domingo, 9 de agosto de 2015

Ecología

La hipótesis de Gaia es un conjunto de modelos científicos de la biosfera en el cual se postula que la vida fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando al entorno. Según la hipótesis de Gaia, la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un sistema auto-regulador (que tiende al equilibrio). La teoría fue ideada por el químico James Lovelock en 19691 (aunque publicada en 1979) siendo apoyada y extendida por la bióloga Lynn Margulis.1 Lovelock estaba trabajando en ella cuando se lo comentó al escritor William Golding, fue éste quien le sugirió que la denominase “Gaia”, diosa griegade la Tierra (Gaia, Gea o Gaya).- ...................................................................:https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Hip%C3%B3tesis_de_Gaia&printable=yes

La Hipótesis de Gaia ―Teoría o Principio de Gaia, como también se le conoce― plantea que todos los organismos que pueblan la Tierra, así como sus entornos inorgánicos, conforman una unidad integrada de gran complejidad que se auto-regula y permite que las condiciones de vida en el planeta se mantengan.
La idea surgió en los años 70, de la observación de cómo la biosfera y la evolución de los procesos vitales contribuyen significativamente a la temperatura global del mundo, la salinidad oceánica y el resto de los factores de habitabilidad. En los primeros momentos fue recibida con rechazo por los expertos, pero más recientemente fue aceptada por algunas corrientes, especialmente las relacionadas con la ecología de los sistemas.
El elemento más importante de esta hipótesis es que defiende la existencia de un equilibrio planetario determinado por las distintas formas orgánicas, el cual persigue activamente mantener las condiciones óptimas para la vida, aun cuando lo amenacen elementos terrestres o de la realidad espacial.
Según la Teoría de Gaia, a diferencia de otros planetas donde las condiciones atmosféricas se regulan por los procesos químicos que se están produciendo, en la Tierra la estabilidad de la atmósfera se regula por los procesos vitales. Salvo los gases nobles, el resto de los gases atmosféricos que hay en el planeta son provocados por los organismos vivos.
Al parecer, mientras más especies haya en el sistema más fuertes y balanceados son sus mecanismos. La Hipótesis de Gaia le da alto valor a la biodiversidad para mantener condiciones habitables. Precisamente por esta razón los que defienden los principios de esta teoría plantean que con el aumento de la población humana y, consecuentemente, de su impacto en el medio ambiente, dicho equilibrio se está viendo amenazado.
La noción de una Tierra viviente ha sido muy controvertida dentro de la ciencia, basado sobre todo en lo metafórico que suenan muchas de las aseveraciones que sus teóricos han presentado. Las críticas aparecen también cuando no se explican matemáticamente sus principios fundamentales, cosa que ocurre en otras descripciones científicas.
En cualquier caso, la Teoría da cuenta de una serie de relaciones complejas que se producen entre los distintos niveles de los ecosistemas terrestres y, aun con sus limitaciones, representa un punto de partida para el estudio de los procesos de cambio climático que actualmente están poniendo en riesgo la supervivencia del planeta.




huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos.
Representa el área de tierra o agua ecológicamente productivos (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) e idealmente también el volumen de aire, necesarios para generar recursos y además para asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su modo de vida, de forma indefinida. La medida puede realizarse a diferentes escalas: individuo (la huella ecológica de una persona), poblaciones (la huella ecológica de una ciudad, de una región, de un país...), comunidades (la huella ecológica de las sociedades agrícolas, de las sociedades industrializadas, etc).- ..................https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Huella_ecol%C3%B3gica&printable=yes........................................................:

Huella ecológica y sostenibilidad

¿Qué es la huella ecológica?
La huella ecológica es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta comunidad humana – país, región o ciudad - sobre su entorno, considerando tanto los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de producción y consumo de la comunidad.
La huella ecológica se expresa como la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de éstas áreas.
Este indicador es definido según sus propios autores (William Rees y Mathis Wackernagel) como:
"El área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área"
La filosofía del cálculo de la huella ecológica tiene en cuenta los siguientes aspectos:
  • Para producir cualquier producto, independientemente del tipo de tecnología utilizada, necesitamos un flujo de materiales y energía, producidos en última instancia por sistemas ecológicos.
  • Necesitamos sistemas ecológicos para reabsorber los residuos generados durante el proceso de producción y el uso de los productos finales.
  • Ocupamos espacio con infraestructuras, viviendas equipamientos, etc. reduciendo, así las superficie de ecosistemas productivos.
Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta entre otros, los siguientes aspectos que subestiman el impacto ambiental real:
  • No quedan contabilizados algunos impactos como la contaminación del suelo, la contaminación del agua, la erosión, la contaminación atmosférica ( a excepción del CO2), etc.
  • Se asume que las prácticas en los sectores agrícola, ganadero y forestal es sostenible, esto es, que la productividad del suelo no disminuye con el tiempo. Obviamente, con el tiempo, la productividad disminuye, a causa, entre otras, de la erosión, contaminación, etc.

¿Cómo se calcula la huella ecológica?
La metodología de cálculo de la huella ecológica se basa en la estimación de la superficie necesaria para satisfacer los consumos asociados a la alimentación, a los productos forestales, al gasto energético y a la ocupación directa del terreno. Esta superficie se suele expresar en ha/cap/año si realizamos el cálculo para un habitante, o bien, en hectáreas si el cálculo se refiere al conjunto de la comunidad estudiada.
Así, los terrenos productivos que se consideran para el cálculo son las que aparecen en la Tabla 1.
Para calcular estas superficies, la metodología se basa en dos aspectos básicos:
  • Contabilizar el consumo de las diferentes categorías en unidades físicas.
  • Transformar éstos consumos en superficie biológica productiva apropiada a través de índices de productividad.
Debido a la inexistencia, en general, de datos directos de consumo, se estiman los consumos para cada producto con la siguiente expresión:
En el caso de la matriz del área de absorción de CO2 se opera con consumos directamente ya que se dispone de la información.
Tabla 1. Tipos de terrenos productivos para el cálculo de la huella ecológica.
Cultivos
Superficies con actividad agrícola y que constituyen la tierra más productiva ecológicamente hablando pues es donde hay una mayor producción neta de biomasa utilizable por las comunidades humanas.
Pastos
Espacios utilizados para el pastoreo de ganado, y en general considerablemente menos productiva que la agrícola.
Bosques
Superficies forestales ya sean naturales o repobladas, pero siempre que se encuentren en explotación.
Mar productivo
Superficies marinas en las que existe una producción biológica mínima para que pueda ser aprovechada por la sociedad humana.
Terreno construido
Considera las áreas urbanizadas o ocupadas por infraestructuras
Area de absorción de CO2
Superficies de bosque necesarias para la absorción de la emisión de CO2 debido al consumo de combustibles fósiles para la producción de energía.
Una vez calculados los consumos medios por habitante de cada producto, se transforman a área apropiada o huella ecológica para cada producto. Ello equivale a calcular la superficie necesaria para satisfacer el consumo medio por habitante de un determinado producto. Para ello se utilizan valores de productividad:
Los valores de productividad pueden estar referidos a escala global, o bien, se pueden calcular específicamente para un determinado territorio teniendo en cuenta, así, la tecnología usada y el rendimiento de la tierra.
Un elemento complementario es el análisis del conjunto de actividades humanas y las demandas de superficie (huellas ecológicas) asociadas a cada una de ellas. Para ello se pueden establecer las categorías generales de la Tabla 2.
La consideración de estas categorías de actividades nos permite analizar la huella ecológica a partir de los sectores demandantes de superficies, pudiendo evaluar así en que ámbitos puede ser más prioritario incidir.
Tabla 2. Tipología de actividades vinculadas a la huella ecológica
Alimentación
Superficies necesarias para la producción de alimentación vegetal o animal, incluyendo los costes energéticos asociados a su producción
Vivienda y servicios
Superficies demandadas por el sector doméstico y servicios, sea en forma de energía o terrenos ocupados.
Movilidad y Transportes
Superficies asociadas al consumo energético y terrenos ocupados por infraestructuras de comunicación y transporte.
Bienes de consumo
Superficies necesarias para la producción de bienes de consumo, sea en forma de energía y materias primeras para su producción, o bien terrenos directamente ocupados para la actividad industrial

¿Qué es el déficit ecológico?
Una vez estimado el valor de la huella ecológica, los autores de la metodología calculan las superficies reales de cada tipología de terreno productivo (cultivos, pastos, bosques, mar y terreno urbanizado) disponibles en el ámbito de estudio. La suma de todos ellos es la Capacidad de Carga Local y está expresada en hectáreas por habitante.
La comparación entre los valores de la huella ecológica y la capacidad de carga local permite conocer el nivel de autosuficiencia del ámbito de estudio. Tal y como se indica en la Tabla 3, si el valor de la huella ecológica está por encima de la capacidad de carga local, la región presenta un déficit ecológico. Si, por el contrario, la capacidad de carga es igual o mayor a la huella ecológica, la región es autosuficiente, siempre teniendo en consideración las limitaciones del indicador.
Tabla 3: Comparación entre la Huella Ecológica y la Capacidad de Carga.
Huella Ecológica
>
Capacidad de Carga
La región presenta un
déficit ecológico.
Huella Ecológica
=
Capacidad de Carga
La región es autosuficiente.
Por tanto, el déficit ecológico nos indica que una región no es autosuficiente, ya que consume más recursos de los que dispone. Este hecho nos indica que la comunidad se está apropiando de superficies fuera de su territorio, o bien, que está hipotecando y haciendo uso de superficies de las futuras generaciones.
En el marco de la sostenibilidad, el objetivo final de una sociedad tendría que ser el de disponer de una huella ecológica que no sobrepasara su capacidad de carga, y por tanto, que el déficit ecológico fuera cero.

¿Qué puede aportar la huella ecológica a la sostenibilidad?
A pesar de que la huella ecológica es un indicador que pueda subestima el impacto real de la actividad humana sobre el entorno, y que existe aún importantes limitaciones en relación a su aplicación metodológica y información disponible, hay que destacar las oportunidades que plantea en relación a la estrategia de la sostenibilidad. Hay que destacar entre sus principales potencialidades:
  • Agregación y simplificación.
Agrupa en un solo número la intensidad del impacto que una determinada comunidad humana ejerce sobre los ecosistemas, tanto por el consumo de recursos como por la generación de residuos.
  • Visualización de la dependencia ecológica
El progresivo proceso de concentración de la población en sistemas urbanos y globalización de los flujos de materiales y energía dificulta de forma creciente la vinculación por parte de la población del consumo de bienes y energía con el impacto que tienen sobre el medio. La huella ecológica permite definir y visualizar la dependencia de las sociedades humanas respecto al funcionamiento de los ecosistemas del planeta a partir de superficies apropiadas para satisfacer un determinado nivel de consumo. Permite así establecer el área real productiva de la que se está apropiando ecológicamente una determinada comunidad humana, independientemente de que se encuentre más allá de su territorio, distinguiendo así mismo entre las diferentes funciones ecológicas que ejercen los ecosistemas.
  • Visualización de la inequidad social
La posibilidad de realizar el cálculo para diferentes comunidades humanas o sectores de una misma sociedad con estilos de vida diferenciados permite la visualización de inequidad en la apropiación de los ecosistemas del planeta.
  • Monitorización del consumo de recursos
Pese a sus limitaciones, la huella ecológica permite hacer un seguimiento del impacto de una comunidad humana asociado al consumo de recursos –entradas del sistema – mediante la actualización del indicador a lo largo de los años.
Teniendo en consideración los puntos anteriores, el cálculo de la huella ecológica de Navarra y la estimación en el municipio de Tudela, pretende facilitar a la Comunidad de Navarra y sus municipios tanto de un instrumento de sensibilización ambiental, como de un indicador de las políticas hacia la sostenibilidad que se puedan desarrollar en ámbitos como el energético, el forestal o el de la conservación de la biodiversidad.








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