valor, coraje
Valor viene del verbo latino valere, ‘estar bueno, servir, aprovechar’. Hombre valeroso es el que vale, el que sirve, el que aprovecha.
Coraje se compone de dos voces latinas; cor, cordis, ‘corazón’, y agere, infinitivo de ago, agis, ‘obrar’: coreagere, o coragere, ‘obrar con corazón’.
En el valor entra la prudencia. En el coraje entra la cólera.
El valor se alimenta con el sentimiento: el honor, la emulación, el heroísmo, la familia, la patria, el amor, hasta la fe. El coraje tiene más de sangre que de materia, busca motivos menos elevados, más materiales.
La justicia nos inspira valor. La injusticia nos da coraje.
El valor es una virtud de conciencia. El coraje es un sentimiento natural, un sentimiento que todos tienen.
El valor es humano. El coraje es casi animal.
futuro, venidero
Futuro es lo que está lejos de suceder; pero que se espera porque hay motivos para presumirlo así. Venidero es también lo que se espera; pero que debe suceder pronto. Cuando en el mes de noviembre se habla del verano, el verano es una cosa futura. Cuando en el mes de noviembre se habla del invierno, el invierno es una cosa venidera.
Futuro, en el sentido moral, se aplica a los efectos de causas combinadas que día dia deben verificarse. Veniderose refiere solo al mundo material.
ojeada, mirada, vistazo
Estas tres expresiones se refieren a la manera de dirigir la vista sobre un objeto.
Mirada es el término general. No significa por sí mismo mas que la acción misma de mirar. Esta palabra unida áa las modificaciones convenientes, expresa toda clase de sentimientos, de afecciones, de pasiones. Forma por estas diversas modificaciones una especie de lenguaje que se llama el lenguaje de la vista. Hay miradas dulces, furiosas, agitadas, inquietas, tiernas, apasionadas, tímidas, audaces; cada pasión tiene su mirada, y la mirada toda clase de caracteres.
El vistazo es una mirada fugitiva y que se lanza como de paso, ya para mirar ligeramente un objeto, ya para otra cosa.
La ojeada es un vistazo o una mirada dirigida como furtivamente con designio y con una expresión señalada, que siempre se toma en buen sentido.
Hay en la ojeada una intención o un interés visible. Se lanzan ojeadas animosas, animadas, de aprobación, etc. Se dirige un vistazo para ver en reunión muchos objetos; se dirige un vistazo por casualidad o con intención formal, y hay vistazos muy expresivos. Las miradas se fijan en los objetos; forman la acción propia da la vista.
vivo, viviente, vividor
Vivo es lo contrario de muerto. Se aplica al sujeto que actualmente vive.
Viviente es el que tiene organización propia para vivir; es lo contrario de inanimado.
Vividor es el que tiene disposición natural para vivir mucho. En sentido figurado se llama persona vividora a la que tiene chispa para sortear los sucesos y vivir bien.
De modo que vivo expresa un hecho; viviente, una facultad, y vividor, una actitud.
inconstante, voluble
Es inconstante aquel que varía de objetos a cada paso, pero fijándose en tanto que dura este afecto. Es volublela persona que no se fija en nada, y que varía continuamente de objetos. Un infante es voluble, un amante inconstante. Ejemplo: El amor es un niño travieso y voluble, que sigue inconstante en sus conquistas, como la mariposa á la flor.
El inconstante varía. El voluble no se fija.
- voluble que cambia facil o frecuentemente de manera de ser
angustias, congojas, zozobras, ansias
Palabras son estas que indican sentimientos incómodos, tanto mayores, cuanto mayor es la sensibilidad de los que los padecen.
Las angustias constituyen un estado de pena, aflicción y dolor, que oprime al alma en tales términos, que sufre la irresistible impresión del mal, sin vislumbrar por parte alguna un rayo de esperanza que la consuele.
Las congojas son un estado de violento temor, que hiela las facultades del alma, como el frío las del cuerpo.
La zozobra es una aflicción del ánimo que no deja sosegar al que la padece, sea por el riesgo que le amenaza, o el mal que ya comienza a sufrir.
El ansia, que se asemeja mucho a la angustia, oprime como ella y fatiga, causando inquietud o movimientos violentos; pero aunque el alma en este estado se halle abatida por la consideración del mal, no lo mira como absolutamente irremediable.
En las angustias de muerte el enfermo la cree inevitable; pero si solo siente ansias, se persuade que puede tener remedio; venciendo en él el temor de que suceda lo contrario, siente una opresión que se asemeja mucho a la angustia.
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