referencia a un conjunto de zonas de enterramientos fenicio-púnicos situadas en varios lugares de la actual ciudad de Cádiz. Si bien es cierto que se la suele asociar con la zona de enterramientos de extramuros de los siglos VII-VI, el término de Necrópolis de Gadir es mucho más amplio tanto en espacio como en cronología.

La ciudad de Gadir se encuadra en las islas Kotinoussa y Erytheia, ambas pertenecientes al archipiélago de las llamadas Islas Gadeiras, el cual junto con el cercano Yacimiento arqueológico de Doña Blanca conformaban un área de poblamiento fenicio en la Bahía de Cádiz. No se puede entender Gadir (y por extensión, tampoco su necrópolis) sin conocer la geografía de la zona en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. En este sentido cabe destacar que lo que hoy es la ciudad de Cádiz estaba separada en dos islas (Kotinoussa y Erytheia) por el llamado Canal Bahía-Caleta.

Primera necrópolis

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El origen de la necrópolis va ligado necesariamente al origen de la ciudad fenicia, el cual parece fecharse a finales del siglo IX a. C., en contra de la fecha tradicional que aportan las fuentes escritas, las cuales fechan el origen en torno al 1100 a. C. Este núcleo urbano primitivo parece localizarse en la zona alta de Erytheia, en el área situada entre el Teatro Cómico, el Teatro Andalucía y las calles Cánovas del Castillo y Ancha. La necrópolis de este núcleo primitivo se cree que estaría situada al norte del área citada. Es tradición en la cultura fenicia el separar la necrópolis de la ciudad mediante un curso de agua, en este sentido la situación parecería errónea al no haber cursos de agua entre ambos emplazamientos. La clave se encontraría en el hoy en día desaparecido Arroyo de la Zanja, el cual nacía en el centro de la isla y desembocaba en la Playa de La Caleta, separando así el núcleo urbano primitivo de la necrópolis al norte. Una muestra de esta hipotética necrópolis arcaica se podría encontrar en los yacimientos de la calle Hércules.

Enterramiento de la Casa del Obispo.

Si bien la necrópolis se situó al norte de la isla de Erytheia, en la zona de la Casa del Obispo, ente la Parroquia de Santa Cruz y la Catedral de Cádiz, se ha encontrado un enterramiento bastante inusual y fuera de lo común datado en el siglo VIII a. C. Se trata de un individuo muy destacado enterrado con un anillo con un gran sello y en una estructura construida con el fin de ser vista desde lejos. No se sabe mucho aún de este yacimiento pero debió de tratarse de alguien muy importante ya que el carácter sagrado del terreno ha perdurado hasta nuestros días con el emplazamiento de la Catedral de Cádiz.

Uno de los dos sarcófagos antropoides encontrados en la necrópolis clásica de Gadir.

Necrópolis clásica

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Esta necrópolis abarca un espacio bastante amplio ya que se extendería desde el barrio de Santa María hasta la Segunda Aguada. En cuanto a la cronología, abarca principalmente los siglos VII y VI a. C. Los enterramientos suelen ser en fosas o en urnas y en las que generalmente se usa el método de la cremación. La sustitución del servicio ritual arcaico habitual (formado por un oinochoe de boca de seta y un jarro trilobulado) por nuevas formas vasculares (platos, ollas, lucernas y cuencos carenados) indica que ya en estos momentos se asiste a un cambio no sólo en las costumbres y creencias funerarias, sino también en la estructura social de estas comunidades. Esta necrópolis clásica pone en evidencia la importancia de Gadir durante esta época y su relación con Cartago. Lo anterior viene reflejado por la aparición de objetos de procedencia egipcia como vasos de alabastro, joyas de procedencia cartaginesa y objetos tan extraños como una pyxis hallada en Santa María del Mar. Muchos de estos objetos están expuestos hoy en día en el Museo de Cádiz. Quizás los hallazgos más espectaculares de la necrópolis sean los dos sarcófagos antropoides encontrados en 1887 y 1980. Se trata de dos piezas de cierta espectacularidad y que debieron pertenecer a dos individuos pertenecientes a la aristocracia de la ciudad. No se descarta que se encuentren más de estos sarcófagos enterrados en el área de la necrópolis clásica. 

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