miércoles, 22 de enero de 2020

MAPAS DE HISTORIA POR PAÍSES - ESPAÑA


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Áreas de la provincia romana de Hispania ocupadas por el pueblo bárbaro.

Las invasiones germánicas en la península ibérica (o invasiones bárbaras) surgen en el siglo V, en el contexto de las grandes migraciones (conocidas como invasiones bárbaras) que alteraron la distribución de los pueblos en Europa y precipitaron el final del Imperio romano de Occidente. La península ibérica, en particular, sufrió la ruptura de la organización política y administrativa que el Imperio romano había adoptado, en las distintas provincias en que se dividía administrativamente Hispania. En 411 llegaron varias oleadas de pueblos germánicos, denominados vándalos y suevos, además de los alanos (étnicamente iranios), que habían sido violentamente desposeídos de sus tierras por las invasiones hunas y que, después de esa expulsión, habían vagado por Europa hacia occidente en busca de nuevas tierras donde instalarse. Los alanos eran oriundos de la región del Cáucaso, los vándalos eran de origen escandinavo; los suevos, también germánicos, estaban emparentados con los anglo-sajones que en ese tiempo se instalaron en Inglaterra.
Aunque los romanos reconocieron los hechos, llegando a acuerdos para el asentamiento de estos pueblos en distintas zonas de Hispania, los suevos fueron los únicos que alcanzaron una mayor estabilidad y se organizaron políticamente. Según Orosio, presbítero de Braga, «rápidamente cambiaron la espada por el arado y se hicieron amigos». Crearon un reino que abarcaba Galicia y la zona norte del actual Portugal, con capital en Braga. El reino se expandió luego hacia el sur del Duero.
Los visigodos, pueblo también germánico que había llegado a un foedus (alianza o federación) con el Imperio, concertaron con éste acabar con los invasores y reincorporar Hispania a la autoridad romana, aunque más bien actuaron como autoridad sustitutiva de la romana e independiente en la práctica, con una mayor intensidad de ocupación en la zona central de la Península, a donde los visigodos arrianos habrían llegado, expulsados de la Narbonense, por la presión de los francos católicos.
Estos grupos de bárbaros no parecen haber sido numerosos; aunque pudieron someter a las provincias romanas, carentes de autoridad y orden, con gran rapidez y, después de instalados, no encontraron grandes resistencias por parte de las poblaciones, hecho que se relaciona con la caída del Imperio romano de Occidente. Un desastre económico terminaría con las clases medias de las ciudades y agravaría las condiciones de los campesinos. El fin de las conquistas propias del periodo del Alto Imperio había dificultado la obtención de esclavos desde la crisis del siglo III, y era en éstos en los que se asentaba la economía romana. De esta forma, ya había comenzado el proceso de feudalización, que convertía a las clases altas en una aristocracia prefeudal y a las bajas, tanto si provenían de esclavos como si provenían de hombres libres sometidos a colonato, en una nueva clase precedente de los siervos feudales, en una situación de semiesclavitud.
Con las invasiones terminaron todos los sistemas organizativos estatales aunque se mantuvo la organización eclesiástica. La mayor parte de la población hispanorromana era cristiana.

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Península Ibérica en 455. Extensión máxima del Reino Suebio.

El nacimiento del reino (411-438)[editar]

El Reino suevo (verde claro) en un mapa de Hispania.
Según relata Hidacio, dos años después de su entrada en la península ibérica en 409, suevos, vándalos y alanos llegaron al acuerdo de poner fin al saqueo y al pillaje al que habían sometido hasta entonces a las provincias romanas de Hispania y se asentaron de forma estable en ellas. Así a los alanos les correspondió la Lusitania y la Cartaginense; a los vándalos silingos, la Bética; a los vándalos asdingos, el interior de la Gallaecia —región de Lugo y Astorga— y a los suevos la Gallaecia lindante con el océano. En total sumarían unas 200.000 personas, contando mujeres y niños, frente a unos cinco millones de hispanorromanos.2
Para intentar recuperar estos territorios el Imperio romano de Occidente firmó un foedus con el rey visigodo Valia, quien penetró con su ejército en la península ibérica con la autoridad que le había conferido el emperador y en los años 416 y 417 recuperó de manos de alanos y vándalos silingos las provincias más ricas y romanizadas de Hispania: Bética, Lusitania, Tarraconense y Cartaginense.3
En 419 en la Gallaecia surgió un conflicto entre los suevos y los vándalos asdingos motivado probablemente por la pobreza de las tierras que les habían correspondido a estos últimos —cuyo número se había incrementado con la incorporación de grupos dispersos de vándalos silingos y alanos derrotados por los visigodos—. Así los suevos se vieron cercados en los montes Nerbasios —de localización desconocida— y solamente les salvó de ser completamente aniquilados la intervención de un ejército imperial al mando del comes Hispaniarum Asterio. Como ha señalado Luis A. Gómez Moreno, "sin duda el gobierno imperial estaba interesado en impedir una supremacía de la agrupación popular entonces más poderosa, los asdingos" y "el número mucho menor de los suevos representaba un peligro de momento secundario". Los vándalos asdingos, con su rey Gunderico al frente, levantaron el asedio y se dirigieron al sur, aunque antes mataron a cierto número de suevos en Braga —en el 429, tras saquear la Bética, pasaron al norte de África—.

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Península Ibérica en 455. Extensión máxima del Reino Suebio.
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Península Ibérica alrededor de 500.
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Hispânia em 500
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Península Ibérica alrededor de 500 .
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