Agrobiodiversidad
La agrobiodiversidad, o diversidad biológica asociada a la agricultura, es un subconjunto de la biodiversidad en general que se refiere a la variedad y variabilidad de animales, plantas y microorganismos que se utilizan directa o indirectamente para la alimentación y la agricultura, incluyendo a los cultivos, la ganadería, la silvicultura y la pesca. También incluye todos los componentes de la diversidad biológica que constituyen los ecosistemas agrícolas (también llamados agroecosistemas): las variedades de semillas y razas de animales domésticos (biodiversidad doméstica), la diversidad de especies no cosechadas que apoyan la producción (los microorganismos y fauna del suelo, depredadores, polinizadores, malezas, plagas), y todas las plantas y animales nativos (biodiversidad silvestre) de un entorno más amplio que apoyan los agroecosistemas (agrícolas, pastoriles, forestales y acuáticos), así como la diversidad de los mismos.- ..............................................:https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=7965effacf4a434897ef2540485cda9d7883da25&writer=rdf2latex&return_to=Agrobiodiversidad
El concepto de agrobiodiversidad refleja las dinámicas y las complejas relaciones entre las sociedades humanas, la plantas cultivadas y los ambientes en que conviven, repercutiendo sobre las políticas de conservación de los ecosistemas cultivados, de promoción de la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones humanas, de inclusión social y del desarrollo local sustentable.
La biodiversidad o diversidad biológica – la diversidad de las formas de vida – abarca tres niveles de variabilidad: la diversidad de especies, la diversidad genética (la variabilidad dentro del conjunto de individuos de la misma especie) y la diversidad ecológica, que se refiere a los diferentes ecosistemas y paisajes. Eso mismo ocurre también en relación a la agrobiodiversidad, que incluye la diversidad de especies (por ejemplo, especies diferentes de plantas cultivadas, como el maíz, el arroz, la calabaza, el tomate, etc.), la diversidad genética (por ejemplo, variedades diferentes de maíz, frijoles, etc.) y la diversidad de ecosistemas agrícolas o cultivados (por ejemplo, los sistemas agrícolas tradicionales de quema y descanso, también llamados de coivara o itinerantes, los sistemas agroforestales, los cultivos en terrazas o en terrenos inundados, etc.). Los agrosistemas son áreas de paisaje natural transformadas por el hombre con el fin de producir alimento, fibras u otras materias primas1. Una de las características de los agrosistemas es el predominio de las especies de interés humano y una organización espacial que estructura y facilita el trabajo de producción, según Katia Marzall2.
La agrobiodiversidad, o diversidad agrícola, constituye una parte importante de la diversidad y engloba todos los elementos que interactúan en la producción agrícola: los espacios cultivados o utilizados para la creación de animales domésticos, las especies directa o indirectamente manejadas, como las cultivadas y sus parientes silvestres, las hierbas dañinas, las parásitas, las pestes, los polinizadores, los depredadores, los simbiontes3 (organismos que hacen parte de una simbiosis, o sea, que viven con otros), etc., y la diversidad genética a ellos asociada (también llamada diversidad intraespecífica, es decir, dentro de una misma especie). La diversidad de especies es llamada diversidad intraespecífica.
La Convención sobre Diversidad Biológica no contiene ninguna definición de agrobiodiversidad, pero, según la Decisión V/5, la agrobiodiversidad es un término amplio que incluye todos los componentes de la biodiversidad que tienen relevancia para la agricultura y la alimentación, y todos los componentes de la biodiversidad que constituyen los agrosistemas: la variedad y la variabilidad de animales, plantas y microorganismos, en los niveles genético, de especies y de ecosistemas, necesarios para sustentar las funciones claves de los agroecosistemas, sus estructuras y procesos. Por tanto, los componentes de la biodiversidad agrícola incluyen: la diversidad vegetal, domesticada y silvestre (algunos autores excluyen las plantas y animales salvajes de la definición de agrobiodiversidad por considerar que, aun cuando sean importantes para los agricultores, no hacen parte de los sistemas agrícolas4); la diversidad de animales domésticos (de las cerca de 50.000 especies de mamíferos y aves conocidos, aproximadamente cuarenta fueron domesticadas, y de esas especies los agricultores desarrollaron cerca de 5.000 razas adaptadas a la condiciones ambientales locales y a necesidades específicas); la diversidad de la fauna acuática (los peces y las otras especies acuáticas son parte integrante de muchos sistemas agrícolas importantes); - la diversidad subterránea (las raíces llevan los nutrientes y el agua hasta las plantas y estabilizan el suelo); - la diversidad microbiana (los microorganismos reciclan y ponen a disposición muchos nutrientes necesarios para las plantas, entre otras funciones); la diversidad de insectos (como abejas y otros polinizadores), arañas y otros artrópodos (saltamontes, ciempiés,etc.) que actúan muchas veces como enemigos naturales de seres nocivos a las plantas; la diversidad de ecosistemas5. En este texto nos concentraremos sobre todo en la diversidad de plantas cultivadas y de los agrosistemas, antes que en la diversidad de los animales domésticos y de otros componentes de la biodiversidad agrícola.
Aun cuando los términos “agrobiodiversidad” y “agrodiversidad” sean usados con frecuencia como sinónimos, hay autores6 que sustentan que agrobiodiversidad y agrodiversidad tienen significados diferentes. “Agrobiodiversidad”, un término más antiguo y común, sería usado para definir la diversidad biológica existente en ecosistemas cultivados. “Agrodiversidad” sería una expresión más abarcadora, empleada para referirse “a las múltiples formas por las cuales los agricultores usan la diversidad natural del ambiente para la producción agrícola, incluyendo no solamente la selección de especies y variedades de plantas para el cultivo, sino también el manejo de las tierras, aguas, y de la biota como un todo”7.
Otra definición de “agrobiodiversidad” sería “la variedad resultante de la interacción entre los factores que determinan los agrosistemas: los recursos genéticos de plantas, los ambientes bióticos y abióticos y las prácticas de manejo”8. Usaremos el término “agrobiodiversidad” por ser el más conocido.
La agrobiodiversidad es esencialmente un producto de la intervención del hombre en los ecosistemas: de su capacidad de invención y creatividad en la interacción con el ambiente natural. Los procesos naturales, los conocimientos, prácticas e innovaciones agrícolas, desarrollados y compartidos por los agricultores, son un componente clave de la agrobiodiversidad. Las prácticas de manejo, cultivo y selección de especies, desarrolladas por los agricultores desde hace 10 mil a 12 mil años, fueron responsables, en gran parte, por la enorme diversidad de plantas cultivadas y de agrosistemas y, por tanto, no se puede tratar a la agrobiodiversidad disociada de los contextos, procesos y prácticas culturales y socioeconómicas que la determinan y condicionan. Por eso, además de la diversidad biológica, genética y ecológica, hay autores que agregan un cuarto nivel de variabilidad: el de los sistemas socioeconómicos y culturales que generan y construyen la diversidad agrícola.
Para Harold Brookfield, la diversidad agrícola incluye la diversidad de los sistemas de propiedad de las tierras utilizadas para la agricultura, las diferencias entre los agricultores en relación al acceso a la tierra, la distribución espacial y el tamaño de las propiedades rurales, las divisiones de trabajo en función de la edad y género, así como la cooperación en el trabajo, la dependencia de los agricultores de trabajos externos a las propiedades rurales, entre otras. Brookfield destaca que ningún sistema agrícola puede ser entendido sin la consideración de las formas en que las propiedades rurales se organizan y en que las fuerzas (sociales, económicas y políticas) interactúan para influir y modelar tal organización. Él destaca la importancia crucial del dinamismo de la agrobiodiversidad, “una colcha de retazos en constante transformación, creada por las relaciones entre las personas, las plantas y el ambiente, que están siempre lidiando con nuevos problemas y en busca de nuevos caminos”. Siempre según Brookfield, el “dinamismo adaptativo” de la agrobiodiversidad es la característica más importante para su sobrevivencia y para la recuperación de lo que ya fue perdido. Al final, los agricultores tienen la capacidad de adaptarse tanto a la adversidad cuanto a la oportunidad, y los procesos de aprendizaje y experimentación son constantemente renovados9.
La diversidad resulta tanto de factores naturales cuanto culturales. Así, hay sociedades que adaptan variedades de arroz al cultivo acuático, sumergido en agua, en regiones húmedas, y hay otras que adaptan variedades de arroz al cultivo en regiones secas. Las diferentes variedades de maíz pueden ser usadas para comer directamente de la espiga, para alimentar a los animales, para hacer popcorn y harina o para la fermentación de la cerveza. Otras son también usadas con fines ornamentales (principalmente aquellas con pigmentos coloridos), medicinales o religiosos. El agrónomo Jack Harlan cuenta que observaba a un agricultor etíope seleccionar (para el cultivo del año siguiente) las semillas de las variedades de sorgo de espigas torcidas. Al preguntarle la razón de aquel procedimiento, el agricultor etíope respondió simplemente: “porque esas son más fáciles de colgar del tejado”10.
Otros agricultores seleccionaban variedades de sorgo con sabor dulzón para mascar. Otras variedades de sorgo eran separadas para hacer pan y cerveza, y las variedades con fibras más resistentes para hacer cestos y usar en construcciones. Una misma especie puede ser usada con fines alimenticios o como medicamento, y las diferentes partes de una planta pueden también tener utilidades diferentes. Las plantas tienen además usos rituales y en ceremonias religiosas, y muchos nombres pueden ser dados a variedades de una misma especie. La diversidad agrícola también puede expresarse tanto en características perceptibles por el ojo humano, como variaciones de color, forma, altura, tamaño y forma de las hojas, cuanto según variaciones genéticas, como resistencia a secas, pestes y enfermedades, alto tenor nutritivo, etc., así que la pérdida es difícil de ser evaluada con exactitud. Y la extinción de los saberes, prácticas y conocimientos agrícolas es aún más difícil de ser estimada.
Aun cuando no se puede precisar la dimensión de la pérdida, es evidente que la diversidad agrícola está amenazada, y ella constituye la base de la sobrevivencia de las poblaciones rurales, especialmente de aquellas de baja renta. El Informe sobre el Estado de los Recursos Genéticos de Plantas del Mundo, presentado durante la 4a Conferencia Técnica Internacional sobre Recursos Fitogenéticos, realizada en Leipzig, Alemania, del 17 al 23 de junio de 1996, fue una alerta importante para la grave erosión genética y cultural provocada por los sistemas agrícolas modernos. El informe11 fue la primera evaluación global y sistemática del estado de conservación y uso de los recursos fitogenéticos existentes en el planeta. Según el informe, en los últimos 100 años, los agricultores perdieron entre el 90 y el 95% de sus variedades agrícolas. Consta además en el informe que:
- En Corea del Sur, solamente un cuarto de las catorce variedades vegetales nativas cultivadas en jardines y huertas en 1985 continuaban existiendo en 1993. Apenas 20% de las variedades de maíz cultivadas en México alrededor de 1930, siguen existiendo hoy en día.
- En Estados Unidos de Norteamérica, 95% de las variedades de repollo, 94% de las variedades de arvejas y 81% de las variedades de tomate dejaron de existir en el último siglo. De las 7.098 variedades de manzana existentes entre 1804 y 1904, el 86% de ellas ya no existen.
- En China, de las 10 mil variedades de trigo utilizadas en 1949 solamente mil eran utilizadas en la década de 1920. Hasta 1970, cerca de 5 mil variedades de arroz eran cultivadas en India, de las cuales apenas 500 continúan existiendo, y entre diez y quince variedades ocupan la mayor parte del territorio cultivado indiano.
La pérdida de la biodiversidad agrícola es causada sobre todo por la substitución de las variedades locales y tradicionales, caracterizadas por su amplia variabilidad genética, por variedades “modernas”, de alto rendimiento y estrecha base genética. Según el referido informe, esa es la principal causa de erosión genética (citado en 81% de los informes presentados por los países). Desaparecieron tanto especies como las variedades cultivadas de esas especies, y no sólo las especies domesticadas por el hombre como también sus parientes silvestres está desapareciendo, por efecto de la rápida devastación de los ecosistemas naturales.
En algunos casos, la desaparición de una variedad puede no llevar necesariamente a la pérdida de la diversidad genética, ya que los genes afectados pueden existir también en otras variedades, pero las variedades presentan, en sí, una combinación única de genes, con valor y utilidad también únicas. Se estima, incluso, que la pérdida de una planta puede causar la desaparición de cuarenta tipos de animales o insectos, que de ella dependen para sobrevivir, además de la pérdida de combinaciones genéticas y moléculas únicas en la naturaleza12.
La pérdida de la diversidad de razas de animales domésticos es también extremadamente preocupante, si consideramos sus innúmeras cualidades para los hombres: suministran alimentos (carnes, huevos, leche, quesos, etc.), vestimentas (algodón, lanas, pieles, etc.), transporte, etc. Los animales son, asimismo, usados en prácticas deportivas y como cobayos para experiencias científicas, en rituales religiosos, como alimento para otros animales (carnadas para pesca, por ejemplo,), etc. Tal como ocurre con las plantas, el uso de los animales varía en cada cultura. En países como China, Vietnam y Corea, por ejemplo, la carne de perro es usada para la alimentación humana (existiendo incluso la creencia de que mejoraría el desempeño sexual). En China, hay cinco especies de tortugas que son criadas en haciendas y vendidas en mercados regionales para alimentación humana y usos medicinales. En Singapur, el escorpión negro frito es degustado como un sabroso bocadillo (las altas temperaturas en que es preparado neutralizan su veneno); la carne de canguro es servida incluso en pizzerías, en Australia, y las hormigas (principalmente la içá y la saúva (del género Atta), las larvas de la tacuara y las avispas hacen parte del menú de algunos pueblos indígenas amazónicos. En Argentina se come churrasco de testículos de toro; en Bolivia, la carne de llama es un plato típico; y es común encontrar, en restaurantes de Bolivia y de Colombia, el cuy asado.
Según el Informe sobre el Estado de los Recursos Genéticos Animales para Alimentación y Agricultura en el Mundo, cerca de 20% de las razas de vacas, cabras, puercos, caballos y aves existentes en el mundo están amenazados de extinción; asimismo, en los últimos seis años 62 razas de animales se extinguieron, lo que representa la pérdida de casi una raza al mes. Ese informe fue divulgado durante la 1a Conferencia Técnica Internacional sobre Recursos Genéticos Animales para Alimentación y Agricultura, realizada en Interlaken, Suiza, del 3 al 7 de diciembre del 200713.
Hay también estimaciones de que, a lo largo de este siglo, de las 3.831 razas de bovinos, búfalos, cabras, puercos, carneros, caballos y burros existentes, 16% se extinguirán y el 15% se tornará raro, siendo que 617 razas de animales domésticos ya desaparecieron desde 189214. Tanto la diversidad animal como la diversidad vegetal está, por tanto, amenazadas.
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